COMENTARIOS AL SALMO 92

 

1.

Cristo resucitado, Rey del Universo

* Para Gregorio de Nisa, este salmo canta el misterio de la victoria de Cristo sobre la muerte,284 tema muy apropiado para la celebración matinal de este Domingo. Por su parte, Eusebio285 prolonga así la interpretación del Niseno: "En su Encarnación y Muerte, el Señor se había revestido de humildad: «No hay en Él belleza que agrade...» (Is 53: 2). Pero, una vez que volvió a tomar posesión de su gloria, aquella que había tenido siempre junto a su Padre, «ha transformado nuestro cuerpo de bajeza» (Phil 2: 14) y ahora reina vestido de majestad. Esta expresión indica que hubo un tiempo en que Él fue expoliado de esa majestad. En efecto: «fue crucificado por razón de su flaqueza» (2 Cor 13: 4), pero después de haber vencido a la muerte, tomó posesión de su Reino y se ha vestido de majestad y ceñido de poder.

Habiéndose, pues, revestido de su propia omnipotencia, afronta una empresa gigantesca: afianzar el orbe, sin que vacile. Cristo, después de haber desbaratado las potencias adversas, ha enaltecido de nuevo la tierra que, debido al dominio del Maligno, estaba a punto de precipitarse al abismo. En la persona de la Iglesia, fundada sobre una roca inexpugnable para el Demonio, ha afianzado el mundo, hasta el punto de nunca consentir que se desvíe del amor de Dios."

** Del mismo modo que por medio de las aguas, dominadas al comienzo del mundo por su potencia creadora, el Verbo hizo a la tierra fecunda, así también ahora Cristo, por medio del Espíritu Santo, santifica a los hombres y afirma su Reinado en el mundo.286

El Espíritu Santo es ese "río de Vida que brota del trono de Dios y del Cordero (Ap 22: 1), uno de los más bellos símbolos del Espíritu Santo"287, río divino cuyo correr alegra la ciudad de Dios (Ps 45: 5), y alimenta los muchos ríos de las almas.

*** "Esta casa es la Iglesia. Para permanecer firme para siempre (v. 2), nada le conviene mejor que la santidad. Pues de la misma manera que lo que es propio del testimonio de Cristo es la verdad, así también lo que es propio de su casa es la santidad. De modo que, si -Dios no lo quiera- la inmundicia y la impiedad se vieran un día en la casa de Dios, Él mismo, que habita en ella, diría: «He aquí que vuestra casa va a quedar desierta.» (Mt 23: 38)"288

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284 S. GREGORIO DE NISA, Tractatus alter in psalmorum inscriptiones, 92; PG 44.

285 EUSEBIO, Commentaria in psalmos, 92; PG 23; También con esta estrofa la Iglesia canta, en el mismo sentido, un himno de alabanza al Verbo Creador y a Cristo Resucitado. (cfr. LITURGIA DE LAS HORAS, ant Laud Dom 3 y 7 T Pasc; P. SALMON OSB. Les 'Tituli psalmorum' des manuscrits latins, París 1959, Serie Vl (Casiododro-S. Beda), 92, p. 169: 'Laus Ecclesia de Incarnatione et Regno Chnsti.').

286 S. AGUSTIN, Enarrationes in psalmos, 92, 3-4.

287 CEC, 1137.

288 EUSEBIO, Commentaria in psalmos, 92; PG 23.

FELIX AROCENA
EN ESPÍRITU Y VERDAD, I
Ediciones EGA. Bilbao 1995.Págs. 131-132


2.

EL SEÑOR DE LAS AGUAS

Contemplo con temor reverente el espectáculo eterno de las olas enfurecidas de un mar en rebeldía que se abaten sin tregua sobre las rocas altaneras del acantilado inmóvil. El fragor creciente, la marea en pulso, el choque frontal, la furia blanca, la firmeza estatuaria, la espuma rabiosa, el arco iris súbito, la omnipotencia frustrada, y las aguas que retroceden para volver a la carga una y otra vez. Nunca me canso de contemplar el poder del mar, el abismo original donde se formó la vida, la profundidad secreta, el palpitar incansable, la oscura transparencia, la extensión sin fin. Imagen y espejo del Señor que lo hizo.

«Más que la voz de aguas caudalosas, más potente que el oleaje del mar, más potente que el cielo es el Señor».

Adoro tu poder, Señor, y me inclino en humildad ante tu majestad. Me regocijo al ver destellos de tu omnipotencia, al verte como Dueño absoluto de la tierra y del mar, porque yo lucho en tu bando, y tus victorias son mías. Aumenta mi confianza, mi valor y mi alegría. Mi Rey es Rey de reyes y Señor de señores. Mi vida es más fácil, porque tú eres Rey. Mi futuro está asegurado, porque tú reinas sobre todos los tiempos. Mi salvación está conseguida, porque tú, Dios omnipotente, eres mi Redentor. Tu poder es la garantía de mi fe.

Me gusta contemplar el mar, porque me habla de tu majestad, Señor.

«El Señor reina, vestido de majestad».

Carlos G. Vallés
Busco tu rostro
Orar los Salmos
Sal Terrae, Santander-1989, pág. 179