Pablo
DJN


Los conocimientos que tenemos de Pablo están en sus cartas y en los Hechos de los Apóstoles. Pablo era judío, natural de Tarso de Cilicia (Act 21, 39), de la tribu de Benjamín (Rom 11, 1), ciudadano romano de nacimiento (Act 22, 25-26). La personalidad de Pablo es de tal categoría, que con razón dijo San Juan Crisóstomo: "El futuro no conocerá otro Pablo". Está catalogado, en la historia de la Iglesia, como "el primero después del Unico", después de El, Jesucristo, el alfa y el omega, el principio y el fin de todo, el Unico. Pablo es, en efecto, el primero en todo.

El primero como fariseo, hijo de fariseos, riguroso cumplidor de las tradiciones paternas (Act 23, 6). El primero como ortodoxo, celador de Dios, defensor de la religión yahvista, perseguidor acérrimo de los cristianos, que eran para él unos contestatarios que escindían la única religión revelada, la única verdadera (Act 6, 9-10; 8, 1-3; 9, 1-2; 26, 10-12). El primer visionario del cristianismo: una visión en el camino de Damasco (Act 9, 3-30; 22, 5-6; 26, 12-20) le hizo dar un viraje rotundo en su vida; de perseguidor se hizo un converso definitivo; una visión de un alarmado y vacilante macedonio (Act 16, 9-12) le hizo dar un salto a Europa -la cultura de Occidente es tributaria eterna de esta singular visión-; y una visión en el tercer cielo (2 Cor 12, 1-4), intraducible a todo lenguajehumano, le colocó en la más alta disposición en que el hombre se puede colocar: la indiferencia no ya entre esto y lo otro, sino entre lo más definitivo: entre la vida y la muerte. El primer trabajador: Pablo es un obrero eventual, que se gana el pan de cada día con su propio trabajo manual; aunque él defendía que el apóstol puede vivir de la función apostólica y ministerial, él prefiere vivir de su propio trabajo (Act 20, 33-35; 2 Tes 3, 7-12). El primer universitario: como buen fariseo, se formó en la cultura judía; a los quince años fue enviado a Jerusalén; en la escuela superior de Gamaliel fue alumno aventajado (Act 22, 3); llegó a ser "Doctor de la Ley", Maestro de' Israel. El primer sociólogo del cristianismo, que proclama la comunicación de bienes entre todos (1 Cor 16; 2 Cor 6, 9; Gál 2, 10). El primer hombre universal, que se hace todo para todos para ganarlos a todos (1 Cor 9, 19. 22); para él no había ni judío ni gentil, ni bárbaro ni escita (Co13, 11); ante Dios todos somos iguales, debemos también serlo entre los hombres. Pablo soltó las amarras de la Iglesia -sujeta a la nación de origen- para que pudiera navegar por todos los puertos del mundo: la Iglesia de Jesucristo es católica (universal) gracias a Pablo. El primer apóstol: Pablo no es un apóstol, es "el apóstol", infatigable apóstol, peregrino por todas las rutas del mundo conocido, viajero incansable, explorador de tierras nuevas hasta llegar a los extremos del mundo (Rom 15, 28; Act 1, 8) para predicar, el primero, la palabra de Dios; ahí están sus incansables y llenos de fatigas viajes apostólicos (Act 13-21). El primer teólogo: en San Pablo no hay una teología sistemática; sus escritos son ocasionales; pero su doctrina, fundamentada, como idea dominadora, en que Jesucristo muerto y resucitado es nuestro salvador y mediador, contiene la esencia misma del cristianismo cuando hablamos de la teología del N. T. estamos hablando implícitamente de la teología de Pablo. El primer prisionero de Cristo: Pablo estuvo varias veces preso por predicar el evangelio de la justicia y del amor (Act 16, 22-40; 22-28). Sus prisiones son para él el timbre de la mayor gloria; lejos de avergonzarse de ello, desea que le llamen "el prisionero" (Ef 3, 1; 4, 1; Flm 1). El primer escritor: ningún hagiógrafo fue tan prolifero como él; fue más predicador que nadie, pero también un buen manejador de la pluma y del estilete; ahí están sus primeras y grandes cartas (1 y 2 Tes; Rom; Gál; 1 y 2 Cor), las cartas escritas desde la prisión (Col, Ef, Flp, FIm) y sus cartas pastorales (1 y 2 Tim; Tit).

Dios le tenía reservada una muerte gloriosa, que El suele reservar a sus más leales y fieles servidores; la vida de combate de Pablo se merecía una muerte así. Entre finales del año 66 y principios del 67, Pablo cayó por última vez prisionero en Roma. La segunda carta a Timoteo, que escribe en la cárcel, nos da algunas noticias de su vida en prisión. Infunde una gran pena la lectura de esta carta. Pablo se encuentra solo. Le han abandonado todos. Unicamente tiene a su lado al fidelísimo Lucas. Presiente que la muerte se le echa encima. Al poco tiempo se cumplen sus amargas previsiones. Se ve por segunda vez su causa, y Pablo escucha en plena sala del Castro Pretorio la sentencia capital. Al día siguiente, Pablo es ajusticiado fuera de la ciudad. Un centurión, un piquete de pretorianos y un pobre viejo encadenado salen por la vía Ostiense. La última pena para un ciudadano romano era la decapitación, pero tenía que ir precedida de la flagelación: Pablo fue desnudado, atado a un cepo y flagelado despiadadamente por un elex, hombre horrendo, despreciado por todos. A un golpe de espada rodó por el suelo la cabeza de Pablo. La tradición lo sitúa en Tre Fontane, cerca de San Pablo Extramuros.

E. M. N.