Magos (Mt 2,1-2)
DJN
 

La hazaña realizada por «unos magos de oriente» ha ilusionado y sigue ilusionando la fantasía popular, sigue alimentando la imaginación de pequeños y grandes y esto a pesar de que en la hora técnica y la informática muchos sueños se han venido abajo. «El relato es una leyenda escueta y sobria que no sigue las leyes de la verosimilitud histórica. Esto lo muestran las preguntas desesperadas de los exegetas» (U. Luz, bibl., 159). El análisis del relato nos llevará a descubrir, por una parte, una inverosimilitud radical histórica, y por otra, el profundo contenido teológico de la narración dentro del contexto del evangelio mateano de la Infancia.

Prescindiendo de los adornos folclóricos y legendarios debemos hacer unas preguntas que nos ayudan a profundizar en el significado de la escena narrada:

a) ¿Quiénes son los magos? Por Herodoto (1,101) y otros historiadores sabemos que los «magos» (magos=magus; megas-magnus) constituían entre los persas y medos una casta sacerdotal muy prestigiosa, dedicada a la adivinación, a la interpretación de los sueños, al estudio de la astrología y la medicina (Herodoto VII,37). Cfr. Jer 39,13; Dan 1,20; 2,2,10,17; Is 47,13. En Hech 13,6,8 se llama mago al pseudoprofeta judío Barjesús o Elimas, con un sentido peyorativo. Mateo considera a los magos como personas doctas y sabias y expertos en astronomía. La iconografía cristiana de los primeros siglos los representa cubiertos con el gorro frigio, como los sacerdotes persas: así en las pinturas de Santa Priscila en Roma (principios del Siglo II) o en el frontispicio de la basílica constantiniana de Belén (s. IV). ¿Por qué la tradición popular habla de «reyes magos»? Podría deberse a la relectura del salmo 72,9-11: «que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo, que los reyes de Saba y Arabia le ofrezcan sus dones». ¿El título de reyes se les comenzó a dar en el siglo VI? y que el arte no recogió entre sus motivos hasta el siglo VIII. Según la leyenda que se remonta al siglo XI, los restos mortales de los reyes magos fueron llevados a Constantinopla por Santa Elena. De allí, después de la conquista de Milán por Federico 1 Barbarroja, el canciller Reinaldo de Dassel los trasladó a Colonia donde descansan en un altar magníficamente esmaltado; en 1903 el cardenal de Colonia devolvió a Milán parte de las reliquias como regalo al cardenal de esta ciudad.

b) ¿De dónde eran? El texto habla de oriente: ¿Persia, Caldea, Arabia? Los pintores y mosacistas de Roma y Palestina aluden a Persia; en favor de Arabia está la «expresión del oriente» que en la geografía de la época designa más bien la región de Arabia, sin duda porque las caravanas entraban por Moab y el Jordán; Mesopotamia estaba más al norte. La naturaleza de los regalos se identifica mejor con los productos de Arabia. Los Padres se inclinan tanto por un país como por el otro.

c) ¿Cuántos eran? El texto habla únicamente de «magos». Las Iglesias que determinan el número lo hacen por razones místicas. El número varía en las distintas Iglesias, siempre apoyadas en conjeturas y suposiciones: los sirios y armenios cuentan hasta doce; la Iglesia latina se contenta con tres, con una excepción: en el fresco de San Pietro e Marcellino (s. III) y en el de Santa Domitila, en el primero se representan dos y en el segundo cuatro (¿razones de simetría?); el número tres puede relacionarse con los tres dones que ofrecen y cada mago lleva uno en su mano.

d) ¿Cómo se llamaban? Encontramos por primera vez los nombres de los magos en un manuscrito del siglo VII o de principios del VIII conservado en la Biblioteca de París: Bithisarea, Melchior, Gathaspa. Los nombres populares: Gaspar, Melchor, Baltasar son de Agnelo, historiador del siglo IX, en su Lider Pontificalis Ecclesiae Ravennatis. Desde el siglo XII se les representa en el arte cristiano según las tres edades del hombre, o según las tres cabezas del linaje humano después del diluvio: Melchor, de color gris y con luenga barba, representante de la raza de Jafet (Europa), ofrece el oro; Gaspar, joven y rubio, representante de los semitas (Asia), ofrece el incienso; Baltasar, negro y con barba llena, representante de los camitas (Africa), ofrece la mirra.

