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SAN LORENZO DE BRINDISI

(I559 – I6I9)

 

VIDA

 

Nacido en Bríndisi el 22 de julio de l559, recibió en el Bautismo los nombres de Julio César, no en recuerdo del famoso conquistador romano, sino en honor de los santos Julio y Cesáreano.

Su padre, Guillermo Rossi, murió poco después del nacimiento de su hijo. Su madre, Isabel Masella, confió la primera educación del niño a los Conventuales de Bríndisi.

A los l4 años se trasladó el adolescente a Venecia, al lado de un tío sacerdote, Pedro Rossi. Fue allí donde conoció a los capuchinos, y muy pronto se enamoró del ideal franciscano, pues dos años más tarde tomaba el hábito de la Orden y recibía el nombre de Hermano Lorenzo.

Huyendo sistemáticamente de la ciudad de Padua, cuya célebre Universidad estaba demasiado teñida de paganismo, se fue a Florencia, ilustrada entonces por eminentes profesores, como Marsilio fisino y Pico de la Mirándola. Allí respiró el platonismo, que había de marcar su mentalidad y aun su teología.

Sacerdote en l582, comienza sus predicaciones en diversas regiones de Italia. Su conocimiento del hebreo le permite tratar con los judíos, a los que denuestra que el Nuevo Testamento es el complemento del Antiguo. Y goza de tal manera de la confianza de sus hermanos y de sus superiores, que, a pesar de su juventud, le confían importantes cargos en su Orden.

En l599 fue enviado a Alemania, porque también habla el alemán. Desde este momento ejerce su apostolado entre protestantes luteranos. Al entrar el país en guerra con los turcos, va con el ejército, como capellán (l60l).

Desde l602 Lorenzo es nombrado ministro general de los Capuchinos. Durante los 3 años que él asume este cargo. Sus visitas a todos los conventos de la Orden lo muestran preocupado de mantener o restaurar en todas partes las observancias regulares y primitivas.

A petición del Emperador Rodolfo ll. Y por delegación expresa del Papa Paulo V, el Padre Lorenzo de Bríndisi vuelve a Alemania para emprender allí la obra de contrarreforma (l605).

A las controversias con los herejes agrega una organización destinada a defender a los fieles: La liga de los príncipes católicos”.

Encargado de una misión ante el Rey Felipe lll de España en l603, enseguida se le nombranuncio apostólico junto a Maximiliano de Baviera (l6l0).

De retorno en Italia, donde le esperan cuestiones administrativas de su Orden, tiene de nuevo, en el curso de varios años, grande ocasión de ejercitar sus talentos de diplomático: mediación entre los Duques de Parma y de Toscana, de Saboya y de Milán, de Milán y de Mantua; embajada de Nápoles en España para obtener aquí una ayuda contra la opresión del Duque de Osuna.

Una misión de este género lo conduce todavía en l6l9 a Madrid, y luego a Lisboa, donde muere el 22 de julio, a la edad de 60 años.

 

OBRAS


CRISTOLOGÍA DE SAN LORENZO DE BRINDISI

Ignorada hasta estos últimos años, simplemente porque había permanecido inédita, la obra literaria y teológica de San Lorenzo de Brindisi ha sido exhumada de manuscritos en que permanecía oculta desde más de tres siglos. Llena ésta l5 volúmenes in folio, de los que tres son de correspondencia. Consiste sobre todo en Sermones, cuyo carácter práctico, aun popular, salta a los ojos. Sermones escritos en latín, pero que indudablemente no servían sino de esquemas para exposiciones en lengua vulgar.

Una parte importante de estos escritos está consagrada a la Mariología, ora comentarios de textos de la Sagrada Escritura referentes a la Santísima Virgen y temas de disertaciones sobre sus privilegios: “Alabanzas e invocaciones a la Madre de Dios”; ora instrucciones con ocasión de fiestas litúrgicas de María. Por ejemplo, en la primera categoría, l6 sermones sobre el Evangelio “Missus est Angelus”, l0 sobre el “Magnificat”, seis sobre “La Mujer del Apocalipsis”, y en la segunda categoría, l l sermones para la fiesta de la Inmaculada Concepción, seis para la Purificación, tres para la Asunción.

Las predicaciones de tres Cuaresmas constan de más de 300 sermones; las de dos Advientos, de más de 40. Sin contar cerca de 80 para los diversos domingos del año, y cerca de 50 para las fiestas de los Santos.

Menos considerables, pero importantes por su valor, son los escritos didácticos; una explicación del liubro del Génesis, que trata de materias tan fundamentales como la omnipotencia de Dios, la inmortalidad del alma humana, la inmutabilidad de Dios y la libertad humana, el alma espíritu forma substancial del cuerpo humano, la justicia original; una refutación de los errores del luteranismo.

