DE CONSIDERATIONE AD  EUGENIUM PAPAM

 

TRATADO DE LA CONSIDERACIÓN

 

San Bernardo

 

 

PREFATIO / PROLOGO

 

§ 1

 

Subit animum dictare aliquid, quod te, Papa beatissime Eugeni, vel aedificet, vel delectet; vel consoletur. Sed nescio quomodo vult et non vult exire laeta quidem, sed lenta oratio, dum certatim illi contraria imperare contendunt maiestas atque amor.  Nempe  urget  ille,  inhibet  illa. 

 

Irrumpe en mi interior, beatísimo papa Eugenio, un deseo incontenible de dictar algo que te edifique, te agrade y te consuele. Pero vacilo entre hacerlo o no, pues dudo que pueda salir de mí una exhortación que debería ser libre y al mismo tiempo moderada; ya que me hallo como envuelto en una lucha entre dos fuerzas contrarias, impulsado por mi amor y frenado por tu majestad. Mientras ésta me inhibe, el amor me apremia.

 

§ 2

 

Sed  intervenit  tua dignatio, qua hoc ipsum non salem praecipis, sed petis, cum praecipere magis te deceat. Maiestate igitur tam dignanter cedente, quidni cedat pudor? Quid enim  si cathedram ascendisti?  Nec  si  ambules  super pennas  ventorum  subduceris affectui. Amor dominum nescit, agnoscit filium et in infulis. Per se satis subiectus est, obsequitur sponte, gratis obtempera, libere reveretur. Non sic aliqui, non sic; sed aut timore ad ista impelluntur; aut cupiditate. Hi sunt qui in facie benedicunt, mala autem in cor ibus eorum; blandiuntur coram,  in  necessitate  deficiunt.  At  caritas  numquam excidit.

 

Pero entra en lid tu condescendencia y no me lo mandas sencillamente, sino que te rebajas a pedírmelo, cuando te correspondía ordenármelo. ¿Cómo podrán resistirse más mis temores, si tu propia majestad es tan deferente conmigo? No me mediatiza que hayas sido elevado a la cátedra pontificia. El amor desconoce lo que es el señorío y reconoce al hijo aun bajo la tiara. Es sumiso por naturaleza, obedece espontáneamente, accede desinteresadamente, desiste generosamente. Aunque no todos son así, no todos; porque muchos se deban llevar de la codicia o del temor. Esos son los móviles de quienes en apariencia te alaban; sin embargo, en su corazón anida la maldad. Te adulan con sus reverencias y luego te abandonarían en la desgracia. En cambio, el amor nunca desaparecerá.

 

§ 3

 

Ego  ut verum fatear, matris sum liberatus officio, sed non depraedatus affectu. Olim mihi invisceratus es: non mihi e medullis tam facile abstraheris. Ascende in caelos, descende  in  abyssos: non  recedes  a me,  sequar te quocumque ieris. Amavi pauperem spiritu, amabo pauperum et divitum patrem. Non enim, si bene te novi, quia pater pauperum factus, ideo non pauper spiritu es. In te hanc mutationem factam esse confido, non de te, nec priori  statui  tuo  successisse promotionem,  sed  accessisse. Monebo te proinde, non ut magister, sed ut mater: plane ut amans. Amens magis videar, sed ei qui non amat, ei qui vim non sentit amoris.

 

Yo, a decir verdad, me encuentro liberado de mis servicios maternales contigo, pero no me han arrancado el afecto de madre. Hace mucho que te llevo en las entrañas y no es tan fácil que me arranquen un amor tan íntimo. Ya puedes subir a los cielos o bajar a los abismos, que no acertarás a separarte de mí; te seguiré a donde vayas. Amé al que era pobre en su espíritu; amaré al que ahora es padre de pobres y ricos. Llegué a conocerte bien y sé que no has dejado de ser pobre en el espíritu, aunque te hayan hecho el padre de los pobres. Confío que se haya realizado en ti ese cambio, pero no a tu costa; tu promoción no ha conseguido cambiar tu condición anterior, sino solamente sobreañadirse a ella. Te amonestaré, pues, no como un maestro, sino como una madre. Tal como le corresponde al que ama. Quizá parezca más bien una locura, pero lo será para el que no ama ni siente la fuerza del amor.

 

 

LIBER PRIMUS /  LIBRO PRIMERO

 

CONQUESTIO SUPER OCCUPATIONIBUS EIUS

 

CONDOLENCIA POR SUS OCUPACIONES

 

 

Capítulo 1

 

§ 1 

 

Unde iam ergo incipiam? Libet a occupationibus tuis, quia in his maxime condoleo tibi. Condoleo dixerim, si tamen  doles  et  tu.  Aliter  enim  doleo  magis  dixisse debueram,  quia non est condolere, ubi nemo qui doleat. Itaque si do es, condoleo; si non, doleo tamen, et maxime, sciens longius a salute  absistere membrum quod obstupuit, et aegrum sese non sentientem periculosius laborare. Absit autem ut de te id suspicer.

 

¿Por dónde comenzaría? Me decido a hacerlo por tus ocupaciones, pues son ellas las que más me mueven a condolerme contigo. Digo condolerme, en el caso de que a ti también te duelan. Si no es así, te diría que me apenan; pues no puede hablarse de condolencia cuando el otro no siente el mismo dolor. Por tanto, si te duelen, me conduelo; y si no, siento aún mayor pena, porque un miembro insensibilizado difícilmente podrá recuperarse; no hay enfermedad tan peligrosa como la de no sentirse enfermo. Pero ni se me ocurre pensar eso de ti.

 

§ 2    

 

Novi quibus deliciis dulcis quietis tuae non longe antehac fruebare. Non potes his dissuevisse tam cito, non potes ita subito non dolere nuper subtractas. Plaga recens dolore non caret. Neque enim iam occalluit vulnus, nec in tam brevi versum in insensibile est. Quamquam, si non dissimules,  non  deest  tibi  iugis materia iusti  doloris  a quotidianis damnis. Invitus, ni fallor, avelleris a tuae Rachelis amplexibus, et quoties id pati contigerit, toties dolor tuus renovetur necesse est.

 

Sé con qué gusto saboreabas hasta hace muy poco las delicias de tu dulce soledad. Es imposible que ya no lamentes su pérdida tan reciente. Una herida aún fresca duele muchísimo. Y no es posible que se haya encallecido la tuya tan pronto, ni te creo capaz de haberte insensibilizado en tan poco tiempo. Todo lo contrario. A no ser que quieras ocultarlo, te sobran razones para sufrir justificadamente por las fatigas que te reserva cada día. Si no me engaño te arrancaron de los brazos de tu querida Raquel,  contra tu voluntad, y ese dolor has de revivirlo nevitablemente cuantas veces tienes que soportar las consecuencias.

 

§ 3     

 

At quando non contingit? Quoties vis et incassum? Quoties moves, nec promoves? Quoties conaris, et non datur ultra; eniteris, et non paris? Tentas, et abriperis, et ubi incipis ibi deficis, et dum adhuc ordiris, succidunt te?  Venerunt filii usque ad artum, ait Propheta,  et vires non habet parturiens. Nosti hoc? Nemo te melius. Attritae frontis es, et instar vitulae Ephraim doctus diligere trituram si, pace tua, sic se tuae res habent. Absit: haec est pars illius, qui datus est in reprobum sensum. A his sane cupio tibi pacem, non cum his. Nihil plus metuo tibi pace ista. Miraris si umquam possit accidere? Etiam, dico tibi, si res, ut assolet, per consuetudinem in incuriam venerit.

 

¡Cuándo te sucede eso? Siempre que intentas algo inútilmente sin poder llevarlo a cabo. ¡Cuántos esfuerzos sin éxito! ¡Cuántos dolores de parto sin dar a luz! ¡Cuántos afanes frustrados! ¡Cuántas cosas tienes que abandonar nada más comenzarlas! ¡Y cuántos planes caen por tierra nada más concebirlos Han llegado los hijos hasta el cuello del útero -dice el profeta- y no hay fuerza para alumbrarlos. ¿No lo has experimentado ya? Nadie lo sabe mejor que tú. Tendrían que haberse debilitado tus facultades mentales o deberías ser como la novilla de Efraín, que trillaba a gusto, si es que te has acomodado a tu situación sin recuperación alguna. Pero no; eso sería propio de quien ya se  a rendido ante la reprobación. Te deseo sinceramente la paz, pero no una paz que nazca de tu conformismo. Sería muy alarmante para mi que gozarás de esa paz. ¿Te extrañaría que pudieses llegar a ese extremo? Te aseguro que es posible; ordinariamente la fuerza de la costumbre lleva a la despreocupación.

