ISLAM,
Sumisión, entrega voluntaria y total
a Dios
DC


SUMARIO: I. Concepto de Islam : 1. Según la etimología de la palabra; 2. Según la doctrina coránica.—II. Origen del Islam: 1. Mahoma y su predicación; 2. Los dos períodos generales de la predicación de Mahoma: mecano y medinés.—III. El Islām y el judeo-cristianismo: 1. Continuidad; 2. Novedades.—IV. La crítica trinitaria en el Islam: 1. En el Corán; 2. En los teólogos musulmanes.—V. Posible diálogo cristiano-islámico: 1. En cuanto a la religión en general; 2. En torno a la Santísima Trinidad.


I. Concepto de Islam

1. SEGÚN LA ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA. El término islam es un nombre de acción de la cuarta forma del verbo árabe, salima, estar sano y salvo; en cuarta forma, aslama, entregarse voluntaria y totalmente a Dios y también islamizar. Por lo tanto, islam etimológicamente significa entrega voluntaria y total a Dios.

2. SEGÚN LA DOCTRINA CORÁNICA. En el Corán esta palabra sólo ocurre siete veces (3, 19; 5, 3; 6, 125; 9, 74; 38, 22; 49, 17; 61, 7). En cambio, recurre multitud de veces su participio activo, muslim, pl. muslimún, el que o los que se someten voluntaria y totalmente a Dios. Los españoles hemos hecho de este participio activo la palabra musulmán. También ocurre esta palabra con el Corán con la forma aslama, islamizar y alguna otra. En el Corán estos términos conservan siempre el sentido que hemos llamado etimológico (v. gr., 2, 2-5 y 137; 3, 200; 4, 36-39; 58, 59; etc.). Tomado el término en tal sentido, el Corán identifica islam con la única religión verdadera del único Dios Verdadero, Alláh, «el Dios», religión que, según Mahoma, siempre fue y tiene que ser la misma (3, 83). Tal sumisión o entrega a Dios debe ser en todas las cosas, pero debe manifestarse principalmente, «en creer en Dios y en el último día, en los Angeles, en la Escritura, (libro revelado), y en los profetas, en dar de la hacienda. «...a los parientes, huérfanos, necesitados, viajeros, mendigos y esclavos; en hacer la azala (oración litúrgica) y dar el azaque (tributo religioso), en cumplir los compromisos contraídos; en ser paciente en el infortunio, en la aflicción y en el tiempo de peligro. Los que practican esto son los hombres sinceros; esos, los temerosos de Dios» (23, 17). Otros versículos añaden el ayuno (2, 183-187) y la peregrinación a la Meca (2, 196). En estos versículos se basa la doctrina de los cinco pilares del Islam: profesión de fe, oración, limosna, ayuno y peregrinación a la Meca.


II. Origen del Islam

1. MAHOMA Y SU PREDICACIÓN. El Islam fue predicado por Mahoma entre los años 610 y 632 de nuestra era en las ciudades del norte de Arabia, la Meca y Yatrib, después Medina del Profeta, a 425 kilómetros al norte de la Meca. Mahoma nació en la Meca hacia el año 570. Sus padres eran politeístas. Su padre murió antes que naciese y su madre pocos años después. Entonces lo recogieron y educaron sus próximos parientes que eran también politeístas. La sociedad en que creció Mahoma era casi toda politeísta. ¿Cómo se puede explicar entonces que Mahoma, llegado a la edad de cuarenta años, poco más o menos, comenzase a predicar una religión estrictamente monoteísta, coincidente en múltiples aspectos con el judeocristianismo? Para los musulmanes se explica, porque, según el Corán, la religión verdadera fue siempre la misma y Dios inspiró e hizo descender esa religión, que está escrita en el cielo, sobre Mahoma (16, 44; 42, 13, etc.). Para los judíos y cristianos la explicación es distinta, como veremos después.

