Galilea
DJN


SUMARIO:
1. El Nombre.-2. Origen y evolución histórica. - 3. Geografía. 2.1. Límites. 2.2. Geología. 2.3. Orografía. 2.4. Hidrografía. 2.5. La Economía. 2.6. La población. 2.7. Comunicaciones. - 4. Galilea y Evangelios.


Galilea es la más septentrional de las regiones en las que se ha dividido tradicionalmente Palestina. Las otras dos son Samaria y Judea. Es también la más pequeña, aunque sus límites han variado a lo largo de la historia. Es la más fértil de las tres, por la calidad de la tierra, un más alto índice de lluvias y mayor abundancia de manantiales, particularmente en la Alta Galilea en donde nacen algunas de las fuentes más caudalosas del Jordán. Esto la ha convertido desde la antigüedad en una joya apetecida por naturales y extraños, fenómeno que se ha repetido en la historia reciente, como lo ha demostrado el hecho de que, antes de ser conquistada por la fuerza en la guerra de 1948, el movimiento judío de inmigración ya la había hecho objeto de sus preferencias, adueñándose de las zonas más ricas y más favorecidas por el agua. Hasta el punto de que enseguida, por doquier desde 1909, en este territorio instalaron granjas comunales, cuya primera finalidad era el cultivo de la tierra. La circunstancia de su riqueza natural, unida a la proximidad con Fenicia y la Siria aramea (pueblos que ejercieron en Galilea una fuerte influencia en el pasado), y la lejanía de Jerusalén (principal centro político y religioso del judaísmo antiguo), fueron causas que marcaron significativamente la historia de esta región y el talante de sus habitantes. Sin olvidar la in-fluencia de las condiciones físicas de la región misma.

1. El Nombre

El término Galilea es la versión directa de la palabra griega galilaia. Pero su origen hay que buscarlo en el hebreo gál7, de la raíz gálál "algo que gira o es redondo". Aparte de alguna referencia extrabíblica dudosa, como es el caso de la lista de las ciudades conquistadas por Tutmosis III, el nombre aparece seis veces en el A. T. bajo la forma femenina gel7ah, o en plural gellot para designar un objeto que gira (1 Re 6,34); un objeto redondo o circular (Est 1,6; Cant 5,14); un círculo, región o distrito geográfico delimitado, particular-mente de la llanura cercana al mediterráneo (Jos 13,2; JI 4,4); o del valle del Jordán (Jos 18,17; Ez 47,8). En la forma masculina galil es nombre común y significa "círculo" o "región". Y empleado con el artículo definido hag-galil se refiere siempre a una región del norte de Palestina. En esta forma es empleado seis veces en el texto hebreo: hag-galil (Jos 20,7. 21,32; 1 Cró 6,61); `eres hag-galil (1 Re 9,11); haggalilah (2R 15,29); gelil hag-goyim (Is 9,11). En la forma arameizada, galila, aparece ya en el siglo III a.C. en los papiros de Zenón, de donde deriva la forma del gentilicio galilaia empleada en los LXX y conservada en la versión latina.

2. Origen y evolución histórica

Los límites de la Galilea histórica siguen sin esclarecerse de forma definitiva, siendo particularmente confusos a medida que nos retrotraemos en el período veterotestamentario. De ahí que historiadores y exégetas estén en desacuerdo a la hora de establecer su localización y de-marcación. Unos la sitúan al noroeste del lago Semeconitis (el Hule, hoy desaparecido), formando un pequeño distrito en torno a la ciudad de Quedes. Para otros la "Galilea de los gentiles" es un distrito cercano a Fenicia, incluyendo el territorio de Cabul (1 Re 9,11-13), o bien el rincón más septentrional de la Alta Galilea actual, o una región situada al noroeste de Galilea. Para A. Alt y su escuela sólo existe la Galilea que se identifica con la "Galilea de los gentiles" de ls 8,23; es decir -según ellos-, el territorio de las tribus de Zabulón y Neftalí, y la identifican con la provincia de Megido del período Asirio. Pero esta afirmación supondría incluir la llanura de Esdrelón, que creemos nunca formó parte de la Galilea histórica. También hay quien piensa que la expresión "galil hag-goyim" ("el distrito de los gentiles") no corresponde a un distrito administrativo, sino que tiene un significado étnico. No faltan exégetas que desde una perspectiva Teológica neotestamentaria le dan al texto de Isaías un sentido más amplio, incluyendo la parte oriental y occidental del Jordán. En lo que parece haber mayor consenso es en la apreciación de que la "Galilea de los gentiles" de Isaías era más reducida que el territorio comprendido más tarde por el término Galilea que J. G. Echegaray extiende del Mediterráneo al Jordán, incluyendo también la llanura de Esdrelón, aunque distingue bien entre la Galilea geográfica como entidad más amplia y la Galilea política.

