Cuerpo
DJN
 

SUMARIO: 1. Concepto de cuerpo en el AT y judaísmo primitivo. - 2. El concepto de cuerpo en el NT, especialmente en los evangelios. 2.1. Significado de cuerpo en los evangelios. 2.2. La palabra cuerpo en los escritos paulinos.


1. Concepto de cuerpo en el AT y Judaísmo primitivo

Mientras que la lengua griega posee el término soma para significar lo que corresponde aproximadamente a nuestro concepto de "cuerpo" y, referido al hombre, connota generalmente una oposición a "alma" (psyjé), la lengua hebrea carece de un término equivalente a soma o "cuerpo". El término hebreo que más se acerca a soma ("cuerpo") es basar ("carne"; en griego sarx), que propiamente significa el tejido de los músculos, pero también puede designar toda la persona humana. Los LXX tradujeron al griego basar ("carne") por soma, siempre que basar no expresara la caducidad del hombre en cuanto ser creado ni la diferencia entre carne y huesos, sino su totalidad o unidad sin oposición a "alma" (nefes: por "alma" o nefes se entiende la fuerza vital que se manifiesta en el aliento, no en el sentido griego de algo distinto del cuerpo): "cuerpo" y "alma" pueden aparecer, pues, como dos principios cuyas funciones pueden ser semejantes o equivalentes, así p. ej.: "De ti tiene sed mi alma; mi carne anhela por ti" (Sal 62,2); "suspira y desfallece mi alma...; mi corazón y mi carne claman exultantes al Dios vivo" (83,2). El hombre es para la mentalidad hebrea una unidad total animada por un alma viviente (Gén 2,7). La muerte pone fin a esta unidad: el hombre torna al suelo, el hálito vital vuelve a Dios y su existencia en ultratumba no es más que una sombra (ls 38,18-19; Qo 12,7).

A partir del destierro de Babilonia (siglo V) se irá abriendo paso la creencia en la resurrección de la carne (cf. Ez 37,1-14), que implica una existencia real de todo el hombre después de la muerte. Esta creencia en la resurrección no cambia la concepción hebrea del hombre como una realidad total. Incluso se concibe también a los ángeles con soma, es decir, "cuerpo" (Ez 1,11.23; Dan 10,6), ya que "cuerpo" en estos casos (en hebreo y arameo gueuiyá, en griego LXX soma) no significa la esfera terrestre en oposición a la celeste. No encontramos, pues, en los libros del AT, sin influjo helenístico, una dualidad antropológica. Después de la vuelta de Babilonia comienza una nueva época del pueblo elegido, que se ha dado en llamar "judaísmo temprano". La concepción del judaísmo primitivo (siglos III-I a.C.) acerca del hombre y cuerpo experimenta un cambio importante, debido al helenismo: tiene lugar una cierta depreciación del cuerpo, que es considerado origen y sede de la pasión (Si 7,24; 23,17; 47,19); se presenta al hombre compuesto de alma y cuerpo (2Mac 6,30; 7,37; 14,38; 15,30); aunque el cuerpo sea corruptible y el alma (inmortal) (Sap 9,15), el cuerpo puede ser puro (8,20); en Sap aparece ciertamente la dualidad de cuerpo y alma, pero no aún el dualismo metafísico radical pesimista del gnosticismo del siglo II d.C.

En los libros judíos que no pertenecen al canon del AT ("literatura apócrifa") se intensifican las tendencias helenísticas antes mencionadas: se acentúa la relación del cuerpo con la sexualidad y fornicación (Testamento Xll patriarcas, TestJudas 14,3); la muerte separa cuerpo y alma, volviendo el primero a la tierra, mientras que la segunda sube al cielo (ApEsdras 7,3[Riessler]); se afirma la existencia postmortal de los individuos como almas o espíritus, que son sometidos después de la muerte al juicio divino de condenación o salvación (Enoc[etíop.] 102,4-104,13). Predomina, sin embargo, la creencia -más en acuerdo con la mentalidad del AT- de que también el cuerpo resucitará y será juzgado (Dan 12,2; cf. Is 26,19); se menciona, además, un estado intermedio después de la muerte, en el que el hombre existe sin cuerpo, esperando la resurrección y el juicio (Enoc[etíop.] 22,3-13; Heb 12,23; Ap 6,9; 20,4).

