TEMA III LA EDUCACIÓN

OBJETIVO:

Valorar la educación como un derecho y descubrir cuáles son sus principales características.

 

1.- REVISIÓN DEL TRABAJO PERSONAL

Quienes participamos podemos comentar nuestras experiencias sobre la tarea anterior.

 

2.-         PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA

Voluntariamente respondemos con sinceridad a las siguientes preguntas.

a)  Describe a alguna persona “educada” que conozcas.

b)  Ahora, describe a una persona que carezca de educación.

c)  ¿Para qué crees que sirva la educación?

3.- DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA.

Lectura compartida: cada quien leerá un párrafo. Al final se harán los comentarios.

 

¿QUÉ ES LA EDUCACIÓN?

La educación es formar a la persona en orden a su fin último y al bien de la sociedad de la que forma parte, y en cuyas responsabilidades participa.

Implica formar integralmente, o sea, en todos los aspectos del ser humano: físico, psíquico (que incluye las emociones, los sentimientos, la voluntad y la inteligencia), social y espiritual.

Nuestro fin último es llegar a Dios a través del cumplimiento de la misión que Él nos ha asignado en la vida. Para ello habremos de desarrollar al máximo todas nuestras capacidades, de tal manera que nos vayamos acercando al bien, a la verdad y a la belleza, y precisamente la educación es la que nos ayuda a lograrlo.

Por lo tanto, como podemos darnos cuenta, una auténtica educación va más allá de los aspectos que tradicionalmente hemos manejado, como son la adquisición de conocimientos, destrezas y habilidades indispensables para conocer el mundo en el que vivimos y desempeñar alguna labor productiva que nos permita la subsistencia. Y es que, la educación, además de lo anterior, abarca todos los aspectos del ser humano para lograr una realización y una vida plena como hombres y mujeres.

EDUCACIÓN CRISTIANA

Cuando la educación se inspira y fundamenta en la visión cristiana, debe contemplar tanto el aspecto individual como el social de la persona.

¿Cuáles son sus características?

En lo individual implica que tengamos:

a)  Una visión humanista de la vida y del mundo.

b)  Una actitud creativa.

c)  Alta responsabilidad en el desempeño de nuestras labores cotidianas.

d)  Capacidad de convivencia armónica.

e)  Un sano sentido crítico

f)   La conciencia de la importancia que tenemos como evangelizadores.

En lo social, la educación de inspiración cristiana debe fomentar:

a)  La participación social y política.

b)  El diálogo.

c)  El cambio de estructuras hacia la justicia.

d)  El fortalecimiento de la familia.

e)  El cuidado del medio ambiente, entre otros factores.

 

LA TAREA DE LOS PADRES

Tenemos a veces la falsa idea de que mandar a los hijos a la escuela es suficiente. ¡NO es verdad! Los padres tenemos una misión insustituible y fundamental.

Educar a nuestros hijos e hijas implica inculcarles disciplina y responsabilidad en sus labores cotidianas, en sus relaciones interpersonales; implica formarlos en la generosidad hacia los otros, en la honestidad dentro de un mundo de corrupción; implica esculpir sus cuerpos y sus almas para que sean verdaderos héroes y heroínas de los valores. Y esto se logra, más que con palabras, con el testimonio diario.

Educar a nuestros hijos e hijas es sobre todo educarlos para la vida en Dios, con Dios y para Dios, a través de nuestros hermanos, y ésta es precisamente la tarea más difícil pero también la más bella, la más grandiosa, la más noble que tenemos los padres y las madres de familia.

EDUCACIÓN Y POBREZA

¿Cómo lograr que los individuos salgan de la miseria en que viven?

¿Cómo conseguir que haya mayor riqueza en todos los países, sobre todo en los más pobres?

¿Tanto en las personas como en los países, cómo llegar a cerrar la brecha entre los ricos más ricos y los pobres más pobres?

Estas preguntas se las han venido planteando los economistas, los políticos, las instituciones internacionales y todas aquellas personas interesadas en el desarrollo y en la erradicación de la pobreza.

México es, precisamente, un país en donde las diferencias entre quienes tienen mucho y los que carecen de todo son mayores. En nuestra patria encontramos millonarios cuyas fortunas son inimaginables para la mayoría de los mexicanos.

