REFLEXIONES
 

1.

-CONTENIDO DOCTRINAL

La característica del diálogo entre Jesús y el letrado, en el evangelio de Marcos, es su carácter pacífico y amistoso. No se adivina en él ningún afán de controversia, ni ganas de probar a Jesús, ni espíritu doble en el letrado. Es un diálogo que avanza a través de sucesivas afirmaciones. La primera lectura, por otra parte, subraya el punto de partida: el "Shemá, Israel" -la plegaria del fiel israelita-, que ofrece a Jesús la respuesta para el letrado.

El salmo responsorial es un cántico victorioso que evoca la afirmación de la carta de san Juan: "Y la victoria que ha vencido al mundo es nuestra fe" (1 Jn 5, 4). Y esa otra que concuerda con la respuesta de Jesús: "Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos" (1 Jn 3, 14).

La pregunta del letrado es la de un hombre a quien gusta acentuar las cosas fundamentales, o que está preocupado por la multitud de los mandamientos rabínicos. Su actitud encuentra una respuesta también fundamental y simplificadora, y ésta le suscita al letrado -como por asociación de ideas-, el recuerdo de una afirmación típica de los profetas.

El itinerario del letrado, conducido por el Maestro, le ha llevado hasta el dintel del reino de Dios. Jesús habla precisamente desde el reino de Dios, que es El mismo ("¡llega el reino de Dios!" Mc 1, 15). Y nosotros podemos entender su respuesta con más plenitud que el letrado de Jerusalén. Para los cristianos, en efecto, es muy claro lo que significa esta relación entre el primer y el segundo mandamiento: identificarse con Jesucristo. Su misterio pascual es la realización más plena que pueda haber de un amor total al Padre, que incluye a la vez la conformidad con el amoroso designio de salvación para todos los hombres y su manifestación a estos mismos hombres.

-ACTUALIZACIÓN

Las aplicaciones del diálogo entre Jesús y el letrado surgen con facilidad. Se pueden destacar algunas de ellas:

Una primera, poco comentada, es la importancia para nuestra fe viva y práctica de las oraciones que recitamos. El "Shemá Israel" fue una respuesta fácil para Jesús. El Padrenuestro, ¿no lo es también para los cristianos que buscan qué deben hacer? Esto conlleva una nueva reflexión: la necesidad de que los textos de nuestra plegaria -¡nuestros cantos!- sea de "calidad"...

Una segunda reflexión sobre la perícopa y su contenido puede profundizar y aplicar la relación entre los dos mandamientos. A veces nos perdemos en disquisiciones sobre lo "horizontal" y lo "vertical" en las actitudes de la vida cristiana. Solamente poniendo a la vez horizontal y vertical se obtiene la cruz, signo del amor perfecto de Cristo. Teniendo en cuenta este principio, tanto se puede empezar hablando de lo horizontal como de lo vertical; sólo el encuentro entre los dos les da pleno sentido cristiano.

Una tercera pauta de aplicación puede venir de la resonancia profética de las palabras del letrado. Son una llamada a la interiorización de la ley, que nos evocan las referencias al "corazón' del hombre típicas de Ezequiel (el corazón de carne en vez del corazón de piedra...), o de Jeremías (la ley de una nueva alianza escrita en los corazones...). Esto nos da el sentido que tiene aquí la palabra "amar", como expresión de una fe viva -"la fe que actúa por el amor" (/Ga/05/06)-, más allá de una simple expresión de sentimientos. Es evidente que los sacrificios del templo, sin la fe-amor, no conducían a nada. En el Nuevo Testamento se alcanza la realidad del único y perfecto sacrificio de Cristo. "El lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo" (2. lectura).

En términos neotestamentarios, podemos decir que es el Espíritu de Jesucristo la verdadera ley, según la cual nos identificamos con el Señor.