El análisis de algunos textos de los libros de la conquista (Jue 1,27-30. 31-33; 4,6-11; Jos 12,23b; I Re 9,11) nos llevan a la conclusión de que el término Galilea usado en los textos bíblicos más antiguos correspondía al territorio situado entre la costa mediterránea y el valle del alto Jordán, limitando por el sur con el extremo norte de la llanura de Acco y la falda sudoriental del monte Merón y por el norte con el río Leontes, en los confines de Tiro. En una palabra, comprendía la alta meseta formada por las estribaciones del Antilíbano, la región de Tiro, hoy sur del Líbano. En líneas generales, su perfil exterior se aproxima al de un círculo en torno del cual había ubicadas una serie de ciudades, en su mayoría mencionadas en el Antiguo Testamento, particularmente en los libros de Josué, Jueces y Reyes, y en las fuentes extrabíblicas egipcias y asirias, aun-que en algunos casos la localización sigue siendo dudosa todavía hoy. Según esto, el término Galilea (gala) podría tener su origen en la configuración topográfica de la misma, o hacer alusión al círculo de ciudades que la poblaban. El término aparece por primera vez en Jos 20,7 y 21,32 aplicado a la ciudad de Qedes (Qedes hagalif), que los LXX tradujeron: Kades en te galilaia. Se trata de una ciudad de refugio perteneciente al territorio de la tribu de Neftalí que formaba parte del círculo de ciudades al que hemos aludido.

En 1Re 9,11 se da el nombre de Galilea a la región de Cabul, al sur de Tiro, cercana al Mediterráneo, que comprendía los veinte pueblos que Salomón dio a Hiram, rey de Tiro, como pago por la ayuda que éste le había prestado en la construcción del Templo y de su propio palacio. Esta localización parece confirmarse en lMac 5,14-23. Y en 2Re 15, 29 se distingue Galilea del país de Neftalí. Pero es Is 8,23 el primer texto en el que el término gel? incluye explícitamente la heredad de las tribus de Zabulón y de Neftalí forman-do una unidad territorial, a la vez que se menciona el camino del mar como lazo de unión de ambas. Como se verá más adelante, esta demarcación se aproxima, en términos generales (excepción hecha de la margen izquierda del Jordán), a la Galilea del siglo 1 descrita por Flavio Josefo (GJ III, 35-40). Además, se la califica de pagana (gélil hag-goyim) (Galilea de los gentiles). En efecto, hasta la conquista de la misma por Aristóbulo 1 (104-103 a.C.) fue de hecho una región pagana, con es-casa población judía (1 Mac 5,21-23), particularmente desde la conquista de su territorio por Tiglatfalasar III, rey de Asiria (732 a.C.), quien, además de deportar a muchos de sus habitantes, convirtió la región en una provincia asiria con el nombre de Megido (2Re 15,29; ANET, p. 283s).

Hasta ese momento, el territorio de Galilea había estado habitado por pueblos cananeos con los que se mezclaron las tribus de Israel que se establecieron en el norte a mediados del segundo milenio a.C.: Zabulón, Neftalí y más tarde Dan. Los territorios de Aser, al oeste, y de Isacar al sur, no formaron propiamente parte del territorio de la Galilea Bíblica, o a lo sumo sólo parcialmente; aunque hay autores que las incluyen.

De todas formas no puede asegurar-se, con certeza, cuándo el nombre "Galilea" abarcó la zona sur de Neftalí y Zabulón, conocida más tarde como Galilea Baja. Existe el hecho de que bajo los persas (o bajo los tolomeos) la ciudad de Megido dejó de ser el centro administrativo. Este simple hecho pudo ser suficiente para que la región perdiera también el nombre de provincia de Megido y recobrara el nombre de Galilea que, como ya se ha visto, se aplicaba con anterioridad al menos a una parte de la región norte. Con mayor razón si el centro administrativo pasó a Hazor ciudad situada en la zona norte conocida ya como Galilea en tiempos de la Monarquía. En el año 259 a.C. encontramos a Galilea mencionada dos veces en los Papiros de Zenón (Corp. Pap. Jud., vol. I, 2, 18 y 22). Y, algo más tarde, el libro de Tobías (1,2) distingue ya la "Galilea Superior", lo que obliga a presuponer la existencia de una Galilea Inferior, como confirmará Flavio Josefo escribiendo en el siglo 1. En cuanto a la frontera sur, debe excluir-se de Galilea la llanura de Esdrelón, que durante el período de los lágidas y seléucidas fue territorio real, como posiblemente lo había sido ya en otro tiempo en algún momento de la monarquía israelita (1 Re 18,45.21,1). En todo caso está claro que en el siglo II a.C. se distinguía Galilea de la llanura de Esdrelón y del territorio de Tolemaida, al oeste (1 Mac 12,47.49; Jdt 1,8).

En el año 198 a. C. Antioco III conquistó Palestina y en el nuevo sistema administrativo de los Seléucidas la región de Galilea del período Tolomaico pasó a formar parte de la provincia de Samaritis (Samaría) (1 Mac 10, 30. 38; 11, 28; Ant. 13,50). Fue también entonces (probable-mente al ser creada la eparquía de Fenicia) cuando quedó establecido definitiva-mente el límite norte de la Galilea política a la altura del lago Semaconitis (lago Hule), pues a partir de la línea de dicho lago hacia el norte todo el territorio de Tiro y Paneas con la Alta Galilea de Tb 1,2 y la Gaulanítide pasaron a formar parte de la eparquía de Fenicia. Por occidente se creó la eparquía de la Paralia que com-prendía toda la región costera desde Apolonia a Tolemaida (Acco), incluida la llanura oriental norte de esta ciudad.

