EVANGELIO

Hay un concepto de la tradición, que aquí condena Jesús, a saber: transmitir mecánicamente lo que se ha recibido sin vitalizarlo con la aportación personal y comunitaria. La tradición es algo vivo y operante, que va engendrando de su seno «nuevas creaturas» (Cf. 2 Cor 5,17; Ap 21,5).

Únicamente bajo el ángulo de la esperanza puede entenderse la fe en Jesús. El fundamento será siempre la resurrección del Señor. Entre tanto los hombres, los cristianos, debemos «negociar», rehacer el mundo a la espera del Día del Señor, que la eucaristía cristiana celebra cada domingo.


Lectura del santo Evangelio según San Mateo 25,14-30.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

-Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata; a otro, dos; a otro, uno; a cada cual según su capacidad. Luego se marchó.

[El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.

En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.]

Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos.

Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:

-Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco.

Su señor le dijo:

-Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.

Se acercó luego el que había recibido dos talentos, y dijo:

-Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos.

Su señor le dijo:

-Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante: pasa al banquete de tu señor.

Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo:

-Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.

El señor le respondió:

-Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco para que al volver yo pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene se le quitará, hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.