PSEUDODIONISIO AREOPAGITA
DicEc
 

Un monje sirio anónimo de finales del siglo V o comienzos del VI estaba destinado a ejercer un influjo excepcional en la teología, especialmente en la liturgia y en la espiritualidad, así como en la eclesiología. Haciéndose pasar por Dionisio, el convertido por Pablo (cf He 17,34), el anónimo autor del Corpus Dionysianum/Corpus Areopagiticum escribió cuatro tratados breves (La jerarquía celeste JC, Los nombres divinos ND, La jerarquía eclesiástica JE y Teología mística TM), diez cartas y, quizá, otras siete obras perdidas, a las que él mismo se refiere.

Al principio su cristología fue sospechosa, hasta que una glosa magisterial de >Máximo el Confesor la hizo aparecer bajo una luz ortodoxa. Su lenguaje y formas de pensamiento son marcadamente neoplatónicos. Esto se ve especialmente en su uso continuo de las categorías de procesión y retorno (proodos/epistrophé), así como en su tendencia a señalar tríadas y enéadas y en su referencia a la theourgia como un acto divino. Pero es sin lugar a dudas un escritor cristiano. Su influencia fue enorme en la Edad media (santo Tomás lo cita 1.600 veces) y en los autores místicos de los siglos XIV al XVII. La actitud de los reformadores ante él fue vacilante.

En espiritualidad proponía una explicación cristiana de las tres vías: purgativa, iluminativa y unitiva o perfectiva, presentes ya en el neoplatonismo. Aunque las palabras habían sido usadas ya por los neoplatónicos en un sentido religioso, fue el primero en hacer un uso cristiano de «apofático» (el conocimiento de Dios en el misticismo del amor oscuro, «en la deslumbrante oscuridad del silencio oculto») y «catafático» (el conocimiento por afirmación): «Dios es conocido pues en todas las cosas y como distinto de todas las cosas. Es conocido a través del conocimiento y a través del desconocimiento. (...) El conocimiento más divino de Dios, el que viene por el desconocimiento, se logra en una unión mucho más allá de la mente».

Para la eclesiología es central su doctrina sobre las jerarquías; puede muy bien haber sido quien acuñara la palabra «jerarquía». Escribe: «En mi opinión, una jerarquía es un orden sagrado, un estado de comprensión y una actividad que se aproximan lo más posible a lo divino. Y es elevada a la imitación de Dios en proporción a la iluminación divina que ha recibido». La jerarquía es más que un rango: incluye la actividad necesaria para alcanzar la semejanza divina o deificación dentro del rango u orden. Las criaturas normalmente permanecen dentro de su rango y se perfeccionan en él por la purificación, la iluminación y la unión: «La jerarquía tiene su origen en el amor de Dios, no es una escala que tenemos que esforzarnos en remontar». La primera jerarquía es la de los >ángeles. Sus nueve coros son un paradigma de la jerarquía terrena, que Dionisio llama «nuestra jerarquía»: «Este orden es copiado por nuestra jerarquía, que trata de imitar la belleza angélica en la medida de lo posible, con el fin de ser configurada por ella, como en imágenes, y ser elevada a la fuente trascendente de todo orden y toda jerarquía»". En La jerarquía eclesiástica se ocupa primero de los sacramentos (cc. 2-4): iluminación o bautismo, sinaxis o eucaristía y sacramento del óleo. En cada caso propone una tríada: un capítulo introductorio; una descripción del misterio o rito, y la contemplación o comprensión del misterio, que él considera como la más importante de las exposiciones.

La parte siguiente es una tríada de órdenes clericales: el jerarca u obispo, el sacerdote y el diácono (c. 5). «Los santos sacramentos producen purificación, iluminación y perfección. Los diáconos forman el orden que purifica. Los sacerdotes constituyen el orden que procura la iluminación. Y los jerarcas (obispos), viviendo en conformidad con Dios, configuran el orden que perfecciona». En la tríada inferior (c. 6) encontramos a los que se preparan para la iniciación (catecúmenos), siendo instruidos por los diáconos, por tanto todavía pecadores que están siendo conducidos por el camino que lleva a la santidad y la posesión. Más arriba encontramos a los que ya han sido purificados; son los laicos, que reciben la iluminación de los sacerdotes. El rango más elevado, que «posee plena potestad y santidad completa en sus actividades», es el de los monjes. Este orden es confiado al poder de perfeccionamiento de los obispos.

La concepción jerárquica, que se ve especialmente clara en la exposición sobre los ángeles (JC), incluye el principio cardinal de la interacción del rango superior sobre el inferior, en una continua mediación de iluminación. La idea la usaron los medievales en apoyo de su visión de la gran cadena de los seres y del orden universal. La perdurable importancia de Dionisio se debe sin duda a su fuerte sentido litúrgico, viendo el momento culminante de la Iglesia en el culto, así como a su unión de un profundo misticismo con los aspectos prácticos de la vida de la Iglesia: los que instruyen deben ser a su vez santos. Considerar la teología de Dionisio excesivamente individualista sería desconocer su esencial tonalidad litúrgica y el sentido de la participación e interacción de todas las jerarquías, cada una de las cuales arrastra consigo a las demás en una comunión sin fin de vida divina recibida y compartida.