REFLEXIONES
 

1.

LA ACTITUD FUNDAMENTAL CRISTIANA: EL SERVICIO.

Jesús, en el evangelio, nos invita a descubrir cuál es su actitud fundamental, y cuál es, por tanto, la actitud fundamental cristiana, en contraste con la actitud que el "mundo" -el "sistema", si preferís- nos invita a adoptar, que es la que, al fin y al cabo, tenían los discípulos.

Santiago y Juan son gente despierta, que quiere ir adelante. Y por eso Jesús los ama de un modo especial, junto con Pedro. Pero son esclavos del estilo del "mundo", y por eso entienden el ir adelante como un tener buenas posiciones, tener poder y prestigio. E imaginan que la obra de JC será crear una situación nueva, de gente que estará por encima de los demás, porque serán "los buenos", "los fieles", "los seguidores". Gente entregada, ciertamente, gente entregada hasta el sacrificio, pero que piensa en los mismos términos que el "mundo", y que por tanto lo que desea en última instancia es una buena colocación por encima de los demás.

JC les rompe el esquema y les dice que no hay un premio y una colocación final por encima de los demás. Que solamente existe el servicio, y que es a través del servicio como uno se convierte en hombre, y hombre con Dios. Y que esto es lo único que hay que esperar y desear. El servicio, por tanto, no es solamente un conjunto de buenas obras pequeñas de ayuda a los demás. Estas buenas obras, por sí mismas, no son nada, porque quizás las realizamos como "méritos" para obtener un buen puesto. Lo que cuenta es la actitud de servicio como actitud de vida. O sea, el desear una vida gozosa y plena para todos, y orientar toda la propia actividad para conseguirla: en las pequeñas ayudas y servicios, en tener una actitud que descubre lo bueno que hacen los demás en lugar de buscar lo que hacen mal, en no temer a una sociedad que quiere avanzar en libertad y hacia una distribución más justa de la riqueza, en tener un espíritu de Iglesia abierto y no creer que solamente es válida la propia manera de ser cristiano, etc.

DEMOCRACIA
LAS ELECCIONES.

Aplicando todo esto a la vida y a la organización social, hoy convendría, en la homilía, hacer una seria y franca alabanza de la democracia. Porque la democracia permite organizar la convivencia más cerca del "servicio" y no tanto del "dominio".

Precisamente, JC utiliza como ejemplo de no-servicio al estilo de los gobernantes absolutos de su tiempo. Todo gobierno comporta dominio. Y todo político tiene en su interior cierto afán de dominio. Pero si el gobierno es absoluto, este afán se convierte en absoluto.

En cambio, la democracia significa un adelanto para hacer del gobierno (que en el ideal del Reino de Dios no tendría que existir, pero que ahora existe para que los hombres podamos convivir) algo de mayor servicio, no sometido a la arbitrariedad de una persona sino controlado de algún modo por todos, según las líneas que a la mayoría parezcan más aptas para un mejor funcionamiento y progreso de la vida social. La democracia, nuestra democracia, por más que esté llena de debilidades, está más cerca del Evangelio que cualquier dictadura.

Y en su interior se nos invita a elegir. A elegir, también, teniendo en cuenta el Evangelio. No la opción que vaya a favorecer más nuestros pequeños intereses, ni a quien dé mayores facilidades a la Iglesia (esto no sería actitud de servicio), sino a quien haga que en la sociedad el bienestar y las posibilidades para todos estén mejor repartidas.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1982


2.

La coincidencia de los textos de hoy con el Domund invita a considerar en profundidad la tarea evangelizadora de la Iglesia: ¿puede consistir en otra cosa que en llevar a los hombres el anuncio del misterio de Cristo? "La Iglesia peregrina entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, anunciando la cruz y la muerte del Señor, hasta que El venga" (Lumen gentium, n. 8, final).

A veces se confunde la tarea misionera específica de la Iglesia con cualquier tipo de ayuda generosa y abnegada a los pueblos y a las personas del llamado Tercer o Cuarto Mundo, al mundo del hambre y de la marginación, etc. Nadie, ciertamente se atreverá a decir que hacer esto no sea profundamente cristiano y testimonial. Pero el mandato misionero va más allá de este esfuerzo; envía a dar a todos los hombres lo que todavía se necesita cuando parece que nada se necesita, lo que se necesita siempre y en todo lugar: la definitiva palabra de salvación que llega hasta el corazón del hombre.

El "servicio" de la misión es la actualización del "servicio" que Cristo nos ha hecho "entregando su vida en rescate para todos los hombres". Sin duda es mucho más comprensible y explicable humanamente que un hombre ayude a otro a salir de su hambre o de su opresión, que no que un hombre anuncie el misterio pascual de Cristo. Con todo, "mantengamos la confesión de la fe" (2. lectura del domingo): el misterio pascual de Cristo es el principio de la renovación del hombre y la acción misionera de la Iglesia es, por ello, la acción más "humanizadora", en sentido pleno, según Dios.