2. LOS DOS PERÍODOS GENERALES DE LA PREDICACIÓN DE MAHOMA, EL PERÍODO MECANO Y EL MEDINÉS. Mahoma entró al servicio de una acaudalada viuda, llamada Jadiya, con la cual terminó por casarse. En el año 610 Mahoma, a imitación de una especie de monjes monoteístas, llamados hanifs, se retiró a unas cuevas del monte Hira; próximo a la Meca, para hacer una especie de retiro espiritual. Estando allí tuvo una visión y oyó una voz que le decía: «recita, en el nombre del Señor que ha creado... (96, 1-5). Atemorizado regresó a casa y se lo contó a Jadiya. Esta tenía en la Meca un primo cristiano, llamado Waraqa ben Nawfal, del cual se cuenta que tenía unas escrituras hebreas. Waraqa tranquilizó a Jadiya, diciéndole que era la voz de Dios que llamaba a Mahoma al profetismo. Parece que Waraqa esperaba un nuevo profeta. En el año 612, Mahoma volvió a tener otra visión similar y oyó la misma voz. Entonces, comenzó a predicar la religión que Dios le inspiraba. Convirtió primero a Jadiya y a su primo y a algunmos otros. Cuando los convertidos fueron ya un grupo un poco numeroso, los politeístas mecanos comenzaron a perseguirlos y Mahoma envió a Etiopía a los que corrían mayor peligro. Al resto lo protegía Jadiya y Abú Talib, tío de Mahoma, que eran personajes influyentes. Muertos éstos, el peligro se agravó y Mahoma comenzó a pensar en emigrar a otra parte. Tuvo la suerte de que entre las tribus de Yatrib, después Medina, surgió una disensión y los que querían la paz buscaban un árbitro que los apaciguase. Creyeron que el árbitro podía ser Mahoma. Dialogaron con él y llegaron a un acuerdo. Entonces Mahoma envió a Yatrib a sus partidarios y, después, emigró él mismo en compañía de Abú Bakr. Esto ocurrió en el año 622 de nuestra era y en ese año comienza el primer año de la Hégira —emigración—. Terminó así el período mecano y comenzó el medinés que duró hasta el año 632 de nuestra era en que murió. En el mismo Corán se llaman mecanas las suras que contienen la predicación en la Meca, y medineses las que contienen la predicación en Medina. Las suras mecanas son breves, de expresión muy concisas y muy rítmicas. Las medineses son largas, menos concisas y menos rítmicas que las mecanas, y abundan más en normas legales. Durante el período mecano, Mahoma creyó que la religión que predicaba era exactamente el judeocristianismo. Pero en Medina los judíos se dieron pronto cuenta de que lo que predicaba Mahoma, como religión del AT, no coincidía con éste y comenzaron a burlarse de él. Entonces Mahoma se dio cuenta de que la religión que él predicaba difería del judeocristianismo y comenzó a decir que los judíos y cristianos habían corrompido la religión y los textos religiosos y que él era el enviado de Dios para restaurar la religión de Abrahán que era la religión verdadera (2, 130-141).


III. El Islam y el judeocristianismo

1. CONTINUIDAD. Entre el Islam y el judeocristianismo hay continuidad, porque hay entre ellos muchos puntos comunes, que se enuncian en la Biblia y el Corán de un modo muy similar. Por ejemplo, la creencia en un solo Dios, creador de todo, omnipotente, infinitamente sabio, misericordioso, remunerador que premia las acciones buenas en un paraíso futuro y castiga las acciones malas en un infierno de fuego ardiente (2, 255 et alibi; 2, 80-81 et alibí). La creencia en la resurrección de los muertos y en el día del juicio (10, 28-30; 16, 25-34; etc.). Este Dios ha revelado éstas y otras cosas a los antiguos profetas, Abrahán, Isaac, Jacob, Moisés, Jesús (3, 84). Esta revelación está contenida en la Escritura (libro revelado, passim), en la Torah (3, 3 y 48, et alibí) en los Salmos (14, 163), en los Evangelios (3, 3 y 48; 5, 4, 8-48; y 5, 57 y 25-27; etc.). Son muchos los puntos en que coinciden y con tanta fidelidad que, si suponemos que Mahoma recibió estas doctrinas oralmente de algún judío o cristiano, hay que suponer muchas horas de diálogo, o incluso habría que suponer que Mahoma tuvo a su disposición partes escritas de la Biblia.

