PRIMERA LECTURA

La salvación de Dios se encarna en el mundo en partículas de infinitud y a través de mediaciones. El sacerdote es mediador de bendición, de instrucción y de aplicación de la ley. Es símbolo de la alianza, por su cercanía a lo santo. Cuando no trasparenta hacia Dios, se convierte en estorbo y tropiezo. No hay por él bendición, ni luz, ni comunión con el infinito. La misión que le dignifica es exigente de servicio.


Lectura del Profeta Malaquías 1,14b-2, 2b. 8-10.

Yo soy el Rey soberano, dice el Señor de los ejércitos;
mi nombre es temido entre las naciones.

Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes:

Si no obedecéis y no os proponéis
dar la gloria a mi nombre,
-dice el Señor de los ejércitos-
os enviaré mi maldición.

Os apartasteis del camino,
habéis hecho tropezar a muchos en la Ley,
habéis invalidado mi alianza con Leví
-dice el Señor de los ejércitos.

Pues yo os haré despreciables
y viles ante el pueblo,
por no haber guardado mis caminos
y porque os fijáis en las personas
al aplicar la ley.

¿No tenemos todos un solo Padre?
¿No nos creó el mismo Señor?

¿Por qué, pues, el hombre
despoja a su prójimo
profanando la alianza de nuestros padres?