COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 21, 5-19

Par: /Mt/24/01-14  /Mc/13/01-13

Ver Lc 21, 5-11

 

1. PARUSIA/VENIDA.

La expectación de una parusía cercana puede estar teñida de engaño. No existe una fecha fijada en el curso de la historia. El "tiempo" (en la traducción se habla de "momento") se sitúa más allá de todas las crisis y los conflictos humanos (guerras, revoluciones, terremotos, hambre, peste, espantos y grandes signos en el cielo...). Todo esto pertenece al antes, y los cristianos se han de preparar para vivir el largo tiempo de la historia. En ese "antes" largo y conflictivo, los cristianos vivirán una etapa llena de persecuciones. Se trata de rehacer ahora en su historia el mismo camino de Jesús hacia la cruz ("os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre"): serán acusados de herejía por la sinagoga y de traición por los tribunales del Estado. Su fuerza radicará en la paciencia mientras se espera la nueva vida que viene de la resurrección.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1989/22


2.

A)Jesús amonesta a sus discípulos acerca de su retorno. Todo lo humano, aun los frutos del fervor religioso, como el templo, es caduco. Todo perecerá. Las guerras, las catástrofes son herencia de la condición humana. No deben tomarse nunca como presagios de que el fin está inmediato. Aunque recuerden constantemente al hombre la condición caduca en que se encuentra, le recuerden la urgencia de la conversión, y le inspiren el anhelo de transformación de esta triste condición en la cual se desenvuelve su existencia. No debe seguirse a los falsos profetas que en todo ello ven señales del fin del mundo (cf. Mt 24. 4-14; Mc 13. 5=13).

B)El discípulo de Jesús tiene como herencia, en el tiempo inmediato, la persecución. No debe extrañarse de ello. Ni debe extrañarse aunque la traición le rodee, aun la traición de los de su misma casa. La opción por Jesús es tan radical que rompe aun los lazos más íntimos entre los hombres (cf. 14. 25-27; 12. 51-53). Pero el cristiano perseguido está en manos de Dios. Él le salvará. A su estilo. Por sus caminos. Hará incluso que la persecución sea ocasión de un testimonio más glorioso, irresistible, en favor de Jesús, el primer perseguido, el perseguido en sus discípulos. La sangre de los mártires es semilla de cristianos. Y esta persecución es siempre signo de las realidades futuras y últimas.

COMENTARIOS BIBLICOS-5. Pág. 571-572


3.

Jesús no vino a destruir directamente el judaísmo. Por eso, ha confesado, con los fariseos y los apocalípticos, que los muertos de Israel (Abraham, Isaac, Jacob...) han encontrado en Dios la hondura de su vida (20. 27-40). Sin embargo, cuando Israel se encierra en sus fronteras y no admite la purificación que Jesús le ha transmitido (cf. 19. 45-48), su templo (su presente religioso) se ha venido a convertir en una pura realidad del mundo. Pertenece a las funciones de la tierra que no tiene más ley que el perecer y que por tanto se dirige hacia su ruina (21. 5-6). Con toda su belleza y con su antigua hondura de señal de Dios sobre la tierra el templo de Sión lleva en sí mismo los rasgos de la muerte. ¿Cuándo? Precisamente Jesús habla en el templo (19. 47-48; 21. 37-38); desde allí supera lo que es sólo realidad que pasa y nos dirige hacia la auténtica verdad definitiva. Por eso, los discípulos preguntan: ¿Cuándo? En vez de responder directamente, Jesús dirige nuestros ojos hacia el destino universal del cosmos y la historia. Con eso entramos en ambiente apocalíptico.

Ante todo este problema, la pregunta que formula la inquietud humana sigue siendo: ¿Cuándo? Quisiéramos saber cómo adivinar el sentido del futuro, las fechas del final, la forma de vencer su angustia. En el fondo, esa actitud responde al miedo; es miedo ante la vida y falta de confianza ante el destino que, para nosotros, viene a recibir los rasgos de Dios Padre. Frente a todo esa pregunta el Evangelio no presenta soluciones hechas; lo que importa es arriesgarse en la verdad del Cristo.

