BERNARDO DE CLARAVAL, San (ca. 1090-1153)
DicEC

San Bernardo nació cerca de Dijon en torno al año 1090. A la edad de veintidós años entró con 31 compañeros en el languideciente monasterio reformado de Citeaux. Al cabo de unos años se convirtió en abad de una nueva fundación, Claraval. Desde allí antes de su muerte hizo 66 fundaciones en toda Europa, teniendo sólo en la casa madre 700 monjes. Aunque tenía una profunda vocación monástica, se implicó a fondo en los asuntos eclesiásticos de su época, interesándose particularmente en la reforma de la Iglesia. Fue confidente íntimo de los papas, especialmente de uno que había sido discípulo suyo y cisterciense, Eugenio III (1145-1153), al que envió un libro de consejos, el Libro de consideraciones. Fue un predicador elocuente de la desastrosa segunda cruzada (->Cruzadas). Su influencia en el monaquismo fue profunda y duradera, especialmente su promoción del misticismo, que debía germinar en el marco ordinario de la observancia monástica. Fue canonizado en 1174 y proclamado ->doctor de la Iglesia en 1830.

La bibliografía sobre su vida y sus obras es enorme, e incluye varios estudios importantes sobre su eclesiología. Su principal aportación a la eclesiología puede resumirse en tres puntos. En primer lugar adopta la idea de la ->esposa en sus sermones sobre el Cantar de los Cantares. De acuerdo con la tradición patrística, que se remonta hasta ->Orígenes, la esposa unas veces es el alma y otras la Iglesia. El centro de su eclesiología es «La Iglesia o el alma que ama a Dios» (Ecclesia seu anima diligens Deum). Sin embargo, no hay más que una esposa, que es la Iglesia; otros participan en las bendiciones de la esposa por su asociación con la Iglesia: así, cada miembro de la Iglesia comparte en cierto grado las bendiciones. Puede notarse de pasada que Bernardo, el «doctor mariano» por excelencia, nunca usa imágenes esponsales en relación con María, a la que en cierto modo coloca por encima de la Iglesia. Procediendo como procede de una cultura monástica, en la que todos están consagrados al servicio de Dios y tienen como objetivo alcanzar la santidad, la idea primaria de Bernardo acerca de la Iglesia es la de un pueblo santo en lucha espiritual. El corazón de la Iglesia es la caridad. Pero los pecadores también pertenecen a la Iglesia.

En segundo lugar, Bernardo es un agudo reformador de la Iglesia, particularmente atento a los abusos derivados de la ->exención y especialmente interesado por el papado. Le escribe a Eugenio III: «Con esas galas no eres el sucesor de Pedro, sino de Constantino. Creo que estas cosas han de permitirse de momento, pero no deben considerarse como un derecho». «Diariamente resuenan en el palacio leyes, pero son las leyes de Justiniano, no las del Señor». Pero, aunque reconoce que estas exterioridades son inevitables, desea que el papa Eugenio mantenga sus altos ideales espirituales en medio de las fuerzas de la corrupción: «Antes que nada has de considerar que la santa Iglesia romana, en la cual Dios te ha establecido como cabeza, es la madre de las Iglesias, no la dueña; y tú no eres el Señor de los obispos, sino uno de ellos». Acepta la noción de plenitud de potestad (plenitudo potestatis), que ya se encuentra en ->León Magno. Pero, al censurar el abuso de las exenciones excesivas, comenta: «Al hacer esto demuestras que tienes la plenitud de la potestad, pero quizá no la de la justicia. Lo haces porque tienes poder para hacerlo; pero la cuestión es si debes hacerlo». Reconoce la plenitud de potestad, pero no considera las aplicaciones teóricas de dicha noción.

En tercer lugar mantuvo la teoría de las dos espadas, pero, como muestra la lectura de sus textos, no del modo hierocrático que frecuentemente se le atribuye. Dice: «Las dos espadas, la espiritual y la material, pertenecen a la Iglesia; pero la segunda ha de ser desenvainada para la Iglesia, la primera por la Iglesia. La espada espiritual ha de desenvainarla la mano del sacerdote; la espada material, la mano del caballero, pero por indicación del sacerdote (ad nutum sacerdotes) y por mandato del emperador». Aparecen otras referencias de pasada a las dos espadas, pero, en cualquier caso, se reconoce que se puede usar la espada en defensa de la religión. Es claro que Bernardo no está desarrollando una teoría sociopolítica, sino estableciendo en la práctica que la Iglesia tiene poder para excomulgar (espada espiritual) y derecho a indicar al emperador los casos en que es necesaria la fuerza para la defensa de la Iglesia.

Llamado a veces «el último "Padre» de la Iglesia, san Bernardo está situado en el despuntar del período escolástico; pero el carácter sapiencial de su reflexión teológica revela que se encuentra dentro de la gran tradición patrística, más enraizada en los monasterios que en el nuevo estilo de hacer teología que está surgiendo en las universidades.