Don

El regalo (o el don) —5&pov [dóron] y vocablos afines—, que se hace o se confia a otra

persona, viene cualificado en primer lugar por el motivo por el que se da o por el

propósito con que se da. Lo característico no es aquí el acto de dar, que es siempre el

mismo —en griego dídrnpi [dídómi]—, sino la intención del donante. Pues lo que se da

puede darse en virtud de una obligación adquirida o puede servir para saldar una deuda

(= pago), o bien puede tener el carácter de un obsequio hecho gratuita y espontáneamente.

Cuando el hombre da algo a la divinidad, su donación tiene un carácter de -» ofrenda.

Es significativo, sin embargo, que en el NT el centro de gravedad se sitúe a este respecto

en el regalo considerado como don de Dios al hombre, de tal manera que -* Jesucristo y

su acción redentora aparecen como un don fundamental de Dios. Junto a él aparece el

don del -> Espíritu santo con sus diferentes carismas (-> gracia, art. yápiapa [chárisma]);

el primero hace participar al hombre en el acontecimiento de Cristo y le otorga la

comunión con él (-»solidaridad), el segundo le prepara para el servicio que lleva consigo

esta comunión. 'Appafióv [arroben], el don anticipado, las arras, es un concepto más

concreto, que designa la prenda que garantiza el cumplimiento (-> plenitud) de lo

prometido.

áppa/táv [arrabén] anticipo, prenda, arras

I/II Arrabén (de origen semítico) es un concepto jurídico empleado en el lenguaje comercial que sólo se

encuentra raramente (Iseo, Aristóteles y algunos gramáticos de la época tardía [Suidas]) y significa: 1) paga y

señal o anticipo por el cual se adquiere un derecho sobre la cosa que aún no se ha pagado: 2) fianza mediante la

cual una transacción adquiere efectos jurídicos, y 3) prenda (en un pasaje: Gn 38, 17 ss). En los tres casos se trata de una donación o de un pago «mediante el cual el que lo da se compromete ante el que lo recibe a pagar o a dar el resto» (Bauer, 217). También se utiliza el vocablo en sentido metafórico (p. ej. la pericia como arrabón de la vida, Antifón, Frg. 123, 6).

III Los tres pasajes del NT en los que aparece el concepto hacen referencia al -» Espíritu santo.

1. Ef 1,14 nos revela el sentido de los otros dos pasajes: el espíritu en cuanto prenda

de nuestra -* herencia futura (art. Kkf\poc, [kléros]), garantiza nuestra salvación plena, es

decir, la participación en la comunión con Dios. Según todas la apariencias, la afirmación

de Ef 1, 14, así como la de 2 Cor 1, 22, están en conexión con el bautismo (-> sello). El

-> corazón (napóía [kardía]) del hombre ha sido sellado con la prenda del Espíritu santo.

En 2 Cor 5, 5, la realidad futura representada por la prenda del Espíritu aparece como la

«morada» celestial que sustituirá algún día a la «tienda» en que vivimos al presente,

nuestro cuerpo terrestre. Así pues, en Pablo, el espíritu no es una prenda de la futura

liberación del alma de su cuerpo terrestre, sino de una nueva existencia en un cuerpo

imperecedero (vestidura celestial; -» vestir, art. dóco [dyó]).

2. Algo semejante aparece en Rom 8,23, en donde al igual que en 2 Cor 1, 22; 5, 5, el

genitivo «del espíritu» nos indica el significado de áitocpxrj [aparché] (primicia;

-> ofrenda); aparché, al igual que arrabón, no indica una participación provisional del

espíritu (cf. Schweizer, art. nveSpu, ThWb VI, 420, nota 595). En la carta de Policarpo (8,

47 (d&pov) Don

1) Jesucristo es llamado arrabón. En cambio el NT evita esta denominación y habla

únicamente de él como eyyüoq [éngyos] ( = garante; -» alianza).

Pero en los tres pasajes neotestamentarios el concepto arrabón, de acuerdo con su

significado fundamental, no ha de entenderse como si Dios, por el hecho de habernos

dado su espíritu en prenda, fuese jurídicamente nuestro deudor. Incluso la «señal» que

Dios da al hombre a través del espíritu sigue siendo un don gratuito de Dios al hombre,

sin ningún merecimiento por parte de éste.

