Virginidad de María
Concepción virginal de Jesús
DJN
 

SUMARIO: 1. La cuestión del nacimiento virginal de Jesús. - 2. El carácter literario e histórico-teológico de los relatos del nacimiento virginal de Jesús (Mt 1; Lc 1).


1. La cuestión del nacimiento virginal de Jesús

Hay cristianos a quienes resulta difícil o imposible aceptar hoy día el artículo del credo: "Y nació de María Virgen por obra del Espíritu Santo". El cardenal W. Kasper tuvo que enfrentar este problema de la "concepción virginal" de Jesús en sus años de profesor en Tubinga, cuando las voces críticas contra este dogma se hacían oír por doquier. En una carta abierta, posterior, dirigida a un joven sacerdoteexpone brevemente los motivos que hacen difícil a cristianos críticos aceptar hoy día esta verdad cristológica y mariológica, pero al mismo tiempo trata de mostrar la importancia y excelencia de este dogma: "Puesto que María con entera y total entrega aceptó la Palabra de Dios, la Palabra pudo encarnarse en ella por obra del Espíritu Santo" (lntKatZeit 16 (1987; cf. LG 53.56) 531-535). En primer lugar, Kasper se refiere a la nueva actitud histórico-crítica que desde la Ilustración (siglo XVIII) ha ido instalándose no sólo en la exégesis bíblica sino también en otras ramas de la teología, que ciertamente no se puede ni debe rechazar, siempre que no se radicalice; incluso el CVat. II ha recomendado el uso de los "métodos historico-críticos" (DV 12). Pero no es la crítica histórica el terrible ogro de la fe o del dogma. Tampoco hay que pensar que los Padres de la Iglesia fueran tan ingenuos y alejados de la realidad, al aceptar el dogma de la concepción virginal del Hijo de Dios, que no conocieran verdadera y realmente el alcance de su doctrina. Las acaloradas discusiones de los primeros cristianos y apologetas con los judíos (Justino, Dial. 1 68E; Orígenes, Celso, 1,32) y los paganos que se reían del dogma, por una parte, y, por otra, con los herejes, sobre todo, docetas y gnósticos, indican que los Padres de la Iglesia sabían cuán importante era el mensaje de este dogma, que en modo alguno se podía tachar de verdad o dogma marginal de la fe cristiana.

El verdadero enemigo de este y otros dogmas en los siglos pasados eran las nuevas filosofías, como el "deísmo" y el "panteísmo" (Espinoza, filósofo judío, de origen español), según los cuales no existe otro orden que el de la naturaleza o razón humana, que se identifica completamente con el orden divino. Según estas filosofías, no existiría, por tanto, el orden sobrenatural, según el cual Dios intervendría personalmente en la historia humana, dando lugar a una historia de la salvación de orden sobrenatural; los milagros serían, por tanto, imposibles. Con otras palabras, según la mentalidad racionalista no sólo es imposible la concepción virginal del Verbo, sino también toda la Cristología y la historia de la salvación en general. Hasta la Ilustración incluso todos los protestantes habían admitido como verdadero el nacimiento virginal de Jesús. En contra de estas filosofías racionalistas W. Kasper aduce el testimonio creyente de K. Rahner, uno de los mayores teólogos del siglo XX, para quien la "Mariología y especialmente el nacimiento virginal es una verdad que se deriva de la Cristología" (ibíd. 533).

