Vocación
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SUMARIO: 1. Tipología de los relatos de vocación en los evangelios.1.1. El tipo "Marcano". 1.2. El tipo "Q". 1.3. El tipo "Joánico". 1.4. Visión de conjunto de los tres tipos de relato. -2. Tradiciones históricas sobre la llamada de Jesús. 2.1. Tradiciones históricas en los pasajes de Marcos. 2.2. Tradiciones históricas en los pasajes de Q. 2.3. Tradiciones históricas en los pasajes de Juan. 2.4. Valor histórico de las tradiciones sobre la llamada de Jesús: Ambientación. Destinatarios. Iniciativa. Finalidad. Exigencias. Respuesta. - 3. Significado y alcance de la llamada de Jesús. 3.1. La llamada de Jesús (Los hechos). 3.2. Llamada y seguimiento en el mundo de Jesús (el contexto). 3.3. Rasgos característicos de la llamada de Jesús (el significado).


Según los evangelios, Jesús comenzó su ministerio público reuniendo en torno a sí un grupo de discípulos, para que le acompañaran y le ayudaran en la tarea de anunciar y hacer presente el Reinado de Dios. La relación entre aquellos discípulos más cercanos y Jesús estuvo determinada por esta experiencia vocacional, que es clave para entender su proyecto y el movimiento religioso a que dio lugar.

Los evangelios coinciden en este dato básico, pero difieren a la hora de narrar las circunstancias y la forma en que aconteció dicha llamada. Por eso, el primer paso para comprender el sentido de la llamada de Jesús ha de ser un análisis de la tipología de los relatos vocacionales que encontramos en ellos.

1. Tipología de los relatos de vocación en los evangelios

La escena vocacional que más ha penetrado en la memoria colectiva de los cristianos es aquella en la que Jesús, pasando junto al lago de Galilea, encuentra a dos parejas de hermanos y, sin mediar palabra, les invita a dejar su oficio y su familia para seguirle y convertirse en "pescadores de hombres" (Mc 1,16-20 par.). Sin embargo, éste no es el único relato vocacional que encontramos en los evangelios. Hay al menos otros dos que difieren entre sí y con respecto al de Marcos en detalles importantes: uno procede de la Fuente Sinóptica de Dichos, o Documento Q (Lc 9,57-62 par.) y el otro se encuentra en el evangelio de Juan (Jn 1,35-51). En realidad, estos tres pasajes representan tres tipos de relatos vocacionales, que corresponden a tres tradiciones diferentes e independientes entre sí.

1.1. El tipo "Marcano"

En el evangelio de Marcos hay tres pasajes que responden con pequeñas variantes a un mismo tipo de relato vocacional: Mc 1,16-20 par.; Mc 2,14 par.; Mc 10,21-22 par. El primero de ellos está compuesto por dos apotegmas (breve relato biográfico con una punta anecdótica o llamativa), que tal vez hayan tenido una existencia independiente en la tradición: la llamada de Pedro y Andrés (Mc 1,16-18) y la de Santiago y Juan (Mc 1,19-20). Estos dos apotegmas son el ejemplo más representativo del tipo marcano. La vocación de Leví (Mc 2,14) sigue un esquema muy parecido, con la única diferencia de que en este caso el llamado es uno, y no dos. En este grupo podría incluirse el final del encuentro de Jesús con el hombre rico (Mc 10,21-22), pues contiene una invitación explícita de Jesús a seguirle.

Estos pasajes tienen en común una serie de rasgos que caracterizan al tipo marcano de relato vocacional. En primer lugar, hay una ambientación precisa: la llamada tiene lugar en Galilea al comienzode la actividad pública de Jesús. En segundo lugar, se revela la identidad de los que son llamados, mencionando sus nombres, su situación familiar y su oficio. En tercer lugar, la iniciativa parte de Jesús, que elige a quienes quiere llamar sin dar ninguna explicación. Por otro lado, la llamada exige una ruptura con la situación anterior, que se materializa en el abandono de los parientes, del trabajo, y de las propiedades, todos ellos elementos constitutivos de la casa en la sociedad helenístico-romana. La finalidad de la llamada es doble: seguir a Jesús y colaborar en su tarea (llegar a ser "pescadores de hombres"). Finalmente, excepto en el caso del hombre rico, que representa el ejemplo negativo, la respuesta a la llamada de Jesús es inmediata e incondicional.

Se trata de relatos muy esquemáticos, en los que todo sucede con gran rapidez. En ellos se produce una cierta aceleración narrativa que culmina con el impacto de la respuesta, sea ésta positiva o negativa. El de los primeros discípulos, además, está situado en el mismo comienzo de la actividad de Jesús, de modo que resulta inevitable preguntarse cómo es posible que aquellos pescadores respondieran tan rápidamente a su llamada y lo dejaran todo si no le conocían ni habían oído hablar de El. Es evidente que tanto la redacción actual de estos apotegmas, como su colocación al comienzo de la actividad de Jesús, responden a intenciones de tipo pastoral o catequético. Pero al mismo tiempo parece también claro que en ellos se han conservado recuerdos históricos de la llamada de Jesús a sus discípulos.

