LIBERACIÓN
DC


SUMARIO: I. La liberación, finalidad de la acción de Dios en la historia, según la Biblia.—II. Contenido significativo del término liberación: 1. Relación entre salvación-liberación; 2. Relación entre libertad-liberación.—III. Jesucristo liberador.


I. La liberación, finalidad de la acción de Dios en la historia según la Biblia

La realidad que expresa el término liberación tiene profunda raigambre bíblica. Al Dios bíblico se le comprende como el salvador que actúa en la historia de los seres humanos de forma liberadora y por eso la salvación se entiende en términos de liberación. Los vocablos hebreos «nasal» y «yasa» connotan simultáneamente ambos aspectos. En la fe del pueblo de Israel, confesada en los «credos» más importantes (cf. por ej. Dt 6, 20 ss; 26, 5 ss; Jos 24, 2-13) salvación equivale a liberación y a Dios se le define, en referencia al Éxodo, como el «liberador», el «go el» del pueblo (cf. Is 43, 14; 47, 4; Jer 50, 34).

En los escritos neotestamentarios la liberación de los seres humanos se presenta como la finalidad perseguida por la acción de Dios en la historia. El reino que llega es oferta de salvación liberadora.

Tanto «lyo», usado en el NT en 42 ocasiones con la significación de desatar y liberar — que describe en concreto la acción de liberar entendida como superación de las ataduras que esclavizan, mediante el acto de desatarlas o la entrega de un rescate— como «sózó», utilizado con más frecuencia (106 veces) — que significa la acción de arrancar y salvar de un peligro que amenaza la vida por medio de la intervención de una fuerza superior— y también sus derivados: «lytróó», redimir, rescatar, liberar; «lytrosis», «apolytrosis», redención, liberación: «lytrótes», redentor, liberador; «sótéría», salud, ayuda, salvación; «sóter», salvador, redentor... —son términos empleados para expresar el núcleo mismo de la revelación cristiana, es decir, la intervención salvíficoredentora de Dios en la historia por medio de Jesucristo, con su contenido claramente liberador.

Podemos afirmar sin temor a exagerar que «"liberación" es una palabra central de la proclamación evangélica»y que «forma, junto con "salvación" los términos cardinales para expresar la acción divina, y, en el Nuevo Testamento, especialmente la misión de Jesús, la finalidad de su vida, acción y mensaje». Ésta es la convicción que reflejan las Instrucciones de la Sagrada Congregación de la Fe, ya citadas en nota anterior, cuando afirman que la libertad y la liberación constituyen «el centro del mensaje evangélico» o que «el Evangelio es un mensaje de libertad y una fuerza de liberación», «anunciada a los pobres» y que, en consecuencia, «la poderosa y casi irresistible aspiración de los pueblos a una liberación constituye uno de los principales signos de los tiempos que la Iglesia debe discernir e interpretar a la luz del Evangelio.

Sin embargo, el término liberación ha adquirido derecho de ciudadanía teológica tan sólo en época reciente, gracias a las teologías de la liberación surgidas en América Latina y otros países del llamado «Tercer Mundo». Si tenemos en cuenta que la reflexión teológica se realiza allí en contextos de miseria, dependencia y opresión, como fruto de la explotación padecida, e incorporando la aspiración de esos pueblos a la liberación traducida en compromiso transformador de la realidad, a nadie puede extrañar que la palabra de Dios sea leída e interpretada en clave liberadora.

No es el menor mérito de tales teologías el haber contribuido así de forma decisiva al enriquecimiento de la noción central de salvación, rescatando su dimensión histórica, presente en el texto bíblico, y conectándola de forma significativa con la vida y aspiraciones de las personas y pueblos oprimidos.


II. Contenido significativo del término «liberación»

Pero antes de precisar con mayor detalle la relación entre salvación y liberación recordemos el alcance y significación que conceden a esta última los teólogos latinoamericanos.