 

Capítulo 2    

 

DE PERICULIS NIMIAE OCCUPATIONIS

 

LOS PELIGROS DE LAS EXCESIVAS OCUPACIONES

 

§ 1     

 

Noli nimis credere affectui tuo qui nunc est. Nil tam fixum animo, quod neglectu et tempore non obsolescat. Vulneri vetusto et neglecto callus obducitur, et eo insanabile, quo insensibile fit. Denique dolor continuus et acerbus, diuturnus esse non patitur. Nam si non aliunde extunditur, necesse est cedat vel  sibi.  Enimvero cito aut de remedio consolationem recipiet, aut de assiduitate stuporem. Quid non invertat consuetudo? Quid non assiduitate duretur? Quid non usui cedat? Quantis quod prae amaritudine prius exhorrebant usu ipso male in dulce conversum est?

 

No te fíes demasiado del disgusto que ahora sientes. Nada hay tan arraigado en el ánimo que no pierda su fuerza con la negligencia del paso del tiempo. La curiosidad termina encubriendo una herida vieja ya olvidada; por eso se hace más difícil de curar cuanto menos duele. Hasta el dolor más agudo y tenaz acaba remitiendo en su intensidad; aunque no lo amortigüen los calmantes, cede por sí solo. O desaparece en seguida con las medicinas, o se adormece por su misma agudeza. ¿Hay algo que no consiga cambiar la fuerza de la costumbre? La rutina nos relaja. Nada resiste a la repetición asidua. Cuántos, debido a la inercia del hábito; han conseguido encontrar agradable lo que antes aborrecían por resultarles amargo.

 

§ 2    

 

Audi iustum quid lamentetur super huiusmodi:  Quae prius tangere nolebat anima mea, nunc prae angustia cibi mei sunt. Primum tibi importabile videbitur  aliquid;  processu temporis,  si assuescas, iudicabis non adeo grave; paulo post et leve senties, paulo post  nec  senties;  paulo post  etiam delectabit. Ita, paulatim in cordis duritiam  itur, et ex illa in aversionem. Sic est: gravis et continuus dolor  citum, ut dixi, habiturus est exitum, aut sanitatem profecto, aut insensibilitatem.

 

Así lo confesaba el justo aquel: Lo  que mi alma se negaba aun a tocarlo, eso ha venido a ser mi alimento en mi enfermedad. Al principio pueden parecerte insoportables algunas cosas; pero a la larga, si te acostumbras a e as, no las considerarás tan pesadas; poco después te resultarán ya soportables; en seguida ni las notarás, y a fin terminan por gustarte. Así, poco a poco, se llega a la pureza del corazón, y de ella, a la aversión. De esta manera; como te decía, el dolor más vivo y continuo llega a extinguirse recobrando la salud o haciéndose insensible.

 

Capítulo 3

 

§ 1     

 

Hinc prorsus, hinc tibi timui semper, et timeo ne, dilato  remedio,  dolorem  non  sustinens, periculo te irrevocabiliter desperatus immergas. Vereor, inquam, ne in mediis occupationibus,  quoniam multae sunt, dum finem diffidis, frontem dures, et ita sensim te ipsum quodammodo sensu prives iusti utilisque doloris.

 

En una palabra: es lo que siempre me temí de ti y lo temo ahora: que por haber diferido el remedio, por no poder soportar más el dolor, llegues, desesperado, a abandonarte al peligro de forma irremediable. Tengo miedo, te lo confieso, de que en medio de tus ocupaciones,  que son tantas, por no poder esperar  que lleguen nunca a su fin, acabes por endurecerte tú mismo y lentamente pierdas la sensibilidad de un dolor tan justificado y saludable.

 

§ 2     

 

Multo prudentius te illis subtrahas vel ad tempus, quam patiare trahi at, ipsis, et duci certe paulatim quo tu non vis. Quaeris quo? Ad cor durum. Nec pergas quaerere quid illud sit: si non expavisti, tuum hoc est. Solum est cor durum, quod semetipsum non exhorret, quia nec sentit. Quid me interrogas? Interroga Pharaonem. Nemo duri cordis salutem umquam adeptus est, nisi quem forte miserans Deus abstulit ab eo, iuxta Prophetam, cor lapideum, et dedit cor carneum. Quid ergo cor durum? Ipsum  est quod  nec  compunctione  scinditur, nec pietate mollitur,  nec movetur precibus: minis non  cedit, flagellis duratur. Ingratum ad beneficia est, ad consilia infidum, ad iudicia  saevum,  inverecundum  ad  turpia,  impavidum  ad pericula, inhumanum ad humana, temerarium in divina, praeteritorum obliviscens, praesentia negligens, futura non providens.  Ipsum  est,  cui  praeteritorum,  praeter solas iniurias, nihi  omnino non praeterit, praesentium nihil non perit, futurorum nulla, nisi forte ad ulciscendum, prospectio seu praeparatio est. E ut in brevi cuncta horribilis mali mala complectar ipsum est quod nec Deum timet, nec hominem reveretur.

 

Sustráete de las ocupaciones al menos algún tiempo. Cualquier cosa menos permitirles que te arrastren y te lleven a donde tú no quieras. ¿Quieres saber a dónde? A la dureza del corazón. Y no me preguntes qué es esa dureza de corazón Si no te has estremecido ya, es que tu corazón ha llegado a ella. Corazón duro es simplemente aquel que no se espanta de sí mismo, porque ni lo advierte. No me hagas más preguntas. Díselo al faraón. Ningún corazón duro llegó jamás a salvarse, a no ser que Dios, en su misericordia --como dice el profeta-, lo convierta en un corazón de carne. ¿Cuándo es duro el corazón? Cuando no se rompe por la compunción, ni se ablanda con la compasión, ni se conmueve en  a oración. No cede ante las amenazas y se encrespa con los golpes. Es ingrato a los bienes que recibe, desconfiado de los consejos, cruel en sus juicios, cínico ante lo indecoroso, impávido entre los peligros, inhumano con los hombres, temerario para con lo divino. Todo lo echa a la espalda, nada le importa el presente. No teme el futuro. Es de corazón duro el hombre que del pasado sólo recuerda las injurias que le hicieron. No se aprovecha del presente y el futuro únicamente lo imagina para maquinar y organizar la venganza. En una palabra: es de corazón duro el que ni teme a Dios ni respeta al hombre.

 

§ 3

 

En quo te trahere habent hae occupationes maledictae, si tamen pergis, ut coepisti, ita dare te totum illis, nil tui tibi relinquens. Perdis tempus et, si licet nunc alterum me tibi exhibere Iethro, tu quoque in his stulto labore  consumeris, quae non sunt nisi afflictio spiritus, evisceratio mentis,  exinanitio gratiae.  Nam fructus horum quid, nisi aranearum telae?

 

Hasta este extremo pueden llevarte esas malditas ocupaciones si, tal como empezaste, siguen absorbiéndote por entero sin reservarte nada para ti mismo. Pierdes el tiempo; y si me permites que sea para ti otro Jetró, te diría que te agotas en un trabajo insensato, con unas ocupaciones que no son sino tormento del espíritu, enervamiento del alma y pérdida de la gracia. El fruto de tantos afanes, ¿no se reducirá a puras telas de araña?

 

 Capítulo 4 

 

DE INFINITATE ET INDIGNITATE OCCUPATIONUM EIUS

 

EL EXCESO Y POCA DIGNIDAD DE SUS OCUPACIONES

 

§ 1         

 

Quaeso te, quale est istud, de mane usque ad vesperam litigare aut litigantes audire? Et utinam sufficeret die malitia sua!  Non sunt liberae noctes. Vix relinquitur necessitati naturae, quod corpusculi pausationi sufficiat, et rursum ad iurgia surgitur. Dies diei eructat lites, et nox nocti indicat  malitiam: usque adeo non est respirare n bonis, non est alternam capessere requiem, non vel rara interseri otia. Non ambigo te quoque ista deplorare: at frustra istud, si non et emendare studueris. Interim amen sic semper facias honor, nec te umquam ad ista duraveris quolibet usu vel assiduitate. Percussi eos, et non doluerunt, at Deus. Nihil tibi  et illis. Iusti potius tibi aptare curato et affectionem, et vocem, qui ait: Quae est enim fortitudo mea, ut sustineam, aut quis finis meus, ut patienter agam? Nec fortitudo lapidum fortitudo mea nec caro mea aenea est.

