DJN-O

 

Obediencia

En griego, hypakoé, de akuó, que significa escuchar la voz de otro, como poniéndose debajo (hypo), sometiéndose, es decir, obedecer, mientras que el vocablo parakoé significa no querer escuchar, colocándose al margen, al lado (para), es decir, desobedecer. En sentido traslaticio se emplea para significar la actitud de los que abrazan la fe o de los que la rechazan (Mt 8,27; 18,17; Mc 1,27; 4,41; 5,36; Lc 8,25; 17,6). Obedecer traduce a veces el verbo peizáo (dejarse persuadir), de donde se pasa a la significación de someterse, obedecer, confiarse, seguir a uno, y apeizá (desobedecer, mostrarse rebelde o ser indócil); se emplea también en sentido religioso de obediencia o desobediencia a Dios, a la fe (Act 5,29.32; 26,19; Rom 2,8; 10,21; 11,30; Gá15,7; Lc 1,17). -->padre; fe; filiación.

E. M. N.

Obras

Los evangelios hablan de las obras con una connotación religiosa. Jesucristo trabaja al igual que su Padre, el cual está en constante jornada de trabajo (Jn 5,17), y realiza las obras que le ha encomendado su Padre (Jn 5,36); su alimento es hacer la voluntad del Padre y llevar a cabo su obra (Jn 4,34); ahí radica su misión: en trabajar en las obras del Padre (Jn, 4; 10,25). Las obras de Jesucristo son al propio tiempo del Padre (Jn 14,10); entre todas las obras que el Padre le ha encomendado, hay una, la principal entre todas: salvar a los hombres con su muerte en la cruz (Jn 17,4).

El Diablo también realiza obras, por supuesto, malas (Jn 8,41; 1 Jn 3,8). El hombre debe trabajar (Mt 9,37-38; Lc 10,2) en el tiempo apto (Lc 13,14; Jn 9,4); debe hacer obras buenas que sirvan incluso de ejemplo a los demás (Mt 5,16), y nunca obras malas (Mt 23,3; Lc 11,48; Jn 3,19; 7,7). El que obra mal aborrece la luz -que es Jesucristo-, para que sus obras no sean censuradas; pero el que obra bien ama la luz y va a la luz, para que sus obras sean manifestadas, pues están hechas en Dios (Jn 3,20-21). La obra buena, la obra de Dios, es creer en Jesucristo (Jn 6,28-29). El hombre, con los talentos que Dios le ha dado, debe producir obras buenas (Mt 25,16; Lc 19,16; Jn 6,27). Dios retribuirá a cada uno según sus obras (Mt 16,27; Lc 13,27). Pero bien entendido que no son las obras las que justifican al hombre, sino la fe (Rom 3,27; 4,2.6; Gál2,16; 3, 2.5.10), aunque, por otra parte, la fe sin obras es una fe muerta (Sant 2,14.17. 20-26). ->milagros; signos.

E. M. N.

Odio

El odio es lo contrario al amor. El odio es homicida (Gén 4,2-8), consecuencia del pecado, de origen satánico (1 Jn 2,9-11; 3,10.12.15). De aquí la disyuntiva en que el hombre se encuentra de elegir entre Dios y los bienes de este mundo, pues la elección supone amar a uno y odiar a otro (Mt 6,24; Lc 16,13). El pensamiento semita se expresa frecuentemente por ideas contrarias -vida y muerte, luz y tinieblas, amor y odio-, sin precisar los matices intermedios; y así tenemos que odiar puede significar "amar menos", como es el caso de la actitud que el hombre debe adoptar entre Jesucristo y sus familiares ante la llamada de Dios (Mt 10,37; Lc 14,26; Jn 12,25); en este sentido hay que interpretar también la frase "amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo" (Mt 5,43), pues al enemigo hay que amarle también (Mt 5,44; Lc 6,27). Un cristiano no puede tener odio a nadie. ->amor.

E. M. N.

Oído

A veces tiene puramente un sentido físico: oreja (Mt 26,51; Mc 14,47; Lc 22, 50.51; Jn 18,10.26). Con frecuencia significa el sentido del oído con clara connotación simbólica de la inteligencia, de la comprensión. Tener oídos para oír (Mt 11,15; 13,9; Mc 7,16) es tener aptitudes para comprender. Tener cerrados los oídos para no oír es no querer aceptar una doctrina, no querer entender ni comprender (Mt 13,15). Cuando Jesucristo hace oír a los sordos (Mt 11,15; Lc 7,22; Mc 7,34), se cumplen las profecías mesiánicas (Lc 4,18-21). Los ojos y los oídos designan a veces la totalidad del ser humano; y pueden ser dichosos y bienaventurados por saber ver y oír las obras y las palabras de Jesucristo (Mt 13,16). En contraposición a hablar públicamente en plazas y terrazas, está el hablar al oído, en secreto (Mt 10,27; Lc 12,13). ->fe; obediencia.

E. M. N.

Ofrenda

En la antigua Ley se prescribía hacer ofrendas y ofrecer sacrificios a Dios (Mt 8,4; Mc 1,44; Lc 5,14). En la nueva Ley lo más importante es ofrecer a todos la caridad fraterna, la unión con todos -sin discriminación alguna-, hasta el punto que Dios prefiere esta Ley del amor al cumplimiento del acto más augusto de adoración, cual es el ofrecimiento del sacrificio en el altar de los holocaustos (Mt 5,23-24).