Pero la distribución territorial de los seléucidas cambió, parcialmente al me-nos, con la conquista de la Baja Galilea por el asmoneo Aristóbulo 1 (104-104 a.C.) quien, además de evitar que los Itureos se apoderaran de la región, en la que ya habían entrado, la anexionó al recién creado reino Asmoneo. Su reinado no duró más que un año, lo que hace más relevante la rapidez de su conquista y los resultados conseguidos en su campaña de judaización, poniendo a los nuevos súbditos en la disyuntiva de circuncidarse y practicar la ley judía o abandonar sus tierras. Alejandro Janneo, su sucesor, amplió la conquista al valle del alto Jordán y la región oriental de éste, siguiendo la táctica de judaización de Aristóbulo, su hermano (Ant. 13,395).

En el invierno del 64-63 a.C. Pompeyo llegó a Damasco (Ant, 14, 34.38) y fundó la provincia de Siria con lo que había sido el reino Seleúcida. Y en el año 63 a.C. conquistó Palestina que quedó, en cierto modo, incorporada a Siria. El nuevo período de la historia de Palestina que se iniciaba entonces terminaría siendo uno de los más trágicos de la historia judía, debido en buena parte a la actitud intransigente de grupos subversivos de Galilea frente a la dominación romana. Su hostilidad nacía de un nacionalismo exarcebado unido al fanatismo religioso de un judaísmo todavía joven en la región.

La reforma administrativa de Pompeyo siguió la línea de los lágidas y seléucidas. Con gran visión política dio un nuevo impulso a la helenización como medida de resistencia contra posibles nuevas reacciones de la población indígena semita. Las ciudades helenistas que habían caído bajo la dominación asmonea recobraron su libertad; Samaria y la llanura de Esdrelón quedaron independientes, y el Carmelo fue cedido a Tolemaida (Ant. 13,335). De esta forma Galilea quedó aislada territorialmente de Judea, Idumea y Perea con las que, sin embargo, siguió unida políticamente (GJ I,155s).

Años más tarde (57-55), tras la victoria sobre Alejandro hijo de Aristóbulo, Gabinio, gobernador de Siria, emprendió una nueva reforma administrativa del reino judío, entre otras razones para debilitar más la ya escasa fuerza del mismo. A este objeto lo dividió en cinco distritos, nombran-do cinco Consejos Administrativos (Ant. 14,91; GJ 1,170). El centro administrativo de Galilea le correspondió a Séforis "ciudad de Galilea", que se convirtió en la capital de la región, llegando a ser una de las ciudades más importantes de Palestina. Los consejos funcionaban bajo el control del Gobernador de Siria, de la que eran tributarios (Ant. 14,74).

Esta situación cambió tras la victoria de Cesar sobre Pompeyo en Alejandría, gracias también a la ayuda de los judíos que Cesar supo recompensar reunifican-do de nuevo el estado judío y nombrando etnarca del mismo a Hircano II. Les cedió la llanura de Esdrelón y Galilea recobró cierta autonomía. Tendría un gobernador, el joven Herodes, nombrado por el mismo Hircano el año 47 a.C. Al año siguiente Herodes recibiría de Roma, además, el cargo de estratega de Celesiria. Cuando Herodes se hace con el trono, poniendo fin al reino asmoneo (37 a.C.), la situación política de Galilea continuó siendo prácticamente la misma. Séforis siguió siendo el centro administrativo de la región al ser ésta convertida en una meris que agrupaba cinco toparquías: una en la zona norte (la Alta Galilea) y las cuatro restantes en la Galilea Baja (GJ 11,252). La llanura de Esdrelón siguió como dominio real, siendo administrada por Herodes Antipas a la muerte de su padre, de quien heredó la Galilea y la Perea.

Con Herodes Antipas la función administrativa de Galilea pasó de Séforis a la ciudad de Tiberias fundada por él en el año 18 d.C. (Ant. 18,2.36.38; GJ 11,168) Pero desterrado Herodes Antipas por orden del emperador Calígula en el año 39, Galilea pasó a formar parte del reino de Herodes Agripa 1 (41-44) (Ant. 19,351; GJ 11,215). Y en el año 61, Nerón cedería a Agripa II (último rey de la dinastía Herodiana) la parte oriental de Galilea; es decir, las toparquías de Tiberias y Tariquea, (Ant. 20, 159; GJ 11,152). La otra parte fue incorporada al territorio administrado por el Procurador de Judea, al cual se añadiría también la zona oriental a la muerte de Agripa II. Sin embargo, con motivo de la nueva división de la Palestina, subsiguiente a la primera Guerra Judía, Séforis y Tiberias fueron favorecidas con la categoría de ciudades estado, conforme a la nueva política administrativa impuesta por Vespasiano, y como recompensa a su actitud pacífica hacia los dominadores. Ambas ciudades se repartían, más o menos por igual, el territorio de la Baja Galilea, aun-que siempre dentro de la provincia romana de Judea. La Alta Galilea quedó fuera de este nuevo sistema de administración urbana, como estado imperial, administra-do por un representante del Gobernador de la provincia. Más tarde se le daría el nombre de Tetracomia.