2. NOVEDADES. El Islam, comparado con el Judaísmo, ofrece pocas novedades; comparado con el Cristianismo, ofrece bastantes, siendo de notar, en ambos casos, que las novedades consisten en restas o supresiones. La novedad principal, respecto del Judaísmo, tal vez sea la falta o carencia de sacerdocio. Respecto del Cristianismo, además de la falta de sacerdocio, la falta o carencia de sacramentos y de jerarquía eclesiástica. En la práctica, sin embargo, el sacerdocio y la jerarquía han sido suplidos, en parte, por la institución de cadies, jueces y ulemas que no son de institución coránica. Existen, además, otras diferencias. En el Corán se habla de profetas que no figuran en el AT, como Hud (7, 65), Salih (7, 73), Suaib (7, 85).

Además se relatan algunas historias de manera distinta a como las relata el AT, por ejemplo, la historia de José (12, 1-111). Pero las novedades más graves, respecto del Cristianismo, consisten en la negación de algunos misterios de gran importancia en éste. De Jesucristo, a quien el Corán considera como un profeta extraordinario, nacido de María Virgen (3, 47), niega que haya muerto realmente en la Cruz (4, 157 y 171) y que sea realmente Dios (ibid.). Afirma que Jesús profetizó la venida de Mahoma (61, 6) y cuenta leyendas existentes en los Evangelios Apócrifos (3, 49 et alibi). Niega también abierta y rotundamente el misterio de la santísima Trinidad (4, 71 y 5, 73). Vistas las analogías y diferencias, comparando el estricto monoteísmo predicado por Mahoma, con el judeocristianismo, parece que a Mahoma le sirvió de fuente para el AT, la Haggadá, introducida en Arabia por restos o fragmentos de tribus judías, refugiadas allí. Y para el NT, tal como lo interpreta el Catolicismo, las fuentes serían restos de sectas arrianas y docetistas, refugiados también en Arabia. Está bien probado que en la Arabia preislámica habían penetrado el Judaísmo y el Cristianismo y que había judíos y cristianos en la Meca y en Yatrib, después Medina. A Mahoma le acusaron sus contemporáneos de predicar doctrinas que le enseñaba otra persona (16, 103).


IV. La crítica trinitaria en el Islam

1. EN EL CORÁN. En el Corán se niega abierta y rotundamente la Trinidad cristiana. He aquí algunos versículos: «¡Gente de la Escritura! ¡No exageréis en vuestra religión! ¡Ni digáis de Dios, sino la verdad!, que el Ungido, Hijo de María, es solamente enviado de Dios y su Palabral... ¡No digáis tres! ¡Basta ya!» (4, 171). No creen en realidad los que dicen: «Dios es el tercero de tres». «No hay más dios que Dios, Uno» (6, 63 y 100-101). La sura cuarta es medinesa y la sexta, mecana. Mahoma, sin embargo, no tenía un concepto claro de lo que los cristianos entendían por Trinidad. Creía que entendían por Trinidad a Dios, Jesús y María. Dice, por ejemplo: «y, cuando dijo Dios a Jesús: ¡Jesús, hijo de María!, ¿eres tú quien ha dicho a los hombres, tomadnos a mí y a mi Madre como dioses, además de tomar a Dios? Dijo, ¡gloria a Ti!, ¿cómo voy a decir algo que no tengo por verdad?» (5, 116).

2. CRITICA TRINITARIA EN LOS TEÓLOGOS MUSULMANES. Los teólogos musulmanes, cuando estuvo ya avanzada la teología, allá por los siglos X y XI de nuestra era, comprendieron que la Trinidad en que creían los cristianos no era la Trinidad descrita en el Corán: Dios, Jesús y María, sino algo muy distinto y, por eso, combaten la Trinidad cristiana, atacando los conceptos de sustancia y persona. Califican a los cristianos de politeístas, por ejemplo, nuestro Abenházam de Córdoba (m.456/1063). Suelen dedicar en sus tratados un capítulo bastante largo a refutar la Trinidad cristiana. Copiamos a continuación unos pocos pasajes del cadí Abú Bakr Muhammad ben `Abd al-Taiyib al-Bagilllani (m.403/1013), perteneciente a la escuela as' ári, considerada generalmente como la ortodoxa. Dedica a refutar la Trinidad el capítulo octavo de su obra Kitáb al-Tamhidó. Comienza diciendo a los cristianos: «no digáis que Dios, ¡gloria a Él! es sustancia. ¿Cuál es vuestra prueba de esto?» Copia seguidamente las definiciones que los cristianos suelen dar de sustancia y pasa a refutarlas (ibid.). Termina diciendo: «¿por qué negáis también que los cuerpos son de dos clases? Pues hay un cuerpo innoble que es el que ocupa un volumen o espacio, el cual puede recibir formas y composición y es susceptible de que en él ocurran cambios. Y hay otra clase de cuerpo, el cuerpo noble, no susceptible de nada de eso. Ahora bien, el Eterno,' ¡gloria a Él!, es noble, luego es necesario que El sea un cuerpo no dotado de formas, ni de lugar, ni susceptible de accidentes. Y no tienen respuesta para esto». Parece, pues, que para este teólogo y lo mismo ocurre con otros varios, la sustancia tiene que ser necesariamente cuerpo. Pero distingue dos clases de cuerpos, cuerpos innobles, equivalentes exactamente a lo que nosotros entendemos por cuerpo y cuerpos nobles, a saber, cuerpos inmunes de las condiciones que los hacen mudables. Es difícil comprender lo que quieren significar con esto. Después ataca por el lado del concepto de persona, preguntando, por ejemplo: «por qué han de ser tres y no catorce».


