REENCARNACIÓN
TEOLOGÍA FUNDAMENTAL

1. DIVERSAS FORMAS DE ESTA CREENCIA. La reencarnación es la creencia según la cual el alma, o el elemento psíquico del hombre, toma a través  de sucesivas existencias un cuerpo diferente, encontrándose así "re-encarnada". El concepto, guarda cierto parentesco con los de metensomatosis o transmigración, y de metempsícosis. La reencarnación es una creencia común a ciertas tradiciones orientales, como el hinduismo y el budismo, y -en la tradición griega- el orfismo, a Pitágoras y Platón. La sociedad teosófica, los círculos espiritistas y ocultistas desarrollaron un modelo occidental a comienzos del siglo xx, queé hoy está muy extendido. Sin embargo, hay que distinguir las diversas formas de la creencia e indicar su sentido. Se verá que, mientras los modelos orientales y griegos guardan cierto parentesco, la orientación del modelo occidental es sensiblemente distinta.

En el hinduismo, donde la creencia en la reencarnación se remonta a los Upanishads, las reencarnaciones sucesivas están regidas por la ley del karma, acumulación de méritos y de deméritos a través de las encarnaciones precedentes. No cesarán hasta que se rompa la cadena de los efectos y las causas. El alma tiene que liberarse del samsára descubriendo finalmente la verdad, o sea liberándose de la maya, ilusión que hace creer en la realidad del mundo. Vendrá entonces la iluminación, la bienaventuranza, el samadhi.

La experiencia de Gautama Sakyamuni, convertido en el Buda (el iluminado), se concentra en las "cuatro nobles verdades". El hombre tiene que liberarse del dolor. Para ello ha de suprimir la sed o el deseo aliado con el placer, que origina inexorablemente las reencarnaciones. En efecto, la sed, que se debe sobre todo a la ignorancia, engendra la ambición, el odio y el error, las "tres raíces del mal", de donde nacen los actos y los frutos malos. La liberación por extinción de la sed es una larga maduración que supera muchas veces la duración de una existencia humana. Desemboca en el nirvana, al abrigo de todo dolor y de toda transmigración.

Según los órficos, apenas sale el alma de un cuerpo se encarna en otro; el cuerpo (sóma) es considerado como una cárcel (séma). El ciclo de las reencarnaciones no tiene fin para los no-iniciados; la salvación del hombre consiste en el cese de estas existencias sucesivas. También para Pitágoras el hombre tiene que reencarnarse para llegar eventualmente a la purificación completa de su ser. En cuanto a Platón, piensa que ciertas almas han tenido que reencarnarse incluso en animales para adquirir la pureza necesaria para entrar en la morada de los dioses. La reencarnación es un lento proceso de purificación del cuerpo y de la materia con vistas ,a la ascensión progresiva a lo divino.

El modelo occidental de la reencarnación es una reconstrucción del modelo hindú, sincretista y mezclado de tradiciones esotéricas y ocultistas. La reencarnación es un medio de autorrealización y de lenta ascensión hacia el Espíritu divino. Los renacimientos corresponden a la escala de méritos; restablecen así la justicia y siguen un proceso de ascensión constante.

Frente al modelo hindú, budista o griego, el modelo teosófico occidental de la reencarnación revela una concepción más optimista del hombre. En efecto, la reencarnación no se concibe ya como un nuevo encarcelamiento doloroso del alma, círculo infernal del que tiene que liberarse, sino como una nueva oportunidad. A la concepción del cuerpo-prisión se opone el concepto de una evolución y de un desarrollo sin regresión, haciéndose siempre la reencarnación en un cuerpo humano.

Esto no impide que los diferentes modelos tengan un sustrato doctrinal común. La filosofía hindú del karma, del samsara y de la moksa es su punto de apoyo. Los seres han de renacer indefinidamente hasta que encuentren su propia liberación. Según la antropología subyacente, el hombre es esencialmente un espíritu (principio divino inmortal) que posee un alma (que une al espíritu con el cuerpo) y un cuerpo (hecho de materia perecedera). Es un eslabón de la cadena cósmica, de la que ha de soltarse para alcanzar su estado primitivo y su verdadera naturaleza. A ello se añade una concepción cíclica de la historia, opuesta al concepto lineal del cristianismo. La creencia en la reencarnación forma parte de este modo de una concepción global del hombre, del mundo y de la historia.