1.2. El tipo "Q"

Entre los dichos que Mateo y Lucas tienen en común (Fuente Q) encontramos tres pequeños apotegmas vocacionales que actualmente se encuentran unidos, pero que tal vez pudieron haber tenido un origen independiente: Lc 9,57-58. 59-60. 61-62 par. Aunque Mateo ha conservado sólo dos de ellos, es muy probable que los tres se encontraran en la fuente que utilizaron ambos evangelistas. El principal interés de estos tres pequeños relatos es subrayar las exigencias del seguimiento, pero los tres se refieren al momento inicial de dicho seguimiento y son, por tanto, relatos vocacionales.

En el primero de ellos (Lc 9,57-58 par.) uno se acerca a Jesús y manifiesta su determinación de seguirle adondequiera que vaya. Jesús le responde invitándole a repensar esta decisión, pues tendrá que vivir como él, sin domicilio fijo. En el segundo (Lc 9,59-60 par.), otro personaje anónimo le pide permiso para ir a enterrar a su padre, pero Jesús le responde que es mucho más urgente seguirle a él que realizar esta sagrada obligación. Finalmente, en el tercero (Lc 9,51-52), otro le pide permiso para ir a despedirse de su familia, y Jesús se lo niega, mostrando que el seguimiento debe anteponerse a las obligaciones vinculadas al parentesco.

A pesar de las diferencias que existen entre ellos, los tres episodios poseen una serie de elementos en común que los distinguen de los otros dos tipos de relato vocacional. En primer lugar, no poseen una ambientación geográfica precisa. Tanto Lucas como Mateo los han situado en un momento avanzado del ministerio de Jesús y no al comienzo como hacen Marcos y Juan, pero los apotegmas originales no contenían indicaciones de lugar ni de tiempo. En segundo lugar, no hay referencia alguna a la identidad de los candidatos a discípulos, pues la identificación de Mateo con "un maestro de la Ley" y "otro de sus discípulos" es claramente secundaria. En tercer lugar, la iniciativa parte de los discípulos y no de Jesús. Tan sólo en la versión lucana del segundo episodio Jesús toma la iniciativa, pero es claro que se trata de una modificación de Lucas, y que Mateo ha conservado mejor el tenor original del episodio. Son los futuros discípulos los que se dirigen a Jesús para mostrarle su deseo de seguirle. La respuesta de Jesús es también un rasgo característico de este tipo de relato. Está centrada en las exigencias del seguimiento: vivir sin domicilio fijo, renunciar a las obligaciones familiares más sagradas (no enterrar al padre) y renunciar a la aprobación paterna sobre la decisión de seguir a Jesús (ése es el objeto de la despedida de que habla la tercera escena). Finalmente, la respuesta de los futuros discípulos no tiene interés alguno en estos relatos y ni siquiera se reseña.

1.3. E/ tipo "Joánico"

En el evangelio de Juan encontramos también algunos relatos que reflejan la experiencia vocacional. Estos relatos tienen una naturaleza y unas características que los distinguen de los anteriores. El encuentro de Jesús con sus primeros discípulos se encuentra en la primera sección del evangelio (Jn 1,19-2,11), en la que se escenifica un proceso de fe. La sección está articulada en una sucesión de siete jornadas (Jn 1,29. 35. 43; 2,1), en las que el testimonio de Juan Bautista da lugar a la adhesión de los discípulos, cuya fe se completa al contemplar el primer signo de Jesús en Caná (Jn 2,11).

La "vocación" de estos primeros discípulos se encuentra en la tercera y cuarta jornada de este itinerario. En la tercera (Jn 1,35-42), Juan Bautista proclama en presencia de sus discípulos su testimonio sobre Jesús. Los discípulos (Andrés y otro del que no se dice el nombre) se acercan a Jesús, y después de estar con él deciden seguirle. Enseguida Andrés encuentra a su hermano Pedro y le lleva hasta Jesús. En la cuarta jornada (Jn 1,43-51), Jesús invita a Felipe a seguirle y éste, lo mismo que Andrés en la escena anterior, encuentra a Natanael y le lleva hasta Jesús. Las dos escenas tienen una estructura paralela, y lo que más resalta en ellas es la cadena de testimonios, que provocan el acercamiento a Jesús.