O. Becker

Scopov [ddron] regalo, obsequio; Scopeá [dóreá] regalo, don; ócopsáv [ddreán] gratuitamente;

ówpéopou [doréomai] regalar; Sápnpa [dóréma] regalo; óídcopí [díddmi] dar,

regalar; npoocpopá [prosphorá] ofrenda, sacrificio

I Ddron, regalo, obsequio (se encuentra ya en el griego de la época micénica), viene de la misma raíz que

didomi, dar, regalar ( peíoídíéojpi [metadidómi], dar participación en; dóoic. [dosis], dóp.a [doma], don, aparecen con

muy poca frecuencia). Son derivados da>péop.cti [doréomai], dar, regalar (usado en voz media y, originariamente,

también en activa) y los sustantivos Scópnfta [dóréma] (ático), regalo, obsequio, y Scopeá [dóreá], regalo, don,

concesión, etc. Su acusativo, Sojpeáv [ddreán] es utilizado en sentido adverbial con el significado de gratuitamente,

gratis, sin merecerlo.

En el ámbito extrabíblico ddron, al igual que dóreá, designa especialmente el don ofrecido en homenaje. En

cuanto don otorgado por los dioses (p. ej. en Homero), puede significar también providencia. En cuanto

ofrecimiento de los hombres a los dioses, ddron designa la ofrenda, el exvoto. Puede tener también otros

significados: prestación (tributo), soborno, etc.

II 1. La versión de los LXX utiliza el término dóron para traducir diferentes palabras hebreas, cuyos

significados fundamentales son los siguientes: a) en sentido genérico: los regalos que los hombres se hacen entre sí

(Gn 24, 53; 32, 13.18 ss y passim); b) tributo (Jue 3, 15.17 s y passim; Jue 5, 19: botín); c) soborno (Ex 23, 7 s; Dt

16,19; 27, 25; Sal 15, 5 y passim; Dt 10,17 y passim; Dios lo rechaza); d) es muy frecuente el significado cultual de

ofrenda, en hebreo qorbán, sobre todo en Lv y Nm (Lv 1, 2 s.10.14; 2, 1.4 ss, etc.; Nm 5, 15; 6, 14.21 etc.; también

sustituye a minháh en Gn 4,4; a neder en Dt 12, 11 y passim), a menudo acompañado del verbo prosphéro, ofrecer

(prosphorá, ofrenda, oblación, cf. -» ofrenda, art. 9ü<u [thyó]); e) dones que son ofrecidos a Dios en reconocimiento de su poder y grandeza (por los reyes, Sal 68, 30; 72, 10; por las naciones, Is 18, 7, cf. Sal 68, 32, etc.); f) dones otorgados por Dios (Gn 30, 20).

En la literatura del judaismo tardío dóron aparece con poca frecuencia. En los LXX el término dóréma sólo se

encuentra una vez (en los deuterocanónicos o libros propios de los LXX).

2. Doréomai, que se encuentra muy raramente en los LXX, sustituye a 3 verbos hebreos que tienen el

significado de dar: a) referido al intercambio de regalos entre los hombres (natan, Est 8,1; también Prov 4,2), b)

a la donación u ofrenda hecha por el hombre a Dios (qorbán, Lv 7,15 LXX: v. 5), c) o de Dios al hombre (zábad,

Gn 30, 20). El verbo didomi es muy frecuente y traduce por regla general al hebreo natan, dar (asimismo con ese

triple significado), pero también a otros muchos verbos.

3. Dóreá se encuentra con frecuencia en la literatura del judaismo tardío; en cambio, en los libros del canon

palestinense (Biblia hebrea) se halla siempre el acusativo dóreán, que se utiliza en un sentido adverbial, y —de un

modo análogo al término hebreo hinnám—significa: a) gratuitamente, gratis (sin pagar, Ex 21, 2.11; Nm 11, 5; 2

Sam 24, 24 y passim; de balde, Gn 29, 15; Jer 22, 13 y passim); b) sin motivo, sin causa, sin culpa (1 Sam 19, 5; 25, 31; Sal 35, 7 y passim); c) en vano, inútilmente (Ez 6, 10; Mal 1, 10).