2. RERNCARNACIóN O RESURRECCIóN. Se ha hablado justamente de "creencia". En efecto, la reencarnación no está sometida a pruebas científicas, como tampoco la fe cristiana en la resurrección de los cuerpos. Hay que insistir en ello, dadas las pretensiones que a menudo se tienen en Occidente de poder ofrecer pruebas científicas, experimentales. Esas pruebas pretenden establecerse, por una parte, en una memoria psíquica o en ciertas huellas psíquicas de vidas anteriores; por otra parte, en la comunicación experimental con espíritus "desencarnados", que aguardan la reencarnación. No se puede rechazar la existencia de "recuerdos" que no pueden explicar la experiencia del sujeto y su existencia actual. Sin embargo, la hipótesis que se ha hecho de una vida anterior para dar cuenta de ellos es sólo una hipótesis entre otras. La atribución de ciertas particularidades psicológicas del nacimiento a una vida anterior es todavía más hipotética. Existen otras explicaciones más plausibles de esos fenómenos. Por otra parte, si, hay hechos todavía inexplicables en el estado actual de la ciencia, la hipótesis de la reencarnación como explicación, por muy legítima que sea,, no puede decirse científicamente probada., Es objeto de creencia, de una adheión que es una opción personal, como lo es en una perspectiva cristiana la fe en la resurrección de los cuerpos. Pero hay que medir bien las diferencias que las separan, así cómo las perspectivas globales en que se insertan. A la ley cósmica de la reencarnación, la fe cristiana opone de hecho la promesa que Dios hace al hombre de la resurrección:

Según la fe cristiana, el cuerpo no es un elemento negativo del ser humanó, del que haya que liberarse; forma parte integrante de su humanidad. Por tanto, no se trata de dejarlo caer para tomar otro en otra existencia. La vida humana' es una: es decisiva para toda persona humana, compuesta de espíritu, de alma y de cuerpo. El cristianismo pone así de relieve la dignidad, querida por Dios, de la persona y de la vida humana, así como el peso de su libertad.

Pero ese Dios, que quiere y que conoce personalmente a cada persona humana, es un Dios de amor que la resucitará como resucitó a su Hijo. Porque en la pasión-resurrección de Jesucristo la muerte ha sido definitivamente vencida, el hombre se ha liberado de ella, y esto hace que la reencarnación no tenga objetó. Por su pasión, Jesús tomó sobre sí mismo el karma de la humanidad entera y la liberó de él. No cabe duda de que el hombre que ha de acercarse a Dios por medio de una vida de fidelidad sigue estando sometido a la muerte. Pero la muerte única está llamada a desembocar en una nueva forma de vida, que comprende incluso para el cuerpo una existencia nueva. La resurrección al final de los tiempos llevará a su culminación el proyecto de salvación realizado por Dios para la humanidad entera a través de la historia.. En la resurrección de los muertos, Dios realizará para todos los hombres lo que realizó en la mañana de, pascua con su Hijo Jesús. Los elegidos, incluso en sus cuerpos, serán conformados con la vida sin fin de Cristo resucitado.

Por tanto, la creencia en la reencarnación es inconciliable con la fe cristiana en la resurrección. Están en cuestión concepciones diferentes de Dios y del hombre, de la historia y del mundo. Se impone una opción entre ellas; esa opción es materia de fe.

BIBL.: DELAHOUTRE, Reencarnación, en P. POUPARD(ed.), Diccionario de las religiones, Barcelona 1987, 1458ss; DEs GEóRGEs A., La réincarnation des &mes selon les traditions orientales et occidentales, París 1966; KELLER C.A., La réincarnation: Théories, raisonnements el appréciations, Bernes 1986 THOMAs L.V. y otros, Réincarnation, immortalité, résurrection, Bruselas 1988; VERNETTE J., Réincarnation, résurrectfon, communiquer avec I áu-delá, Mulhouse 1988; ID, La réincarnation. Une croyanee anc1,enne, répandue et séduissante, en "Esprit et Vie" 98 (1988) 655-662, 677-683, 694-700.

J. Dupuis