Esencialmente predicador,y no profesor, San Lorenzo de Bríndisi no escribió tratados. Por lo tanto, sería injusto exigirle la ordenación lógica que requiere la enseñanza en la escuela. Su doctrina está diseminada según lo pide la oportunidad, regida ésta a su vez por las necesidades del auditorio tanto como por la inspiración del orados.

Sin embargo, es posible desprender de ella las ideas dominantes, para luego clasificarlas de manera de reconstruir, con estos materiales esparcidos, el sistema teológico de San Lorenzo. Al ver la facilidad con la que trata en sus sermones los puntos de doctrina más diversos, sin dejar de mostrar su conexión, se tiene de inmediato la impresión de un espíritu proviso de una poderosa síntesis y a la vez notablemente organizado para pasar al análisis.

Resueltamente pltónico en filosofía, en teología es de la escuela de San Buenaventura. Esta doble influencia marca ya su teodecea: Dios se le presenta sobre todo bajo el aspecto del Soberano Bien; y la obra de Dios, Creación, Providencia, Redención, está inspirada por su bondad y por su amor.

San Lorenzo, como misionero celoso y clarividente, vuelve sin cesar sobre el problema de la inclinación al mal del hombre y de los medios de levantarlo. La justicia original, privilegio gratuitamente concedido a la naturaleza humana desde su creación, la ponía en un estado maravilloso de equilibrio, de tranquilidad y de perfección, puesto que la parte inferior o corporal permanecía normalmente subordinada a la parte superior o espiritual, y reinaba un acuerdo perfecto entre los sentidos y la razón. Distinto es el privilegio de la Gracia santificante, la cual no afecta más que al alma y puede subsistir independientemente de favores inherentes a la justicia origina, como se ve en la condición actual de la humanidad rescatada, puesto que la Gracia santificante ha sido restituida, pero no las prerrogativas de la justicia original.

El pecado de Adán, verdadera rebelión contra la autoridad del Creador, fue un pecado mortal, que trajo consigo para el culpable la pérdida de la Gracia santificante. Además,marcó el final del privilegio de la justicia original, no sólo para el delincuente sino para toda su descendencia, y esto, dice San Lorenzo, en virtud de un “pacto” entre el Creador y el primer hombre, pacto por el cual el privilegio concedido para el género humano entero estaba subordinado a la obediencia personal del jefe.

(Explicación discutible, pero que no carece de partidarios entre los teólogos.)

sin embargo, la naturaleza humana no está enteramente corrompida por el pecado original: está gravemente herida, pero no deja de ser capaz de curación, de “”Justificación”. No consistirá ésta, ciertamente, en el retorno a los privilegios del paraíso terrenal, sino en una “verdadera rectitud del alma elevada por la Gracia al orden sobrenatural, y santificada, esto es, agradable a Dios”. Obra de restauración cuyo principal agente será, entiéndase bien, la omnipotencia divina, pero esta vez con la cooperación de la libertad humana que guarda el poder de consentir y de rechazar. Más especialmente, el Espíritu Santo con la abundancia de sus dones es el autor inmediato e intrínseco de tal justificación cuya causa extrínseca y ejemplar a la vez es Cristo por sus méritos; y opera ordinariamente por medio de los sacramentos, que vienen a ser causa instrumental.

Cristo es el Rey de los ángeles y de los hombres.

San Lorenzo es el autor de la opinión de que la prueba de ángeles, al principio, consistió en el anuncio de la Encarnación. ¿Según esto, el pecado de Lucifer y de sus adeptos consistió en la negación a adorar al Verbo Encarnado, cuya naturaleza humana sería inferior a la naturaleza propia de los puros espíritus?

Como Verbo eterno, el Hijo de Dios es a la vez causa eficiente y causa ejemplar de la predestinación. Cuando la Escritura dice que Dios creó al hombre a su imagen ¿no quiere significar, de manera más precisa, que tomó por modelo al “Hijo del hombre”? Lo mismo en el orden de la naturaleza que en el de la Gracia, y en el de la Gloria, Cristo está en el centro de la creación. Y su humanidad misma es la causa meritoria e instrumental de las gracias concedidas tanto a los ángeles como a los hombres.

En cuanto a la Iglesia, prolongación de la persona de Cristo, San Lorenzo la ve tan extendida, en el tiempo y en el espacio, como la humanidad misma. ¿No es ya la Iglesia viva el antiguo testamento que prepara el nuevo?Tanto en éste como en aquél, en efecto, no hay sino hombres rescatados, por lo tanto miembros del Cuerpo Místico de Cristo; y su multitud realiza la plenitud de Cristo.

