Betsaida
DJN
 

Ciudad de la Gaulanitis en la Tetrarquía de Filipo, situada junto a la ribera norte del lago de Genesaret. En el evangelio se la llama 'Betsaida de Galilea' (Jn 12, 21) por su proximidad a esta última región con la que era ciudad fronteriza. Etimologicamente Betsaida quiere decir «Casa del pescado», lo que concuerda con su situación geográfica en la zona más rica en pesca de todo el lago o Mar de Galilea. Fue elevada de categoría política con el título de polis por el tetrarca Filipo, que le dio el sobrenombre de lulias, probablemente en honor de Livia, la esposa de Augusto, que había adoptado también como suyo el nombre de la familia imperial. La ciudad acuñó moneda propia con el nombre de la emperatriz Julia Augusta hacia el año 30 tras la muerte de ésta. Betsaida aparece tanto en las obras de Flavio Josefo, como en los evangelios repetidas veces. Estos aluden directamente a la curación de un ciego en uno de los barrios periféricos de la ciudad (Mc 8, 22-26), pero la famosa lamentación de Jesús: «Ay de ti Corozaín, ay de ti Betsaida, que si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en vosotras, hace tiempo que, vestidas de saco y sentadas sobre ceniza, se habrían convertido» (Mt 11, 21; Lc 10, 13), indica claramente que la ciudad fue repetidamente visitada por Jesús. De ella eran, además, algunos de sus discípulos más destacados, como los hermanos Pedro y Andrés, así como Felipe (Jn 1, 44; 12, 21).

Tras las excavaciones arqueológicas que vienen realizándose en el lugar de Et-Tell desde 1988, por cuenta de las universidades de Nebraska (U.S.A.) y de Haifa (Israel), hoy no cabe ya duda de que éste fue el verdadero emplazamiento de Betsaida, y no El-Araj en la misma costa, al sureste de la primera, donde los restos hallados no se remontan más allá del siglo IV d. C. Si bien es cierto que el tell, donde se levantan las ruinas de Betsaida, está a unos 25 m. por encima de la llanura y a 2,5 Km. de la actual orilla del lago, está demostrado que esta ribera ha sufrido varios cambios geológicos en los últimos dos mil años y que en aquella época las aguas del Mar de Galilea penetraban por un amplio canal hasta la misma base del tell. Las ruinas de la ciudad se extienden por una superficie de más de 8 ha., a las que habrá que añadir lo que debieron ocupar los barrios periféricos de la misma.

Se ha demostrado que la ciudad ya existía con una cierta pujanza en el Hierro II, es decir, en la época israelita del Reino Norte. De ese período se han encontrado importantes ruinas sobre todo en la zona sur. La ciudad fue reedificada hacia el siglo II a. C. y continuó su existencia hasta el año 68 d. C. cuando fue destruida al caer en manos romanas durante la famosa guerra comúnmente conocida como Primera Revuelta. Después no ha vuelto a ser habitada. A esta época corresponde la mayoría de las ruinas que las excavaciones están poniendo a la vista. Hay calles empedradas y manzanas con amplias casas dotadas de patios, entre las que cabe aquí citar la llamada «casa del vinatero», donde los objetos hallados relacionados con el cultivo de la vid y elaboración del vino (tijeras de podar, tinajas, etc.) denotan que se trataba de una especie de casa-taller destinada a tal uso. Igualmente hay que citar la «casa del pescador», que ha proporcionado numerosos elementos relacionados con la pesca, como pesos para las redes, anzuelos y un sello de barro cocido en el que aparece representada una embarcación con la proa en forma de cabeza de caballo. Desde ella unos pescadores lanzan sus redes al agua. Todas estas ruinas están hoy en día ya abiertas al público, que puede visitarlas.

J. González Echegaray