Comparados con los dos tipos precedentes, estos relatos poseen una serie de rasgos característicos. En primer lugar, la llamada está ambientada en Judea, y tiene como contexto vital el grupo del Bautista y sus discípulos. En segundo lugar, la iniciativa no la toma normalmente Jesús (sólo en el caso de Felipe hay una invitación directa), ni tampoco aquellos que se convertirán en discípulos, sino otros que dan testimonio acerca de Jesús (el Bautista, Andrés y Felipe). Sólo después de este testimonio se da un acercamiento a Jesús y un encuentro con él. Llama la atención también la escasa atención que se presta a las exigencias del seguimiento, prácticamente inexistentes. Por otro lado, da la impresión de que el seguimiento tiene como único objetivo estar con Jesús y creer en Él. Tan sólo en la imposición de un nuevo nombre a Pedro (Cefas) podría entreverse una finalidad instrumental que pudiera implicar una misión hacia otros. Finalmente, la respuesta de los que se encuentran con Jesús es el seguimiento, la fe y, sobre todo, una confesión mesiánica.

1.4. Visión de conjunto de los tres tipos de relato

El siguiente cuadro recoge en forma sintética las características más notables de los tres tipos de relatos vocacionales que encontramos en los evangelios:

TRES TIPOS DE RELATOS VOCACIONALES EN LOS EVANGELIOS

TIPO "MARCANO"

Tiro "Q"

TIPO "JoÁNIco"

Ambientación geográfica y temporal

En Galilea, junto al lago.

Al comienzo de la actividad de Jesús

Sin especificar.

Avanzada la actividad de Jesús

En Judea, en el círculo del Bautista.

Al comienzo de la actividad de Jesús.

Identidad de los Ilamados

Pedro y Andrés
Santiago y Juan
Leví

Tres personajes anónimos

Un personaje anónimo
Andrés y Pedro
Felipe y Natanael

Iniciativa de la llamada

Jesús en todos los casos

Los futuros discípulos

Testimonio de otros
(discípulo anónimo Andrés, Pedro y Natanael) e invitación de Jesús (Felipe)

Finalidad de la
llamada

Seguir a Jesús.
Ser pescadores de
hombres

Seguir a Jesús (en la
versión de Lucas
anunciar el Reinado
de Dios)

No se especifica.
(implícitamente estar
con Jesús y llegar a
creer en él)

Exigencias

Dejar el trabajo y al
padre

Dejar el domicilio y
renunciar a las
obligaciones familiares

Estar con Jesús
(apenas tienen
relevancia)

Respuesta

Inmediata.
Dejaron todo y
siguieron a Jesús

No aparece

Confesión de fe en
Jesús: Mesías, Aquel
de quien escribió
Moisés, Hijo de Dios
y  Rey de Israel

2. Tradiciones históricas sobre la llamada de Jesús

Los tres tipos de relatos vocacionales que encontramos en los evangelios son el resultado de un largo proceso de transmisión y redacción, en el que las nuevas situaciones que vivían las comunidades cristianas fueron dejando su huella. Sin embargo, detrás de las modificaciones redaccionales y de los esquemas literarios en que se formularon estas tradiciones durante el periodo de la tradición oral es posible descubrir un fondo de tradición histórica en la que se escuchan todavía los ecos de la llamada de Jesús. Este tipo de reconstrucción es necesariamente hipotética, pero al mismo tiempo es un instrumento imprescindible para acceder a aquella experiencia vocacional originaria.

2.1. Tradiciones históricas en los pasajes de Marcos

Los tres pasajes de Marcos se encuentran con algunas variantes en los evangelios de Mateo y de Lucas. Una comparación de la versión de Marcos con las de los otros dos sinópticos revela que éstos últimos tomaron dichos relatos de aquél y los adaptaron a las situaciones de sus respectivas comunidades. El estudio de la redacción de dichos relatos puede decirnos muchas cosas acerca de la experiencia vocacional de los cristianos de la segunda generación, época en que se escribieron ambos evangelios. Sin embargo, para acercarnos a la experiencia original de la llamada de Jesús, debemos seguir otro camino, y examinar los relatos en la versión de Marcos, que es la más antigua, tratando de averiguar el origen de estas tradiciones.

El redactor del evangelio de Marcos recibió estos recuerdos de una tradición anterior. Es posible que introdujera en ellos pequeñas modificaciones para situarlos geográficamente o subrayar algún aspecto, y sobre todo los incluyó en momentos precisos de su relato. En la tradición anterior, probablemente en la fase dela tradición oral, los recuerdos de la vocación de los primeros discípulos habían adoptado un modelo literario ya existente: el de la vocación de Eliseo (1 Re 19,19-21). De todos los relatos de vocación del Antiguo Testamento éste era el que mejor reflejaba la experiencia vocacional de los primeros discípulos, y el hecho de formularla utilizando un molde literario tomado de las Escrituras pudo haber servido para dar solidez y autoridad a dicha experiencia. Esta vinculación de Jesús con Elías no es ajena al papel que este personaje desempeñó en la vida de Jesús (Mc 6,15; 9,4-5. 11-13; 15,35-36).

