CAPITULO II

¡CONVERTIOS! AL ENCUENTRO DE CRISTO POR LOS CAMINOS DEL DIOS VIVO

 

OBJETIVO CATEQUÉTICO

                Que el preadolescente tome conciencia:


Señorío de Cristo y conversión del hombre: aspectos inseparables del acontecimiento cristiano

33. El gran acontecimiento cristiano reúne dos elementos inseparables. No siempre caemos en la cuenta de la profunda relación de ambos. Esos dos elementos son: 1) Cristo vive a pesar de la muerte y ha sido constituido Señor de todo. Señor de la Historia, y en esta Historia interviene eficazmente. 2) La aceptación por la fe de este acontecimiento lleva con-sigo la propia conversión.

Juan Bautista, Jesús, Pedro, Pablo... destacan ambos aspectos

34. De hecho, no obstante la diversidad de los tiempos, de los lugares y de los auditorios, las predicaciones de Juan Bautista, de Jesús, de Pedro o de Pablo ofrecen todas un mismo esquema y una misma orientación: Anunciar el acontecimiento y llamar a la conversión (Cfr. Mt 3, 2; 4, 17; Hch 2, 36.38; 3, 15.19; 5, 31; 10, 40-43; 13, 30.38-39).

Sin conversión no llega a nosotros el Reino de Dios

35. El hombre pecador está alejado de la presencia de Dios. Dios no puede acercarse al hombre para reinar en él, si el hombre no se vuelve a El, se convierte a El. En esta conversión está en juego toda su vida.

Una conversión gratuita, signo de la presencia del Reino de Dios

36. La conversión del hombre es una obra de iniciativa gratuita y amo-rosa de Dios. Por esto su anuncio es Buena e inaudita Noticia. El hombre, en efecto, está sometido a señores demasiado poderosos como para que pueda cambiar por sí mismo. Cuando el hombre se convierte y cambia, entonces es que el Reino de Dios ha aparecido en medio de nosotros. La fuerza de Dios se manifiesta en contraste con la debilidad del hombre.

Señorío de Cristo, conversión del hombre y experiencia bíblica: la experiencia bíblica conduce al encuentro de Cristo

37. Hay que evitar el examinar de modo abstracto tanto la conversión propia como la presencia de Cristo en la historia. Es necesario descubrir estas realidades de manera muy concreta. A través de la significación de las grandes experiencias bíblicas, que son realidades concretas, el discípulo de Jesucristo entiende vitalmente los caminos de su conversión y de su encuentro con Dios en Cristo. Cuando los acontecimientos y las palabras de la Sagrada Escritura son proclamados y ahondados en el seno de la comunidad, el creyente avanza en su camino de descubrimiento del Señor. La Escritura vivida conduce a Cristo, da testimonio de El (Jn 5, 39).

La vida de fe, encuentro con Cristo en la trama de la vida cotidiana

38. El hombre que se convierte, se vuelve a Dios con la totalidad de su vivir humano. Orienta hacia Dios sus deseos, sus proyectos, su experiencia humana. El cristiano que permanece fiel a Jesucristo, vive su vida de relación con Dios en Jesucristo en la trama misma de la vida cotidiana (Cfr. 1 Co 10, 31; 1 P 4, 10-11; Col 3, 1 7; Flp 2, 3-4). El cristiano ha de seguir a Cristo en el modo como El vivió la existencia ordinaria de los hombres (Cfr. Pablo VI. EN 29, 31, 35, 47).

Vida de fe y experiencia humana

39. El cristiano, cuando actúa como creyente, lleva una vida que en muchos aspectos es semejante a la de los demás hombres: trabajo, esfuerzo, reflexión, diálogo, amistad, cooperación, lucha, etc. Esta vida es también, al mismo tiempo, una experiencia de fe. No en el sentido de que la realidad de Dios pueda ser percibida directamente por nosotros. La realidad de Dios no puede ser percibida directamente en nuestra actual condición, pero sí podemos entrar en contacto con Dios a través de signos. Como dice San Pablo, ahora vemos como en un espejo, todavía no vemos cara a cara (Cfr. 1 Co 13, 12). No obstante, la vida de fe es, en un grado mayor o menor, una vida de relación consciente, plenamente humana, con Dios Padre por medio de Jesucristo. En este sentido, hablamos de "experiencia de fe".

Esta actitud de fe viva, consciente, del hombre que trabaja, que lucha, que dialoga, que hace el bien, etc., proviene de la acción oculta del Espíritu Santo en el corazón del hombre y de la libre cooperación del hombre en el seno de la comunidad creyente que es la Iglesia. Esta existencia humana vivida desde la fe no se reduce a situaciones extraordinarias o excepcionales (Cfr. LG 41, 34, 35; cfr. DCG 26, 33, 34, 72, 74, 75).

El Hijo de Dios "ilumina a todo hombre" (Jn 1, 9)

40. Cuando presentamos a los demás el mensaje evangélico no podemos olvidar que Dios creador y salvador ha sembrado ya en el corazón de los hombres sentimientos, actitudes, valores, reflexiones, experiencias que les preparan para el encuentro con Cristo en la fe (Cfr. LG 16 y 17; Pablo VI, EN 53, 55, 70). El Espíritu Santo actúa ya en el alma de los que jamás han oído hablar de Cristo, y sobre todo en la de aquellos que están especialmente vinculados con Cristo por el bautismo. No podemos "deducir" la revelación divina de la experiencia humana, nuestra o ajena. Pero, a la luz de la revelación divina que la Iglesia proclama, sí podemos y debemos reconocer la acción de Dios en la vida de los hombres. Iluminado por la fe, el discípulo de Cristo sabe que el Hijo de Dios ilumina a todo hombre (Jn 1, 9).