2. El carácter literario e histórico-teológico de los relatos del nacimiento virginal de Jesús (Mt 1; Lc 1)

La cuestión de si los capítulos de la infancia de Mt 1-2 y Lc 1-2 se deben calificar de "leyendas de fe" o "relatos históricos" puede correr peligro de convertirse en bizantinismo. La expresión "leyenda de fe" es naturalmente una forma literaria convencional, admitida incluso por exegetas católicos (N. Lohfink; R. Pesch), que, de por sí, no implica que su contenido sea una invención o patraña, sino que puede contener verdades históricas; dicho con otras palabras: la expresión "leyenda de fe" no emite ningún juicio sobre si lo que se afirma sucedió realmente o no. En España, por influjo del gran exegeta Díez Macho, los exegetas prefieren hablar, tal vez más apropiadamente, de "derás" o "midrás" (estas palabras se derivan del verbo hebreo "buscar" [darás], que corresponderían al latín quaestio/quaerere, o sea, "búsqueda"/"buscar"). El método de la búsqueda del sentido del texto bíblico está entroncado con la manera bíblica de escribir e interpretar teológicamente la historia sagrada: el "derás" o "midrás" supone un núcleo de hechos reales o históricos, que trata de profundizar por medio de la fe. La fórmula "relatos históricos", aplicada a las narraciones de la Biblia, se puede aceptar como válida, pero siempre bajo la condición de que no confundamos nuestra manera moderna de concebir lahistoria con la del mundo hebreo y griego o romano. Ciertamente el historiador quiere comunicar la verdad, como afirma Cicerón, pero en la antigüedad greco-romana hay ya variados modelos de historia, tantos como historiadores; no se puede equiparar sin más a Herodoto con Tucídides o Tito Livio con Tácito.

Entre los historiadores bíblicos es Lc el que más se acerca al modelo helenístico. Incluso la mentalidad histórico-crítica de un autor como Tácito, que trata de ser crítico como ninguno de sus antecesores, dista mucho de la de los historiadores modernos. Con respecto a la concepción virginal de Jesús (Mt 1,20-25; Lc 1,31-38) es la interpretación de la Iglesia la que nos proporciona la seguridad infalible de que esta afirmación se debe entender como una verdadera intervención real u óntica de Dios en la historia y no sólo como algo puramente conceptual o fantástico: "Yo no creería en el evangelio, si no me moviera a ello la autoridad de la Iglesia católica", afirma san Augustín (cf. contra epist. Manichaei quam vocant fundamenti, 5,6: PL 42,176). En el Concilio Lateranense del año 649 se definió de acuerdo con la Sda. Escritura y la tradición de la Iglesia el dogma de la concepción virginal de Jesús: "Si alguien no confiesa... que María concibió propia y verdaderamente sin semen (de varón) (absque semine) por virtud del Espíritu Santo al Verbo Dios en los últimos tiempos y lo engendró incorruptiblemente, permaneciendo incólume su virginidad..., sea condenado" (DH 503; cf. también LG 57.61.63: "sin conocer varón").

Las objeciones contra el nacimiento virginal de Jesús, que se afirma claramente en Mt 1,20-25; Lc 1,31-38, carecen de fuerza argumentativa. Se habla de "hermanos de Jesús" (Mc 6,3 par.; Jn 2,12; 7,5), pero la exégesis crítica radical o racionalista no puede demostrar que se trate de hermanos carnales. W. Kasper afirma que, después de haber estudiado unas semanas la cuestión de la concepción virginal, tuvo que comprobar que no es posible sólo por medio del método histórico-crítico salir del "empate", de si los "hermanos de Jesús" son verdaderos hermanos carnales o parientes, más o menos cercanos: "La crítica histórica puede poner en duda esta verdad de fe, pero no puede demostrar que sea falsa, si esa crítica quiere seguir teniéndose por verdaderamente crítica" (ibíd. 532). La razón por qué en esta cuestión no es posible salir del "empate" es doble: — No tenemos otras afirmaciones que las de Mt 1 y Lc 1; la reconstrucción de las fuentes en que se basaron los dos evangelistas es y será siempre hipotética, de no encontrarse milagrosamente nuevos documentos cristianos fidedignos. Tampoco la crítica histórica puede explicar en qué sentido debe entenderse la expresión los "hermanos de Jesús" (Mc 6,3 par.) por falta de datos históricos. — Aun cuando encontrásemos nuevos documentos fidedignos, auténticos, carecerían éstos, sin embargo, de relevancia para la fe, porque no serían "canónicos", como los 27 escritos del NT. Ahora bien, sólo la inspiración nos permite conocer si Dios ha intervenido realmente en la historia humana, pues la acción sobrenatural de Dios no es controlable humanamente. Por tanto, la crítica radical o racionalista no es competente para dar una solución en la cuestión del nacimiento virginal de Jesús.

Miguel Rodríguez Ruiz