Si comparamos el esquema literario de la vocación de Eliseo con el de la llamada de Pedro-Andrés, Santiago-Juan, y Leví, los tres apotegmas más representativos del modelo marcano, observaremos que las semejanzas formales son notables, pero al mismo tiempo observamos que hay otros elementos que no dependen del molde literario. Es en ellos donde tenemos que buscar los recuerdos más antiguos de la llamada de Jesús a sus discípulos: a) la llamada por parejas y el orden en que aparecen los nombres, en el caso de los cuatro primeros discípulos; b) la autoridad de Jesús, que llama a los discípulos en su propio nombre y elige a sus discípulos; c) la relación entre la llamada y la misión, que explica por qué Jesús eligió a sus discípulos; y d) el oficio de los llamados, ampliamente atestiguado en la tradición evangélica, tanto en el caso de los cuatro pescadores como en el de Leví. Todos estos elementos hacen vislumbrar un fondo de historicidad detrás de una formulación que tiende a ejemplarizar la prontitud de la respuesta de los discípulos.

2.2. Tradiciones históricas en los pasajes de Q

Como ocurre con los relatos de Marcos, los tres apotegmas de Q han llegado hasta nosotros con las modificaciones redaccionales introducidas por los evangelistas. La comparación entre la versión de Mateo y la de Lucas nos permite reconstruir la forma que estos relatos tendrían en el Documento Q, pero aún nos interesa más averiguar si estas escenas vocacionales pueden ambientarse en la vida de Jesús. Partimos del hecho de que estas tres escenas tuvieron un origen independiente, y después fueron agrupadas por su semejanza, de modo que la historicidad debe determinarse en cada caso.

La primera escena (Lc 9,57-58 par) fue compuesta probablemente a partir de un dicho de Jesús que se refería originalmente a su estilo de vida. Este dicho se encuentra sin ningún marco narrativo en una antigua colección de dichos de Jesús conocida como Evangelio de Tomás (Ev-Tom 86). Ahora bien, si tenemos en cuenta que una sexta parte de los logia de este escrito son apotegmas, no es razonable pensar que su autor haya extraído el dicho del apotegma original; es más razonable suponer que el apotegma se compuso a partir del dicho. Tampoco la tercera escena (Lc 9,61-62) puede atribuirse críticamente a Jesús. Es más probable que fuera compuesta durante la primera generación cristiana a partir de los apotegmas precedentes y de un refrán agrícola, siguiendo el esquema del relato de 1 Re 19,20. La segunda escena, sin embargo, tiene todos los ingredientes para ser atribuida críticamente a la tradición prepascual sobre Jesús. Su forma más antigua pudo haber sido ésta: «Uno le dijo: Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre. Jesús le respondió: Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos». Es un apotegma enigmático que se refiere claramente al seguimiento, y contiene una invitación a seguir a Jesús vinculada a la exigencia de poner en un segundo término las obligaciones familiares más sagradas.

2.3. Tradiciones históricas en los pasajes de Juan

La versión joánica de la llamada de los primeros discípulos es tan diversa de la que encontramos en los sinópticos, quees inevitable plantearse cuál de ellas ha conservado mejor lo que realmente sucedió. Si es cierto que en el caso de los sinópticos la tradición de dicha llamada fue moldeada por el relato de la vocación de Eliseo, no es menos cierto que en el evangelio de Juan la vocación de los primeros discípulos posee una formulación literaria condicionada por los intereses del evangelista, que ha querido situar al comienzo y al final de su evangelio una serie de testimonios encadenados acerca de Jesús (compárese Jn 1,19-51 con Jn 20,1-29), en los que la fe juega un papel fundamental.

A pesar de ello, hay en el relato de Juan una serie de elementos que poseen un claro sabor histórico. Así, por ejemplo, el hecho de que Jesús conociera a sus discípulos en el círculo del Bautista, al que también él perteneció, hace más verosímil la respuesta de éstos a su llamada. También resulta más verosímil la presentación de la llamada y la respuesta como un proceso, no como un acto puntual y casi podríamos decir irreflexivo. Estos datos del evangelio de Juan han de ser tenidos en cuenta a la hora de reconstruir la experiencia histórica de la llamada de Jesús.

2.4. Valor histórico de las tradiciones sobre la llamada de Jesús

Las coincidencias y divergencias entre los diversos relatos de vocación no sólo afectan a la forma que tienen actualmente en los evangelios, sino a las tradiciones históricas de las que proceden. La principal coincidencia entre todas ellas es que la relación de Jesús con sus discípulos estuvo determinada por un encuentro inicial en el que El les invitó a seguirle. El verbo "seguir" (akoloutheó) ocupa un lugar central en las tres tradiciones, y se utiliza para designar la relación de los discípulos con Jesús después de aquel encuentro inicial. En este encuentro inicial, en el que tuvo lugar la llamada de Jesús, quedó determinada la relación entre Él y sus discípulos en estos términos. Sobre los demás datos de aquellos encuentros hay versiones diversas, que no son necesariamente contradictorias. Ahora vamos a examinar con más detalle estas coincidencias y divergencias, tratando de determinar qué aspectos poseen una mayor plausibilidad histórica.

