Conocer
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Conocer en la Biblia no es un acto que afecte únicamente a la inteligencia; es más bien un acto de tipo sapiencial y práctico: saber actuar y discernir (Jn 4,1), apreciar y distinguir (Mt 7,16.20; 12,33; Jn 5,42; 10,27), entablar estrecha e íntima relación con una persona (Mt 11,27; Jn 10,14), tener relaciones sexuales (Mt 1,25; Lc 1,34). Dios tiene la suprema ciencia del conocimiento (Mt 11,27; Lc 10,22; 16,15; Jn 10,15). La tiene asimismo Jesucristo (Mt 11,27; 12,15; 22,18; Mc 2,28; Lc 5,22; 7,39; 10,22; Jn 1,48; 2,24-25; 5,6; 10,14-15; 17,25; 21,17). En Dios yen Jesucristo el conocimiento que tienen de los hombres incluye con frecuencia el amor a los hombres (1 Cor 8,1.10; 13,2.12; Ef 3,19). Conocer a uno es amarle, no conocerle es rechazarle (Mt 7,23; 25,12; Lc 13,25-27). Los hombres pueden conocer a Dios con la luz natural de la razón y a través de las cosas creadas (Rom 1,19-21). Pero hay un conocimiento profundo de Dios inaccesible al hombre (1 Cor 2,10; Mt 11,27; Jn 1,18). Para adquirirlo se requiere una especial revelación de Dios (Mt 11,25-27; Lc 10,21-22). Sólo Jesucristo puede darnos este conocimiento (Jn 1,18), porque sólo a través de él, Palabra encarnada del Padre, Dios se ha dado a conocer (Jn 13,3; 14,7). Pero este conocimiento de Dios y de Jesucristo, especulativo y práctico al propio tiempo, tiene su origen en la fe (Jn 6,69; 10,30; 17,7) e implica un reconocimiento de Dios como "el único" y de Jesucristo como su enviado (Jn 16,30; 17,7.21-26). Un conocimiento así lleva a la vida eterna (Jn 17,3) y es obligada consecuencia de la fe: "Nosotros hemos creído y hemos conocido que tú eres el santo de Dios" (Jn 6,69). El conocimiento que ahora tenemos de Dios es limitado e imperfecto. Sólo en la otra vida lo tendremos perfecto, le conoceremos a El como El nos conoce a nosotros (1 Cor 13,12; 1 Jn 3,2).

E. M. N.