Comencemos por señalar que el término liberación está dotado de un contenido semántico concreto, vinculado a su mismo surgimiento en la historia reciente. Tiene como referente esencial la situación de pobreza dependiente' de los pueblos oprimidos del «Tercer Mundo» y supone la superación del «desarrollismo», es decir, de una visión del desarrollo de corte economicista, abstracta o no dialéctica, que olvida los factores políticos y conflictivos del proceso necesario de cambio que es preciso promover.

Gustavo Gutiérrez distingue tres niveles de significación del término liberación, recíprocamente interpenetrados entre sí:

—«Liberación expresa en primer lugar las aspiraciones de las clases sociales y los pueblos oprimidos, y subraya el aspecto conflictual del proceso económico, social y político que los opone a las clases opresoras y pueblos opulentos». Un nivel que se practica en el campo socio-económico y político.

—«Liberarse de estructuras socio-económicas opresoras no es suficiente, se requiere una transformación personal que nos haga vivir en honda libertad interior frente a todo tipo de servidumbres. Ésa es la segunda dimensión. En ella se juega el proyecto de construcción de un hombre nuevo». Un nivel que se practica en el campo personal individual o interpersonal.

—«Finalmente... hablar de liberación permite otro tipo de aproximación que nos conduce a las fuentes bíblicas que inspiran la presencia y el actuar del hombre en la historia. En la Biblia, Cristo nos es presentado como aportándonos la liberación. Cristo Salvador libera al hombre del pecado, raíz última de toda ruptura de amistad, de toda injusticia y opresión, y lo hace auténticamente libre, es decir, vivir en comunión con él, fundamento de toda fraternidad humana». Un nivel que se percibe desde la fe y que dice relación a los dos niveles anteriores.

Así fijado el contenido significativo del término liberación —con sus niveles económico-socio-político, utópico histórico y redentivo-salvífico— procede ya plantearse dos cuestiones fundamentales, profusamente tratadas por la reflexión teológica actual: la relación entre salvación y liberación y la relación entre libertad y liberación.

1. RELACIÓN ENTRE SALVACIÓN Y LIBERACIÓN. «¿Qué relación hay entre salvación y el proceso de liberación del hombre a lo largo de la historia? O, más exactamente, ¿qué significa, a la luz de la Palabra, la lucha contra una sociedad injusta, la creación de un hombre nuevo?» Con estas preguntas se plantea G. Gutiérrez la cuestión tal vez más nuclear de su reflexión teológica: la relación existente entre los tres niveles de significación antes mencionados. Y añade: «responder a estos interrogantes implicaría tratar de precisar lo que se entiende por salvación, noción central del misterio cristiano».

Para dar respuesta a esta cuestión la reflexión teológica actual recurre a algunos contenidos básicos de la tradición bíblica, que aquí nos limitamos a enunciar, al sernos imposible su desarrollo:

—La acción salvífica de Dios se nos presenta en la revelación bíblica como liberación de toda esclavitud. De hecho, la realización de la justicia en favor de las viudas, huérfanos y extranjeros y la felicidad y la bienaventuranza de los pobres son los cauces eficaces o los signos fundamentales de su presencia salvífica.

—La obra salvadora de Jesús siendo redentora del pecado es, al mismo tiempo, recreadora o consumadora de la creación, es decir, forjadora de una ya iniciada nueva creación y anuncio de una creación plenificada o plenamente liberada.

—La dimensión escatológica de la fe o la fidelidad a las promesas de salvación (libertad, paz, justicia, reconciliación fraternal) demanda un compromiso en favor de la liberación histórica de las personas y de los pueblos.