Ambientación. Tanto Juan como Marcos ambientan la llamada de los primeros discípulos al comienzo del ministerio de Jesús. Este parece ser un dato históricamente seguro, aunque también es posible que en otros momentos de su actividad pública, como en el caso del hombre rico o el de aquel que le pidió permiso para ir a enterrar a su padre, Jesús haya seguido invitando a otros a seguirle. Es notable, sin embargo, la discrepancia entre la ambientación joánica (en Judea y en el grupo del Bautista), y la de Marcos (en Galilea y sin ningún contacto previo). Sin embargo, estos dos datos no son necesariamente contradictorios. Es posible que Jesús conociera a algunos de sus futuros discípulos en el círculo del Bautista. Es razonable pensar que cuando Herodes Antipas mandó arrestar a Juan muchos de sus discípulos volvieran a sus ocupaciones anteriores (es lo que ocurrió después de la muerte de Jesús con algunos de sus discípulos). Cuando Jesús decidió iniciar su misión en Galilea recurrió a algunos de estos discípulos para que le ayudaran (nótese que los nombres de Andrés y Pedro aparecen tanto en el relato de Juan como en el de Marcos). La referencia al arresto de Juan inmediatamente antes de la llamada de los primeros discípulos en Marcos (Mc 1,14) podría ser un indicio de esta relación.

Destinatarios. Las tradiciones difieren también a la hora de determinar si Jesús llamó a sus discípulos de dos en dos o de uno en uno. La novedad de la llamada por parejas (Pedro-Andrés, Santiago-Juan, Andrés y otro discípulo del que no se dice el nombre) y el hecho de que Jesús enviara a sus discípulos de dos en dos (Mc 6,7) haría pensar que ésta fue la forma más común de la llamada de Jesús, pero no hay que descartar que en otros casos, como en el de Felipe o Leví, Jesús llamara a algunos de sus discípulos individualmente. Las tradiciones tampoco coinciden en los nombres de los primeros discípulos. Marcos y Juan coinciden en dos nombres: Pedro y Andrés, pero difieren en otros tres: Santiago, Juan y Leví (Mc) y el discípulo del que no se dice el nombre, Felipe y Natanael (Jn). Esto significa que el círculo de sus discípulos más cercanos no incluía sólo a los Doce, sino también otros varones (por ejemplo los dos que son presentados para sustituir a Judas en Hch 1,21-23), y algunas mujeres (Mc 15,40-41; Lc 8,1-3).

Iniciativa. En este aspecto las diferencias son también importantes, aunque hay una notable coincidencia de fondo. La tradición recogida por Marcos es unánime al asignar esta iniciativa a Jesús: "Veníos detrás de mí", "Sígueme". El único episodio de Q que procede de la tradición prepascual coincide básicamente con ella, pues es Jesús quien toma la iniciativa: "Sígueme". La versión de Juan, sin embargo, presupone que en la mayoría de los casos los discípulos llegaron a Jesús a través del testimonio de otros y por iniciativa propia. Sólo en la vocación de Felipe escuchamos una invitación de Jesús muy parecida a las anteriores: "Sígueme". El hecho de que las tres tradiciones conozcan la noticia de que fue Jesús quien tomó la iniciativa a la hora de llamar a sus discípulos hace de ésta la versión más verosímil de los hechos. La iniciativa de los que quieren seguir a Jesús en Q y el acceso a él a través del testimonio de otros en Juan pueden explicarse como elementos introducidos tardíamente, en el primer caso por influjo del modelo rabínico, y en el segundo debido a los intereses teológicos de Juan.

Finalidad. La llamada de Jesús tiene, según el relato marcano de la vocación de Pedro y Andrés, una doble finalidad: ir detrás de Jesús (seguirle) y llegar a ser pescadores de hombres. Esta segunda finalidad instrumental, que consiste en colaborar con Jesús en su misión no aparece, sin embargo, en los demás relatos de vocación. Tan sólo en la versión lucana de los relatos de Q, y tímidamente en la imposición de un nuevo nombre a Pedro en Juan. A pesar de ello, lo más probable es que la llamada de Jesús haya tenido esta segunda finalidad. El hecho de que enviara a estos discípulos con el encargo de llevar a cabo una misión como la suya (Mc 6,7-13; Lc 10,1-12; véase también la voz Misión) es un indicio claro de esta doble finalidad resumida magistralmente por Marcos: "para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar" (Mc 3,14).

Exigencias. En la tradición de Marcos y de Q la respuesta a la llamada de Jesús supone de hecho el abandono del trabajo, del padre, de las propiedades, y la renuncia a las obligaciones familiares más sagradas. Este aspecto está totalmente ausente de las tradiciones joánicas, en las que sólo cabe vislumbrar tales consecuencias en el hecho mismo de seguir a Jesús. También en este caso hemos de considerar como históricamente más probable la versión sinóptica, avalada por una serie de instrucciones a los discípulos que presuponen la ruptura familiar como una consecuencia, y en cierto modo una exigencia, del seguimiento de Jesús (Mc 10,28-30 par.; Lc 12,51-53 par.; Lc 14,26 par.).