Aunque vivamos apoyados en el Cristo, escucharemos voces que nos dicen "yo soy" y "el momento está cercano". Sentiremos la dureza de la guerra, el odio en la familia y la dureza de una vida que parece convertirse en sin-sentido. Todo eso implica que estamos sosteniendo la batalla decisiva, la agonía de los tiempos que se acaban. Pues bien, Jesús nos dice: "estad tranquilos"; por muy terrible que parezca el rumbo de las cosas de la tierra, nunca puede convertirse en destrucción o ruina decisiva. Decisivo sólo es Cristo (21.8-9). Sobre el fondo de la inseguridad cósmica, sobre el riesgo de la inquietud política que enloquece decisivamente por momentos, los discípulos de Cristo pueden mantenerse siempre firmes. Su firmeza está basada en la asistencia de Jesús, el Cristo; por eso pueden conservarla en medio de las persecuciones de la historia, en el centro de unas condiciones que parecen plenamente adversas (21. 10-19).

Esta firmeza de la iglesia (los discípulos) en medio de la inseguridad de un mundo que vacila, en el interior de una sociedad que se rebela contra todos los valores de lo justo y de lo santo, es testimonio y consecuencia de la verdad de Jesucristo. Nos acecha la tentación de prescindir de la exigencia de Jesús y convertirnos simplemente a los valores de este mundo (violencia, compromiso con el poder, riqueza, propaganda...).

Pues bien, en medio de la duda, el evangelio nos promete que sólo en JC encontraremos la firmeza sólida (y la victoria) de la vida.

VICTORIA/FRACASO  Lc/21/18: Esa victoria de Jesús no se confunde con el fin feliz de una novela. Desde una perspectiva de la tierra, el fin será un fracaso; supondrá probablemente soledad respecto a los antiguos amigos y a los miembros del grupo familiar que busca el éxito o progreso en esta vida; supondrá dificultades con respecto a los poderes de este mundo, que siempre desconfían del que anuncia otras verdades y exigencias; parecerá que las leyes de la naturaleza y de la historia se ríen de la ilusión y de la utopía del cristiano. Pues bien, cuando todo se haya unido para señalar la vanidad de la vida del cristiano, Jesús se ha permitido añadir una palabra: "No se perderá un cabello de vuestra cabeza" (21.18). Nada de Jesús está perdido con la Pascua; nada del cristiano puede perderse en el camino de su cruz y su fracaso, pues la vida de la Pascua lo devuelve todo victorioso y transformado.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1398ss.


4.

Hemos llegado a la última etapa de la predicación de Jesús, que tiene lugar en Jerusalén y especialmente en el templo. Jesús anuncia la destrucción del templo porque Israel, como pueblo, ha rechazado al enviado de Dios.

La gente que le está escuchando le pregunta cuándo sucederá y cuáles serán los signos que permitan adivinar que la destrucción ya es inminente. La respuesta va mucho más allá que la pregunta: habla no sólo de la destrucción del templo, sino de la segunda venida del Hijo del Hombre, pero sin confundir ni poner en relación directa lo primero con lo segundo, insistiendo en que los discípulos no se dejen engañar por quienes se presentan como mesías atribuyéndose la autoridad de Jesús y diciendo que han llegado ya los últimos tiempos. El evangelista tiene claro que el final no vendrá en seguida.

Las luchas entre los pueblos, las epidemias, el hambre y las catástrofes cósmicas pueden verse como presagios del fin de los tiempos, pero este fin no tiene por qué venir inmediatamente después de estos hechos. Más bien se subraya y se prepara a los oyentes de Jesús para los tiempos de "antes de todo eso", es decir, para los tiempos en que los cristianos deben dar testimonio. Seguramente es Lucas quien más subraya este testimonio que los cristianos deben dar y que consiste, en definitiva, en seguir el mismo camino de Jesús: también ellos serán perseguidos de diversos modos por el hecho de pertenecer al grupo de sus discípulos ("os echarán mano, os perseguirán... os harán comparecer ante reyes... os traicionarán"), aunque aquí no se insiste demasiado en la muerte violenta como coronación del testimonio ("matarán a algunos de vosotros"), puesto que no es éste el testimonio normal para la mayoría de creyentes.

El optimismo y la confianza empapan las palabras de Jesús: "yo os daré palabras y sabiduría...", "ni un cabello de vuestra cabeza perecerá", "salvaréis vuestras almas". Al tiempo que Lc escribe su evangelio es testigo de que esta Buena Nueva está llegando "a los confines de la tierra" (Hch 1.9) entre odios y cárceles, pero sobre todo, con la fuerza de la presencia del Señor, que hace mantener constantes a los discípulos.