A partir de estos presupuestos bíblicos se llega a establecer una profunda interrelación entre los tres niveles de significación del término liberación ya indicados, pero sin caer en simplificaciones confusivas. Como señala el mismo Gutiérrez, no son «tres procesos paralelos o que se suceden cronológicamente; estamos ante tres niveles de significación de un proceso único y complejo que encuentra su sentido profundo y su plena realización en la obra salvadora de Cristo». Son, pues, niveles «que se condicionan mutuamente, pero no se confunden; no se dan el uno sin el otro, pero son distintos; forman parte de un proceso salvífico único y global, pero se sitúan en profundidades distintas». Es verdad: la sabiduría de la fe descubre que el pecado es la raíz profunda de toda esclavitud e injusticia. Y descubre igualmente que a la liberación del pecado «sólo se llega a través de la aceptación del clon liberador de Cristo que supera toda expectativa». Pero, dada la interrelación existente, «toda lucha contra la explotación y la alienación, en una historia que es fundamentalmente una, es un intento por hacer retroceder el egoísmo y la negación del amor». Y así «todo esfuerzo por construir una sociedad justa es liberador... es ya obra salvadora, aunque no sea toda la salvación». Desde esta perspectiva unificadora, pero no confusiva, sin acontecimientos históricos liberadores no hay salvación. «Es más, puede decirse que el hecho histórico, político, liberador, es acontecer salvífico, pero... no toda la salvación. Es realización histórica del reino y porque lo es, es también anuncio de plenitud. Esto es lo que establece la diferencia. Distinción hecha en una perspectiva dinámica que no tiene nada que ver con aquella que sostiene la existencia de dos "órdenes" yuxtapuestos, íntimamente ligados o convergentes, pero en el fondo exteriores el uno del otro»

Con la recuperación para la teología del término liberación y con la visión unitaria mencionada se vuelve a la historicidad bíblica, propia de la noción de salvación cristiana" y se le devuelve su significación más original y profunda, herida de muerte por la connotación evasiva, individualista y ahistórica que había adquirido. ¿No es cierto que expresiones como «salvarse» o «buscar la salvación» refieren a muchos, incluso hoy, a una búsqueda individualista de Dios y la felicidad eterna, realizada al margen del reino que se hace presente en la Historia? ¿Cuando se habla de «salvación del alma» o de «salvación eterna» no se está favoreciendo la confusión? ¿No se vincula la salvación cristiana a una concepción meramente «espiritual» o «ultraterrena», ignorando la verdadera dimensión escatológica de la fe? De ahí la ventaja del término liberación —cuando se le otorga la significación referida— sobre el de salvación. Tiene razón J.L. Segundo: «"Liberación" es... el término más apto para apuntar a algo que el uso crítico y casi exclusivo de la palabra "salvación" ha hecho perder de vista en el mensaje evangélico: que, como dice el Concilio, "el reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra: cuando venga el Señor se consumará su perfección". Por eso "la espera de una tierra nueva no debe amortiguar sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana" (GS 39)».

2. RELACIÓN ENTRE LIBERTAD Y LIBERACIÓN. La recuperación teológica del término liberación tiene un cierto tinte polémico, pues se contrapone al termino libertad, cuyo contenido significativo pretende «superar». Es más, en el uso preferente de uno u otro término se ve una característica propia o de la teología de la liberación —que concede prioridad a «liberación»— o de la teología europea «progresista» —que concede prioridad a «libertad». H. Assmann lo expresa con su lenguaje contundente: «En el contexto del lenguaje cristiano usual, la introducción del término "liberación" representa un dislocamiento del eje semántico de la palabra libertad':.. La teología europea, aun la más progresista, continúa ignorando la palabra "liberación", pero habla mucho de "libertad"».

¿A qué se refiere Assmann cuando habla de «dislocamiento semántico»? Mientras que la libertad se presenta como un ideal subjetivo que se refiere sobre todo al individuo ilustrado que reivindica su autonomía ante el Estado y cualquier otra institución social (y, en consecuencia, todos los derechos propios de una sociedad democrática), la liberación se entiende como un proceso histórico conflictivo de cambio que incluye el nivel económico-social y se refiere a los pueblos empobrecidos y oprimidos, cuya reivindicación primera es la de satisfacer sus necesidades más elementales, para vivir como personas y así estar en condiciones de ejercitar su libertad.