Estas últimas transformaciones las vivió el historiador judío Flavio Josefo, buen conocedor de la región, pues le tocó preparar la defensa de la misma contra la invasión romana iniciada por Vespasiano el año 66 d.C. De ahí que, aunque con alguna reserva respecto de algunos detalles, la descripción que él hace de los límites de Galilea, como entidad geográfica, no política, sea, en términos generales, alta-mente creíble y de gran interés para el Nuevo Testamento por su contemporaneidad, en términos generales, con la com-posición de los evangelios sinópticos. La Guerra Judía en griego debió ser publica-da entre el 75 y el 79 de nuestra era, según la crítica.

Josefo describe los límites de toda la Galilea en los siguientes términos: al oeste limita con Tolemaida (Acco) y el Carmelo; con Samaria y Scitópolis (Bet Sheán) por el sur; por oriente con Hipo, Gadara y la Gaulanítide y por el norte con Tiro y su territorio (BJ III, 3,35-40). Distingue luego dos Galileas, la Galilea Superior y la Inferior, y a continuación precisa: "La llamada Galilea Inferior llega en longitud [este-oeste] desde Tiberias hasta Cabul, que en la parte costera está próxima a Tolemaida, y en ancho [sur-norte] se extiende desde la aldea llamada Xalot, en la Gran Llanura, hasta Bersabé". Esta última referencia, donde según Josefo comienza la Galilea Superior, es hoy de difícil identificación, aunque por otros indicios probablemente haya que colocarla aproximadamente a la altura del desaparecido lago Hule, al norte del Mar de Galilea. Respecto de la Alta Galilea, Josefo dice que su longitud alcanza "desde Tela, una aldea cercana al Jordán, hasta Merot". Tela podría identificar-se con la aldea árabe de el-Teleil, al suroeste del lago Hule.

Todavía da otras referencias bastante precisas, pero nos basta con esto para caer en la cuenta de que el territorio delimitado por el historiador, en cuanto es posible apreciar, corresponde con las suertes de Zabulón y Neftalí descritas en Jos 19,10-16 y 32-39.

Aunque Josefo dice limitar con Sama-ría por el sur, de hecho señala como punto más meridional de Galilea la aldea de Xalot, en la Gran Llanura, que hoy la crítica identifica con Iksal, pueblo cercano al actual Dabbúriye en la base occidental del monte Tabor y, por consiguiente, en el extremo norte de la llanura de Esdrelón, al pie de los altos que separan a esta de Nazaret. Esto significa que la llanura no en-traba dentro de los límites de Galilea y sí podía estar unida a Samaría, como de he-cho lo estuvo en ocasiones. En cambio, parece claro que históricamente la llanura de Esdrelón no formó nunca parte de Galilea, si exceptuamos el período de la dominación asiria durante el cual formó parte de la provincia de Megido.

Como primera conclusión, parece que el nombre Galilea, de origen más o menos oscuro, terminó aplicándose, probablemente hacia el siglo VIII o VII a.C., a un territorio con fronteras definidas que apenas variaron a pesar de los cambios políticos a los cuales se vio sometida repetidamente la región.

Los últimos cambios administrativos del período Romano en Palestina fueron llevados a cabo por Septimio Severo (200 d. C.) y por Heliogábalo (221 d. C.), pero, según el testimonio de Eusebio (Onomásticon. E. Klostermann, Hildesheim, 1966, 72,18), parece que no afectaron a Galilea. Aunque el texto de Eusebio presenta, es cierto, algunas variantes. El Talmud divide Galilea en tres partes con límites algo distintos a los establecidos por Josefo, pero la división del Talmud, además de ser tardía, no responde a una visión territorial geográfica ni política de la región (Cf. A. NEUBAUER, La géographie du Talmud, Paris 1868, p.178ss).

3. Geografía

Actualmente Galilea se extiende des-de el río Jordán al Mediterráneo y desde los montes de Samaría al confín con el Líbano, incluyendo, por consiguiente, las llanuras de Esdrelón, de Haifa y Acre (la antigua llanura de Tolemaida). En la siguiente descripción prescindiremos de las mismas, limitándonos únicamente al territorio que en su tiempo constituyó la Galilea histórica bíblica, particularmente en el período del Nuevo Testamento, por ser, de los antiguos, uno de los períodos más importantes, en el que aparecen sus límites mejor definidos y del que disponemos mayor información.

3.1. Límites

En el siglo 1 Galilea llegaba, por el norte, hasta el río Litani y la base del monte Hermón; por el oeste limitaba con el territorio de Tiro y la llanura costera; por el sur con la llanura de Esdrelón; por el este con el Jordán y la orilla oriental del lago Genesaret, también llamado mar de Galilea. Desde antes del período del NT el territorio de Galilea se dividía en dos: Galilea Superior o Galilea Alta y Galilea Inferior o Galilea Baja. La línea divisoria, aunque no es muy precisa, arrancaba aproximadamente desde el sur del pequeño lago Semeconitis (Hule) y seguía hacia occidente pasan-do por la ladera sur de los montes Meirón y Heider hasta el límite oriental de la llanura costera.

