DOMINGO CUARTO DE ADVIENTO
- 2 Sam 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16. El reino de David se mantendrá siempre firme ante el Señor.
- Sal 88.17. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
- Rom 16, 25-27. El misterio mantenido en secreto durante siglos eternos ha sido manifestado ahora.
- Lc 1, 26-38. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.
El
misterio de la encarnación del Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo en el
seno de María, la Virgen (Ev.), es el centro de la liturgia de hoy. El Hijo de
Dios se hace hombre para que, por
su Pasión
y cruz, alcancemos la gloria de la resurrección (cf. 1.a
orac). En Jesucristo se
cumplirán las promesas hechas por Dios a
David, cuyo «reino durará siempre en la presencia del Señor»
(1 lect. y Ev.).
En la misa, el Espíritu Santo, de manera
análoga a cuando fecundó con su poder las entrañas de María, viene sobre el pan
y el vino y los hace cuerpo y sangre del Señor (oración sobre las ofrendas).