Son distintos los interlocutores de ambas teologías. Mientras que el «burgués no creyente, ateo o escéptico, será el interlocutor privilegiado de la teología moderna», «el interlocutor de la teología de la liberación es el no-persona, es decir, aquellos que no son considerados como seres humanos en el actual orden social: clases explotadas, razas marginadas, culturas despreciadas»14. La teología progresista europea se confronta fundamentalmente con el espíritu de la modernidad y su ideología liberal, tratando de mostrar que la fe no se opone a la autonomía y libertad justamente deseadas, sino que las potencia. La teología de la liberación se confronta fundamentalmente con los cuestionamientos de los pobres y despojados del mundo, tratando de explicitar, sobre todo para ellos, la significación liberadora de la fe.

La cuestión aquí suscitada ofrece especial interés. En los momentos que vivimos todos somos más sensibles a la importancia capital de las distintas libertades y al valor de la democracia política. Pero sigue resonando en nuestros oídos el clamor de los pueblos empobrecidos y oprimidos y la insuficiencia para ellos de un planteamiento abstracto y formalista, centrado en la mera libertad o en cualquier democracia que no sea real o que no se extienda al nivel económico y social. «La libertad exige unas condiciones de orden económico, social, político y cultural que posibiliten su pleno ejercicio».

Recientemente Duquoc ha replanteado agudamente la cuestión. «Los teólogos de la liberación organizan una reflexión en torno al tema "liberación", pues buscan una sociedad distinta... Los teólogos progresistas privilegian la libertad, pues les parece que ésta... exige que ningún grupo —ni siquiera una Iglesia— se arrogue el derecho de expresar unívocamente y, por tanto, imperativamente el sentido de la historia... ¿Es el Evangelio más complice de esta libertad aparentemente formal que del grito de los pobres ante la miseria injusta? La perseverancia en un diálogo libre entre los teólogos de los dos mundos quizá logre aclarar esta cuestión». Pero los cristianos conocemos otra significación de la libertad, que no es la proveniente de la ideología liberal ilustrada. Me refiero a la noción paulina de la libertad o a la capacidad creadora de los seres humanos para realizar el bien o para ser cooperadores de la obra liberadora de Dios (1 Cor 3, 9: Theoú gar esmen synergoi). Entre esta noción de libertad y la liberación debe establecerse «una profunda complementariedad y convergencia». Pues «si "liberación" y sus derivados son usados por los Evangelios y Jesús mismo para apuntar a lo que el reino de Dios quiere realizar en la historia, "libertad" y sus términos afines son usados por Pablo para mostrar con qué actitudes antropológicas puede el hombre comprometerse eficazmente en esa misma construcción histórica».


III. Jesucristo liberador

Hablar de salvación en clave de liberación equivale a hablar de Jesús, el Cristo de Dios, como liberador de los seres humanos. La liberación es la finalidad de la vida y mensaje de Jesús.

La dimensión liberadora del acontecimiento Jesús podría resumirse de forma muy apretada diciendo que Jesucristo es liberador:

a) Mostrando el rostro del Padre, Dios-amor radical y originario que perdona y libera. Dios del reino que llega a los pobres como felicidad y bienaventuranza y, a través de ellos, como utopía de liberación plena para todos.

b) Asumiendo como Hijo la causa de su Padre mediante su vida de servicio incondicional al reino, que concluye históricamente en la cruz y culmina definitivamente en la resurrección. Es el liberador ejemplar, el que ejemplarmente ha recorrido el camino que libera, hace libres y conduce a la liberación plena.

c) Enviándonos su Espíritu, como don gratuito que concede el poder y el querer seguir a Jesús, que nos libera ya desde ahora de la esclavitud de la ley, el pecado y la muerte y que nos hace seres nuevos, caminantes hacia la plena liberación.

De este modo la liberación cristiana se realiza en nosotros mediante la participación en la vida trinitaria de Dios.

[-> Amor; Ateísmo; Biblia; Comunión; Creación; Escatología; Espíritu Santo; Fe; Jesucristo; Hijo; Historia; Iglesia; Padre; Pobres, Dios de los; Reino de Dios; Revelación; Salvación; Teología y economía.]

Julio Lois Fernández