Por otro lado, en este mismo territorio, 53.7 millones de mexicanos viven por debajo de la línea de pobreza. Algunos de éstos con un salario menor a $4100 en las ciudades y $2800 en el campo, y catalogados dentro de la categoría de “pobreza de patrimonio”; otros con “pobreza de capacidades”, con un salario de $24.00 en las ciudades y de $1 8.00 en las áreas rurales; finalmente los últimos catalogados dentro de la “pobreza alimentaria”, con un salario menor a $20.00 en ciudades y $1500 en zonas rurales. Estos últimos, mexicanos que no tienen ni para comer.

Si bien la pobreza y la mala distribución de la riqueza tienen que ver con los temas de la propiedad, la justicia y el bien común, algunos de los cuales estudiaremos en próximos fascículos, también se relacionan con la educación. ¿Porqué? Veamos.

Precisamente la mayoría de los especialistas en economía y desarrollo han llegado a la conclusión de que la mejor manera-la única verdaderamente efectiva- de erradicar la pobreza de los pueblos y de cerrar la brecha entre países desarrollados, en vías de desarrollo y subdesarrollados, es precisamente la educación.

Mientras mayor es la educación de los pueblos, mayor es su crecimiento económico, y también es mayor la igualdad social. Y no sólo eso, en los hogares, mientras más elevado es el nivel educativo de las mamás, es menor la mortalidad infantil, por citar sólo un ejemplo.

EL DERECHO A LA EDUCACIÓN

Todos y todas tenemos derecho a la educación. Necesitamos la oportunidad de aprender, para perfeccionar nuestras capacidades, para adquirir conocimientos y habilidades que nos permitan desempeñar un trabajo decoroso y cuya remuneración nos ayude a llevar una existencia digna e ir superando nuestro nivel de vida. Tenemos derecho a aprender y crecer integralmente para vivir en armonía y encontrar la felicidad.

La educación no puede ser exclusiva de ciertos sectores sociales, o ser privilegio de quienes tienen poder y recursos económicos; el Estado debe velar porque todos los individuos tengan acceso a una educación integral.

El Derecho a la Educación es un derecho que tenemos todos los seres humanos, por el simple hecho de ser personas, y que se deriva, por lo tanto, de nuestra naturaleza humana con la que Dios nos dotó; por ello se dice que es un Derecho natural inalienable (que nadie nos puede quitar), universal (para todos) e imprescriptible (que perdura en el tiempo, nunca termina).

Tanto en el derecho internacional como en el mexicano se reconoce este derecho natural y se eleva a la categoría de norma jurídica.

Existen una serie de disposiciones en las cuales se expresa este derecho a la educación y la obligación del Estado de respetarlo y hacerlo efectivo.

La Declaración de los Derechos Humanos, emitida por todos los países de la ONU, y el Pacto de Derechos Económicos Culturales y Sociales derivado de esta declaración y firmado por todos los países civilizados del mundo, incluyendo México, establecen claramente el derecho inalienable y fundamental de todos los seres humanos a tener una educación suficiente que los lleve a desarrollarse plenamente; y la obligación de todos los gobiernos del mundo de velar porque este derecho se respete. Por su parte, el artículo 30 de nuestra Constitución Federal (que es nuestra ley fundamental) establece firmemente el derecho de todas las personas en México a recibir una educación completa (actualmente preescolar, primaria y secundaria son obligatorias), y la obligación de la federación, los estados y los municipios de garantizarle a todos los hombres y mujeres en este país los medios para conseguirla.

Todas las personas y muy especialmente los cristianos debemos vigilar que este derecho se haga efectivo y se destinen los fondos suficientes para que ninguna persona en México se quede sin acceso a la educación, a la cual tiene derecho por el simple hecho de ser persona, sin importar, raza, sexo, religión, nivel social o económico...

No podemos dormir tranquilos mientras exista un niño o una niña que no pueda ir a la escuela; o si asiste a ella, que no sea capaz de aprender porque su nivel nutricional no se lo permite.

