EN LA PURIFICACION DE LA VIRGEN MARIA: DEL NIÑO, DE MARÍA Y DE JOSÉ

1. Hoy celebramos la purificación de la bienaventurada Virgen María, que se hizo, según la ley de Moisés, pasados cuarenta días desde el nacimiento del Señor. Pues estaba escrito en la ley que la mujer que habiendo usado del matrimonio diera a luz un varón, fuese impura siete días y en el día octavo se circuncidase al niño; después, empleándose todavía en lavarse y purificarse, se abstuviese de entrar en el templo durante treinta y tres días, los cuales cumplidos ofreciese su hijo con algunos dones al Señor. Pero ¿quién no advierte que, según las palabras mismas de la ley, la Madre del Salvador estaba completamente exenta de este precepto? ¿piensas que, habiendo de decir Moisés que la mujer que diera a luz un varón fuese impura, no temió incurrir en crimen de blasfemia contra la Madre del Señor, y que por eso precisamente añadió: habiendo usado del matrimonio? Porque si no hubiera previsto que, sin usar del matrimonio y sin conocer varón, había de dar a luz la Virgen, ¿qué necesidad tenía de hacer mención de esto? Es claro, pues, que esta ley no comprendía a la Madre del Señor, que sin obra de varón concibió y dió a luz a su hijo, como estaba predicho por Jeremías que había de hacer Dios una cosa nueva sobre la tierra. ¿Preguntas qué cosa nueva? Una mujer, dice, rodeará a un varón. No de otro varón recibirá un varón, no según la ley humana concebirá un hombre, sino que encerrará un varón dentro de sus intactas y virginales entrañas; de tal suerte que entrando y saliendo el Señor, según otro profeta dice, permanecerá cerrada perpetuamente la puerta orienta].

2. ¿Piensas que no podía la Virgen quejarse y decir: Qué necesidad tengo yo de purificación? ¿Por qué me he de abstener yo de la entrada en el templo, si mi seno, ignorando varón, fue hecho templo del Espíritu Santo? ¿Por qué no he de entrar en el templo, siendo yo quien dí a luz al Señor del templo? Nada hubo en esta concepción, nada en este parto que fuese impuro, nada hubo ¡lícito, nada que necesitase de purificarse, siendo este niño la fuente de la pureza y el que ha venido a hacer la purificación de los delitos. ¿Qué tiene que purificar en mí la ceremonia legal, habiéndome hecho purísima en el mismo parto inmaculado? Verdaderamente, Virgen bienaventurada, verdaderamente tienes sobrada razón; no hay en ti necesidad de purificación. Pero ¿acaso tu Hijo tenía necesidad de circuncisión? Sé, pues, entre las mujeres como una de ellas, porque así también es tu Hijo entre los niños. Quiso ser circuncidado, ¿y no querrá también ser ofrecido? Ofrece tu Hijo, Virgen sagrada, y presenta al Señor el fruto bendito de tu seno virginal. Ofre ce para nuestra reconciliación la víctima santa y agradable a Dios. Por todos modos aceptará Dios Padre la nueva ofrenda y preciosísima víctima, de la cual dice El mismo: Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas. mis complacencias. Pero esta ofrenda, hermanos míos, parece bastante delicada, puesto que solamente es presentado el niño al Señor, después es redimido con algunas aves y luego se lo llevan. Tiempo vendrá en que no será ofrecido en el templo, ni entre los brazos de Simeón, sino fuera de la ciudad y entre los brazos de la cruz. Vendrá tiempo en que no será redimido con lo ajeno, sino que redimirá a otros con su propia sangre, porque Dios Padre le ha enviado para redención de su pueblo. Aquél será sacrificio de la tarde, éste es de la mañana; éste es más gustoso, pero aquél será más lleno; éste en el tiempo de su nacimiento, aquél en la plenitud de la edad. Sin embargo, de uno y otro puedes entender lo que predijo el profeta: fue ofrecido porque El mismo quiso, pues aun ahora fue ofrecido, no porque tenía necesidad, no porque estaba bajo del edicto de la ley, sino porque quiso; y en la cruz igualmente fue ofrecido, no porque lo mereció, no porque los judíos lo maquinaron, sino porque El mismo quiso. Yo os ofreceré voluntariamente un sacrificio, Señor, porque voluntariamente fuiste ofrecido por mi salud, no por tu necesidad.

