Matrimonio
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En Israel el matrimonio no es algo religioso, sino un asunto privado entre las familias del novio y de la novia. El padre es el que elige la novia para su hijo, de acuerdo con el padre de la novia. Los dos establecen también el precio de la novia, es decir, la dote (Gén 24,2-3; 38,6; Dt 7,3). La esposa se elige ordinariamente de la propia sangre o de la propia tribu (Gén 24,4-5; 29,12.19; Tob 4,2.12). Una vez que el novio ha pagado la dote, se celebran los esponsales; ya son esposos, pero cada cual sigue viviendo en la casa de sus padres. Más tarde se celebran las bodas propiamente dichas, con la solemne conducción de la esposa a casa del esposo; se realiza el matrimonio, se casan.

Los fines del matrimonio son esencialmente dos: la ayuda mutua, la entrega mutua en el amor (Gén 2,18) y la procreación de los hijos (Gén 1,28; 3,20; Mt 22,24-28; Mc 12,19-23; Lc 20,28-33). El matrimonio es el estado normal al que el hombre y la mujer están destinados (Sal 127,3; Gén 24,60; 30,9; Rom 7,2-3; Ef 5,22; Col 3,18). El celibato por el reino de los cielos (Mt 19,12; Lc 18,29) es un don, un carisma especial (1 Cor 7,7). Hubo una época en que la poligamia se consideró como cosa normal (Dt 21,15). En la época de los profetas, que ilustran las relaciones amorosas de Dios con su pueblo con la metáfora del matrimonio (Dios es el esposo y el pueblo es la esposa), se da por supuesto la monogamia (Os 2, 18-23; Jer 2,2; Ez 16,8; Is 50,1).

El matrimonio es monógamo y estable (Mt 19,3-12). El divorcio, en tiempos de Moisés, se debió a la dureza de corazón de los hombres (Mt 5,28-32; 19, 3-12). Jesucristo, al fundar con su sangre la Nueva Alianza (Lc 22,20), se constituye en el esposo de la Iglesia. Este matrimonio real, espiritual, místico, de Jesucristo y de la Iglesia, debe ser la norma de las relaciones de la mujer y del marido en el matrimonio, lo que es un gran misterio (Ef 5,32; Mc 2,19; Jn 3,29). ->divorcio.

E. M. N.