E. M. N.

Ojo

El ojo es un órgano del cuerpo que, junto con el oído, significa la totalidad del ser humano (Mt 3,14; Mc 8,18). La pupila es la niña del ojo, que se guarda como joya preciada (Sal 17,8; Prov 7). Cuando Jesucristo hace que a uno «se le abran los ojos», le hace recobrar la vista (Mt 9,30; Jn 9,10.14); cuando dice a sus discípulos que «abran bien los ojos», quiere que sean precavidos y no se dejen influir por los fariseos (Mt 16,6; Mc 8,15), no se dejen llevar por la codicia (Lc 12,15), y que reconozcan a alguien (Lc 24,31); cuando les dice que «levanten sus ojos», quiere decir que estén bien atentos a las cosas que puedan suceder (Mt 17,8; Lc 16,23; Jn 4,35; 6,5). Los ojos se identifican con el espíritu y la inteligencia capaz de captar y comprender una doctrina (Mc 8,18; Lc 19,42). El ojo es también la lámpara del cuerpo (Mt 6,22; Lc 11,34), que si deja pasar la luz divina, evita la caída (Mt 15,14) y permite admirar las maravillas del Señor (Mt 21,42; Mc 12,11). El ojo, por tanto, adquiere un sentido ético y religioso, y así se habla del ojo bueno (Lc 11,34), del ojo malo (Mt 20,15) y del ojo envidioso (Mc 7,22). Si el ojo es malo y ocasión de pecado, es mejor sacárselo antes que caer en pecado y condenarse (Mt 5,9; 18,9; Mc 9,47). Los milagros evangélicos en que los ciegos ven, aparte de manifestar la compasión y el poder divino de Jesucristo, simbolizan la acogida de la Buena Nueva (Mt 9,29-30; Mc 8,18.23.25; Jn 9). Los ojos y oídos de los que saben ver y oír los hechos y las palabras de Jesucristo son declarados bienaventurados y dichosos (Mt 13,16; Lc 10,23). -> palabras escandalosas.

E. M. N.

Olivo

Arbol de hoja perenne, que, junto con la higuera y la vid, es una plantación típica de Palestina, que se encuentra por doquier (Gén 4,20; Dt 28,40; ls 17,6). Es símbolo de los ungidos (Zac 4,12-13), de los hombres buenos (Sal 52,10), llenos de obras buenas (Eclo 50,10); de la Sabiduría, que enseña el camino del bien (Eclo 24,14).

E. M. N.

Orden

Dios ha creado todas las cosas en orden, con peso, número y medida (Sab 11,20); fijó las estaciones y los confines de la tierra todo en orden (Act 17,26). Las asambleas cristianas deben desarrollarse en el más perfecto orden (1 Cor 14,14 15,23). "Según el orden de Melquisedec" es una expresión para distinguir las clases de sacerdocio (Heb 5,6.10; 6,20; 7,11.17). El orden sacerdotal es un sacramento instituido por Jesucristo (Mt 18,18; Lc 22,19; Jn 20,21). —>sacramentos.

E. M. N.

Orgullo

El orgulloso es un hombre que se ensalza a sí mismo sobremanera y contra toda razón (Mt 23,12), un hombre soberbio que será humillado por Dios (Lc 1,51-52); el orgullo es un pecado contrario a la humildad (Tob 4,14); por él comienza la apostasía (Mt 7,27; 1 Jn 2,15) y es raíz y origen de otros muchos pecados (1 Jn 5,44). Por estas razones, el hombre debe evitar cuidadosamente caer en el orgullo (Lc 14,10). ->humildad.

E. M. N.

Oriente

Es uno de los cuatro puntos cardinales (Mt 2,1.2.9; 8,11; 24,27; Lc 13,29). La estrella de los magos apareció en el Oriente (Mt 2,2.9), por donde nace el sol (Mt 13,6; Mc 4,6; 16,2; Lc 1,78), región lejana (Mt 2,1; 8,11; 24,27; Lc 13,29), símbolo de la luz que sucede a las tinieblas (Mt 4,16), del astro que surge de las alturas, el Mesías de Dios (Lc 1,78).

E. M. N.

Oro

El oro fue muy conocido y apreciado por los judíos. Se obtenía como botín de guerra (Jue 8,24-26) y se importaba de Ofir (1 Re 9,28). Se empleaba como adorno (Sal 45,10), para hacer los utensilios del templo (1 Re 7,10; Mt 23,16-17); metal precioso y preciado, símbolo de riqueza y de gloria (Mt 2,11), utilizado también, para acuñar monedas. Jesucristo ordena a sus discípulos que no estén apegados al oro, al dinero (Mt 10,9).

E. M. N.

Oveja

La oveja bíblica es generalmente negra, de pelo rizado, orejas caídas y cola ancha y larga llena de grasa. Muy estimada y útil por su carne, leche y piel. Se ofrecía en sacrificio (Dt 15,19; Jn 2,15). En el N. T. el rebaño de ovejas es símbolo del pueblo de Dios (Mt 10,6; 15,24; Jn 10,1-16; 21,1517; 1 Pe 2,25). El pastor solícito, cuidador de las ovejas, es también el símbolo de la solicitud de Dios por todos los hombres y de una manera especial de los pecadores; todo lo contrario de lo que son los pastores perversos, que sólo piensan en esquilmar a las ovejas (Ez 34,5; Mt 9,36; 18, 12-14; 26,31; Mc 6,34; 14,27; Lc 15,4-6; Jn 10,11-27; 21,16-17). La oveja es considerada como un animal poco inteligente, pero lleno de bondad (Mt 7,15; 10,16). Con frecuencia aparece como animal desamparado (Mt 9,36; Mc 6,34). Jesucristo, que fue enviado a buscar a las ovejas perdidas de Israel (Mt 15,24), dice que hay muchas ovejas que no son aún de su redil y que es necesario que se junten todas para que haya un solo rebaño y un solo pastor (Jn 10,16), es decir, para que todos los pueblos (judíos y gentiles) formen una sola comunidad, el pueblo de Dios.

E. M. N.