Testimonio, fe en la asistencia del Señor a sus testigos y perseverancia en la lucha y los sufrimientos son algunos de los puntos a subrayar en estas últimas palabras que Jesús dirige a todo el pueblo.

J. ROCA
MISA DOMINICAL 1980/21


5.

Llegamos ya al término de la vida pública de JC, cuando ya todo está centrado en los acontecimientos centrales que se aproximan.

JC pasa estos últimos días enseñando en el Templo, centro de la vida religiosa de Israel, indicando así la seguridad con que lleva a cabo su misión y la autoridad de la que se siente investido. Leemos hoy la mitad del discurso sobre la caída de Jerusalén.

Lucas dirige el discurso (modificando cuando le parece oportuno el texto original de Mc) a señalar que los cristianos deben disponerse a una larga etapa de espera y de persecución. Los discípulos no han de esperar que se les dé una fecha próxima y definitiva de la parusía: pese a la caída de Jerusalén y a la destrucción del Templo en el año 70, pese a las persecuciones contemporáneas, deben seguir esperando y habituarse a mantener su firmeza en la espera.

Por tanto, hay que tener muy en cuenta que nuestro texto no es ninguna descripción del fin del mundo. El centro del relato se encuentra en una frase a mitad del texto: "Pero antes de todo eso..." Lucas quiere explicar que no se sabe cuando ocurrirá el fin del mundo, y al preguntar los discípulos a JC cuando vendrá el día, la respuesta consiste en decir que deben suceder muchas cosas que parecerán el fin sin serlo. Lo que importa, pues, no es conocer la fecha de la parusía, sino tener claro que "antes de todo eso" los discípulos serán perseguidos. No serán unas persecuciones reservadas al tiempo final, sino que la persecución se convertirá en característica fundamental de la vida del cristiano mientras dure la historia del mundo.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1974/3B


6.

"Cuidado con dejarse extraviar... porque muchos dirán: 'Ha llegado el momento'. No los sigáis..." Todas las doctrinas de tipo "adventistas" fundadas sobre una susodicha profecía precisa del retorno de Cristo, quedan destruidas por esa palabra de Jesús. Hay que vivir, día tras día, sin saber la fecha... sin dejarse seducir por los falsos-mesías, sin dejarse amedrentar por los hechos aterradores de la historia.

PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 299


7. TIEMPO-LINEAL   HT/CICLICA.

Lucas hace una lectura de la historia desde el futuro, desde el fin. Es sabido que los griegos hacían una lectura cíclica de la historia bajo la categoría del eterno retorno. Todo es igual, todo vuelve a empezar, todo retorna. Para Lucas, en cambio, hay un punto final al que converge la historia y todas las cosas bajo la providencia de Dios. "Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá". La historia es una representación bajo la atenta mirada de Dios. La ciudad de Dios camina mezclada, y con frecuencia confundida, con la ciudad terrena en el escenario de la historia. Hay que leer la historia con los ojos de Dios y saber esperar.

MARTÍNEZ DE VADILLO
DABAR 1989/56


8.

Texto. En su línea habitual Lucas no se detiene en mayores detalles para enmarcar el punto de vista de Jesús sobre el futuro del Templo de Jerusalén. A su vez, este futuro le sirve sólo de ocasión para hablar sobre el futuro de los creyentes en Jesús. A ellos se refiere la expresión "por causa de mi nombre" que resuena dos veces en el texto, vs. 12 y 17.

El texto trata, pues, del futuro de los creyentes y no del fin del mundo. Así se afirma expresamente en el v. 9: el final no vendrá en seguida. Es cierto que, dado el significado y valor absolutos que tenía el Templo de Jerusalén para cualquier judío, hablar de su destrucción podía interpretarse en sentido de fin de mundo, como de hecho así habría de hacerse. Pero el texto de Lucas es tajante al respecto: "Cuidado con que nadie os engañe..., no vayáis tras ellos".

A partir del v. 10 emerge en toda su fuerza la perspectiva de futuro para el creyente de Jesús. Es una perspectiva histórica y realista. El escenario es el mundo, este mundo nuestro, con sus leyes naturales dolorosas y, lo que es peor, con sus enfrentamientos y odios mortales, incluso entre personas por cuyas venas corre una misma sangre. Es, sin embargo, aquí, en medio de este escenario y panorama, cuando resuenan con fuerza las dos frases rituales: "Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. Vuestra perseverancia os salvará" (prefiero esta traducción a la formulada por la traducción litúrgica). Estas frases constituyen el culmen y el dato central de todo el texto. Ambas tienen algo de proverbial y mucho de paradójico. Son de las frases chocantes, en las que Jesús era un consumado maestro. El sentido de las mismas está en su capacidad de generar certeza y confianza. En cualquier caso, ambas frases abren al creyente a la perspectiva que tiene su origen en la realidad de Dios.