Respuesta. Sólo Marcos y Juan están interesados en la respuesta de los discípulos. La confesión de fe que encontramos en Juan es claramente redaccional, mientras que la de las tradiciones de Marcos es poco creíble: "y en seguida, dejando las redes (a su padre Zebedeo con los jornaleros en la barca) le siguieron". Tal vez la presentación que Juan hace de la respuesta como un proceso sea una opción más verosímil. En este sentido puede ser ilustrativo el caso de Pablo. El relato de su conversión en Hechos presupone una respuesta inmediata (Hch 9,1-30 par.), pero lo que deducimos de sus propias cartas es que dicha "conversión" fue un proceso bastante más largo, que duró años (Gál 1-2). Del mismo modo, es posible pensar que la respuesta inmediata delos discípulos en los relatos evangélicos sea el testimonio de una experiencia más larga de encuentro y descubrimiento, hasta llegar a la plena adhesión a Jesús y a la total disponibilidad para seguirle y colaborar con Él en su proyecto.

3. Significado y alcance de la llamada de Jesús

A partir de las observaciones precedentes podemos esbozar una reconstrucción de los hechos que están en el origen de los relatos de vocación, y situar la llamada de Jesús en el contexto de las experiencias vocacionales de su época. De este modo podremos descubrir los rasgos característicos de dicha llamada y valorar su alcance y significado.

3.1. La llamada de Jesús (los hechos)

Jesús conoció a algunos de los que más tarde serían sus discípulos en Judea, cuando él mismo formaba parte del grupo congregado en torno a Juan Bautista. En un momento posterior, que resulta difícil determinar, vivió una profunda experiencia religiosa que le hizo descubrirse a sí mismo y su misión desde una nueva relación con Dios (bautismo, tentaciones). Desde esta nueva conciencia sobre sí y sobre el proyecto de Dios comenzó su ministerio público. Al comenzar dicho ministerio llamó a algunos de los antiguos discípulos de Juan, que habían vuelto a sus lugares de origen, para que le siguieran y colaboraran con él en la misión que pretendía llevar a cabo. Es posible que esta llamada se haya repetido más adelante con otras personas hasta llegar a formar un amplio grupo de discípulos y discípulas. Fue Jesús quien tomó la iniciativa a la hora de llamar a sus discípulos, y lo hizo demostrando una gran autoridad. Dicha llamada tenía como objeto, en primer lugar, el seguimiento, que implicaba una estrecha relación con él. Pero Jesús llamó también a sus discípulos para que colaboraran en su misión cuando estuvieran preparados para ello. Responder a esta llamada supuso en la mayoría de los casos una ruptura con la familia, que era entonces el principal referente social. Finalmente, lo más probable es que esta respuesta a la llamada de Jesús y las renuncias que implicaba se fuera dando progresivamente hasta llegar a una total adhesión a Él y a su proyecto.

Esta reconstrucción hipotética basada en el análisis de los textos y de las tradiciones de las que éstos dependen adquiere un significado particular cuando la situamos en el contexto de la sociedad palestina del siglo primero. Jesús no fue el primero ni el único que reunió en torno a sí a un grupo de discípulos, pero ciertamente lo hizo de una forma nueva que revela su conciencia sobre sí mismo y sobre el proyecto de Dios.

3.2. Llamada y seguimiento en el mundo de Jesús (el contexto)

En el mundo de Jesús había diversos tipos de relación discipular, y cada uno de ellos presuponía un tipo de llamada. He aquí algunos de los más importantes.

En torno al siglo primero surgieron una serie de profetas que lograron congregar en torno a sí un grupo numeroso de seguidores. Algunos de estos grupos tenían fuertes connotaciones apocalípticas, y esperaban una inminente intervención de Dios. El grupo de Juan Bautista, que puede incluirse en esta categoría, nos permite hacernos una idea de cómo llamaban a sus discípulos estos profetas. No se trataba de una llamada personal, sino de una invitación general. Su objetivo no era la relación con el maestro ni una misión ulterior, sino la preparación personal para la manifestación definitiva de Dios que estaba a las puertas. En el ministerio de Jesús encontramos también una invitación general a la conversión ante la inminente llegada del Reinado de Dios, pero además encontramos otro tipo de llamada personalizada que tiene que ver con su persona y con su misión.

