PÍO IX, Papa y beato
(1846-1878)
DicEc

Giovanni Maria Mastai-Ferretti es una figura extraña, enigmática. Biógrafos hostiles como A. B. Hasler subrayan su personalidad inestable y sus intrigas y manipulación en el Vaticano P, pero su vida y su obra son demasiado complejas para poder explicarse o resumirse fácilmente.

Giovanni Maria nació en Ancona en el seno de una familia noble, y estudió en Viterbo y Roma. Se ordenó sacerdote en 1819. Después de prestar servicios en una misión papal en Chile (1825-1827), fue nombrado arzobispo de Spoleto y más tarde de Imola (1827-1840). Al ser elegido papa en 1846, era considerado como un progresista moderado.

Aunque inició algunas reformas en los Estados Pontificios, su gobierno temporal fue una sucesión de desastres. Mostró cierta simpatía hacia los primeros intentos de unificación en Italia, pero luego llamaría a los franceses para que ofrecieran su protección a Roma. Al final de su vida, todos los Estados que pertenecían al papa habían sido anexionados, a excepción del Estado Vaticano y de unos cuantos edificios, la mayor parte en el centro de Roma.

Si políticamente su pontificado fue un fracaso, su labor pastoral sería mucho más fructífera: instituyó más de doscientas diócesis y vicariatos apostólicos, restableció la jerarquía en Inglaterra (1850) y Holanda (1853) y firmó concordatos con varios Estados. En 1875 consagró la Iglesia al Sagrado Corazón, cuya fiesta había extendido en 1856 a toda la Iglesia latina. Dos años antes había proclamado el dogma de la Inmaculada concepción.

Pero Pío IX es recordado sobre todo como el papa del >Vaticano I y del Syllabus (1864). Debido a los fracasos políticos, sus tendencias liberales se desvanecieron y puso todo su empeño en proteger y fortalecer a la Iglesia frente a los ataques. Añadió a su encíclica Quanta cura una lista de 80 errores modernos. Algunas de las proposiciones condenadas chocan ahora a nuestros oídos; por ejemplo: «La Iglesia ha de estar separada del Estado, y el Estado de la Iglesia» (n 55), «El romano pontífice puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, con el liberalismo y con la civilización moderna» (n 80). Pero estos errores han de entenderse en el contexto del liberalismo de la época, continuación en buena medida de los sentimientos antirreligiosos de la Ilustración. Han de juzgarse además por medio de la hermenéutica apropiada a cada tipo concreto de documento pontificio del que están tomados.

En su vida privada dio abundantes pruebas de santidad; se inició su causa de beatificación y en 1985 se le otorgó el título de «venerable» como reconocimiento oficial a su heroica virtud. Fue beatificado por Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000, en el contexto de las celebraciones del Gran Jubileo 2000, junto a >Juan XXIII. En la vida pública, su gran encanto personal y su piedad provocaron gran entusiasmo. Sus muchos sufrimientos como papa atrajeron además hacia él la simpatía de muchos, e incluso algunos llegaron a considerarlo un verdadero mártir de la fe. Su adhesión a las posiciones ultramontanas (>Ultramontanismo) reforzó el papado, pero su estrecha visión de la sociedad y del mundo de la política, la ciencia y la cultura que se avecinaba hizo que la Iglesia no estuviera preparada para las críticas radicales que se le dirigirían en el medio siglo posterior a su muerte. Sin embargo, no se pueden ignorar sus logros como pastor en la profundización de la vida espiritual de la Iglesia.