 

Yo te preguntaría: ¿Qué es eso de estar desde la mañana hasta la noche presidiendo juicios y escuchando a litigantes? Ojalá le bastara a cada día su malicia. Pero no; no te quedan libres ni las noches. Apenas has descansado un poco, para que tu pobre cuerpo se recupere algo, y ya tienes que levantarte de nuevo para acudir a los juicios. Un día le pasa a otro sus pleitos y la noche lega a la noche su maldad; y sin respiro alguno no sacas un momento para orar, ni para entreverar algo el trabajo con el descanso y menos todavía tienes un intervalo de ocio, aunque sea corto. Sé que tú también lo deploras, pero inútilmente, si no haces todo lo posible por remediarlo. Yo quisiera que al menos lo lamentes de momento, para que no te endurezca tan absorbente ocupación. Los herí y no han sentido dolor, dice Dios. ¡Qué no seas tú como ellos! Mira de identificarte más bien con lo que dice el justo y con sus sentimientos: ¿Qué fuerzas me quedan para resistir? ¿Qué destino espero para tener paciencia?. ¿soy tan resistente romo la piedra. ¿es acaso de bronce mi carne?

 

§ 2     

 

Magna virtus patientiae; sed minime hanc tibi ad ista optaverim. Interdum impatientem esse, probabilius. Tune approbes illorum patientiam, quibus Paulus dicebat: Libenter suffertis insipientes, cum sitis ipsi sapientes. Ni fallor, ironia erat, et non laus, sed suggillet quorumdam mansuetudinis, qui, datis quasi manibus pseudoapostolis, a quibus et seducti erant, ad quaeque ipsorum peregrina et prava dogmata trahi  se patientissime ferrent.  Unde et subdens: Sustinetis enim, inquit, si quis vos in servitutem redigit.

 

Gran virtud, por cierto, la paciencia. Pero en este caso no me gustaría que   tuvieras tú. Hay ocasiones en que es preferible saber impacientarse. No creo que apruebes la paciencia a la que Pablo se refería: Con gusto soportáis a los insensato, vosotros que sois sensatos. Si no me equivoco, aquí hay clarísima ironía y no alabanza, mordaz reprensión de la mansedumbre de algunos que, entregándose a los falsos apóstoles y seducidos por ellos, toleran con falsa paciencia que les arrastren a sus extraños y depravados dogmas. Por eso añade: si alguien os esclaviza, se lo aguantáis.

 

§ 3    

 

Non bona  patientia,  cum  possis    esse  liber, servum  te permittere fieri. Nolo dissimules servitutem, in quam certe in dies,  dum  nescis,  redigeris.  Hebetati  cordis indicium  est, propriam  non  sentire continuam  vexationem. Vexatio  dat intellectum auditui, ait quidam. Verum est, sed si nimia non fuerit;  nam  si  sit,  non  plane  intellectum dat, sed contemptum. Denique impius, cum in profundum malorum venerit, contemnit. Expergiscere ergo, et pessimae servitutis iugum  iam  iamque imminens,  immo  iam  non  modice premens, non tantum cave, sed horre.

 

No consiste la paciencia en consentir que te degraden hasta la esclavitud, cuando puedes mantenerte libre. Y no quisiera que pase inadvertida por ti esa servidumbre.en la que día a día te estás hundiendo sin darte cuenta. No sentir la continua vejación propia es un síntoma de que el corazón se haya embotado. Los azotes os servirán de lección, dice la Escritura. Lo cual es verdad; pero si no son excesivos. Cuando lo son, nada enseñan, porque provocan repugnancia. Cuando el impío llega al fondo del mal, todo lo desprecia. Espabílate y ponte alerta. Que te horrorice el yugo que te viene encima y te oprime con su odiosa esclavitud.

 

§ 4     

 

An ideo non servus, quia non uni  servis, sed omnibus? Nulla turpior servitus graviorve, quam servitus Iudaeorum, quam quocumque ierint post se trahunt, et ubique dominos offendunt suos. Tu quoque dic quaeso ubi umquam sis liber, ubi tutus, ubi tuus? Ubique strepitus, ubique tumultus, ubique iugum tuae servitutis te premit.

 

No creas que sólo quien sirve a un único señor es esclavo, sino también el que, sin serlo, está a disposición de todos. No existe peor ni más opresora servidumbre que la esclavitud de los judíos. Allí donde vayan la llevan consigo, y en todas partes son molestos para sus señores: Confiésalo también tú, por favor. ¿Dónde te sientes libre? ¿Dónde te ves seguro, dónde eres tú mismo? A todas partes te sigue la confusión, te invade el bullicio y te oprime el yugo de tu esclavitud. 

 

Capítulo 5

 

§ 1     

 

Nec mihi reponas nunc Apostoli vocem, qua ait: Cum essem liber ex omni us, omnium servum me feci. Longe est  istud  a  te.  Numquid  hac  ille  servitute  hominibus inserviebat in acquisitione turpis quaestus?  Numquid ad eum de toto orbe confluebant ambitiosi, avari, simoniaci, sacrilegi, concubinarii,  incestuosi et quaeque  istiusmodi monstruosa genera  hominum,  ut  ipsius  apostolica  auctoritate  vel obtinerent honores ecclesiasticos, vel retinerent?

 

No  me  repliques  ahora  con  las  palabras  del Apóstol, cuando dice: Siendo yo libre de todos, a todo me esclavicé. Porque no puedes aplicártelas a ti mismo. El no servía a los hombres como un esclavo para que consiguieran ventajas inconfesables. No acudían a él de todas las panes del mundo los ambiciosos, avaros, simoníacos, sacrílegos, concubinarios, incestuosos y otros monstruos de parecido ralea para conseguir o conservar mediante su autoridad apostólica títulos eclesiásticos.

 

§ 2     

 

Ergo servum se fecit  homo, cui vivere Christus erat et mori lucrum, ut plures lucrifaceret  Christo; non ut lucra augeret avaritiae. Non est igitur quod de sollertissima Pauli industria, et caritate tam libera quam liberali, servili conversationi tuae patrocinium sumas. Quam tuo dignius  apostolatu, quam salubrius tuae conscientiae, quam fructuosius Ecclesiae Dei audias potius ipsum alii dicentem: Pretio empti estis: nolite effici servi hominum.

 

Es cierto que se hizo siervo de todos aquel hombre cuya vida era Cristo y para quien morir era una ganancia. De este modo quería ganar a muchos para Cristo; pero no pretendía amontonar tesoros por su avaricia. No puedes tomar como modelo de tu servil conducta a Pablo por la sagacidad de su celo, ni por su caridad tan libre como generosa. Sería mucho más digno para tu apostolado, más saludable para tu conciencia y más fecundo para la Iglesia de Dios, que escucharas al mismo Pablo cuando dice en otro lugar: Habéis sido rescatados con un precio muy alto; no os hagáis ahora esclavos de los hombres.

 

§ 3     

 

Quid servilius indigniusque, praesertim Summo Pontifici  quam,  non dico omni die, sed paene omni hora, insudare talibus rebus, et pro talius? Denique quando  oramus?  Quando  docemus  populos? Quando aedificamus Ecclesiam?. Quando meditamur in Lege? Et quidem quotidie perstrepunt in palatio leges, sed Iustiniani, non Domini. Iustene etiam istud? Tu videris. Nam certe lex Domini immaculata, convertens animas. Hae autem non tam leges  quam  lites  sunt  et cavillationes,  subverentes iudicium. Tu ergo, pastor et episcopus animarum, qua mente, obsecro, sustines coram te semper silere illam, garrire istas?    

 

¿Puede haber algo más servil o indigno de un Sumo Pontífice como desvivirse por estos negocios, no digo ya cada día, sino en todo momento? ¿así, qué tiempo puede quedarnos para orar? ¿Cuántas horas reservamos para adoctrinar a los pueblos? ¿Cómo edificamos la iglesia? ¿Cuándo meditamos la ley del Señor? Y venga a tratar de leyes a diario en palacio, pero sobre las de Justiniano; no sobre las del Señor.  ¿También  eso es justo? ¿allá tú.  La ley del Señor es perfecta y alegra el corazón. Pero esas otras no son propiamente leyes, sino pleitos y sofisterías que trastornan el Juicio. Y tú, el pastor y guardián de las almas, ¿con qué conciencia puedes tolerar que la ley quede sofocada entre el bullicio de los litigios?