e) ¿Qué clase de astro era la estrella? Un tema bien conocido en la historiografía antigua es la creencia de que las estrellas presiden la vida de un soberano importante. Existe afinidad con textos importantes, bíblico-judíos en los que se alude metafóricamente al Mesías como a una estrella (Núm 24,17; TestJud 2 4,1). Entre los lugares paralelos no judíos, Suetonio habla de un corneta aparecido en el nacimiento de Mitrídates y en el episodio de Nerón. La aparición de cometas y otros fenómenos luminosos son frecuentes en la antigüedad con ocasión del nacimiento de personajes relevantes. ¿Pensaron los lectores cristianos en la profecía de Balaán sobre la estrella de Jacob? La historia de la exégesis así parece confirmarlo (U. Luz, bibl. 158). Como señal de que ha nacido un competidor político, la aparición de la estrella del nacimiento despierta angustiosa preocupación en Herodes (2,7). La estrella va delante para indicar a los Magos el camino (2,9). Se han dado diversas explicaciones del fenómeno de la estrella: -Una «supernova», de la que no existen documentos de la época. -Un cometa, pero no el cometa Halley del año 12/11 a.C. que llegó demasiado pronto para el nacimiento de Jesús. Más en serio hay que tomar un cometa (¿o una nova?) atestiguado por astrónomos chinos para el año 5/4 a.C. -La conjunción de Júpiter y Saturno, que se produjo tres veces al año 7/6 a.C. llamó la atención y fue predicada por astrónomos babilónicos. Pero nunca se aproximaron lo suficiente para verlos como un solo astro. La historicidad de la estrella queda descartada: nada en el relato insinúa el más mínimo indicio de núcleo histórico; en cambio las numerosas tradiciones paralelas en la historia de las religiones hacen más comprensible la elaboración del relato (U. Luz, ob. cit. 159-160).

f) Después de las entrevistas en Jerusalén, llegan a Belén, entran en la casa donde estaba el niño con María, su madre, y, «cayendo en tierra, lo adoraron; después, abriendo sus cofres le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra». La «prokynesis» (=adoración) sugiere la orientación cristológica de todo el evangelio de la Infancia de Mateo. A los dones ofrecidos se les ha dado un sentido tanto cristológico como parenético-ascético.

g) Análisis y significado del relato (2,1-12). Anton Vógtle, en un exhaustivo y aleccionador artículo, titulado «Qué significa "Interpretación de la Escritura"», hace un análisis que nos orienta claramente en la comprensión del relato: -Hay poco o nulo interés por los datos cronológicos y topográficos. -Gran importancia tienen algunos rasgos que, desde el punto de vista histórico-psicológico y también teológico, aparecen como extraños y altamente problemáticos. -Ejemplos: el dato de que «toda Jerusalén» se turbó con el rey Herodes al oír la noticia de la llegada de los magos y al enterarse de lo que habían preguntado (2,3); según esto su mensaje solamente ha causado grave confusión, pero no ha despertado la menor expectación ni interés por el nacimiento y la identidad del niño que se suponía ser el Mesías. La manera como Herodes trata a los magos, mandándoles hacia Belén sin vigilancia alguna, aunque sabe que sólo con su ayuda podrá enterarse del paradero del niño buscado. Además, el caprichoso y funesto proceder de la estrella, que siendo estrella prodigiosa -ya que solamente una estrella semejante podía indicar a los magos en Belén la casa de la que en Jerusalén no se tenía noticia- hubiese podido conducir a los magos a Belén, llevándoles directamente al niño que buscaban. Las cosas hubiesen sucedido de otra manera si Herodes hubiese hecho seguir a los magos en su visita a Belén. Hubiera tenido noticia inmediata de su hallazgo y hubiera podido actuar sin perder tiempo. Estas posturas claramente absurdas y sin sentido, y otras más, indican que nos hallamos ante un relato artificial, sobre el fondo de la tradición de Jacob y de Moisés formada en el sentido de la haggada, para describir el destino del niño Mesías:

La llamada de los Magos no anuncia sólo un salvador, sino más bien el Salvador de los paganos y pecadores; llamada que está en abierta oposición al obstruccionismo de la autoridad judía. El relato es una clara condena de su inexplicable incredulidad. El episodio es una profecía sobre el giro que tomarán los acontecimientos: los paganos ocuparán el puesto de los judíos (Mt 8,11-12; 28,18). -> infancia.

BIBL. – HAAG-AusEJo, Diccionario de la Biblia, Voces «Magos» y Estrella de Belén, Barcelona, 1963; A. VÓGTLE, ¿Que significa «Interpretación de la Escritura»?, en «Varios», La Interpretación de la Biblia, Barcelona 1970, 27-72; E. BROwM, El nacimiento del Mesías. Comentario a los relatos de la Infancia, Madrid, 1982; H. J. Rirz; Estrella (asper), en H. BALZ, Diccionario exegético del Nuevo Testamento (DENT), vol. 1., Salamanca, 1996, 522-524.

Carlos de Vlllapadierna