PABLO VI, Papa
(1963-1978)
DicEc
 

Giovanni Battista Montini nació en Brescia en 1897 y fue ordenado sacerdote en 1920. Desde 1922 pasó la mayor parte de su vida al servicio del Vaticano, hasta ser nombrado arzobispo de Milán en 1954. Allí se implicó de lleno en las labores pastorales. Elegido cardenal en 1958, se. convertiría en confidente e íntimo colaborador de >Juan XXIII en los trabajos de preparación del >Vaticano II. Al día siguiente de ser proclamado papa (22 de junio de 1963), declaró su intención de continuar el Concilio, que había quedado automáticamente suspendido por la muerte de su predecesor. En la apertura del segundo período de sesiones (29 de septiembre de 1963), expuso el programa del Concilio en cuatro enunciados: doctrina sobre la Iglesia, la renovación de la Iglesia, la unidad cristiana y el diálogo con el mundo. Tales serían los puntos programáticos de su pontificado, junto con el tema del >diálogo, planteado en su primera encíclica, Ecclesiam suam. Junto a la falta casi total de notas a pie de página y a su tono personal, hay otras buenas razones para pensar que, a diferencia de la mayor parte de los documentos pontificios, no es un texto escrito por otro, sino una obra profundamente personal.

Como papa fomentó activamente las labores del Vaticano II, aunque, al igual que Juan XXIII, no tomó parte en las sesiones de trabajo. En las fases finales de algunos documentos insistió en algunas modificaciones e hizo sugerencias, algunas de las cuales, sin embargo, no fueron aceptadas por la Comisión teológica (>Vaticano II). En general sus intervenciones iban encaminadas a facilitar el consenso lo más unánime posible; sus acciones tendieron por regla general a complacer a la minoría conservadora. Aparte de sus convicciones personales, esta parece haber sido una de las razones que lo movieron a proclamar a María madre de la Iglesia a final del tercer período de sesiones del concilio (21 de noviembre de 1964).

Después del concilio prosiguió sus objetivos con resolución, especialmente en una serie de decretos motu proprio (>Documentos romanos) con los que se ponían en marcha las reformas del Vaticano II: promovió la revisión completa de los libros litúrgicos en lenguas vernáculas e inició inmediatamente la renovación litúrgica, incluso ya durante el concilio; reformó e internacionalizó la curia (>Santa Sede); hizo permanentes los secretariados para la promoción de la unidad de los cristianos, para las religiones no cristianas y para los no creyentes; estableció las normas para el >sínodo de los obispos y lo convocó en varias ocasiones; fomentó decididamente el ecumenismo, en particular con Oriente, aunque tampoco descuidó Occidente, especialmente la comunión anglicana (>Anglicanismo), como muestran las declaraciones conjuntas con el arzobispo de Canterbury.

En la conflictiva situación creada después del Concilio Pablo VI mantuvo una posición de centro, evitando el cisma tanto por la extrema derecha, representada por el arzobispo >Lefebvre, como por la extrema izquierda, por ejemplo, en los Países Bajos. La elección del arzobispo G. Benelli, como sustituto a la Secretaría de Estado y colaborador absolutamente leal, para la realización de decisiones duras, permitió al papa distanciarse personalmente de los conflictos y poner su oficio papal al servicio de la unidad.

Su magisterio está jalonado por importantes documentos sobre las cuestiones sociales, sobre la Virgen María, sobre la regulación de los nacimientos y sobre la evangelización —quizá uno de los mejores documentos pontificios del siglo—. Su eclesiología está muy influida por autores franceses, especialmente C. >Journet, H. >De Lubac e Y. >Congar, así como por J. A. >Móhler"

A finales de la década de 1960, probablemente bajo la influencia de J. Maritain y debido a las dificultades del momento —entre las cuales no hay que desdeñar la reacción a la Humanae vitae y la continua hemorragia de sacerdotes y vocaciones religiosas—, sus ideas y sus actos revelaban cierto pesimismo. Pero a medida que avanzaba la década de 1970 fue ganando confianza y se refirió en repetidas ocasiones a su misión de «confirmar a los hermanos» (cf Lc 22,32). Su exhortación a la alegría cristiana, de 1975, no es conocida ni apreciada todo lo que se merece (Gaudete in Domino).

Pablo VI fue el primer papa moderno que viajó fuera de Italia: Jerusalén y Bombay (1964), la sede de las Naciones Unidas en Nueva York (1965), Estambul y Fátima (1967), Bogotá (1968), la Organización Mundial de Trabajo y el Consejo Mundial de las Iglesias en Ginebra (1969), Uganda (1969), el Lejano Oriente, Australia, Oceanía (1970).

Aunque en algunos círculos su nombre sigue asociado en gran medida al tema del control de la natalidad y la Humanae vitae, a los ojos de numerosos teólogos y de muchas otras personas su figura no cesa de crecer. La historia acaso lo juzgue como uno de los papas más relevantes de la historia de la Iglesia.