3.2. Geología

Galilea es una región con formaciones entremezcladas de diversos períodos. La zona central montañosa es del Cretáceo tardío. La llanura de la alta Galilea y los valles de el-Halzun, el-Battof y Yiftael, en la baja Galilea son de origen aluvial. En el extremo suroccidental de la Baja Galilea y al noroeste y oeste del lago Genesaret hay formaciones del Eoceno, y basaltos y lava volcáni:a del Pliocéno en el entorno del lago de Genesaret. Este lago que no es otra cosa que un ensanchamiento del río Jordán, de agua dulce por consiguiente, es el resultado de una falla tectónica que desde el valle del río Orontes, en Siria, desciende por la Beqaa, en el Líbano, se prolonga hacia el sur a todo lo largo del valle del Jordán y el mar Muerto y, pasan-do por el mar Rojo, continúa hasta la región de los lagos en Kenia y Tanganica. Este hundimiento tuvo lugar en el período Terciario.

3.3. Orografía

La Alta Galilea está constituida por la llanura del hoy desecado lago Hule (-2 m.) situado en una zona basáltica entre las alturas del Golán (la Gaulanítide), al este, y la zona montañosa de la alta meseta del Antilíbano. En este macizo, de la era Terciaria, destacan alturas superiores a los 1000 m., como el Yebel Germaq (en heb. Har Meirón) (1208 m.), el más alto de Palestina; el Yebel Adatfr (Har Addir) (1006 m.) y el Yebel Heider (Har Haari) (1047 m.) que en caída rápida hacia el valle de Bet ha-Kerem señala el límite con la Galilea Baja. La llanura del Hule toca, por el norte, la base suroccidental del monte Hermón, y, siguiendo el curso del alto Jordán, desciende desde Tel el Qadi (antigua ciudad de Lais-Dan), hasta sobrepasar, al sur, la zona del pequeño lago que le ha dado nombre. La abundancia de agua de las fuentes y curso alto del Jordán convierten esta llanura en una de las más fértiles del país.

La Baja Galilea se inicia por el norte donde termina la Alta Galilea y en cadencia descendente se extiende hasta las colinas del sur de Nazaret dominando sobre la llanura de Esdrelón. Está surcada por una serie de cuatro cadenas de bajas montañas que la recorren de este a oeste alternando con otros tantos valles en la misma dirección. El relieve resultante de la formación geológica tiene, pues, una configuración distinta a la del centro y sur de Palestina donde las formaciones montañosas se orientan preferentemente de norte a sur. La fractura entre ambas formaciones es la llanura de Esdrelón (Yizre'el) y tuvo lugar en el Pleistoceno. Los montes más elevados de estos pequeños sistemas son el Hazon (584 m), en la cadena norte, Neto fa (526m), Turán (548 m) y Nebi Sa'in (488 m) en Nazaret, por no citar más que los más destacados de cada una de las cuatro cadenas montañosas siguiendo un orden descendente de norte a sur. Al este del grupo orográfico de Nazaret está, aislado, el Tabor (Yebel et-Tur) (588 m) que se adentra un poco en la llanura. Al este del monte Tabor la línea Límite de Galilea desciende en dirección su-reste hasta el río Jordán, colindando con la llanura de Bet Shean. Entre las llanuras de la Baja Galilea, todas de origen aluvial del cuaternario, destacan por su extensión Sahel el-Battóf (heb.: Biq'at Bet Netofa) y Emeq Yiftahel (Sahel Turán), ambas en la zona central. Al este se encuentra la depresión del río Jordán del período Terciario. El curso del Jordán y la margen oriental del lago Genesaret constituyen el límite natural de Galilea por el este.

3.4. Hidrografía

Galilea es la región de Palestina más húmeda y con mayores recursos de agua, particularmente la Alta Galilea. Ello es debido a su orografía y a una mayor abundancia de precipitaciones en su territorio y en las regiones vecinas del Líbano y Siria. Destaca el río Jordán formado por los afluentes Banias, Leddan, Hasbani y Bareigit, que se alimentan de las abundantes nieves del monte Hermón (2.814 m) de cuya base brotan todas ellas. Las dos últimas en territorio del Líbano. A lo largo de su recorrido el Jordán acrecienta su caudal con el agua de algunos riachuelos y, durante la estación de las lluvias, con la de numerosos wadis (torrentes) que vierten en él sus aguas, tanto por la margen derecha como por la izquierda. En las laderas del Yebel Hunin y Qades, al oeste de la llanura de la Alta Galilea nacen las fuentes Daheb, Balata, Gahula y Mellaha a las que hay que añadir los wadis Farah y el-Waqqas, que desembocaban en el lago Hule antes de la desaparición de éste.