Otro modelo de relación discipular en tiempos de Jesús era el practicado por losmaestros de la Ley en el círculo del movimiento fariseo. La relación entre maestros y discípulos era muy valorada por ellos, y fue el pilar sobre el que se asentó la tradición rabínica que más tarde daría lugar al Judaísmo tal como hoy lo conocemos. Después de la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d. C. el movimiento fariseo se convirtió en el grupo dominante dentro del Judaísmo. Este hecho tuvo mucho influjo en algunos grupos cristianos, y por eso a veces en los evangelios Jesús es presentado como un rabbi (Mateo), y la relación entre él y sus discípulos se parece mucho a la de los maestros de la Ley con los suyos. Sin embargo, entre el modelo de discipulado fariseo y el de Jesús hay importantes diferencias. Aunque algunos maestros suscitaban en sus discípulos una intensa adhesión personal, el principal objetivo del discipulado rabínico era enseñar la Ley y su recta interpretación. La figura del maestro sólo tenía un papel instrumental, y de hecho no era infrecuente el cambio de maestro. Además, no era el maestro quien solía elegir a sus discípulos, sino que eran éstos quienes solicitaban entrar a formar parte de su grupo de discípulos. Las diferencias con la llamada de Jesús son notables.

En el mundo de Jesús era también conocida la experiencia vocacional de los antiguos profetas. La mayoría de ellos fueron llamados directamente por Dios de formas diversas (Isaías, Jeremías, Amós...). Ya hemos visto que uno de estos relatos vocacionales, el de la llamada de Elías a Eliseo, fue utilizado por los cristianos de la primera generación (Mc y Q) para formular la llamada de los primeros discípulos. Las semejanzas entre la llamada de Jesús y la de Elías son notables (invitación personal, ruptura familiar, misión), pero en la llamada de Jesús encontramos también significativas novedades (vinculación personal a él, radicalización de las exigencias). En todo caso, no es improbable que la tradición sobre Elías, un personaje muy importante en la vida de Jesús, inspirara de algún modo la forma en que llamó a sus discípulos.

Así pues, la llamada de Jesús a sus discípulos no fue algo absolutamente novedoso. Existían diversos modelos de discipulado y el hecho de que un maestro o profeta invitase a otros a seguirle era relativamente frecuente. Jesús asumió elementos de estos modelos culturales a la hora de llamar a sus discípulos, pero al mismo tiempo, en su forma de llamar a los que luego serían sus discípulos encontramos una serie de elementos nuevos cuyos efectos perduraron en las primeras comunidades cristianas. Estos rasgos característicos son la clave para comprender el significado y alcance de la llamada de Jesús.

3.3. Rasgos característicos de la llamada de Jesús (el significado)

La forma en que Jesús llamó a sus discípulos, el hecho de llamar a unas personas concretas y no a otras, la finalidad de dicha llamada y las consecuencias que tuvo en la vida de quienes le siguieron son los rasgos más novedosos de la experiencia vocacional que encontramos en los evangelios. Ahora bien, el origen de esta novedad hemos de buscarlo en la comprensión que Jesús tenía de sí mismo y del proyecto de Dios sobre este mundo. Por eso, la peculiaridad de la llamada de Jesús nos remite, en última instancia, a estas dos coordenadas, y gracias a ella podemos entenderlas mejor. Para finalizar esta presentación, vamos a detenernos en estos cuatro rasgos característicos que determinan la novedad de la llamada de Jesús.

Jesús llamó a sus discípulos con una autoridad poco común. El hecho de que fuera él quien tomara la iniciativa, y la autoridad con que lo hizo, revelan una conciencia muy particular acerca de sí mismo. Al actuar así, Jesús se sitúa en el lugar que Dios ocupaba en los relatos de vocación del Antiguo Testamento. En dichos relatos era Dios quien llamaba directamente a los caudillos y profetas del pueblo, para encomendarles una misión. Jesús actúa de la misma manera, y ademáspide a sus discípulos una adhesión incondicional a su persona. Esta autoridad de Jesús, que ha sido definida de diversas formas (carismática, mesiánica), revela una comprensión de sí mismo (autoconciencia), que va más allá de lo que otros profetas y guías espirituales de Israel habían pensado de sí mismos. Esta autocomprensión de Jesús tiene que ver con su conciencia de filiación. Esta conciencia, que se manifiesta en la forma peculiar de dirigirse a Dios por medio de la invocación abbá, y en sus enseñanzas sobre la oración, está relacionada con su propia experiencia vocacional, que ha llegado hasta nosotros de forma velada en los relatos de su bautismo y tentaciones (Mc 1,9-13 par.). Fue después de esta experiencia cuando Jesús comenzó a llamar a sus discípulos, y lo hizo desde una nueva experiencia de su relación con Dios. Podemos decir, por tanto, que la autoridad manifestada por Jesús a la hora de llamar a sus discípulos tiene su origen en esta conciencia de filiación.