III 1. a) En el NT, dóron (19 veces) designa el don humano (Ap 11,10; cf. Mt 7,11

par: doma) y el divino (Ef 2,8) (una vez cada uno); éste último es designado más a menudo

por dóreá, p. ej. Jn 4,10; Hech 2, 38; Rom 5,15.17; 2 Cor 9,15; Ef 4, 7; Heb 6,4; en Rom 5,

16 y Sant 1,17: dóréma; en este último pasaje juntamente con dosis. Por lo demás, dóron

significa la ofrenda (p. ej. Mt 5,23 s; 23,18 s; Me 7,11; Le 21,1.4; Heb 5,1; 8, 3 s; 9,9; 11,4;

en Mt 2, 11 se trata de un don ofrecido en homenaje). A veces va unido a prosphéro

Don (ócbpov) 48

(ofrecer, sacrificar), subrayando así su conexión con el sacrificio veterotestamentario. En

este sentido dóron se convierte en un concepto paralelo a Suorá [thysía], -> sacrificio o

prosphorá, ofrenda, sacrificio.

b) Dídómi (416 veces en el NT) señala todos los matices de los verbos regalar, dar,

otorgar, dispensar, tanto referido a los hombres (Mt 17, lia; Hech 20, 35 y passim; junto a

dóréomai en Me 15, 45 y a metadídómi en Le 3, 11; Rom 1, 11; 12, 8; Ef 4, 28; 1 Tes 2, 8),

como a Dios (Mt 7, 11b; 1 Jn 4, 13; Ap 2, 7.17, cf. también 3, 21 y passim; en 2 Pe 1, 3

dóréomai tiene también este sentido); también aparece el significado de ofrecer, sacrificar

(Le 2, 24). El sentido metafórico se encuentra en Me 10, 37; Hech 13, 20 y passim.

c) Dóreán (8 veces en el NT) tiene el triple significado corriente en el AT: a)

gratuitamente, gratis (Mt 10, 8; Rom 3, 24; 2 Cor 11, 7; 2 Tes 3, 8; Ap 21, 6; 22, 17); b) sin

motivo, sin causa, sin culpa (Jn 15, 25 cita); c) en vano, inútilmente (Gal 2, 21).

2. Dóron y dídómi, en cuanto conceptos relativos al sacrificio (para más detalles cf.

-+ ofrenda), se encuentran en indicaciones y relatos en los que se trata simplemente de la

praxis sacrifical corriente (Mt 5, 23 s; 8, 4; Le 2, 24; en Le 21, 1.4 con el significado de

ofrenda en dinero). Junto a éstos aparecen también otros pasajes (Me 7,11; Mt 15, 5) que,

enlazando con los profetas veterotestamentarios, rechazan como un error la sustitución

de la obediencia a la voluntad de Dios por el sacrificio o la ofrenda, incluso en el caso de

que éstos se entiendan en sentido metafórico (cf. Is 1, 10.17; Mi 6, 6-8, y asimismo Dt 10,

12 s). Heb adopta una actitud polémica contra el culto sacrificial y contrapone a este

culto —que sólo tenía un carácter provisional— (ofrecimiento por parte del hombre: 5, 1

ss; 8, 3 s y passim: dóron juntamente con thysía) el sacrificio definitivo de Cristo,

«realizado de una vez para siempre» (7, 26-28; 9, 25 ss; 10,10 ss y passim; cf. también Ef 5,

2 y otros).