 

§ 4     

 

Fallor, si non movet tibi scrupulum perversitas haec Puto quod e interdum compellat clamare ad Dominum  cum Propheta: Narraverunt mihi iniqui fabulationes, sed non ut lex tua. I ergo, et te aude liberum profiteri sub mole tam gravi  inconvenientiae huius, et cui fas non sit cervicem subducere. Nam si potes et non vis, multo magis servus huius ipsius  tam perversae voluntatis tuae.  An non servus, cui dominatur  iniquitas?  Et  maxime.  Nisi tu forte indignius iudices hominem tibi quam vitium dominari. Quid interest, volens  servias,  an  invitus?  Nam etsi coacta servitus miserabilior, sed affectata miserior est.  Et quid vis me facere? inquis.  Ut tibi ab his occupationus parcas. Impossibile forsitan respondebis, facilius cathedrae valedicere posse. Recte hoc, si rumpere et non magis interrumpere ista hortarer.

 

Estoy seguro de que te muerden los escrúpulos por tanta perversidad. Y hasta me imagino que más de una vez te verás obligado a exclamar ante el Señor, como el profeta: Me contaron los malvados sus intenciones, pero no hay nada como tu ley. Ven ahora y atrévete a decirme que gozas de libertad bajo la mole aplastante de tantos impedimentos ineludibles. A no ser  que puedas evitarlo y no lo quieras. En ese caso estarías mucho más esclavizado por ser siervo de una voluntad tan degradada como la tuya. ¿o no es un esclavo aquel a quien le domina la iniquidad? Y más que nadie. Aunque tal vez para ti sea una abyección mayor ser dominado por otro hombre que ser esclavo de un vicio. ¿Y qué importará ser esclavo por propia complacencia o forzosamente, si al fin lo eres? La esclavitud forzosa es digna de lástima; pero más degradante será la esclavitud deseada. ¿Qué puedo hacer?, me dices. Abstenerte de esas ocupaciones. Acaso me responderás: Imposible; más fácil me resultaría renunciar a la Sede Apostólica. Precisamente eso sería lo más acertado si yo te exhortara a romper con ellas y no a interrumpirlas.

 

Capítulo 6       

 

EXHORTATIO SATIS METICULOSA

 

EXHORTACION RESPETUOSA

 

§ 1     

 

Audi  ergo  quid  redarguam,  quid  suadeam.  Si quod vivis e sapis, totum das actioni, considerationi nihil, laudo e? In hoc non laudo. Puto quod et nemo, qui a Salomone  audierit:  Qui  minoratur actu, percipiet  sapientiam. Certe nec ipsi actioni expedit consideratione non praeveniri. Si item totus vis esse omnium, instar illius qui omnia omnibus factus est, laudo humanitatem, sed si plena sit. Quomodo autem plena, te excluso? Et tu homo es. Ergo ut integra sit et plena humanitas, colligat et te intra se sinus qui omnes recipit. Alioquin quid tibi prodest, iuxta verbum Domini, si universos lucreris, te unum perdens?  Quam o rem, cum omnes te habeant, esto etiam tu ex habentibus unus.

 

Escucha mi reprensión y mis consejos. Si toda tu vida y todo tu saber lo dedicas a las actividades y no reservas nada para la consideración, ¿podría felicitarte? Por eso no te felicito. Y creo que no podrá hacerlo nadie que haya escuchado lo que dice Salomón: El que regula sus placeres, se hará sabio. Porque incluso las mismas ocupaciones saldrán ganando si van acompañadas de un tiempo dedicado a la consideración. Si tienes ilusión de ser todo para todos, imitando al que se hizo todo para todos, alabo tu bondad; a condición de que sea plena. Pero ¿cómo puede ser plena esa bondad si te excluyes de ella a ti mismo? Tú también eres un ser humano. Luego para que sea total y plena tu bondad, su seno, que abarca a todos los hombres, debe acogerte también a ti. De lo contrario, ¿de qué te sirve -de acuerdo con la palabra del Señor ganarlos a todos si te pierdes a ti mismo? Entonces, va que todos te poseen, sé tú mismo uno de los  que disponen de ti.

 

§ 2     

 

Quid solus fraudaris munere tui? Usquequo spiritus vadens, e non rediens?  Usquequo non recipis te et ipse inter alios vice tua? Sapientibus et insipientibus debitor es, et soli negas te tibi?

 

¿Por qué has de ser el único en no beneficiarte de tu propio oficio? ¿Hasta cuándo vas a ser un aliento fugaz que no torna? ¿Cuándo, por fin, vas a darte audiencia a ti mismo entre tantos a quienes acoges? Te debes a sabios y necios, ¿y te rechazas sólo a ti mismo?

 

§ 3     

 

Stultus et sapiens, servus et liber, dives et pauper vir et femina, senex et iuvenis, clericus et laicus, iustus et impius, omnes pariter participant te, omnes de fonte publico hauriunt pectore tuo,  et tu seorsum sitiens sta is? Si maledictus qui partem suam facit deteriorem, quid ille qui se penitus  reddit  expertem?  Sane  deriventur  aquae tuae in plateas: homines et iumenta et pecora bibant ex eis, quin et camelis pueri Abrahae potum tribuas; sed inter ceteros bibe et tu de fonte putei tui. Alienus, inquit, non bibat ex eo.  Numquid  tu  alienus?  Cui  non  alienus,  si  tibi es?

 

El temerario y el sabio, el esclavo y el libre, el rico y el pobre, el hombre y la mujer, el anciano y el joven, el clérigo v el laico, el justo y el impío, todos disponen de ti por igual, todos beben en tu corazón como de una fuente pública, ¿y te quedas tú solo con sed? Si es maldito el que dilapida su herencia, ¿qué será del que se queda sin él mismo? Riega las calles con tu manantial, beban  de él hombres, jumentos y animales, sin excluir siquiera a los camellos del criado de Abrahán; pero bebe tú también con ellos del caudal de tu pozo. No lo repartas con extraños. ¿o es que tú eres un extraño? ¿para quién no eres un extraño, si lo eres para ti mismo?

 

§ 4     

 

Denique qui sibi nequam; cui bonus? Memento proinde, non dico semper, non dico saepe, sed vel interdum reddere e ipsum tibi. Utere tu quoque te inter multos, aut certe post multos.  Quid  indulgentius?  Hoc  enim  dico  secundum indulgentiam, non   secundum  iudicium.  Puto et ipso Apostolo indulgentiorem me in hac pane. Ergo plus quam oportet, inquis. Non inficior. Quid, si ita oportet? Nam tu, ut confido, nostra non eris meticulosa informatione contentus, sed abundabis magis. Sane sic decet, te scilicet abundantiorem quam me audaciorem esse. Ego quoque mihi tutius iudico apud maiestatem timiditate quam temeritate periclitari. Et fortassis non secus moneri sapientem oportuit, ut sit quod scriptum est: Da occasionem sapienti, et sapientior erit.

 

En definitiva, el que es cruel consigo mismo, ¿para quién es bueno? No te digo que siempre, ni te digo que a menudo, pero alguna vez, al menos, vuélvete hacia ti mismo. Aunque sea como a los demás, o siquiera después de los demás, sírvete a ti mismo. ¿Qué mayor condescencia? Lo digo por exigencia de la caridad más que de la justicia. Y creo que soy contigo más indulgente que el propio Apóstol. ¿Y más de lo conveniente?, me dirás. Pero no me preocupa; ¿qué más da, si así conviene? Porque confío en que tú no te conformarás con mi tímida exhortación, sino  que la superarás. En realidad, lo mejor sería que tu generosidad  superara mi audacia. A mí me parece más seguro equivocarme ante tu majestad que no quedarme corto por mi timidez. Quizá fuera preferible amonestarle al sabio, como lo he hecho, según lo  que está escrito: Ofrécele la ocasión al sabio, y será más sabio todavía.

 

 Capítulo 7

 

QUID VIDETUR PERFECTIUS

 

QUÉ ES LO QUE PARECE MAS PERFECTO

 

§ 1    

 

Audi  tamen  Apostolum, quid  de huiusmodi sentiat: Sic non est inter os sapiens, ait ille, qui iudicet inter fratrem et fratrem  et infer: Ad ignominiam vobis diro: contemptibiliores qui sunt in  Ecclesia,  illos constituite ad iudicandum. Itaque, secundum  Apostolum,  indigne tibi usurpas  tu,  Apostolice,  officium  vile,  gradum contemptibilium.  Unde  et  dicebat  Episcopus,  Episcopum instruens:  Nemo,  militans  Deo,  implicat  se  negotiis saecularibus.  Ego autem parco tibi. Non  enim fortia loquor, sed possibilia.

