1.5.-
La personalidad narcisista.
El
trastorno narcisista de la personalidad se caracteriza fundamentalmente por un
estar completamente volcado sobre uno mismo, con una actitud en la que destaca
la autoimportancia, el culto a uno mismo. Se trata de personas con grandes
deseos de originalidad, que viven pendientes de mantener y ofrecer a los demás
una imagen irreal e idealizada de sí mismos con el fin de fascinarles y obtener
su admiración. Todo lo que a ellos se refiere escapa de la vulgaridad, y hasta
cuando hablan de sus problemas pretenden que éstos son "especiales".
Es una continua necesidad de sorprenderles para lograr fascinarles.
Cuando
están solos, se evaden a un mundo de fantasía en el que todo son triunfos, éxitos
y gloria, viviendo plenamente a través de la imaginación estas situaciones,
como un modo compensatorio de llevar a cabo los deseos que la vida real no es
capaz de satisfacerles.
Suelen
ser personas con una gran tendencia a compararse con los demás y muy
envidiosas. Les molestan los triunfos ajenos como si éstos desluciesen su
imagen, dificultando el poder ejercer su fascinación sobre los otros.
Exageran
ante los demás los logros y honores que han obtenido en los diversos campos,
intentando de este modo rodearse de un halo de genialidad que despierta la
admiración de quienes les rodean. Esto es muy característico, ya que necesitan
ser constantemente admirados, para de este modo reafirmar la imagen idealizada
que tienen sobre sí mismos. Por esto, están siempre muy pendientes de las
apariencias, de su imagen, de la impresión que causan en los otros y de las
opiniones que los demás emiten sobre ellos.
Si
alguna vez se produce una crítica peyorativa o se hace manifiesto algún
fracaso personal, intentan justificarlo mediante mentiras o complicadas
racionalizaciones, quedando, pese a ello, profundamente afectados, ya que
entonces ven amenazada su autoestima.
Este
tipo de situaciones les produce rabia, vergüenza o humillación, poniendo de
manifiesto un oculto sentimiento de inferioridad. Otros, por el contrario,
reaccionan ante las críticas de los demás con una aparente frialdad e
indiferencia. Sin embargo, bajo esa falsa superioridad se vislumbra una
exagerada dependencia de los juicios ajenos.
Los
narcisistas están tan pendientes de sí mismos que apenas se pueden dar cuenta
de los intereses y deseos de los demás, de sus preocupaciones o necesidades, de
prácticamente nada de lo que les ocurre a los otros, con los que son incapaces
de establecer una comunicación recíproca, franca y sincera.
Paradójicamente,
los narcisistas sí que esperan favores especiales de los demás, como si fuese
algo que mereciesen porque sí, por tratarse de ellos, y
a pesar de que ellos no asuman ni hayan nunca asumido, a su vez,
obligaciones recíprocas.
Su
indiferencia y despreocupación por lo que sienten los demás contrasta
plenamente con el interés que demuestran
por todo lo suyo, limitándose en muchos casos a explotar a los demás para así
lograr sus deseos y caprichos, a la vez que desprecian los intereses de éstos y
sus derechos.
La
comunicación afectiva con ellos adolece de superficialidad e irrealidad, como
si se interpusiera una distancia insalvable que corresponde a su marcada falta
de naturalidad, espontaneidad y sinceridad. Son incapaces de establecer unos
lazos afectivos francos y sencillos.
Esta
incapacidad para mostrarse tal cual son, se debe principalmente a un profundo
miedo a perder la fascinación que creen ejercer sobre su pareja, con lo que
generalmente ocultan sus propios sentimientos, ya que piensan que en caso de
quedar estos al descubierto se vería dañada su imagen, perdiendo la admiración
de los otros.
Por
tanto, se comportan y dicen sentir exclusivamente aquello que creen que puede
reforzar la imagen artificial y ficticia que ofrecen sobre sí mismos o
impresionar a quienes les escuchan.
Por
otro lado, les resulta muy dificil establecer una relación afectiva estable.
Sus juicios de valor sobre las personas con las que establecen una relación íntima
oscilan entre la idealización y la devaluación.
Generalmente
se comienza con una exagerada idealización de la persona amada, que da paso a
una intensa e injustificada devaluación. Este paso suele ser brusco, quedando
defraudados por motivos insignificantes. Es como si de repente surgiese un sinfín
de defectos que hasta ese momento había permanecido ocultos, a la par que las
virtudes dejan de ser tales.
Se
suele optar entonces por la ruptura, aunque en otros casos continúan alternándose
sucesivamente estas fases de idealización y devaluación por tiempo
indeterminado o hasta que la otra persona toma una resolución.
Su
egocentrismo se traduce, muchas veces, en comportamientos donjuanescos, en los
que la conquista de otra persona cumple esencialmente la función de servir para
reafirmar la imagen idealizada de sí mismos. Enamorar a los demás implica para
ellos la confirmación de su alto valor, como consecuencia del cual los otros le
admiran y enamoran. Por eso, cuantas más personas se conquiste, más razones
habrá para aumentar esa autoestima. Cuanto más dificil sea una persona de
conquistar, mayor interés tiene para ellos el lograrlo, ya que reafirmará más
la idea de su propio valor.
No
existe una intención de amor, es decir, de dar y compartir afecto con el otro,
sino que, incapaces de poder dar y recibir auténtico afecto, se limitan a
manipular la relación con la única finalidad de acrecentar o sostener su
propia autoestima.
El
trastorno narcisista de la personalidad también se asocia frecuentemente con
desviaciones sexuales o parafilias. Estas surgen en el narcisista como resultado
de este mismo problema: se humilla a la pareja para demostrarse a sí mismos (y
tal vez a los demás posteriormente) el cariño y admiración del que pueden ser
objeto. Se recurre, entonces, con cierta frecuencia, a comportamientos sexuales
sádicos con la pareja, a la que pueden someter a todo tipo de vejaciones,
aludiendo incluso, a que si no aceptan, es porque no les quieren
suficientemente, lo cual no supone más que una manipulación de sus
sentimientos en pro de su afán patológico de autoafirmación.
Tras
haber obtenido este resultado, pueden despreciar, paradojicamente a esta
persona, que pierde súbitamente su valor, pudiendo pasar rápidamente de la
idealización hasta el mayor desprecio hacia la persona con la que hasta ese
momento venían manteniendo relaciones sexuales. Buscan de nuevo una pareja con
la que reanudar una relación patológica, en este sentido, y a la cual, en
muchos casos, acabarán destruyendo psicológicamente.
El
narcisismo se asocia con mucha frecuencia, con el trastorno histriónico o histérico
de la personalidad.
En
estos casos aparecen síntomas propios de ambos trastornos.
También
son frecuentes entre los narcisistas las depresiones, y en menor medida, las
psicósis reactivas breves.
Principales
características de la personalidad narcisista:
-
Egocentrismo.
-
Autoimportancia
y autoidealización.
-
Necesidad
de admiración.
-
Necesidad
de originalidad.
-
Afán
de fascinación.
-
Inestabilidad
emocional.
-
Incapacidad
afectiva.
-
Falta
de naturalidad y espontaneidad.
-
Exagerada
tendencia a la fantasía.
-
Despreocupación
por los intereses de los demás.
-
Alteraciones
de la psicosexualidad.