V. Posible diálogo cristiano-islámico

1. EN CUANTO A LA RELIGIÓN EN GENERAL. Antes de contestar directamente a este tema, creemos conveniente hacer una advertencia. No se puede partir del supuesto de que Mahoma fuese un falsario, porque no se puede probar que él no creyera de buena fe que era Dios el que le inspiraba lo que predicaba. De hecho, su predicación sacó a las tribus bárbaras, paganas y politeístas de la época preislámica, de su paganismo y barbarie y les infundió el concepto y culto del único Dios verdadero. Hay que abandonar estos tópicos que no conducen a nada. Aunque nuestra fe nos impide creer que Mahoma fuera un profeta con la misión de traer a la humanidad una revelación pública, porque, según nuestra fe, la revelación pública terminó con la muerte del último apóstol, y Mahoma es muy posterior, sin embargo, se puede admitir que el Corán puede contener verdadera revelación, porque tomó mucho del AT y NT y en algunos casos con mucha fidelidad. Por eso, a nuestro parecer, lo que esté tomado con fidelidad puede contener verdadera revelación. Tenidas en cuenta estas advertencias, no vemos inconveniente ni dificultad alguna para el diálogo cristiano-islámico sobre los aspectos generales en que las dos religiones coinciden que son bastantes, como hemos visto. Donde vemos inconvenientes y dificultades graves es en el diálogo sobre puntos en que difieren las dos religiones, como la divinidad de Jesucristo y su muerte real en la Cruz y sobre la santa Trinidad, por las razones que damos seguidamente.

2. EN TORNO A LA SANTÍSIMA TRINIDAD. En cuanto a los puntos indicados inmediatamente antes y, en especial éste de la Santísima Trinidad, el diálogo nos parece muy difícil y casi imposible, porque el musulmán tiene por verdad de su fe la creencia de que la doctrina predicada por Mahoma es copia fidelísima del ejemplar coránico existente en el cielo. Dios comunicó a Mahoma y éste reprodujo literalmente con toda fidelidad el Corán o religión existente en el cielo, que es la única verdadera y tiene que ser siempre la misma. Vemos muy difícil que un musulmán pueda renunciar a esta creencia o modificarla. Unicamente un cristiano y un musulmán comprensivos y tolerantes podrían dialogar entre sí sobre estos puntos, pero sin convencerse mutuamente el uno al otro. Del criterio anterior el musulmán deduce que los judíos y cristianos corrompieron la religión y los textos revelados. Mahoma es el último profeta enviado por Dios para restablecer la religión revelada a Abrahán, única verdadera. A nuestro parecer, la mejor preparación para dialogar sobre estos puntos con un musulmán es todavía un buen conocimiento de la filosofía y teología escolásticas medioevales. Y el mejor fruto que se podría sacar es que los musulmanes dejasen de considerar a los cristianos corno politeístas.

[-> Biblia; Creación; Cruz, Escatología; Escolástica; Jesucristo; Judaísmo; Liturgia; María; Misterio; Monoteísmo; Naturaleza; Oración; Religión; Revelación; Sacerdocio; Trinidad.]

Luciano Rubio