 

Escucha, además, lo que piensa al respecto el Apóstol: Así que, ¿no hay entre vosotros ningún entendido que pueda arbitrar entre dos hermanos? Y concluye: Lo digo para vergüenza vuestra. En los pleitos tomáis por jueces a esa gente que en la iglesia no pinta nada. Luego, según el Apóstol, usurpas para ti indignamente un oficio vil, una categoría de las más despreciables. Por eso el mismo Apóstol, instruyendo a otro apóstol, le decía: Nadie que trate de servir a Dios se enreda en asuntos mundanos. Pero yo soy más condescendiente contigo; no te exijo tanto, sino únicamente lo que en realidad está a tu alcance.

 

§ 2    

 

Putasne haec tempora sustinerent, si, hominibus litigantibus pro terrena hereditate et flagitantibus abs te iudicium, voce Domini responderes: O homines, quis me constituit iudicem super vos?  In quale tu iudicium mox venires? Quid dicit homo rusticanus et imperitus, ignorans primatum suum, inhonorans summam et praecelsam sedem, detrahens apostolicae dignitati? Et tamen non monstrabunt, puto,  qui  hoc  dicerent,  ubi  aliquando quispiam Apostolorum iudex sederit hominum, aut divisor terminorum, aut  distributor terrarum.  Stetisse  denique lego Apostolos iudicandos, sedisse iudicantes  non lego. Erit illud, non fuit. Itane imminutor est dignitatis servus; si non vult esse maior domino suo, aut discipulus, si non vult esse maior eo qui se misit, aut filius, si non transgreditur terminos, quos posuerunt patres sui? Quis me constituit iudicem  ait ille, Dominus et Magister; et erit iniuria servo discipuloque, nisi iudicet universos?

 

Creo que, en estos tiempos, los hombres que litigan por los bienes materiales y que piden justicia, no tolerarían que les respondieses con una reacción parecida a la del Señor: Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?. ¿Qué pensarían inmediatamente de ti? Dirían: Habla como si fuese un rudo ignorante que se olvida de que es el primado; deshonra su Sede suprema y la gloriosa dignidad apostólica. Sí, lo dirían; pero jamás podrían demostrar que apóstol alguno se haya constituido en juez de los hombres, especializado en pleitos sobre lindes o partición de herencias. Lo que sí he visto es que los apóstoles comparecieron para ser juzgados; pero nunca he podido comprobar que se hayan sentado para actuar como jueces. Eso lo harán un día que todavía no ha llegado. ¿o acaso el siervo se rebaja en su dignidad cuando no intenta ser mayor que su señor? No creo que desdiga del alumno no ser superior a su maestro, ni que sea indigno de un hijo no salirse de las prohibiciones que le impusieron sus padres. ¿Quién me constituyó juez? Lo dijo él, el Señor y el Maestro. ¿Puede ahora sentirse ofendido el siervo o el alumno que no se erige en juez universal?

 

§ 3

 

Mihi tamen non videtur bonus aestimator rerum qui indignum putat Apostolis seu apostolicis viris non iudicare e talibus, quibus datum est iudicium in maiora. Quidni contemnant iudicare de terrenis possessiunculis hominum, qui in caelestibus et angelos iudicabunt? Ergo in criminibus non in possessionibus potestas vestra; quoniam propter illa, et non  propter  has,  accepistis  claves  regni  caelorum, praevaricatores utique exclusuri;  non possessores. Ut sciatis, ait, quia filius hominis habet potestatem in terra dimittendi peccata, etc. Quaenam tibi maior videtur et dignitas et potestas, dimittendi peccata an praedia dividendi? Sed non est comparatio. Habent haec infima et terrena iudices suos reges et principes terrae. Quid fines alienos invaditis? Quid falcem  vestram  in  alienam  messem  extenditis?  Non  quia indigni vos, sed quia indignum vobis talibus insistere, quippe potioribus occupatis. Denique ubi necessitas exigit, audi quid censeat non ego, sed Apostolus: Si enim in vobis iudicabitur hic mundus, indigni estis, qui de minimis iudicetis

 

Tampoco creo que posea un buen criterio quien piense que es indigno de los apóstoles y de sus sucesores carecer de competencia para ser Jueces en toda clase de causas, cuando sólo recibieron potestad para las más trascendentales. ¿Por qué no puede n despreciar el rebajarse a juzgar los pleitos más miserables quienes un día juzgarán a los mismos ángeles del cielo? Tú tienes jurisdicción sobre los delitos, no sobre las posesiones; recibiste las llaves del reino de los cielos para cerrar sus puertas a los pecadores, no a los terratenientes. Para que sepáis -afirma- que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados... ¿Qué potestad y dignidad te parece mayor: la de perdonar los pecados o la de dirimir pleitos? No hay comparación posible. Ya hay jueces para esos asuntos tan ruines y terrenos: ahí están los príncipes y los reyes de este mundo. ¿Por qué te entrometes en competencias ajenas? ¿Cómo te atreves a poner tu hoz en la mies que no es tuya? No es porque tú seas indigno, sino porque es indigno de ti injerirte en causas semejantes, cuando debes ocuparte de realidades superiores. Y si alguna vez lo requiere así un caso especial, conviene que recuerdes no ya mi opinión personal, sino la del mismo Apóstol, que dice: Si vosotros vais a juzgar al mundo, seréis incapaces de juzgar esas otras causas más pequeñas.

 

 Capítulo 8

 

§ 1    

 

Sed aliud est incidenter excurrere in ista, causa quidem urgente, aliud ultro incumbere istis, tamquam magnis dignisque  tali taliumque  intentione  rebus.  Itaque haec  et innumera talia dicerem, si fortia dicerem, si recta, si sincera. Nunc autem quoniam dies mali sunt, sufficit interim  admonitum  esse, non  totum te,  nec  semper dare actioni, sed considerationi aliquid tui et cordis, et temporis sequestrare. Hoc autem dico necessitatem intuens, non aequitatem, quamquam non sit praeter aequum necessitati cedere.

 

Pero una cosa es caer incidentalmente en esas causas, cuando lo apremian razones de peso, y otra entregarse a ellas plenamente, como si se tratara de los asuntos más graves que requieren toda nuestra dedicación. Debería recordarte otras muchísimas razones, si tratara de exponerte todos los argumentos más convincentes, con los consejos más atinados y sinceros. Mas ¿para qué? Corren días malos y ya te he insistido suficientemente en que no te des del todo, ni siempre, a la acción, sino que te reserves para la consideración algo de ti mismo, de tu corazón y de tu tiempo. Y te lo digo pensando más en tu necesidad que en la equidad, aunque no es contra justicia ceder a lo necesario.

 

§ 2 

 

DE NECESSITATE CONSIDERATIONIS

 

NECESIDAD DE LA CONSIDERACIÓN

 

Nam si liceret quod deceret; absolute per omnia et in omnibus praeferendam, et vel solam, vel maxime colendam eam,  quae  ad  omnia valet, id est pietatem, prorsus irrefragabilis ratio monstrat. Quid sit pietas quaeris? Vacare considerationi. Dicas forsitan me in hoc dissentire ab illo, qui pietatem diffinivit cultum Dei. Non est ita. Si bene consideras, illius sensum meis expressi verbis, licet ex  arte. Quid enim tam pertinens ad cultum Dei, quam quo  ipse hortatur in Psalmo: Vacate et videte quoniam  ego sum Deus, quod quidem in partibus considerationis praecipuum est?

 

Es lícito hacer lo que creemos más conveniente. Por tanto, de suyo, siempre y en toda ocasión, se debe preferir la piedad como un valor absoluto. Porque es útil para todo; así nos lo muestra indiscutiblemente nuestra razón. ¿Me preguntas qué es la piedad? Entregarse a la consideración. Tal vez me repliques que en esto disiento de quienes definen la piedad como el culto que se tributa a Dios. Pero no rechazo esta definición. Si lo piensas bien, la mía, al menos en parte, coincide totalmente con ella. Porque lo más esencial del culto a Dios es aquello que nos pide el salmo: Cesad de trabajar y ved  que yo soy Dios. ¿No consiste precisamente en esto la consideración?

 

§ 3    

 

Quid denique tam ad omnia valens quam quae ipsius quoque actionis partes benigna quadam praesumptione suas facit, praeagendo quodammodo et praeordinando quae agenda sunt? Necessario sane, ne forte quae praevisa et praemeditata poterant esse proficuo, praecipitata magis periculo fiant, quod tibimet, si recordaris, in ipsis actionibus causarum, et in magnis quibusque negotiis magnarumve consiliis rerum, frequenter accidisse non ambigo.