La Baja Galilea cuenta con numerosos manantiales; eso sí, menos caudalosos que los de la Alta Galilea. Hacia la cuenca del lago Genesaret (-210 m) vierten los wadis el-Amud y el-Hamam, que desembocan en el noroeste del lago; Ain et-Tabiga (Tabga) ("siete fuentes", hoy sólo manan seis), que nacen en la margen noroccidental del mismo lago, a pocos metros de la orilla, cerca de Cafarnaúm. Mas al sur hay que contar al menos otras cuatro fuentes y los wadis Feggas y el-Bire (Heb.: Nahal Tavor). Estos desembocan ya en el Jordán, señalando el segundo aproximadamente el límite sudoriental entre Galilea y la llanura de Bet Shean. En el interior se cuentan numerosas fuentes, todas de bajo caudal. Entre ellas la de Hattin, en la ladera del monte de su mismo nombre; 'Ain Saffuriye y la Fuente de María en Nazaret. Finalmente conviene nombrar el wadi el-Hasab (heb.: Nahal Shezor), al norte, y el wadi el-Melek (heb.:N. Yiftahel) que recoge las aguas de los valles centrales.

3.5. La Economía

En medio de un clima mediterráneo suave, en el centro, y semitropical en el lago, la riqueza principal de Galilea fue siempre la agricultura. La tierra y las condiciones climatológicas convierten a esta región en un vergel si se la compara con Judea. Para el siglo 1 el mejor pregonero de estas excelencias es el historiador Flavio Josefo, quien a este propósito escribe: "Este país -refiriéndose a Galilea- es muy fértil, y tiene abundantes pastos y tal variedad de árboles, que incluso la persona que no le gustara la agricultura se sentiría atraída a trabajarla por estas ventajas"(GJ 111,42). Hasta tal punto que -según el mismo historiador- en el siglo 1 no había en Galilea un palmo de tierra sin cultivar (GJ 111,43). La entusiasta exageración de Josefo viene refrendada por el Talmud (Megi//ah, 6 a y Berakhot, 44, a). Sin duda las bendiciones de Moisés a las tribus del norte (Dt 33, 18-19 y 23-24) tienen mucho que ver con esto. Nunca, ni siquiera en verano, falta aquí la humedad del refrescante rocío nocturno del Mediterráneo y del monte Hermón. La riqueza en frutos era particularmente notable en las márgenes del lago Genesaret, y lo sigue siendo. Josefo, hablando de esta zona del lago, menciona los nogales, las palmeras, las higueras y viñedos, y añade: "A causa de su fertilidad esta tierra no rechaza ninguna planta, y los agricultores cultivan en ella de todo, pues la temperatura suave del aire es apta para diversas especies" (GJ 111,516-519). Hoy sabemos que esto es cierto, pues, sin dejar de cultivarse los frutales anteriormente citados, modernas experiencias con el pomelo, el plátano, el aguacate y el mango están dando excelentes resultados. Junto a los campos de trigo y cebada, abundaban en Galilea las plantaciones de olivos (Dt 33,24), particularmente en el interior, siendo el aceite una de las principales riquezas de la región, muy apreciado incluso fuera de sus fronteras. También se cultivaba el lino. La Misná menciona la industria de vestidos de lino hechos por las mujeres de Galilea (BQ 10,9) y el Talmud de Babilonia comenta la alta calidad de telas de lino tejidas por ellas (Baba Kama, 119 y Bereschith rabba, 20). Tampoco faltaban bosques donde crecían el roble, el terebinto y el sicómoro. A la riqueza agrícola añádase la pesca de lago importante para el consumo interior y para la exportación. Al menos de Tariquea (Magdala) sabemos por Josefo que tenía industria de salazones para la exportación.

3.6. La población

No es de extrañar, por consiguiente, que siendo en la antigüedad la región más rica de Palestina, fuera la más poblada. La investigación arqueológica está poniendo de manifiesto la gran cantidad de núcleos de población existentes en Galilea, particularmente durante los períodos Romano y Bizantino. Junto a las poblaciones que han subsistido hasta hoy, otras muchas yacen en ruinas bajo el polvo. La arqueología en este caso no hace sino corroborar el testimonio de las fuentes antiguas. El historiador Josefo afirma que esta región "tuvo siempre una población numerosa" (GJ III, 42-43). Por poner un caso: sólo en el entorno del lago Genesaret yacen hoy en ruinas o sepultadas no menos de once poblaciones, de las cuales sabemos que en el siglo 1, además de tener una densa población, algunas disfrutaban de una economía floreciente. Baste recordar, sólo en la margen derecha del lago: la Tiberias de Antipas, Magdala, Bet-Yerak, Cafarnaum, Korozain, Arbela, Amatus, etc. Este panorama se repite en zonas del interior. Por ejemplo, Quedes y Giscala, en la Alta Galilea; y Séforis, capital de Galilea hasta el año 19 d.C. y de nuevo más tarde, a sólo 5 km. de Nazaret, está siendo en este momento un interesante campo de investigación arqueológica. Y como ésta, Kefar Hanania, Akabara, Gaba, Selamis, Arbel, Qana y tantas otras todavía sepultadas. Muchas de estas ciudades o pueblos gozaron de prosperidad en aquellos siglos. Véase, finalmente, para el período del AT, las listas de ciudades fortificadas que se citan en Jos 19,10-39; y para el NT las citadas por Flavio Josefo en diversos pasajes de sus obras y en los evangelios. Más otros muchos núcleos históricamente desconocidos y que la arqueología de campo sigue localizando.