3. Con ello (por lo que respecta a estos términos) quedan esclarecidos los testimonios

neotestamentarios sobre el Dios que da y otorga, así como su referencia soteriológica

a la acción redentora de Cristo (-» redención).

a) Esta referencia se muestra de un modo genérico cuando se habla de que Dios

«dio» a su hijo (Jn 3, 16), o cuando designa sin más la misión de Jesús como un don

(dóreá, Jn 4, 10), etc. También aparece de un modo explícito la afirmación de que Cristo

ha «dado» su vida por nosotros, por nuestros pecados (Gal 1, 4; 1 Tim 2, 6 y otros).

b) Junto a esto se encuentran también referencias especiales a la muerte de Jesús en

la cruz: Jesús da su vida por rescate de muchos (Me 10, 45 par; cf. Jn 10, 15b etc.). De un

modo análogo, el relato de la cena según Le (22, 19) habla de «mi cuerpo que se entrega

por vosotros».

c) La certeza que de aquí se deriva para los cristianos, de poder pertenecer para

siempre a la -> comunidad de Cristo, se funda, sobre todo según Jn, en que esta

comunidad le ha sido dada (a Cristo) por Dios (10, 28 s; cf. 17, 6 ss). A su vez, la

pertenencia a la comunidad lleva consigo la participación en el don de la -* vida eterna

(10, 28 y passim).

d) En Pablo los conceptos relacionados con el «dar» divino se entienden a partir de

la gracia de Dios, gratuita e inmerecida (dóreán, Rom 3, 24), que justifica a los pecadores

«sin mérito alguno por su parte» (-» justicia; -> gracia; -» reconciliación). Dóreá o

doréma (Rom 5, 15-17; 2 Cor 9, 15), juntamente con ^ápier/we [chárisma] etc., pueden

designar de un modo sintético la acción salvífica global de Dios (perdón, justificación,

reconciliación; cf. también Ef 2, 8).

e) Si Dios es alabado en general como dispensador de todos los dones (Sant 1,17, cf.

Mt 7, 11b y passim) e invocado con toda confianza (Mt 7, 7), hay un don especial que él

49 (dpáKcov) Dragón

da a su comunidad, el -> espíritu (2 Cor 1, 22; 5, 5; 1 Tes 4, 8; Le 11, 13; cf. Hech 2, 38 y

passim, además de las citas veterotestamentarias de Hech 2, 17 s y Heb 8, 10). Todos los

demás dones otorgados a la comunidad (llamados con más frecuencia carismas,

->%ot/9í(jyua [diarismo], -* gracia) son una consecuencia de éste (Rom 12, 3 ss; 1 Cor 12,1 ss;

cf. también 2 Pe 1, 3 y otros). En las cartas a las distintas iglesias (Ap 2-3) el don de la vida

eterna es ofrecida a aquél que ha «vencido» en la prueba.

4. Puesto que al hombre le ha sido otorgado el don de Cristo, su respuesta de

acuerdo con el doble mandamiento de Mt 22, 37-40, debe ser un «dar» que se mueve en

una doble vertiente.

a) El se entrega a sí mismo a Dios (cf. 2 Cor 8, 5 y pasajes afínes). Esta es, según el

NT, la auténtica «ofrenda» que el hombre puede y debe presentar ante Dios (Rom 12,1 y

passimj, e incluye la «oblación» total de nuestras palabras y nuestras acciones (Heb 13,

15 s; 1 Pe 2, 5), e incluso puede llegar a entregar la propia vida por Cristo (Flp 2, 17 y

passim).

b) En relación con el prójimo, el «dar» se sitúa asimismo bajo el «mandamiento

nuevo» de Cristo (Jn 13, 34). Esto ha de manifestarse en primer lugar dentro de la

comunidad, en donde el «dar» ha de ser reflejo del «dar» de Dios: el dar con sencillez, sin

segundas intenciones (Rom 12, 8), responde a lo que Sant 1, 5 dice sobre el «dar» de Dios;

cf. también 2 Cor 9, 7, en donde se afirma que Dios ama al que da con alegría (ÓÓTTJQ

[dótés]; es el único pasaje del NT en donde aparece esta palabra), así como Me 12, 41-44

= Lc 21, 1-4 (juicio de Jesús sobre el don de la viuda pobre) y los mandamientos del

sermón de la montaña (Mt 5, 42; cf. Le 6, 38 y passim). Pero el «dar» más profundo

consiste en predicar el evangelio que se ha escuchado (Rom 1, 11; 1 Tes 2, 8 y passim; cf.

Mt 10, 8b).

H. Vorlander

Bibl.: JBehm, Art. ippafiáv, ThWb I, 1933, 474 - FBuchsel, Art. SíSmfti, ThWb II, 1935, 168 ss.