 

Además, viene a ser lo más útil para todo. Porque incluso sabe anticiparse en cierto modo a la misma acción, ordenando de antemano lo que se debe hacer mediante una eficaz previsión. Esto es fundamental. De lo contrario, cosas que podían haber sido previstas y consideradas con antelación ventajosamente, se llevan a cabo con mucho riesgo por hacerlas precipitadamente. Y no dudo que te haya ocurrido esto con frecuencia a ti mismo; repasa, si no, los procesos de los pleitos, los asuntos más importantes y las decisiones más comprometidas.

 

§ 4    

 

Et primum quidem ipsum fontem suum, id est mentem, de qua oritur, purificat consideratio. Deinde regit affectus, dirigit actus, corrigit excessus, componit mores, vitam honestat et ordinat, postremo divinarum pariter et humanarum rerum scientiam confert. Haec est quae confusa disterminat, hiantia cogit, sparsa colligit,  secreta rimatur, vera vestigat, veri similia examinat, ficta et fucata explorat:  Haec est quae  agenda praeordinat, recogitat acta, ut nihil in mente resideat aut incorrectum, aut correctione egens. Haec est quae in prosperis adversa praesentit, in adversis quasi non sentit, quorum alterum fortitudinis, alterum prudentiae est.

 

Lo primero  que purifica la consideración es su propia fuente; es decir,el alma, de la cual nace. Además, controla los afectos, corrige los excesos, modera la conducta, ennoblece y ordena la vida y depara el conocimiento de lo humano y de los misterios divinos. Es la consideración la que pone orden en lo que está confuso; concilia lo incompatible, reúne lo disperso, penetra lo secreto, encuentra la verdad, sopesa las apariencias y sondea el fingimiento taimado. La consideración prevé lo que se debe hacer, recapacita sobre lo que se ha hecho; así no queda en el alma sedimento alguno de incorrección ni nada que deba ser corregido. Por la consideración se presiente la adversidad en el bienestar, tal como lo dicta la prudencia, y casi no se sienten los infortunios gracias a la fortaleza de ánimo que infunde.

 

 Capítulo 9

 

§ 1    

 

Ibi etiam advertere tibi est suavissimum quemdam concentum complexumque virtutum, atque alteram pendere ex altera, sicut hoc loco vides fortitudinis matrem esse prudentiam, nec fortitudinem, sed temeritatem esse quemlibet ausum, quem non parturivit prudentia. Haec item est, quae inter voluptates et necessitates media, quasi quaedam arbitra, sedens, utrimque certis limitibus disterminat fines, istis assignans et praebens quod sat est, illis quod nimis est demens, et se ex alterutro tertiam formans virtutem, quam dicunt temperantiam. 

 

Debes advertir también la suavísima armonía, la conexión  que existe entre las virtudes y su mutua interdependencia. A ora mismo acabas de contemplar a la prudencia como madre de la fortaleza. Y lo que no nace de la prudencia será una osadía de la temeridad, no un impulso de la fortaleza. Es también la prudencia quien, haciendo de mediadora entre lo voluptuoso y lo necesario, los mantiene dentro de sus propios límites; porque asigna y proporciona lo que basta para satisfacer las necesidades, pero corta todo exceso al deleite. Así nace una tercera virtud, a la que llamamos templanza.

 

§ 2    

 

Nempe intemperantem  ipsa consideratio censet, tam eum, qui necessariis pertinaciter demit, quam qui indulget  superfluis.  Non  est  ergo temperantia  in  solis resecandis superfluis: est et in admittendis necessariis. Huius sententiae  Apostolus  non  fautor tantum, sed  auctor esse videtur, qui curam carnis  nostrae  docet  non  perfici in desiderio. Dicens siquidem  curam carnis non perfici superflua cohibet; addens in desiderio,  necessaria non excludit. Unde mihi videtur non omnino absurde diffinire temperantiam, qui hanc nec praecidere necessitatem, nec excedere dicat, iuxta illud Philosophi: Ne quid nimis.

 

Y es precisamente la consideración quien nos permite descubrir la intemperancia, tanto si nos empeñamos en privarnos de lo necesario como en regalarnos con nuestros caprichos. Porque no consiste la templanza únicamente en abstenernos de lo superfluo, sino también en concedernos lo necesario. El Apóstol, además de secundar esta idea, es su propio autor, cuando nos dice  que cuidemos de nuestro cuerpo, pero sin darnos a sus bajos deseos. Al pedirnos que no andemos solícitos por la carne nos prohíbe apetecer lo superfluo; y al añadir: dando pábulo a los bajos deseos, no excluye que busquemos lo necesario. Por eso pienso que no será absurdo definir la templanza como la virtud que no se queda más acá ni va más allá de lo necesario, según aquello del filósofo: ne quid nimis.

 

Capítulo 10

 

§ 1     

 

Iam de iustitia, quae una ex quatuor est, nonne constat consideratione mentem praeveniri, ut se formet in ea? Se enim necesse est prius cogitet; ut ex se normam ducat iustitiae, nec factura utique alteri, quod sibi fieri nolit, nec quod sibi velit fieri negatura. In  is nempe duobus liquet integrum esse iustitiae statum. Sed nec ipsa solitaria est.

 

Pasando ya a la virtud de la justicia, una de las cuatro cardinales, sabemos que, antes de formarse en ella el espíritu, ya ha sido poseído previamente por la consideración. Porque es menester que primero se recoja en si mismo, para sacar de su interior esa norma de la justicia que consiste en no hacer a otro lo que no se desea  ara sí y en no negar a los demás lo que uno quisiera que le   n. Sobre estos dos polos gira toda la virtud de la justicia. Pero ésta nunca va sola.

 

§ 2 

 

DE CONVENIENTIA QUATUOR VIRTUTUM

 

LA MUTUA DEPENDENCIA DE LAS CUATRO VIRTUDES

 

Intuere etenim nunc mecum etiam huius pulchram connexionem et cohaerentiam cum temperantia, et nem ambarum cum duabus superioribus, id est prudentia et fortitudine. Nam cum iustitiae dicatur portio, quod sibi non vult fieri quis, alii non facere,  porro perfectio, quod ait Dominus: Quaecumque vultis ut faciant vobis homines, et vos facite illis, neutrum horum erit, nisi ipsa voluntas, de qua tota ducitur forma, sic ordinata fuerit, ut nec velit aliquid superfluum, nec necessarium quid superstitiose nolit, quod quidem temperantiae est. Denique et ipsi iustitiae, ut iusta sit, temperantia modum imponit. Noli nimium esse iustus, ait Sapiens, ostendens per hoc minime approbandam iustitiam, quae temperantiae moderamine non frenetur. Quid quod et ipsa sapientia hoc temperantiae frenum non respuit, dicente Paulo secundum sapientiam a Deo sibi datam, non plus sapere quam oportet sapere; sed sapere ad sobrietatem?

 

Examina ahora conmigo su hermosa conexión y coherencia con la templanza, y la que ambas tienen con las otras dos virtudes ya mencionadas: la prudencia y la fortaleza. Porque parte de la justicia es no hacer a los demás lo que no quisiéramos que nos hagan, y su perfección culmina en lo que nos dice el Señor: Todo lo que querríais que hicieran los demás por nosotros, hacedlo vosotros por ellos. Pero ni lo uno ni lo otro lo llevaremos a la práctica si la voluntad misma, en la que se fragua su forma, no va disponiéndose a rechazar lo superfluo y a prescindir de lo necesario con verdadero escrúpulo. Esta disposición es precisamente lo específico de la templanza. Incluso la misma justicia, si no quiere dejar de ser justa,  deberá ser regulada por la moderación de esa virtud. No exageres tu honradez, dice el sabio, a fin de indicarnos que nunca debemos dar por bueno el sentido de lo justo si no es moderado por el  reno de la templanza. Ni la misma sabiduría desdeña este control. Lo dice Pablo con el saber que Dios le dio: No sentir de sí más altamente de lo que conviene sentir, sino aspirando a un sobrio sentir.

 

§ 3

 

Sed et e converso, quod temperantiae necessaria iustitia sit, ostendit Dominus, arguens in Evangelio illorum  temperantiam, qui abstinebant ut viderentur hominibus ieiunantes. Erat in cibo temperantia, sed non iustitia in animo, quia non Deo placere, sed hominibus intendebant.

 

Y al revés. La templanza necesita igualmente de la justicia. Nos lo enseña el Señor en el Evangelio al condenar la templanza de los que sólo ayunaban para ostentar ante la gente su ayuno. Guardaban templanza en el comer, pero no eran justos en su corazón, porque no intentaban agradar a Dios, sino a los hombres.