Comentario. En la vida de los individuos y de los grupos existen a veces desastres con los que el mundo parece acabarse. Esto es lo que los judíos experimentaron a raíz de la destrucción de su Templo en el 70 d.C. Este Templo era su referencia y su razón de ser, algo demasiado importante y entrañable como para no afectar y trastocar sus vidas en caso de desaparición.

En la perspectiva de Lucas, sin embargo, el desastre del Templo queda relativizado y enmarcado dentro del devenir de la historia humana de los territorios del Imperio Romano durante el siglo I de nuestra era.

La perspectiva de Lucas es conscientemente histórica, una conciencia que puede parecer pesimista y negativa y que, sin embargo, no lo es. El cuadro histórico del texto refleja las condiciones reales que se daban en el siglo I d. C. No hay en ello una valoración pesimista de la historia, sino la constatación realista de lo que sucedía y que, lamentablemente, seguiría sucediendo. El mundo era y es así.

En un mundo así es donde vive el creyente en Jesús. El texto de hoy es una invitación a tomar conciencia de las dificultades y de los riesgos. La historia es inevitablemente compleja, hoy más que nunca, tal vez, porque los hilos de la historia contemporánea son probablemente más numerosos y más complejos que nunca. El creyente en Jesús no es un iluso al respecto. Pero el creyente es alguien con una paz y una confianza especiales, derivadas de su trato y familiaridad con Dios. Le pase lo que le pase, el creyente no se vive a sí mismo desde el desamparo y la indefensión. El texto de hoy es, en primera instancia, una invitación a la paz interior y a la confianza. Jesús lo formula mucho mejor y más gráficamente: "Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá".

A. BENITO
DABAR/89/56


9.

Texto. Lucas lo sitúa en el templo y van a ser precisamente unos comentarios anónimos sobre la belleza y riquezas del templo los que van a motivar el tajante comentario de Jesús sobre su destrucción en un futuro que no precisa (vs. 5-6). Es el detonante para la pregunta sobre el cuándo preciso y las señales premonitorias de esa destrucción (v. 7). Lo que sigue pone de manifiesto que Jesús no entra en la dinámica de la pregunta. A lo largo de los domingos de este año hemos tenido ocasión de constatar cómo en sus respuestas el Jesús de Lucas corrige a menudo los planteamientos de sus interlocutores. Hoy nos hallamos ante un nuevo caso. Jesús comienza haciendo unas recomendaciones: "Cuidado con que nadie os engañe" a propósito del cuándo o de las señales; "no vayáis tras ellos; no tengáis pánico". Cierra estas recomendaciones una afirmación rotunda: "El final no vendrá en seguida". En otras palabras: Jesús desautoriza toda especulación sobre el cuándo y las señales. Más aún: guerras y desórdenes no son señal alguna de fin de mundo. Los que hablan en este sentido son simples embaucadores. Guerras y desórdenes son, desgraciada y lamentablemente, una necesidad. ¡Es impresionante el realismo de Jesús! Lo mismo pasa con los terremotos, epidemias y fenómenos cósmicos. Nada de esto es señal de fin de mundo. Esto supuesto a partir del v. 12 y ya hasta el final, Jesús aborda lo que sí tiene importancia según él. Y aquí sí que prevé un tiempo no lejano: "Antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán... por causa de mi nombre". Aunque no lo diga explícitamente, Lucas presupone que son los discípulos (léase cristianos) los interlocutores-destinatarios de las palabras de Jesús. De nuevo el acoso, la acusación, la comparecencia ante los tribunales. Las mismas situaciones con que nos encontrábamos hace cuatro domingos. Y aún prevé otra: la muerte. ¡La muerte a manos de quien menos se podía esperar! El odio total por causa del estilo de vida de Jesús, que no es otro sino el compromiso con los valores del Reino. Este es el cuadro que Jesús pinta ante los suyos, el futuro que les espera. Este es el futuro que interesa y no el de las especulaciones sobre el fin del mundo. Y de cara a ese futuro dos nuevas recomendaciones: espontaneidad y tesón. El versículo final tiene dos posibles acepciones; con vuestra perseverancia ganaréis vuestra vida o ganad vuestra vida con vuestra perseverancia.