Fue Jesús quien eligió a sus discípulos. Marcos lo expresa con una frase lapidaria, cuando dice que "llamó a los que quiso" (Mc 3,13). Aunque a veces la iniciativa para incorporarse al grupo de sus seguidores procediera de aquellos a los que había curado o liberado del demonio (Mc 5,18), el grupo de sus seguidores más cercanos fue elegido por él. Este es un dato significativo que podría revelar las intenciones de Jesús, y que tiene poco que ver con la idea tan difundida de que llamó a unos "pobres" pescadores de Galilea. Lo que los relatos de vocación nos dicen acerca de la condición social de los discípulos de Jesús es algo muy distinto. Pensemos, por ejemplo, en el relato de la vocación de Santiago y Juan. En la escena, además de ellos y su padre, se encuentran los jornaleros. ¿Por qué llamó Jesús a los hijos de Zebedeo y no a sus jornaleros? Santiago y Juan, lo mismo que Leví, y en cierto modo Pedro y Andrés, pertenecían a un nivel social relativamente elevado. Zebedeo poseía una barca grande, pues necesitaba contratar jornaleros. Sus hijos, como él, debían conocer el sistema de impuestos, las artes de la pesca y cómo vender las capturas a las factorías de salazón, además de todo lo referente al transporte de mercancías, que era su principal ocupación una buena parte del año. Leví era un recaudador de impuestos, un oficio que requería también notables habilidades. Pedro y Andrés podían permitirse pasar una temporada en Judea escuchando a un nuevo profeta. Es significativo que ninguno de estos discípulos de Jesús fuera campesino. Estos datos no pueden ser casuales. Jesús tenía un programa y para llevarlo a cabo necesitaba personas capaces, que tuvieran cierta movilidad.

Jesús impuso a sus discípulos condiciones de extrema radicalidad. La más importante de todas fue, sin duda, la ruptura con la casa, que era la principal institución social en el mundo helenístico-romano. El núcleo vital de la casa eran los miembros de la familia, que formaban una unidad de producción y tenían la obligación de conservar y acrecentar el honor y el patrimonio familiar. La relación dominante en la familia helenístico-romana era la que unía al padre con el hijo, porque sobre ella se asentaba la continuidad de la familia. Este es el marco en el que hemos de situar los cambios que se producen en la vida de los que son llamados por Jesús: dejar las redes, abandonar al padre, dejar la barca, levantarse del mostrador de impuestos, vender las propiedades, o dejar de enterrar al propio padre son actitudes que apuntan en una misma dirección: la ruptura con la casa, la institución que entonces podía proporcionar más seguridad y apoyo a los individuos. En los relatos de vocación no queda claro si la ruptura con la familia es una exigencia o una consecuencia de la llamada de Jesús. En cualquier caso, podemos preguntarnos por qué el seguimiento está tan relacionado con esta ruptura. La respuesta no es sencilla, pero la estrategia seguida por Jesús con sus discípulos más cercanos se parece mucho al primer estadio de los ritos de paso en muchas sociedades tradicionales. Dichos ritos comienzan provocando unadrástica ruptura con la situación anterior. Viene después una segunda fase intermedia, llamada de liminalidad, en la que se va operando la transformación. Y finalmente una tercera fase, en la que se da la agregación al nuevo grupo o situación. La analogía puede ayudar a entender que la ruptura con la institución más determinante para el individuo en aquella sociedad era el primer paso de un proceso tendente a crear una nueva sociedad gobernada por la voluntad de Dios. El discipulado y la incorporación de los discípulos a la misión de Jesús podrían ser los otros dos pasos del proceso.

Jesús llamó a sus discípulos con una intencionalidad concreta. Según la expresión de Marcos "para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar". Esta doble finalidad es característica de la llamada de Jesús. En ninguno de los grupos religiosos de la época encontramos una exigencia de adhesión personal como la que encontramos en Jesús. El imperativo "Sígueme" constituye el núcleo de su llamada. Seguir a Jesús, ir detrás de él, constituirá el centro del estilo de vida de sus discípulos. Jesús llamó a sus discípulos, en primer lugar, para que establecieran una nueva relación con él, una relación que implica no sólo el aprendizaje de su doctrina, sino la imitación de su estilo de vida y la identificación con su destino (véase la voz Discipulado). Esta identificación con Jesús es, además, la condición para que los discípulos puedan ser enviados a anunciar y hacer presente el reinado de Dios (véase la voz Misión). Estas dos finalidades de la llamada de Jesús nos revelan, una vez más, algo acerca de su conciencia filial y de su comprensión del proyecto de Dios. El es el mediador del reinado de Dios que ha comenzado a llegar. La difusión de este anuncio es urgente, y por ello se rodea de un grupo de discípulos que le ayuden en la tarea. Para la tarea no vale cualquiera, y por ello los escogió cuidadosamente y dedicó mucho tiempo a instruirlos con su palabra y con su vida. ->llamada; relatos de vocación; discípulos; enviar; misión; elección.

BIBL. — RAYMOND E. BROWN, El evangelio según san Juan, 2 vols, Madrid 1979; JOACHIM GNILKA, El Evangelio según Marcos. 2 vols, Salamanca 1986; SANTIAGO GUIJARRO, Fidelidades en conflicto. La ruptura con la familia por causa del discipulado y de la misión en la tradición sinóptica. Salamanca 1998; MARTIN HENGEL, Seguimiento y carisma. La radicalidad de la llamada de Jesús, Santander 1981.

Santiago Guijarro