 

§ 4    

 

Quomodo rursum vel illa, vel ista, sine fortitudine, cum constet fortitudinis esse, et non mediocris, cohibere velle et nolle suum inter angustias, parum et nimis; ut sit contenta voluntas modo illo medio, nudo, puro, solo, constante sibi, aequali undique sui, utpote ex omni parte pariter circumciso, quem solum constat esse virtutis?

 

Finalmente, ¿cómo poseer esta virtud o la otra sin la fortaleza? Se necesita fortaleza, y no pequeña, para pretender reprimir y rechazarse a sí mismo rígidamente, sin quedarse corto ni pasarse, mientras la voluntad se mantiene en el término medio preciso, riguroso, único, invariable, en el centro mismo, netamente recortado. En esto consiste la fortaleza.

 

 Capítulo 11

 

§ 1    

 

Dicito mihi, quaeso, si potes, cuinam potissimum trium harum virtutum meditullium hoc dandum censeas, quo ita  cunctis  conterminum  est,  ut videatur esse proprium singularum? An i sum virtus est, et nihil aliud? Sed sic virtus non esset multiplex, sed essent omnes una. An potius, quia sine eo virtus non est, omnium quodammodo intima vis una est et medulla virtutum, in qua sic uniuntur, ut perinde una videantur omnes, praesertim  quod  non  illud participando communicant, sed totum a singulis atque integrum possidetur?

 

Dime, si puedes, a cuál de estas tres virtudes le asignarías especialmente este término medio. ¿No crees que es tan propio de las tres, que parece ser exclusivo de cada una? Se diría que en ese término medio, sin más, consiste toda la virtud. Pero entonces no habría diversidad de virtudes, pues todas se reducirían a una. No. Lo que pasa es que no puede darse una virtud que carezca de este término medio, que es el íntimo dinamismo y el meollo de todas las virtudes. A él revierten tan estrechamente, que es como si todas pareciesen una única virtud; no porque lo compartan repartiéndoselo, sino porque cada una -prescindiendo de las demás- lo posee por entero.

 

§ 2    

 

Verbi causa, quid tam iustitiae quam modus? Alioquin si quid extra modum relinquit, non plane cuique tribuit quod suum est, quod tamen suum ipsius est facere. Quid tam rursum temperantiae, quae non a unde profecto temperantia est, nisi quod nil immoderatum admittit? Sed, puto, fatebere etiam non minus esse fortitudinis, cum vel maxime ipsa sit, quae a irruentibus vitiis, et quasi hinc inde suffocare conantibus, purum illud potenter eruit et vindicat in quoddam stabile fundamentum boni sedemque virtutis. Ergo modum istum tenere iustitia est, temperantia est, fortitudo est.

 

Por poner un ejemplo: ¿no es la moderación lo más típico de la justicia? Si algo se le escapase de su control sería incapaz de dar a cada cual todo lo  que le corresponde, tal como lo exige la misma naturaleza de  a justicia. Y a su vez, ¿no se llama la templanza así por excluir todo lo que no sea moderado? Lo mismo sucede con la fortaleza. Precisamente lo propio de esta virtud es salvarle a la templanza de los vicios que le asaltan por todas panes a fin de sofocarla, defendiéndola con todas sus fuerzas hasta fortificarla, como sólida base del bien v asiento de todas las virtudes. Por tanto, justicia, fortaleza y templanza llevan en común como propio esa moderación del justo medio.

 

§ 3     

 

Sed vide ne in hoc differant,  ut iustitiae quidem in affectu res si, a fortitudine autem efficacia eius, porro possessio atque usus apud temperantiam. Restat ut doceamus ab hac communione prudentiam non excludi.  Nonne ipsa est, quae modum, diu animi neglectu posthabitum, et vitiorum invidia quasi in abditis reclusum; et coopertum quadam vetustatis caligine, prior  reperit  et  advertit?  Propterea  dico  tibi:  a  paucis advertitur, quia paucorum prudentia est.

 

Mas no por eso carecen de diferencia especifica. La justicia ama, la fortaleza ejecuta, la templanza modera el uso y posesión de lo que se tiene. Nos queda por demostrar cómo participa de esta comunión la virtud de a prudencia. Es ella precisamente la  primera en descubrir y reconocer ese justo medio, pospuesto durante tanto tiempo por negligencia del alma, aprisionado en lo más oculto por la envidia de los vicios y encubierto por las tinieblas de  olvido. Por esta razón, te aseguro que son muy pocos los que la descubren, porque son muy pocos quienes la poseen.

 

§ 4    

 

Itaque iustitia quaerit,  prudentia  invenit,  vindicat  fortitudo, temperantia possidet. Non mihi hoc loco propositum de virtutibus disputare,  sed  haec  dixerim  hortans  ad  vacandum considerationi, cuius beneficio haec et similia advertuntur. Cui tam pio tamque utili otio nullam in via operam dare, nonne vitam perdere est?

 

La justicia busca, por tanto, el justo medio. La prudencia lo encuentra, )a fortaleza lo defiende y la templanza lo posee. Mas no era mi intención tratar aquí de las virtudes. Si me he extendido en ello, ha sido para exhortarte a que te entregues a la consideración, pues así descubrimos estas cosas y obras semejantes. Perdería su vida inútilmente el que jamás se ocupara en este santo ocio, tan religioso y tan benéfico.

 

 Capítulo 12

 

DE MALITIA DIERUM NOSTRORUM

 

LA MALDAD DE NUESTRA EPOCA

 

§ 1

 

Quid tamen? Si te philosophiae huic totum repente devoveris, praedecessores tui non ita consueverunt: eris molestus quam pluribus, quasi qui a patrum vestigiis subito deviaveris; nempe id videberis agere in suggillationem illorum. Sed et notabere vulgari proverbio: Qui hoc facit quod nullus, mirantur omnes, veluti qui cupias admirationi fore. Nec potes eorum omnia simul et subito vel errata corrigere, vel excessus redigere in modum. Erit cum acceperis tempus, ut secundum  sapientiam  tibi a Deo datam   paulatim et opportune id studeas. Interim sane malo alterius utere in bonum quod potes.

 

¿Qué sucedería si de repente te rindieras de plano a esta filosofía? Desde luego, tus predecesores no lo hicieron. A muchos les resultaría molesto. Seria como si te desviases inesperadamente de las huellas de tus padres e insultases su recuerdo. Te aplicarían aquel proverbio: Haz lo que nadie hace y todos se fijarán en ti, como si pretendieses ser admirado. Claro que no podrías corregir todos los errores ni moderar todos los excesos inmediatamente. Pero, con el tiempo y el tino que Dios te concedió, lo conseguirás lentamente si buscas las oportunidades. Siempre te será factible sacar partido de un mal del que tú no eres responsable.

 

§ 2    

 

Quamquam si de bonis, et non de novis, sumamus exempla, non defuere Romani Pontifices, qui sibi otia  inter  maxima negotia  invenirent.  Obsidio  urbi  et barbaricus ensis civium cervicibus imminebat; numquid tamen istud terruit beatum Papam Gregorium; quominus sapientiam scriberet  in  otio?   Eo  nempe temporis, quod  ex  eius praefatione liquet, obscurissimam et extremam partem Ezechielis tam diligenter quam eleganter exposuit.

 

Si tomamos ejemplo de los buenos, y no son precisamente los más recientes, encontraremos algunos sumos pontífices que fueron capaces de encontrar para sí espacios para el ocio santo, aunque estaban inmersos en los asuntos más delicados. Era inminente el asedio de la Urbe y la espada de los bárbaros se cernía sobre el cuello de sus habitantes. Y no se encogió el santo papa Gregorio, que no interrumpió su contemplación ni la redacción de sus sabios comentarios. Justamente en esas circunstancias, como se desprende del prólogo, redactó con exquisita elegancia y plena dedicación la última parte de su tratado sobre Ezequiel, la más misteriosa de todas.

 

 Capítulo 13

 

§ 1

 

Sed esto: alius inolevit mos, dies alii sunt et alii hominum mores, et tempora periculosa non instant iam,, sed exstant. Fraus et circumventio, et violentia, invaluere super terram.  Calumniatores  multi,  defensor  rarus,  ubique potentiores  pauperiores  opprimunt:  non  possumus  deesse oppressis, non negare iniuriam patientibus iudicium. Nisi agitentur causae, audiantur pares, inter partes iudicare quis potest?