Es cierto, entonces, que todos los hombres y las mujeres requerimos y tenemos derecho a un proceso educativo para desarrollarnos de un modo auténticamente humano, pero también es cierto que tenemos la obligación de buscarlo, propiciarlo y aprovecharlo. No debemos evadir la responsabilidad, ni podemos esperar que el Estado lo haga todo. Somos corresponsables, vamos en el mismo barco.

4.-         ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS

 

Nos ponemos de pie: Alguien lee el siguiente pasaje de la Sagrada Escritura

 

“Y ustedes, no irriten a sus hijos, sino edúquenlos, corríjanlos, y enséñenles tal como lo haría el Señor”. (Ef. 6,4)

“Escucha, hijo mío, recibe mis palabras y vivirás largos años.

Te guiaré por el camino de la sabiduría, te conduciré por sendas rectas.

Cuando camines, tus pasos no vacilarán, aunque corras, no tropezarás.

Aférrate a la instrucción, no la dejes, consérvala que en esto te va la vida”. (Prov. 4,10-1 3)

“Elijan mi instrucción antes que la plata, el conocimiento antes que oro puro; pues la sabiduría vale más que las perlas, con ninguna joya se le puede comparar”. (Prov. 8,10-11)

 

5.-         SILENCIO Y REFLEXIÓN

Reflexionamos en silencio para que la Palabra de Dios transforme nuestra vida.

6.-         CONFRONTAR NUESTRA REALIDAD PERSONAL CON LA PALABRA DE DIOS

Los participantes comentarán voluntariamente las reflexiones que hayan hecho en su encuentro con la Palabra de Dios y responderán a las siguientes preguntas.

 

a)                  ¿Qué te dice la palabra de Dios?

b)                 ¿Qué puedo hacer hoy para procurarme a mi y a quienes me rodean una educación más completa?

c)                  ¿Qué podemos hacer en la ACM, como comunidad cristiana, para elevar nuestro nivel educativo y de quienes nos rodean?

 

 

7.-         ORACIÓN COMUNITARIA

Quienes gusten harán en voz alta y voluntariamente la oración que Dios haga surgir en su corazón.

 

8.-         TAREA

 

Formar equipos de trabajo y preguntarle a personas de nuestra comunidad (pueden ser sacerdotes, maestros, abogados, autoridades, madres y padres de familia...) cómo creen que se puede elevar el nivel educativo de la comunidad y en qué podemos todos nosotros colaborar. Hacer un resumen, presentarlo en la siguiente reunión de grupo y tomar acciones concretas para comprometerse con la educación.

9.-         CANTO Y DESPEDIDA

No basta traerlos al mundo porque es obligatorio,
porque son la base del matrimonio, o porque te equivocaste en la cuenta.

No basta con llevarlos a la escuela a que aprendan,
porque la vida es cada vez más dura; ser lo que tu padre no pudo ser.

No basta que de afecto tú le hayas dado bien poco,
todo por la culpa del maldito trabajo..., y del tiempo....

No basta porque cuando quiso hablar de un problema,
tú le dijiste: niño será mañana, es muy tarde..., estoy cansado...

No basta comprarle todo lo que quiso comprarse,
el auto nuevo antes de graduarse, que viviera lo que tú no has vivido.

No basta con creerse un padre excelente, porque eso te dice la gente...,
a tus hijos nunca les falta nada.

No basta, porque cuando quiso hablarte de sexo,
se te subieron los colores al rostro y te fuiste

No basta, porque de haber tenido un problema,
lo habria resuelto comprando en la esquina lo que había, lo que habia.

No basta con comprarle curiosos objetos.
No basta cuando lo que alguien necesita es afecto,
aprender a dar valor a las cosas porque tú no le serás eterno...

No basta castigarlo por haber llegado tarde,
si no has caído en la cuenta,
ya tu chico es un hombre ahora más alto y más fuerte que tú..., que tú...

No basta..., no basta..., no basta..., no basta...

de Ricardo Arjona

Fuente
TALLER DEDOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
Responsable de Contenido:
Guadalupe Chávez Villafaña
Lic. en Periodismo y Maestría en Comunicación Social.
Directora del boletin Acción Femenina
Responsable de Edición:
 
Unión Femenina Católica Mexicana