Comentario. Lo que hace cuatro domingos era sólo un presupuesto, hoy es un dato explícito: Lucas no espera un final inminente de esta historia nuestra. Perspectiva de futuro y perspectiva final no se mezclan ni se confunden, como puede ser el caso, por ejemplo, en Marcos. La destrucción del templo no es el final; las guerras y cataclismos no son el final. Son otra cosa, pertenecen a otra dinámica, misteriosa, realística, pero no premonitoria de fin de mundo. Lucas da un mentís a los profetas de fin del mundo. Son agoreros embaucadores. "No vayáis tras ellos". Lo que hay que hacer a cambio es asumir esta historia en toda su crudeza.

Apostar en ella desde los valores del Reino y caminar. Sin discursos retóricos de autodefensa. Con la espontaneidad y el frescor del espíritu de Jesús. Dando cabida a su lenguaje, a su sabiduría, a lo imprevisible divino, en la sencilla e imponderable certeza de que, a pesar de perder la vida en el empeño, ésta se gana. Porque todo es gracia con el Dios de Jesús.

A. BENITO
DABAR 1986/56


10.

Texto. La admiración de la belleza del templo por parte de algunos (v. 5) provoca la llamada de atención de Jesús acerca del futuro de ese templo (v. 6). Pregunta por el cuándo y las señales admonitorias de ese futuro (v. 7). Jesús comienza su respuesta invitando a los oyentes a ponerse en guardia ante determinadas personas y determinados acontecimientos (vs. 8-9). Continúa luego hablando de cataclismos y convulsiones (vs. 10-11), para centrarse en las dificultades y riesgos mortales que los oyentes tendrán que afrontar previamente (vs. 12-13). Jesús concluye su respuesta con una invitación a la confianza y a la esperanza (vs. 14-19).

Pre-texto. Lenguaje profético y apocalíptico, consistente en expresar un juicio de valor negativo sirviéndose del vehículo simbólico de imágenes y situaciones dantescas y truculentas. Este lenguaje enjuicia negativamente la realidad social tal y como ésta es construida en la práctica. No tiene valor de crónica futurista de sucesos.

El templo como centro neurálgico del universo (cfr. Is. 60; Ageo 2, 6-9). Tocar el templo era tocar la tierra toda.

FUTURO/ALIENACION: Sentido del texto. "Llegará un día" es expresión típicamente profética para desplazar la atención de los oyentes hacia el futuro, despertando en ellos el ansia de un tiempo mejor del que ahora están viviendo. Para este desplazamiento fue surgiendo toda una literatura tremendista, morbosa en ocasiones y tras de la que en muchos casos se escondían personalidades frustradas e incapaces de vivir el presente (agoreros, predicadores de desastres, etc.). Son estas personalidades y esta literatura lo que Jesús descalifica en los vs. 8-9. Para Jesús, el futuro no puede ser una válvula de escape a las frustraciones y a la incapacidad de vivir el presente.

Y, sin embargo, tampoco Jesús renuncia al futuro como tiempo cualitativamente nuevo respecto al presente. Lo que pasa es que Jesús entiende ese futuro como un espacio abierto desde el compromiso en la realidad cotidiana presente. De ahí que sus palabras se centren fundamentalmente en esa realidad cotidiana, tejida de dificultades y riesgos, los cuales tienen su origen en los círculos mismos de relaciones del discípulo. Por eso es importante que el discípulo mantega su ilusión y su esperanza contra toda esperanza. A esto es invitado por Jesús. De esta manera Lucas entiende el discurso sobre el fin del mundo como una invitación a comprometerse esperanzadoramente en el presente.

DABAR/80/58


11.

Este texto pertenece al llamado "apocalipsis sinóptico", que en Lucas se prolonga hasta el v. 36. Respecto a dicho "apocalipsis" es preciso notar lo siguiente: a) los tres textos reúnen a su modo diferentes frases de Jesús sobre el mismo tema, pero la redacción se ha hecho bajo el influjo de la vida de la primitiva comunidad y su catequesis; b) especialmente en Marcos y en Mateo se adivina la persuasión de que la venida del Señor es inminente; c) sin embargo, el motivo dominante es en los tres una llamada a la vigilancia y a la oración ante un acontecimiento que, a pesar de todas las señales, acaecerá repentinamente y cuando menos se espere.