Junto a esta consideración sobre el contenido de la acción misionera, vale la pena hablar también hoy de cómo "comparten el cáliz del Señor" los cristianos que han puesto su vida al servicio de los hermanos dedicándose a predicarles el Evangelio. Sin imaginar cuadros idílicos ni "florecillas" legendarias. Basta con escucharles, cuando se tenga ocasión. Quizá serán descripciones de condiciones penosas de vivienda, de comunicaciones, de vida: quizás será el testimonio de un ambiente de lejanía, de frialdad secularista, que parece helar la palabra evangélica; quizá la soledad en medio de unos ambientes impermeables a cualquier planteamiento espiritual y trascendente,... "A causa de los trabajos de su alma,... mi Siervo justificará a muchos...", dice la 1.lectura.

Y Cristo, el Siervo, ha asegurado: "El cáliz que yo voy a beber lo beberéis..." Una Iglesia que vive intensamente la dimensión misionera sabrá acompañar, también con su sufrimiento, a los hermanos misioneros.

P. TENA
MISA DOMINICAL 1985, 20


3.

-JESUCRISTO, EL QUE HA VENIDO A SERVIR Y A DAR LA VIDA POR TODOS

Las tres lecturas, como decíamos, nos llevan a centrar nuestra atención en Jesucristo y en lo que significa para todo hombre.

La primera lectura, del cuarto cántico del siervo de Yahvé, nos hace vivir el dramatismo de la pasión y muerte de Jesús, consecuencia última de su vida entera: él fue fiel al amor de Dios y de los hombres, y no se arredró ni buscó escapatorias, y aceptó vivir ese amor pasase lo que pasase. De esa muerte dramática, dice la propia lectura, nace luz, justificación, vida para todos: el amor rompió el maleficio del mal y de la muerte, y abrió un camino nuevo para la humanidad entera; el amor vivido por el Dios hecho hombre abrió para todos los hombres la vida dde Dios.

Y en esa misma línea se encuentran la segunda lectura y el evangelio. En el evangelio, es el propio Jesús quien manifiesta el sentido de su vida y de su muerte. Su vida entera fue un servicio, una entrega personal de amor. Y por esa fidelidad absoluta al amor, por esa entrega plena (sólo el propio Dios es capaz de amar tanto!), los hombres hemos sido arrebatados del poder del mal: uniéndonos a él e intentando seguir su camino, nosotros también alcanzamos la vida en plenitud.

Hoy, día del Domund, a esa contemplación de la persona de Jesús se le añaden inevitablemente preguntas como las siguientes: ¿no son el Evangelio y la unión con Jesucristo una gran revelación, un gran don que todo hombre merece poder conocer y vivir? ¿cómo podríamos nosotros permanecer insensibles antes el hecho de que esa Buena Noticia aún no es conocida por muchos?

-"VOSOTROS, NADA DE ESO"

La presentación que Jesús hace en el evangelio del sentido de su misión aparece como respuesta a una discusión con Santiago y Juan y el resto de los apóstoles. Y esa discusión ofrece también un elemento importante de reflexión sobre la tarea de la Iglesia (que deberá aplicarse en su caso, claro está, también a la tarea misionera).

Los apóstoles están muy marcados por lo que podríamos llamar "el estilo del mundo": situaciones de influencia, espacios de poder... Jesús es contundente, para ellos y para su seguidores futuros, para la Iglesia: "Vosotros, nada de eso". La fe siempre deberá ser una oferta libre, que de ningún modo y en ningún sentido intentará imponerse, ni pretenderá invocar posibles "derechos". La carta de presentación de la fe, su "poder", será la entrega fiel -hasta la muerte si es necesario- de los seguidores de Jesús. Juan y Santiago y los demás apóstoles lo vivieron así, y la tarea de la Iglesia también es así: la entrega personal, constante, al servicio de todo lo que sea vida para el hombre.

-LA FE, UN GRAN BIEN

Un elemento de reflexión interesante para la homilía de hoy estaría también en las oraciones de la misa por la evangelización. El tema de fondo sería éste: la fe es un gran bien. Hoy puede ser muy útil hablar de la importancia que tiene para nosotros la fe, y la importancia que puede tener para todos aquellos que aún no la conocen.

La oración colecta muestra varios aspectos de ese gran bien: 1) la salvación, la transformación profunda que Dios realiza en el hombre de modo visible por la fe y los sacramentos; 2) la revelación de la "verdad", el sentido pleno del camino humano, que da plenitud a todo el amor y la bondad que el hombre anhela; 3) la congregación de una comunidad que debe ser sostén y fortaleza en el camino, y que no está dejada a sus solas fuerzas sino que está conducida por el Espíritu... En la oración colecta y en las demás oraciones, así como en la plegaria eucarística V (D), su puede encontrar elementos para todas esas reflexiones, así como también una invitación a reflexionar sobre el valor que nosotros le damos realmente a nuestra propia fe.

JOSEP LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1991, 14


4.

