MOVIMIENTO DE OXFORD
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El Movimiento de Oxford, centrado en la ciudad universitaria inglesa de Oxford, tuvo una corta duración (1833-1845), pero habría de ser importante para la comunión anglicana e incluso para otras Iglesias. Fue en parte reacción frente al liberalismo dominante y en parte fruto del redescubrimiento de importantes elementos de la Iglesia primitiva. Fue más que un movimiento intelectual; se caracterizó por su pasión por la santidad y la verdad.

Como fecha de aparición del movimiento suele señalarse el 14 de julio de 1833, fecha en que J. Keble pronunció su sermón sobre «La apostasía nacional». Sus miembros trataban de defender la institución divina de la Iglesia de Inglaterra, su sucesión apostólica y el carácter normativo para la fe del Book of Common Prayer. La principal plataforma del movimiento fueron los Tracts for the Times, iniciados por J. H. >Newman aquel mismo año. El otro principal responsable era E. B. Pusey.

Los Tractarians afirmaban la independencia espiritual de la Iglesia de Inglaterra frente al liberalismo y el Estado. Trataban de eludir la Reforma indagando en los valores espirituales y teológicos de la Iglesia de los primeros siglos. Recuperaron para la Iglesia de Inglaterra una doctrina del ministerio que provocaría tensiones dentro de la Iglesia y en las relaciones ecuménicas con las Iglesias no episcopales. El movimiento fue atacado por el ala liberal de la universidad, por la prensa y por el gobierno, que nombró obispos de entre aquellos que se oponían a él.

El movimiento entró en crisis en 1841 a raíz del Tract 90 de Newman, que fue condenado por la mayor parte de la jerarquía. Se trataba de un serio desafío, invitando a interpretar los Treinta y nueve artículos (>Anglicanismo) en un sentido católico, en lugar de protestante. Poco después algunas de las figuras clave ingresaron en la Iglesia católica: Newman, F. W. Faber y W. G. Ward (1845).

Aunque después el movimiento perdió su identidad y orientación, sus ideas siguieron siendo influyentes, especialmente en el culto. El movimiento contribuyó además a fomentar una seria labor teológica: el estudio de los Padres, con la Library of the Fathers, editada por Keble, Pusey y Newman a partir de 1833; la Library qf Anglo-Catholic Theology, en la que se editaban clásicos anglicanos del siglo XVII. El anglocatolicismo moderno tiene sus orígenes en el movimiento.

Keble y Pusey son considerados santos en algunos lugares del mundo anglicano; mientras que, por su parte, la causa de beatificación de Newman sigue avanzando favorablemente en la Iglesia católica.