En el gnosticismo (siglo II d.C.) la materia es considerada intrínsecamente mala y el cuerpo como cárcel del alma, la cual es de origen divino y debe ser despertada de su letargo mediante el recuerdo de su origen divino. Este dualismo metafísico, es decir, radical, de los gnósticos será combatido sin piedad por los padres de la Iglesia. En los últimos libros del NT se impugnan algunas ideas de cierto colorido gnostizante, pero que no se puede decir que sean ya propiamente gnósticas.

2. El concepto de cuerpo en el NT, especialmente en los evangelios

2.1. Significado de cuerpo en los evangelios

El término "cuerpo" (soma) aparece raramente en los evangelios; su significado corresponde al de la traducción griega de los LXX. En los evangelios encontramos dos significados principales de "cuerpo": el hombre como totalidad biológica, siendo "cuerpo" sinónimo de persona en contraste con sus miembros (Mt 5,29-30; 6,22-23/Lc 11,34.36; Mt 6,25/Lc 12,22-23; Mc 5,29). Psyjé ("alma"; "vida") puede recibir este mismo significado, si bien subrayando aspectos distintos (Mt 6,25; Mc 14,34). En los relatos de la institución de la Eucaristía "cuerpo" significa la persona entera de Cristo (Mt 26,26; Mc 14,22; Lc 22,19; 1Cor 11,24). Fuera del NT no aparece nunca "cuerpo" en relación con "sangre", pues beber la sangre es algo inconcebible para un judío y para un griego algo horrendo y bárbaro. El otro significado de cuerpo es el de "cadáver" (Mt 26,12; 27,52.58-59; Mc 14,8; 15, 43.[45: ptoma: "cadáver"]; Lc 17,37; 23, 52.55; 24,3.23; Jn 19,31.38.40; 20,12; cf. He 9,40; Heb 13,11; Jds 9). En la exhortación de Jesús "a no temer a los que pueden matar el cuerpo" se distingue entre "cuerpo" y "alma": "Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar al alma; temed, más bien, al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehena" (Mt 10,28; Lc 12,4-5Q: "colección de los dichos de Jesús" de Mt/Lc). Esta distinción no significa, sin embargo, una separación de cuerpo y alma -como en la mentalidad griega-, sino que el hombre posee una vida más profunda que la biológica, como expresa la segunda parte del dicho: "...puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehena". Al hablar de la vida futura o condenación eterna después de la muerte, Jesús describe la existencia postmortal realísticamente como un estado en el que cuerpo y alma no están separados sino que existen simultáneamente (Mt 5,29-30; 8,11-12/Lc 13,28; Mt 18,8-9; Mc 9,43-48). Sin embargo, Jesús se refiere también a la resurrección futura como algo totalmente distinto de la vida presente (Mt 22,29-32; Mc 12,24-27; Lc 20,34-38).