3.7. Comunicaciones

Galilea estuvo siempre bien comunicada' en su interior y con los pueblos o países de su entorno, no tanto con Sama-ría. Por ella cruzaban rutas internacionales tan importantes como la que unía Egipto con Siria y Mesopotamia, o el Mediterráneo con Damasco. La primera se bifurcaba en la llanura de Esdrelón, y uno de los ramales se dirigía hacia el norte bordean-do el monte Tabor y atravesando Galilea por el interior, mientras que otro, atravesaba la llanura hasta Scitopolis (Bet Shean), y desde allí seguía después hacia el norte por el valle del Jordán y, bordeando el margen occidental del lago de Genesaret, subía hasta Hazor para continuar por el valle de la Beqaa, ya en el Líbano. Un tercer ramal se desviaba desde las proximidades de Hazor en dirección a Damasco, cruzando el Jordán a la altura del puente de las Hijas de Jacob, en el curso medio del Jordán. La otra vía importante unía Damasco con el mediterráneo a través de la Gaulanítide descendiendo hasta el lago Genesaret y, tras bordear su ribera norte y noroeste, atravesaba por el centro la Baja Galilea siguiendo el valle de Yiftael, hasta llegar a Acco, en la costa mediterránea. Esta ruta es, creemos, la famosa Via Maris a la que se alude en ls 8,23, recordada, ya en la era cristiana, por Rashi y San Jerónimo, y que no tiene nada que ver (contra lo que piensan muchos autores modernos) con la que, procedente de Egipto, recorría la costa mediterránea de Palestina y a la que en la Biblia se conoce como el "Camino de los filisteos" (Ex 13,17). Otro medio de comunicación importante entre las ciudades y regiones que lo rodeaban era el lago de Genesaret (mar de Galilea), como demuestran los relatos evangélicos y ha confirmado la investigación arqueológica, por lo que al comercio se refiere.

Señalemos, finalmente, que la topo-grafía, la distribución de las vías comerciales así como las fuertes influencias culturales de los países paganos del entorno: Tiro, Sidón y Siria, hicieron de Galilea en la época bíblica y postbíblica una región cultural y religiosamente desconectada de Samaria y Judea, algo que ya era conocido y hoy está siendo corroborado por la investigación arqueológica.

4. Galilea y Evangelios

Como se ha visto más arriba, la Galilea que conoció Jesús de Nazaret, en la que vivió y predicó, estaba claramente de-limitada en su tiempo y los límites no eran otros que los descritos por Josefo. Debe advertirse, sin embargo, que en el siglo 1 d.C. los límites de la Galilea geográfica no se correspondían con los de la Galilea política. Esta última, desde la muerte de Herodes el Grande, comprendía únicamente el territorio de Antipas, que parece ser que no abarcaba la parte septentrional de la Alta Galilea entonces incorporada al territorio de Filipo. Por el contrario, la descripción de Josefo comprende la Galilea Geográfica en su totalidad; es decir, los territorios de ambas Galileas como un todo físico, dentro del cual puede y debe encuadrarse el marco de la actividad de Jesús en Galilea, según se percibe en el Nuevo Testamento y muy particularmente en los evangelios. Cierto, hay autores que disienten y prefieren hablar de una Galilea teológica, tachando de ignorantes de la geografía de Galilea a los evangelistas, particularmente a Marcos.

En los evangelios se cita 54 veces la región de Galilea y 4 veces el mar de Galilea, éste dos veces en Mateo y dos en Marcos. De las 54 veces que se utiliza el término, 43 veces son referencias genéricas a la región y 11 veces es utilizado para situar un poblado u otro lugar concretos: cuatro veces Nazaret, dos veces Caná, una vez Cafarnaum y Betsaida, más la ribera opuesta del lago y la frontera entre Samaria y Galilea. De las cuatro poblaciones citadas tres ciertamente están dentro de la demarcación de la Galilea de Josefo; es decir, Nazaret, Cafarnaum y Caná. Queda el interrogante de la Betsaida de Jn 12,21. Generalmente los autores modernos la sitúan en la ribera nordeste del lago, junto a la margen izquierda del Jordán. Las excavaciones recientes parecen apoyar esta tesis. Luego pertenecía a la Gaulanítide, y queda fuera de la demarcación hecha por Josefo. Por otra parte, cuando -según los evangelios- Jesús sale del territorio de la Galilea descrita más arriba, los evangelistas lo señalan dando su propio nombre a la región o país al que Jesús se dirige. Véase, por ejemplo, (Mt 15,21 y 8,28; Mc 7, 24.31 y 8,27). En ningún caso se nombra en los evangelios pueblo o lugar alguno de la llanura próxima al Mediterráneo; sí, en cambio, algunas poblaciones de la llanura de Esdrelón, pero no se las relaciona con Galilea. Esto afianza la tesis de que la Galilea de los evangelios concuerda con la descripción que de la misma hace el historiador Josefo. Todas las referencias a Galilea en los evangelios, incluso las que tienen un carácter menos preciso, pueden encajar bien, por su contexto, dentro de dichos límites.