Aunque Lucas sigue fundamentalmente a Marcos, en este caso se aparta de él más de lo común. A diferencia de Marcos, Lucas distingue entre lo que se refiere a la ruina de Jerusalén (que es el tipo o la imagen profética del fin del mundo, con las catástrofes y tribulaciones que le han de preceder) y lo que tiene un sentido escatológico directo. Parece indudable que el discurso de Lucas tiene un carácter más histórico, debido a que escribió su evangelio después de la destrucción de Jerusalén y pudo referirse a este suceso con mayor riqueza de detalles (vv. 20 y 21).

Jesús no responde exactamente a la pregunta que le han hecho sus discípulos. Se refiere ciertamente al futuro, pero no para descubrirlo en todos sus detalles, sino únicamente para indicar los peligros que se avecinan y advertir a sus discípulos que estén preparados. Les dice, en primer lugar, que no hagan caso de los falsos mesías. Pues estos hombres se levantarán para proclamar el advenimiento de los tiempos mesiánicos, pero no anunciarán el reinado de Dios tal y como Jesús lo entiende (10, 9), sino como una reivindicación política de Israel.

En segundo lugar, dice que estas revoluciones que han de venir no son aún la señal del fin, pero no dice de qué fin se trata. Posiblemente se refiere al último fin, al fin del mundo. Antes del fin, los discípulos de Jesús serán perseguidos por judíos y gentiles. Y sus padecimientos durante el tiempo de persecución serán un buen "testimonio" en su favor cuando llegue el juicio final. La traducción que aparece en el texto no es correcta, pues no se trata aquí del testimonio de los apóstoles ante los tribunales humanos.

Jesús quiere ahora inspirar confianza y dar ánimo a sus discípulos. Si ellos han de ser llevados ante los tribunales por su causa es lógico que Jesús no los abandone en esta ocasión. Por eso les promete ser él mismo su abogado y darles aquella sabiduría que van a necesitar (según Mt 10, 20: "el Espíritu de vuestro Padre", y según Mc 13, 11 y Lc 12, 12: "el Espíritu Santo"). Esto no quiere decir que saldrán ilesos de los tribunales humanos; pero sí que su causa, que es la misma causa de Jesús, reportará una victoria moral y el Evangelio se propagará por el mundo. También Jesús fue llevado ante los tribunales y padeció y murió bajo Poncio Pilato, pero resucitó y sus apóstoles predicaron el Evangelio por la fuerza de la Resurrección.

De nuevo se afirma que la persecución y el odio se cebarán en sus personas. Incluso que serán traicionados por parientes y amigos. Se dice también que algunos de ellos morirán en estas persecuciones, aunque la mayoría escapará con vida. Los pocos que pierdan la vida terrena morirán con la esperanza de alcanzar así la verdadera vida. Todos se salvarán si perseveran hasta el fin: "Salvar el alma" significa lo mismo que "salvar la vida", toda la vida, incluyendo la del cuerpo: "ni un cabello de vuestra cabeza perecerá".

EUCARISTÍA 1986/54


12.

- "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?..": Aunque Lucas se inspira en el evangelio de Marcos, no obstante pone el acento en algunos elementos que presentan su concepción de los acontecimientos finales. Cuando se escribe este evangelio, Jerusalén ya ha sido destruida y el interrogante que planea sobre la primera comunidad es el de descifrar si estos signos manifiestan ya la proximidad del fin.

- "Cuidado con que nadie os engañe...": La expectación de una Parusía cercana puede estar teñida de engaño. No existe una fecha fijada en el curso de la historia. El "tiempo" (en la traducción se habla de "momento") se sitúa más allá de todas las crisis y los conflictos humanos (guerras, revoluciones, terremotos, hambre, peste, espantos y grandes signos en el cielo...). Todo eso pertenece al antes, y los cristianos se han de preparar para vivir el largo tiempo de la historia.

- "Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales...": En ese "antes" largo y conflictivo, los cristianos vivirán una etapa llena de persecuciones. Se trata de rehacer ahora en su historia el mismo camino de Jesús hacia la cruz ("os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre"): serán acusados de herejía por la sinagoga y de traición por los tribunales del Estado. Su fuerza radicará en la paciencia mientras se espera la nueva vida que viene de la resurrección. Pero fijémonos como Lucas acentúa la lejanía del fin poniendo de relieve la duración de los sufrimientos de los creyentes en medio de la historia.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1989/22