-REFERENCIA EUCARÍSTICA

La vinculación con la participación eucarística es muy clara. Es en la Eucaristía donde tenemos este misterio de Cristo manifestando cómo ama al Padre y cómo ama al mundo, a la vez, con su ofrenda sacrificial. Participar en la celebración eucarística no sería "la fuente primera indispensable del verdadero espíritu cristiano" (Pío X, y Constitución de la Sagrada liturgia, n. 14), si sólo consistiera en cantar y "hacer algo"; lo es -la fuente primera..- en la medida en que llega a identificarse, por la fe que actúa por el amor, con el misterio que celebramos.

PERE TENA
MISA DOMINICAL 1985, 21


 

2.

"En geometría se puede dar lo horizontal y lo vertical por separado; pero en la "geometría cristiana", simbolizada por la cruz, las dimensiones horizontales y verticales de la existencia humana quedan siempre inseparablemente unidas.

No hay verdadera opción vertical -es decir, una mayor apertura hacia valores más elevados y trascendentes, hacia Dios- sin una equivalente apertura hacia el prójimo. Y toda opción horizontal, si es genuina y desinteresada, inevitablemente termina por acercarnos a Dios.

No existe verdadero amor de Dios sin amor al prójimo, y no existe amor del prójimo sin justicia. Tampoco podemos hablar sinceramente de justicia, ni promoverla eficazmente, si la justicia no es una realidad encarnada en nuestras vidas...

CARIDAD/JUSTICIA: La caridad y la justicia son dos virtudes distintas. Con todo, no hay que oponerlas, como si se excluyeran mutuamente. Ni tampoco hay que identificar sencillamente la caridad cristiana con alguna de sus manifestaciones, por ejemplo, con el dar limosna, que puede a veces ser una expresión necesaria, aunque quizá no la más importante, de nuestro amor al prójimo.

Precisamente bajo el impulso de la caridad cristiana, de nuestro amor por los demás, queremos que éstos sean respetados en su persona, en su dignidad y en sus derechos y libertades, que se les haga justicia. Y también impulsados por esta caridad nos esforzamos continuamente en ir alargando, ampliando las fronteras de la justicia y de la libertad humana, de manera que lo que ayer se le concedía al hombre en virtud de la sola caridad, se le conceda hoy en nombre de la justicia.

La verdadera caridad es para el cristiano como el alma de la justicia. Concebir ésta sin aquélla sería privar nuestra acción por la justicia de su principal motivación".

Veinte preguntas al Padre Arrupe
"Vida Nueva", núm 894, pág. 24


 

3. ACEPTACION-DE-SI.

AMARSE.

El amor depende del grado de autoconciencia de la persona que lo manifiesta. Esto explica que no puede amar a los demás una persona que no se ama a sí misma y que, por tanto, en el mejor de los casos, emplea a los demás como medio de autorealizarse.

Pero, ¿cómo amarnos a nosotros mismos, siendo nosotros mismos? El amor está basado en la propia aceptación, en la satisfacción de ser nosotros mismos, a pesar de nuestros defectos.

Entre las cualidades que se exigen hoy para que el desarrollo pueda llamarse tal están no sólo el avance económico y las posibilidades de libertad, sino también la situación de autoestima. Si esto se pide para las sociedades, con mayor motivo será deseable para los hombres que las componen.

Desde la fe en el Dios de Jesús y desde la misma experiencia humana, sentimos un impulso que nos lleva a decir: "Ámese a sí mismo, hombre, y no tenga miedo. Dios mismo se lo pide".

EUCARISTÍA 1988, 51


 

4.

