SCHNACKENBURG, Rudolf
(n. 1914)
DicEc
 

Profesor emérito de Nuevo Testamento de la Facultad de Teología Católica de la Universidad de Wurzburgo, nacido en Kattowitz, es uno de los exegetas alemanes más eminentes y conocido por sus importantes contribuciones, especialmente sobre la eclesiología neotestamentaria, que ha tenido amplia influencia en los tratados sobre la Iglesia. En efecto, su primera monografía es Reino y reinado de Dios de 1959 y representa el primer estudio bíblico-teológico de ámbito católico que distingue claramente entre reino de Dios e Iglesia. En ella dice el mismo autor que «la Iglesia deberíamos distinguirla tanto del Reinado —término que prefiere al de Reino— de Dios como del de Cristo. La estructura terreno-celestial de la Iglesia exige además otras categorías distintas de las puramente escatológicas y sobrenaturales del "Reino de Dios"».

Poco después aparece La Iglesia en el Nuevo Testamento, en 1961, en dos formas: como estudio detallado y como breve artículo programático. A partir de estas publicaciones Schnackenburg incorpora a la exégesis católica un nuevo planteamiento de la fundación de la Iglesia por parte de Jesús al afirmar que en sentido propio sólo se puede hablar de Iglesia después de la glorificación de Jesucristo y de la misión del Espíritu. A su vez afirma que diversas palabras y obras de Jesús tienen el carácter de actos creadores de Iglesia (Kirchenstifende Akte Jesu), tales como la vocación de los Doce, la Ultima Cena, las palabras de envío del Resucitado... Y esto, dentro del marco en el que Jesús se dirigió a Israel para formar la comunidad de los tiempos finales; cuando Israel se le enfrentó en su totalidad no pudo abandonar esta voluntad de formar la comunidad escatológica de salvación. Por esto, niega que Jesús pretendiera fundar en Israel una comunidad «especial», puesto que venía a «las ovejas perdidas del pueblo de Israel» (Mt 10,6).

Posteriormente Schnackenburg se ha dado a conocer por su magno comentario al evangelio de Juan de 1975, con un notable excursus sobre la Iglesia en este evangelio. Su intención es situar la comunidad joánica en el amplio campo del cristianismo primitivo, ya que su interés cristológico desplaza el acento, pero no desfigura la idea misionera. Afirma el carácter eclesial del capítulo 21 a partir de diversos aspectos: el recoger la tradición de Pedro, la narración de la red que con 153 peces grandes no se rompe, símbolo de la multitud de creyentes y al propio tiempo de su unidad, y, finalmente, la referencia eucarística en la escena del almuerzo que descubre la idea que la comunidad joánica tenía de sí y que compartía con otras comunidades: el banquete eucarístico como centro de su vida interna. En definitiva, siendo el cuarto evangelio una obra escrita para la comunidad y centrada en su fe cristiana se comprende que la Iglesia no sea el tema dominante, pero sí una perspectiva constante.

Su última tractación sobre eclesiología neotestamentaria es la presente en el comentario a la Carta a los efesios de 1982, a la que le dedica el único excursus del comentario. Esta carta presenta la Iglesia en los nueve lugares donde aparece, a diferencia de la literatura paulina anterior, como entidad total. Subraya la primacía del símbolo Cuerpo de Cristo aplicado por Ef a la Iglesia, cuyo significado teológico acentúa la unidad de la Iglesia con Cristo, su cabeza. Este aspecto se convierte en muy relevante para el movimiento ecuménico, y a su vez subraya que el conocimiento de la Iglesia no puede restar en su aspecto puramente sociológico sino teológico y mistérico profundo.

Sobre la interpretación de Ef a través de la historia —su Wirkungsgeschichte— Schnackenburg estudia tres textos. El primero es el referente a la relación entre Israel e Iglesia (Ef 2,11-19) que, siguiendo la mayoría de los intérpretes, considera que Israel tiene la prioridad en la historia de la salvación hasta la venida de Cristo, pero, ya sean judíos ya sean gentiles, todos son iguales en la única Iglesia de Jesucristo. El segundo se refiere a la Iglesia de Dios edificada por apóstoles y profetas, de la cual Cristo es la piedra angular de Ef 2,20-22 y que fue para la Reforma un argumento contra Mt 16,18 y las reivindicaciones de la Iglesia de Roma; es visto hoy como el fundamento genérico de las cuatro notas de la Iglesia y no tanto un texto confesional polémico. Finalmente, sobre el texto de los ministros y oficios en la iglesia de Ef 4,7-16, continúa la dificultad en relacionar el orden carismático y los oficios instituidos, con un intento de no forzar el contraste entre ambos y ver este texto como un paso hacia una ulterior evolución presente en las cartas pastorales y en Ignacio de Antioquía.