No es este lugar para entrar en el análisis de la discusión de la exégesis moderna sobre el sentido y amplitud del término Galilea en los evangelios. Resumiendo mucho, habría que distinguir entre historicistas, los que no lo son con matices, y los que son opuestos a la historicidad. Di-gamos simplemente que el hecho de que un relato evangélico tenga una intención teológica en la mente del redactor, no justifica suficientemente, creemos, la postura de la "Historia de las Formas" cuando considera redaccionales los datos toponímicos concurrentes, puestos con la única finalidad de dar apariencia de verdadero al relato evangélico, como piensa Bulmann.

Es evidente que Galilea le debe a los evangelios, y, por tanto, a la persona de Jesús, el ser una región conocida en gran parte del mundo, por haberse difundido desde allí el mensaje de salvación más universal de la historia. Para Lucas (1,26-38) fue en una "ciudad de Galilea", Nazaret, donde se inició esta historia de salvación en el misterio de la Encarnación. Y los tres sinópticos están de acuerdo en situar el comienzo del ministerio de Jesús en Galilea, aunque sólo Mateo (4,14) da una razón explícita de la elección de este marco Geográfico: "Para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías". En efecto, la aparición de Jesús de Nazaret en Galilea es para Mateo el cumplimiento de la profecía de la liberación del pueblo que vi-ve en tinieblas (4,16). Y, para que no que-den dudas, Mateo avanza una descripción geográfica del marco donde se manifestó Jesús como la luz prometida por Isaías. Ese marco coincide, en efecto, con el trazado por Isaías y queda dentro de los límites de la Galilea de Josefo. El evangelista Juan (2,11) lo expresa de otra manera: "En Caná de Galilea dio Jesús comienzo a sus señales".

Dentro de ese marco general llamado Galilea destacan con luz propia una trilogía de lugares más especialmente relacionados con la vida y actividad apostólica de Jesús: Nazaret, Cafarnaum, y el mar de Galilea (lago de Genesaret). Los tres siguen regalando al peregrino, todavía hoy, con matices distintos, la experiencia íntima de una vivencia única, al recordar al Jesús histórico y revivir el mensaje allí predicado por él. Los antiguos poetas bíblicos, y otros, encontraron inspiración y crearon hermosas metáforas contemplan-do las montañas y paisajes de Galilea y su entorno (Sal 42,7; 89,13; 133,3; Cant 4,8; 7,5; Is 35,2; Jer 46,18; 50,19). También Jesús de Nazaret se inspiró en la contemplación de los campos floridos de la primavera junto al lago (Mt 6,26-30) para hablar del abandono en la Providencia de Dios; o en la observación de las faenas, usos y costumbres de los campesinos de Galilea y pescadores del mar de Tiberíades para componer las más hermosas parábolas que jamás se hayan escuchado.

Galilea conoció todavía una época gloriosa durante el tardío período Romano y el período Bizantino. Se sabe que en la primera Guerra Judía (66-70) Galilea se opuso a la invasión romana dirigida por Vespasiano, y en algunos lugares lo pagó caro. Sin embargo, no se ha podido de-mostrar que se implicase en la rebelión de Bar-Kokba (134/35 d.C.). Tampoco se ha podido probar que ésta sublevación, nacida en Judea, tuviera alguna repercusión en la región norte. Al contrario, Galilea fue un importante lugar de refugio para una gran cantidad de judíos huidos de Judea por causa de ambas guerras, pero sobre todo debido a su expulsión de Jerusalén y alrededores decretada por el propio emperador Adriano al fin de la segunda Guerra Judía. Esta circunstancia favoreció el desarrollo de un período de prosperidad para Galilea (siglos III-VII) coincidiendo con la expansión de la comunidad cristiana. Fueron siglos de fervor religioso después de la prueba, de prosperidad económica, de importante productividad literaria (composición de la Misná y el Talmud de Jerusalén en la escuela de Tiberias) y de un notable florecimiento artístico, como lo demuestran los magníficos restos arqueo-lógicos de multitud de sinagogas e iglesias de entonces diseminadas por toda Galilea. Todo este florecimiento desapareció paulatinamente con la ocupación del Islam en el 636. A los cruzados les faltó tiempo para devolverle su antiguo florecimiento, y el moderno estado judío lo viene intentando desde hace casi un siglo, sobre todo desde el punto de vista agrícola, con la aplicación de métodos de cultivo importados de la Europa socialista.

Señalemos, finalmente, que Galilea viene siendo, desde hace 2000 años, juntamente con Jerusalén y Belén, lugar privilegiado y preferente de peregrinación para cientos de miles de cristianos cada año que caminan allí en busca de la cuna de su fe y de la huella de Jesús de Nazaret, el Galileo. -> Nazaret; Cafarnaúm, el lago; Genesaret.

BIBL. — S. FREYNE, Galilée. From Alexander the Great to Hadrian, Edimburgo 1998; FLORENTINO DÍEZ, "Galilea y Galilea de los gentiles en el AT", La Ciudad de Dios (1982) 369-394; JOAQUÍN GONZÁLEZ ECHEGARAY, Jesús en Galilea. Aproximación desde la arqueología, Estella 2000; RAFAEL AGUIRRE, "LOS estudios actuales sobre Galilea y la exégesis de los evangelios", La Biblia i el Mediterrani, Barcelona (1997) vol. 1 249-262.

Florentino Díez Fernández