3. Pero ¿qué ofreceremos nosotros, hermanos míos, o qué le volveremos por todos los bienes que nos ha hecho? El ofreció por nosotros la víctima más preciosa que tuvo, y que no puede haber otra más preciosa; hagamos también nosotros lo que podamos, ofreciéndole lo mejor que tenemos, que somos nosotros mismos. El se ofreció a sí mismo; ¿tú quién eres que dudas ofrecerte? ¡ Oh si yo tuviera la dicha de que se dignara recibir mi ofrenda una Majestad tan grande! Dos cosas cortas tengo, Señor, que son el cuerpo y el alma, ¡ ojalá que te las pueda ofrecer en sacrificio de alabanza! Mejor es para mí y mucho más útil y glorioso ofrecerme a ti que dejarme para mí mismo. Porque en mí mismo se turba mi alma, y mi espíritu se alegrará en ti si sinceramente es ofrecido. Los judíos, hermanos míos, ofrecían víctimas muertas al Señor que había de morir; mas ahora ya: Vivo yo, dice el Señor, no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. No quiere Dios mi muerte, ¿y no le ofreceré yo gustosamente m¡ vida? Esta es una víctima pacífica, víctima agradable a Dios, víctima -viva. En la ofrenda del Señor se lee que hubo tres personas; y en la nuestra, igualmente, tres cosas pide el Señor. Estuvo allí José, esposo de la Madre del Señor, que era reputado padre de El; estaba también la Virgen Madre, y el Niño Jesús, que era el ofrecido. Haya, pues, en nuestra ofrenda también una constancia varonil, haya la continencia del cuerpo, haya una conciencia humilde. Haya una varonil constancia, en el propósito de perseverar, haya una virginal pureza en la castidad, haya en la conciencia una sencillez y humildad propia de un niño. Amén.

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DE LA PURIFICACIÓN DE MARÍA
Y DE LA CIRCUNCISIÓN DE CRISTO

¿Qué entendemos cuando decimos que María se purificó? Y ¿qué cuando decimos que se circuncidó a Cristo? A la verdad, ni ella tuvo necesidad de la purificación ni El de la circuncisión. Por nosotros, pues, se circuncida éste y ella se purifica. Nos dan ejemplo a los que hacemos penitencia para que, absteniéndonos de los vicios, primero nos circuncidemos por la continencia, después nos purifiquernos por la penitencia de los pecados cometidos. ¿Qué significa que María lleva a Jesús en el seno; San José, en los hombros al ir y volver de Egipto; Simeón en los brazos? Representan a los tres órdenes de elegidos: María, a los predicadores; San José, a los penitentes; Simeón, a los buenos operadores. El que evangeliza a otros lleva a Jesús como en el seno para darle a luz a otros o, más bien, en otros. De éstos era el bienaventurado San Pablo, quien decía: Hijitos míos, a los que de nuevo doy a luz hasta que se forme Cristo en vosotros'. Quienesí por causa de Cristo se ven colmados de trabajos, quienes padecen persecución, quienes no hacen a nadie ningún mal, mas sufren con paciencia los que se infieren a ellos, con razón llevan a Cristo en los hombros. A éstos dice la misma Verdad: Quien quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo , etc. Quien da pan al hambriento, bebida al sediento y obra con los necesitados las demás prácticas (la caridad, ¿no lleva a Cristo en sus brazos? A éstos les dirá en el juicio el Señor: Cuando hicisteis esto a uno de mis pequeñuelos, a mí me lo hicisteis.

SAN BERNARDO DOCTORES