Excomunión
DJN
 

La Iglesia, nuestra Iglesia "jerárquica y docente", ha recurrido torpe y autoritariamente a expulsar de la misma a aquellos que, por lo visto, no eran sus fieles hijos. Se permitían criticar su conducta inadecuada y su doctrina anquilosada. Fue un error. Pero aquí no pretendemos hablar de la excomunión lanzada por la Iglesia, sino de aquella de la que ella fue víctima. El cristianismo naciente fue excomulgado despiadadamente por su adhesión a Jesús, por su simpatía hacia él, por la confesión de la fe cristiana. La nueva fe era intolerable frente a la "divinamente establecida por el judaísmo".

Los padres del ciego de nacimiento no quieren afirmar que había sido Jesús el que había curado a su hijo proporcionándole la verdadera visión. La explicación nos la da el evangelista mediante la afirmación siguiente: "Los padres respondieron así por miedo a los judíos (a los dirigentes judíos), pues éstos habían tomado la decisión de expulsar de la Sinagoga (= aposynágogos, dice el texto griego) a todos los que reconociesen que Jesús era el Mesías" (Jn 9, 22).

Otro texto, aún más significativo por la categoría de las personas implicadas, afirma que "A pesar de todo, fueron muchos, incluso entre los magistrados judíos, los que creyeron en Jesús. Sin embargo, no se atrevían a manifestarlo públicamente a causa de los fariseos, por miedo a ser expulsados de la Sinagoga" (= aposynágogoi, Jn 12, 42). La decisión tomada por "los judíos", texto anterior, o por "los fariseos", en el texto último, no altera para nada la cuestión. Se refiere a los mismos. Téngase en cuenta que, en la época en que fue dado el decreto de excomunión, la mayoría parlamentaria la tenía "el judaísmo fariseo".

El tercer texto nos presenta la excomunión como una posibilidad para el futuro, como profecía: "Os expulsarán de la Sinagoga" (= aposynágogous, Jn 16, 2). Estas palabras, puestas en labios del Jesús terreno, pertenecen al Cristo resucitado cuando los cristianos eran perseguidos por los judíos. El decreto de excomunión fue dado por el judaísmo contra los cristianos y sus simpatizantes en la década de los años 70, cuando el judaísmo fariseo, al prevalecer sobre los demás partidos, impuso sus normas y criterios. Esto ocurrió en el concilio que celebraron en Jamnia o Jabne con la finalidad de reconstruir el judaísmo deshecho por la intervención sangrienta de Roma. Lo ocurrido posteriormente se nos cuenta como que ya hubiese tenido lugar en tiempos de Jesús.

La misma situación suponen las palabras de Mateo sobre las persecuciones (Mt 10, 16-25). Aquí se concentran y acumulan las amonestaciones de Jesús y las experiencias que los discípulos tuvieron posteriormente. El odio y la traición contra los seres más queridos está justificado históricamente desde la excomunión, dada por los dirigentes judíos, contra todos los simpatizantes del cristianismo. A todos se les imponía la obligación grave de denunciarles ante las autoridades. Era frecuente que, dentro de la misma familia, hubiese judíos fieles a su religión y cristianos. Los primeros debían denunciar o "entregar" a las autoridades judías a los segundos. Esta situación histórica requería una actitud de prudencia: no se debe desafiar el martirio por el prurito de ser mártir. Prudencia ante los hombres; en este contexto, "los hombres" designa a los impíos, los alejados de Dios, hombres enemigos de Dios y de los que creen en él (Mt 8, 27;10, 32). Dios, por cuya palabra son llevados a los tribunales, les inspirará las palabras adecuadas para su defensa. La historia posterior así lo confirmó. ->anatema.

Felipe F Ramos