El amor a Dios y el amor al prójimo van unidos. El texto de hoy destruye por la base la crítica al Dios enemigo o competidor del hombre. Dios no se complace en la muerte, y su gloria es la vida del hombre (dijo san Ireneo de Lyon). Jesús se sitúa en la línea de la tradición profética, tan bien expresada también en algunos salmos, como el 145, que leímos el d. 23 y volveremos a leer el próximo domingo. La promesa dada a Israel era promesa de felicidad y de vida (ver 1. lectura y salmo 15, d. 33). Debemos ir insistiendo en estos aspectos básicos en la concepción cristiana de Dios y del hombre: así serviremos al Señor "alegres" (colecta d. 33) y "libremente" (id. d. 32) y caminaremos "sin tropiezos" (id. de hoy).

Los "celos" de Dios no son como los nuestros y el "totalitarismo" del primer mandamiento ("con todo tu corazón, con toda tu alma...") no excluye el segundo, ni el "tercero", sino que los fundamenta y lo reclama: "amarás a tu prójimo como a ti mismo". San Juan ¡lo entendió tan bien!(1 Jn 4, 7-8.11-12.19-20). Todo brota de la fuente: "Dios es amor. Nosotros amamos a Dios, porque él nos amó primero" (v. 19).

JOSEP M. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1988, 21


 

N-5.

"CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA TU ALMA, CON TODO TU SER".

El evangelio de hoy, y la primera lectura, nos presentan el "primer mandamiento", el criterio básico de la vida cristiana. Son palabras centrales, que no deberían pasar por alto, por muy conocidas que parezcan. Y no estaría de más empezar la homilía repitiéndolas: "Escucha, Israel...".

Son palabras dirigidas a nosotros, el mandamiento que une inseparablemente a Dios y al prójimo. Se nos invita a reconocer a Dios como "único Señor". El es lo único seguro y definitivo que existe, lo único que merece el amor "con toda el alma, con todo el ser".

Deberíamos rumiar, repetir como una oración estas palabras, como las repetía el pueblo de Israel.

Y entender que dentro de estas palabras está metido también el "segundo mandamiento": "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Está ahí metido porque nuestro Dios es un Dios de vida, un Dios que tiene en su corazón a la creación entera. Un Dios que se ha revelado a través de un hombre como nosotros. Y por eso, la verdad de nuestro amor a Dios con toda el alma y con todo el ser se palpa en nuestro amor a los demás. Y por eso también, un hombre que ama a los demás ama ya de alguna forma, aunque no lo diga, a Dios.

JOSEP LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1982, 20


 

6. COR/SEDE

El amor se expresa con todas las facultades del hombre: corazón, alma, mente, ser.

Hay que tener presente que en la antropología semítica el corazón no se considera tanto como la sede de los afectos y de los sentimientos, cuanto más bien de la inteligencia y de la voluntad.

"Alma" quiere decir vida. Y puede significar además de la exigencia de amar a Dios en todas las circunstancias de la existencia, también la de sacrificarle la vida misma si así lo exigiera la fidelidad a él. (...)

"Con todo tu ser" según algunos, se entiende la voluntad. Otros dicen "todas las fuerzas" y entienden las posesiones y los bienes terrenos.

Por tanto, más que cada una de las expresiones, habrá que tener en cuenta la idea de fondo, que es la totalidad y plenitud. Hay que amar a Dios con un amor que brota del centro de la persona e invade todas las facultades. La respuesta del hombre debe ser completa.

"Amarás a tu prójimo como a ti mismo".

Es importante la puntualización "como a ti mismo". Se sugiere la posibilidad e incluso el deber de amarse a sí mismo (lo cual obviamente es muy distinto de ser egoísta). Hay un sano amor a sí mismo que está en la base del auténtico amor a los demás. Hay una buena relación consigo mismo que constituye el fundamento de las relaciones auténticas con los demás. Personalmente creo que muchos cristianos y no pocas personas religiosas son incapaces de aceptar y amar verdaderamente a los demás porque son radicalmente incapaces de amarse y aceptarse a sí mismo.

ALESSANDRO PRONZATO
EL PAN DEL DOMINGO CICLO B
EDIT. SIGUEME SALAMANCA 1987.Pág. 251