2.2. La palabra cuerpo en los escritos paulinos

"Cuerpo" es una palabra clave en la antropología paulina. 17 no emplea nunca "cuerpo" (soma) en el sentido de cadáver, como los evangelistas. Son muy numerosos, en cambio, los pasajes en que tiene un sentido biológico (1 Cor 5,3; 7,34), que se especifica cada vez según sus diversos funciones y acciones: es el origen de la vida sexual (Rom 4,19; 1 Cor 7,4); P golpea su cuerpo y lo somete a servidumbre (9,27); el cuerpo se puede entregar a las llamas (13,3); posee cicatrices (Gál 6,17). La vida humana, tanto en la esfera terrena como en la pneumática, o sea, sobrenatural, es para P inconcebible sin el cuerpo; "cuerpo" adquiere en sus escritos el sentido de persona en consonancia con el AT (Rom 6,12; 8,11; iCor 5,3; 6,15-16; 2Cor 4,10-11; 10,10). 1Tes 5,23 podría sugerir una tricotomía u oposición entre "espíritu, alma y cuerpo", pero esta interpretación es rechazada por los exegetas. "El hombre no tiene cuerpo, sino que es cuerpo" (R. BULTMANN, Theología [UTB 630], 195). P amonesta a los corintios para que consideren el pecado de la impureza no como algo que afecta sólo exteriormente al cuerpo, sino a toda la persona hasta en lo más íntimo y trastorna la relación con Dios y Cristo; les recuerda asimismo que su cuerpo es templo de Dios (1Cor 6,13-20; cf. también Rom 1,24). El Apóstol les exhorta a sus cristianos a obrar moralmente, presentando sus cuerpos como un sacrificio vivo a Dios (Rom 12,1), ya que el juicio divino se realizará conforme a las obras realizadas por medio del cuerpo (2Cor 5,10).

El cuerpo, es decir, el "yo como persona", no es en sí ni bueno ni malo, sino débil, sometido a fuerzas contrarias, como son el pecado y carne o Cristo y el Espíritu, y representa el campo concreto de la existencia humana en el que el hombre afirma o niega su relación con Dios, sea que siga los mandamientos divinos o las inclinaciones de su concupiscencia (Rom 7,14-17.24-25). Así se comprende que el cuerpo pueda ser descrito como un "yo" actuante (Rom 8,13), si bien su actuación está influenciada por la "carne" (sarx) (8,5-8). De aquí se sigue que pueda ser a veces sinónimo de "carne" (sarx), como indica la equivalencia de las frases "cuerpo del pecado" (Rom 6,6) y "carne del pecado" (8,3), "habitar en el cuerpo" (2Cor 5,6; 12,2-3) y "caminar en carne" (10,3; Gál 2,20), que expresan la condición actual del hombre en este mundo.

Otras veces, el significado de "cuerpo" y "carne" aparece como diferente de la "carne": mientras que "cuerpo" designa la totalidad de la persona, "carne" aparece como el lugar concreto en que reside la fuerza del pecado. Por una parte, P puede atribuir al "cuerpo" propiedades y funciones de la "carne": como está la carne bajo el poder del pecado (Rom 8,3), así también está el cuerpo bajo el poder del pecado y de la muerte (Rom 6,6); como existen las "concupiscencias de la carne" (Gál 5,16-17.24), se dan también las concupiscencias del cuerpo (Rom 6,12) y sus acciones pecaminosas (Rom 8,13). Por otra parte, la diferencia entre ambas realidades aparece en el hecho de que "cuerpo" (soma) puede designar tanto la esfera terrena como la celestial, mientras que "carne" (sarx) sólo la emplea P para referirse a la esfera terrenal.

Puesto que P no puede concebir una verdadera vida eterna sin cuerpo, el cuerpo pecador y corruptible tiene que ser liberado (Rom 8,23), resucitado y transformado (1 Cor 15,36-55) y transfigurado (Fil 3,21). Su concepto negativo de "carne" no permite a P hablar de la "resurrección de la carne", como más tarde harán los apologetas del siglo II (cf. JUSTINO, Diálogo, 80,5); el término "carne" ha perdido ya en estos autores las connotaciones negativas de P. La carne en sentido paulino es incapaz de tranformarse, mientras que el cuerpo que estaba al servicio del pecado puede ponerse al servicio de Dios y transformarse por obra del Espíritu (Rom 6,12-14). Al afirmar P la transformación del cuerpo se distancia, como Jesús (Mt 22,29-32; Mc 12,24-27; Lc 20,34-38), tanto del judaísmo rabínico que pensaba en una vuelta a la vida terrena anterior como del dualismo gnóstico, para el que el cuerpo es algo intrínsecamente malo. -> escatología; comunión.

Miguel Rodríguez Ruiz