 

De acuerdo. Es cierto  que han echado raíces otras formas de vida y que han cambiado radicalmente los tiempos y los hombres. No es que nos amenacen nuevos peligros, porque ya son una realidad presente. El fraude, el engaño y la violencia se han apodera   de la tierra. Campean los calumniadores, apenas nadie defiende la verdad, por todas partes los más fuertes oprimen a los más débiles. No podemos desentendernos de los oprimidos, ni negarles la justicia a los que sufren vejación. ¿Y cómo va a ser posible hacerles justicia, si se encarpetan las causas y no se escucha a las partes litigantes?

 

§  2  

 

DE ADVOCATIS

 

LOS ABOGADOS

 

Agitentur causae, sed sicut oportet. Nam is modus, qui frequentatur, exsecrabilis plane, et qui, non dico Ecclesiam, sed  nec  forum  deceret.  Miror namque quemadmodum religiosae aures tuae audire sustinent huiusmodi dispuationes advocatorum  et  pugnas  verborum,  quae  magis  ad subversionem  quam  ad inventionem  proficiunt veritatis.

 

Sí; deben tramitarse las causas. Pero como es debido. Porque resulta detestable cómo se encauzan habitualmente los litigios; algo indigno, no digamos ya de los tribunales de la Iglesia, sino hasta de los civiles. Me pasma cómo pueden escuchar tus piadosos oídos unas argumentaciones y contrarréplicas de los abogados, que sirven más para destruir la verdad que para esclarecerla.

 

§ 3    

 

Corrige pravum morem et praecide linguas vaniloquas, et labia dolosa claude. Hi sunt qui docuerunt linguas suas loqui mendacium, diserti adversus iustitiam, eruditi pro falsitate. Sapientes sunt ut faciant malum, eloquentes ut impugnent verum. Hi sunt qui instruunt a quibus fuerant instruendi, adstruunt non comperta, sed sua; struunt de proprio calumnias innocentiae, destruunt simplicitatem veritatis, obstruunt iudicii vias.

 

Corrige la depravación, cierra los labios lisonjeros y corta la lengua que propala mentiras. Porque afilan su elocuencia para servir al engaño y argüir contra la justicia, como maestros que impugnan la verdad. Dan lecciones a quienes deberían instruirles y no se basan en la evidencia, sino en sus invenciones. Calumnian ellos mismos al inocente. Desbaratan la simplicidad de la misma verdad. Obstruyen el camino de la justicia.

 

§ 4    

 

Nihil ita absque labore manifestam facit veritatem, ut brevis et pura narratio. Ergo illas quas ad te necesse erit intrare causas, neque enim necesse erit omnes diligenter, velim, sed  breviter,  decidere assuescas frustratoriasque et venatorias praecidere dilationes. Causa viduae intret ad te, causa pauperis et eius qui non habet quod det. Aliis alias multas poteris committere terminandas quam plures nec dignas audientia iudicare. Quid enim opus es admittere illos, quorum peccata manifesta sunt praecedentia ad iudicium?

 

Nada puede esclarecer tan fácilmente la verdad como una exposición precisa y nítida. Quiero que te habitúes a decidir con brevedad e interés todas las causas que inevitablemente han de ser vistas por ti, que no tienen por qué ser todas. Y zanja toda dilación fraudulenta y falsa. L  va tú personalmente las causas de las viudas, del pobre y del insolvente. Obras muchas podrías pasarlas a otros. Y las más de las veces no debes considerarlas ni dignas de audiencia. ¿para qué perder el tiempo en escuchar a gentes cuyos delitos ya se conocen antes del Juicio?

 

§ 5

 

DE AMBITIOSIS

 

LOS AMBICIOSOS

 

Tanta est impudentia nonnullorum, ut cum manifestae ambitionis prurigine scateat tota facies causae eorum, non erubescant audientiam flagitare, publicantes semetipsos ad multorum conscientias, in quo vel suae solius satis poterant confundi iudicio. Non fuit qui retunderet attritas frontes; et ideo plures facti sunt, et magis induruerunt. Sed et nescio quomodo vitiosus conscientias vitiosorum non refugit, et ubi omnes  sordent unius  foetor minime sentitur.  Quis enim umquam, verbi causa, avarum avarus, immundum immundus, luxuriosum luxuriosus erubuit? Plena est ambitiosis Ecclesia non  est  iam  quod  exhorreat  in  studiis  et molitionibus ambitionis,  non  plus  quam  spelunca  latronis  in  spoliis viatorum.

 

Es impresionante el descaro de algunos, que carecen de todo pudor, para llevar a los tribunales sus evidentes ansias de ambición, manifiesta a todas luces en sus pleitos. Llegan a la osadía de apelar a la conciencia pública, cuando bastaba la suya propia para quedar confundidos. No hubo quien humillase sus frentes altivas, y por eso se multiplicaron y se hicieron más soberbios aún. Lo  que no sé es cómo estos hombres corrompidos no temen ser descubiertos por los que son tan depravados como ellos. Y es que donde todos apestan, ninguno percibe su propio hedor. Por poner un ejemplo: ¿siente rubor alguno el avaro ante el avaro, el impúdico ante el impúdico, el lujurioso con el lujurioso? Pues lo mismo: la Iglesia está infestada de ambiciosos. Por eso ya no puede ni horrorizarse siquiera de las intrigas y apetencias de los ambiciosos. Exactamente igual que dentro de una guarida de ladrones, donde se contemplan con toda naturalidad los despojos de los caminantes.

 

 Capítulo 14

 

§ 1    

 

Si  Christi  discipulus  es, ignescat zelus tuus, exsurgat auctoritas adversus impudentiam hanc et generalem pestem. Intuere Magistrum sic facientem, et audi dicentem: Qui mihi ministrat, me sequatur. Non parat aures ut audiat sed flagellum quo feriat. Verba nec facit, nec recipit. Nec enim sede iudicans, sed insequitur puniens. Causam tamen non tacet, quod videlicet domum orationis, negotiationis  fecissent. Ero et tu fac similiter. Erubescant vultum tuum  istiusmodi negotiatores, si fieri potest; si non, timeant. Et tu flagellum tenes. Timeant nummularii, nec fidant in nummis, sed diffidant; abscondant aes suum a te, scientes effundere quam  accipere  paratiorem.

 

Si eres discípulo de Cristo, deberías consumirte en celo y levantarte con toda tu autoridad contra semejante corrupción universal de la desvergüenza. Contempla al Maestro y escúchale: El que quiera servirme, que me siga. Y no predispone sus oídos para que le escuchen, sino que se hace un látigo para golpearlos. No pronuncia discursos ni los admite. No se sienta en el tribunal; sin más, los azota. Y no oculta el motivo: han convertido la casa de oración en una lonja de contrataciones. Haz tú lo mismo. Huyan avergonzados de tu presencia esos traficantes. Y cuando no sea posible, que al menos le teman; tú también tienes tu azote. Tiemblen los banqueros que confían en el oro, porque nada pueden esperar de ti; que escondan su dinero de tu vista, pues saben que prefieres tirarlo antes que recibirlo.

 

§ 2    

 

Hoc studiose et constanter agendo, multos lucri facies, turpium sectatores lucrorum  honestioribus officiis vindicando; mulos, ne vel audeant huiusmodi attentare, servabis.

 

Si obras así, con tenacidad y empeño, ganarás a muchos, consiguiendo que trabajen para vivir valiéndose de medios más honestos que el lucro infame; y los demás ni se atreverán a concebir semejantes negocios.

 

§ 3    

 

Adice illud, quod non parum proficiet et ad ferias quas tibi suadeo Ita nempe non pauca tibi momenta temporum redimes  ad vacandum considerationi, quaedam, at dixi; negotia nec audiendo, quaedam aliis  committendo,  quae  tua  digna  putaveris audientia, fideli quodam et accommodo ipsi causae compendio terminando.

 

Por añadidura, podrás disponer mejor de tus tiempos de ocio, como antes te lo indica a. Porque así encontrarás muchos momentos libres para dedicarlos a la consideración. Y obrarías con toda honestidad, si fueras capaz de no conceder siquiera audiencias para asuntos de pleitos, remitiéndolos a otras personas y resolviendo los que juzgues dignos de tu intervención con un informe previo que sea breve, fiel y apropiado a la causa.

 

§ 4    

 

De qua consideratione his addere aliqua cogito sed sub alterius sane principio libri; atque hic sit finis istius, ne dupliciter te oneret minus suavis oratio, si et longa fuerit.

 

Te hablaba de la consideración; y pienso extenderme más, aunque lo haré en otro libro, para acabar ya con éste, no sea que te resulte doblemente pesado por su excesiva tensión por la aspereza de mi estilo.