Dios continúa hablando al hombre de hoy

41. El encuentro con Cristo en la fe de la Iglesia es fruto de la acción del Espíritu Santo que, mediante el testimonio de fe de los cristianos y la proclamación de la palabra de Dios, continúa suscitando hoy en el corazón de los hombres actitudes de fe y de amor semejantes a las que nos muestran el Antiguo y el Nuevo Testamento. Para describir este encuentro con Cristo por la fe podemos recurrir a la experiencia de fe que nos ofrece la Sagrada Escritura. Para nosotros, miembros de la Iglesia en el siglo XX, los acontecimientos y palabras de la Sagrada Escritura no se refieren sólo al pasado. Dios, que se comunicó a sus amigos y a su pueblo en el Antiguo y en el Nuevo Testamento a través de unos determinados acontecimientos y experiencias, se sigue comunicando hoy —el mismo Dios— a través de nuestras experiencias humanas actuales cuando éstas son vividas desde la fe, o bajo la acción iluminadora del Espíritu Santo (Cfr. GS 11; DV 8). Después de constituida definitivamente la revelación divina —concluye con la muerte del último apóstol— no hay que esperar ya una nueva revelación pública de Dios al hombre. Pero Dios continúa hablando al hombre, por medio de la Iglesia (proclamación de la palabra de Dios, testimonio de fe y de caridad, etc.) y en el corazón de cada hombre, a través de la experiencia humana actual, de cada uno o de la comunidad humana, interpretada la experiencia a la luz de la fe (Cfr. GS 11 y DV 8; sobre la relación entre Biblia y Tradición, cfr. Tema 43).

Las Escrituras dan testimonio de Cristo

42. Hoy, como ayer, el hombre, en su itinerario hacia Dios, vive en situaciones de éxodo, de tentación, de desierto, etc. Este encuentro del hombre con Dios en la fe de la Iglesia, a través de la experiencia humana actual, guarda analogía y está en continuidad con la experiencia de fe del Antiguo y del Nuevo Testamento. Cuando nos encontramos con Cristo nos situamos en el itinerario de fe del pueblo de la Antigua Alianza, continuando en el pueblo de la Nueva Alianza que es la Iglesia. La reflexión cristiana sobre las experiencias de fe del Antiguo y del Nuevo Testamento, siempre en relación con nuestra experiencia humana actual, nos permiten un encuentro de fe más consciente con Cristo-Jesús como clave de la historia de salvación: "Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna: pues ellas están dando testimonio de mí" —dice Jesús—(Jn 5, 39; cfr. Lc 24, 27; DV 14-17).

Desde la fe de la Iglesia

43. El cristiano, al tratar de comprender hoy su vida de fe, o el itinerario del encuentro del hombre con Cristo, en la experiencia humana actual, lo ha de hacer desde la fe de la Iglesia en Cristo Jesús. A veces se trata de una fe implícita que es necesario explicitar. El creyente, porque conoce ya a Jesucristo, por la palabra de los Apóstoles, trasmitida por la Iglesia, sabe a la luz de esta fe, que cuando el hombre se encuentra con los que anuncian la palabra de Dios, se encuentra con Cristo; que cuando realiza obras de amor con los pobres se encuentra con Cristo; que cuando padece persecución por la justicia con paciencia evangélica, está en el camino de Cristo... Pero sobre todo sabe que el encuentro con Cristo se realiza en la Iglesia. Cristo está presente en la proclamación de la palabra, en la vida de la Iglesia, y de modo del todo singular en la Eucaristía. Los demás caminos para el encuentro con Jesús, el Señor, no tienen sentido sin la Iglesia, cuerpo de Cristo y pueblo de Dios.

Itinerarios del encuentro con Cristo

44. Vamos a tratar a continuación de algunos de estos itinerarios del encuentro del hombre con Cristo. Se podría haber tratado de algunos otros. Pero los que aquí se indican son suficientes. No hablamos en estas páginas que siguen propiamente del encuentro "sacramental" con Cristo, —aunque se alude brevemente a la Eucaristía—, sino sobre todo del encuentro con Cristo por la fe. Por esto, las expresiones "Cristo está presente en los pobres" y otras semejantes no deben entenderse en un sentido "localista", aunque siempre hagan referencia a una relación real del hombre creyente con Cristo-Jesús.

Las grandes experiencias bíblicas

45. Las grandes experiencias bíblicas que vamos a considerar son estas:

Alianza: Encontramos a Cristo, donde los hombres reconocen a Dios, donde los hombres se aman.

Exodo: Jesucristo está donde el hombre es liberado de los ídolos y poderes que le asedian y esclavizan.

Desierto: Jesucristo está donde los hombres experimentan las dificultades de la liberación. Donde el hombre se pone en diálogo con Dios.

Tentación: Nos encontramos con Cristo, cuando en las encrucijadas de la vida aceptamos la llamada de Dios.

Pobreza: Encontramos a Cristo en los pobres; en ellos quiere ser servido.

Profecía: Cristo está en los profetas enviados por Dios: En los que llevan su palabra. Encontramos a Cristo cuando cumplimos la Palabra de Dios.

Actitud de Siervo: Nos encontramos con Cristo cuando hacemos nuestra su actitud de Siervo de Yahvé, el camino de los justos injustamente perseguidos.

Iglesia: Cristo está en medio de los que se reúnen en su nombre.

Alegría: Encontramos a Cristo en la fiesta, en la paz, en la alegría, una paz que el mundo no puede dar. una alegría que nadie nos puede quitar.