El elemento material de la Iglesia es el conjunto de los fieles; el elemento formal, la verdadera y única Fe que los anima; la fuerza constitutiva, Cristo y el Sacerdocio; el fin de esta institución, la glorificación de los elegidos. El alma de tan vasto cuerpo es el propio Espíritu Santo, que lo anima con su Verdad infalible y hace de ella su templo. Su cabeza es el hombre-Dios. Por esto, el carácter primordial de la Iglesia es la santidad, en razón misma del objeto que ella persigue y de los medios que despliega. Sus otras notas ----unidad, apostolicidad---- se le agregan para distinguirla más claramente de las otras sociedades que no son sino falsificaciones.

Por lo cual también, fuera de este Cuerpo Místico de Cristo, no es posible ninguna justificación ni santificación: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”. Los infieles pueden tener ciertas apariencias de virtudes, pero no las virtudes verdaderas, sobrenaturales. Y los herejes, dignos de piedad si están de buena fe en el error, merecen reprobación si permanecen consciente y obstinadamente separados de la Iglesia.

Teólogo y Apóstol de la Santísima Virgen, San Lorenzo de Bríndisi la coloca muy al lado de su divino Hijo, en el primer lugar después de El, en el plan de la predestinación. Al Verbo Encarnado le debe Ella, también Ella, como toda creatura, el ser eleva a una santidad sobreeminente, y esto en atención a la proximidad excepcional con Cristo que le dan su título y su papel de Madre. Mucho antes de la definición del dogma, de acuerdo, es cierto, con una creencia extendida ya a la sazón, tanto el el pensamiento popular como en muchos teólogos, San Lorenzo se goza en proclamar la Inmaculada Concepción de María, apoyando esta doctrina en la interpretación de los textos escriturarios y en una tradición constante. “La plenitud de Gracia concedida a María desde el primer instante de su existencia la eleva sobre la riqueza general de gracias obtenidas por todos los santos juntos”. Por lo cual la Santísima Virgen posee todas las virtudes en un grado inconcebible y está muy junto a la Santísima Trinidad, de la que ha sido hecha indispensable auxiliadora, sin ser sin embargo un complemento necesario de ella.

Madre del Redentor y Co-redentora, ha venido a ser a la vez Madre de todos los rescatados; y continúa trabajando en la salvación de ellos por su “mediación universal” soberanamente eficaz, puesto que nada puede negarle su Hijo.

En fin, estando aparte de la humanidad pecadora por suorigen y por su vida santísima, la Virgen Mría merecía escapar a la corrupción de la tumba que es el salario del pecado. Mucho antes todavía del dogma oficial, San Lorenzo afirma claramente la Resurrección y la Asunción de la Santísima Virgen.

En Lorenzo de Bríndisi, precisamente por ser él un santo, el predicador popular es a la vez un maestro de la vida espiritual. Se nutre de la Sagrada Escritura cuyas diversas significaciones descubre alternativamente, del sentido literal al sentido alegórico. No olvida en cuanto a sí mismo, y lo recuerda sin cesar a los cristianos, que para comprender la palabra de Dios es necesario un corazón puro, más todavía que una inteligencia penetrante. De aquí las prácticas penitenciales y la ascesis, de la que hace el punto de partida de todo progreso espiritual. Sin crueles maceraciones ni meticulosos exámenes, le exige a sus discípulos la rectitud para buscar a Dios y el valor para echar mano de los medios de encontrarlo.

Adoptando las tres etapas clásicas: principiantes, aprovechados,perfectos, le traza a cada quien un programa preciso. Para comenzar, toma de conciencia del pecado y de sus consecuencias; meditación de las postrimerías; estudio de la justicia y de la misericordia divinas, estableciendo al alma en un temor saludable templado por la esperanza. Para progresar, fijar la mirada en Cristo, modelo y dispensador de todas las virtudes, y considerar la grandeza y las ventajas que éstas confieren al alma; y volver sin cesar a la Fe, raíz de todas las virtudes, y luego a la Caridad, que es su resumen y coronamiento. En fin, en cuanto a la perfección, aspirar a la unión transformante, que, así como el fuego penetra el metal sometido a su acción y le comunica sus propiedades, diviniza al alma humana almáximo, siendo la Gracia desde aquí abajo un preludio de la contemplación y del gozo de Dios en el estado de gloriosa bienaventuranza.

Dos palabras resumen la vida y la obra de San Lorenzo de Bríndisi: “Un evangelio vivido en la oración y estregado por la predicación”.