La autoridad tiene una dinámica interna corrosiva que le lleva a deslizarse hasta convertirse en un poder opresor. El poder instrumentaliza todo, justifica todo a su servicio y de ahí se sigue muerte para los demás (o sufrimiento, o hambre, o esclavitud, o tantas cosas). Por eso Jesús quiere desencadenar la dinámica contraria: "No ha venido a que le sirvan, sino para servir y para dar la vida por todos". Esto va a producir su muerte, pero, en cambio, será vida para los demás. He ahí la alternativa: un poder que todo lo instrumentaliza para su éxito y que mata; o una autoridad que todo lo pone al servicio de los demás, e incluso muere.

DABAR 1982, 52


5. DEMOCRACIA/DICTADURA

El resumen que Jesús hace de los que mandan no puede ser más expresivo ni más sabio: los que mandan en las naciones tiranizan y oprimen. Ahí queda eso. La Historia se ha encargado a lo largo y a lo ancho de dar la razón a Jesús. Los que mandan, si pueden, lo hacen mal. De ahí lo interesante de poner cortapisas al poder, de buscar un sistema político en el que el mando no sea absoluto y esté sujeto a revisión y crítica. El poder siempre será peligroso, pero el poder absoluto será con toda seguridad peligrosísimo, porque el hombre, que posiblemente accede al poder con buena voluntad, tiene la tentación de emplearlo en su propio servicio. Y aquí viene la advertencia de Jesús: vosotros no lo ejerzáis así. El que de vosotros mande, que sirva.

El poder y el dinero, dos colosos que se reparten las aspiraciones del hombre; dos colosos que tienen un límite: el hombre mismo, el hombre entendido y conocido como hermano, el hombre amado como tal, el hombre destinatario, no del despotismo y de la tiranía, sino del esfuerzo para que cada día viva más de acuerdo con su maravillosa condición de hijo de Dios.

DABAR 1976, 9


6. PODER/RD:

"Lo que niega es que pueda ser posible una toma del poder en nombre de Dios. Una cierta justicia social y una cierta igualdad entre los hombres y una cierta paz, quizá puedan llegar por la fuerza y desde el poder, el reino de Dios no. Jesús se coloca en situación de llegada del reino.

Por tanto, si, por un lado, el anuncio del reino no impide al cristiano el recurso al poder y a la revolución, por otro lado, la necesidad del poder y la revolución no hablan al cristiano de la inminencia del reino de Dios, sino de su ausencia y de que todavía no ha llegado. Lo que sólo se justifica "propter instantem necessitatem" no se justifica por el reino.

Y esto coloca al cristiano en una situación definitivamente conflictiva ante todo poder terreno. Porque, por un lado, toda situación de poder, vista desde el reino de Dios, debe ser considerada como interina. Y por otro lado, todo poder, por su misma dinámica, tiende a constituirse en situación definitiva".

GONZALEZ-FAUS


7. ELECCIONES:

¿QUIEN ES EL AMO?

¿Cómo evitar el ejercicio despótico de la autoridad y que el pueblo sea siempre, con unos o con otros, el criado de sus "amos"? He ahí la eterna cuestión política, a la que las democracias parecen haberle encontrado la solución mágica. Para que el pueblo no tenga que acatar ningún amo, que lo elija. Pero la cosa no es tan sencilla como a primero vista pretende la fórmula electoral. Pues la "libre" elección de los amos, no impide el mal radical: la estructura de amos y criados.

Empecemos por reconocer las enormes ventajas que la alternativa electoral presenta frente a todos los autoritarismos y fascismos. Pero ¡cuidado! Una cosa es que al pueblo se le reconozca su soberanía de derecho, y otra que el pueblo sea soberano, dueño de su propio futuro. Es verdad que se vienen haciendo muchas concesiones para que el pueblo participe cada vez más. Pero se trata siempre de una participación en la elección de medios, no en la de los fines. El pueblo puede tomar decisiones en el desarrollo económico; pero ¿quién decide el desarrollo? Puede tomar decisiones en política; pero ¿quién decide las directrices políticas? Puede decidir en cuestiones que afectan a su futuro; pero ¿quién decide el futuro? Si no es el pueblo, ¿quién manda en los que mandan? Si al pueblo se le permite decidir en los medios, pero no en los fines, su decisión, por libre que sea, resulta siempre una elección condicionada, mediatizada por los fines. Le ocurre lo del marido que mandaba en su casa en las cosas importantes, pero era la mujer quien decidía si una cosa es importante o no. El pueblo decide, cuando los amos quieren. No decide. Peor aún, se cree que decide sin decidir, se cree libre sin serlo, se siente como en casa y está en la jaula.

En estas circunstancias, pretender que una "libre" elección resuelva la antinomia es sólo un espejismo. Sobre todo, si se tiene en cuenta que el modo de ejercer la autoridad y de manipular al pueblo por la propaganda y el control de la información, denuncia claramente que los que tienen autoridad se creen los amos. ¡Y eso, no!

EUCARISTÍA 1976, 56


8.

A finales del siglo pasado, Friedrich Nietzsche publicaba lo que él llamó "evangelio para el futuro". Y tituló su libro: "Voluntad de poder". El evangelio de Nietzsche es el contraevangelio de Jesús. El superhombre que él anuncia se contrapone abiertamente al Hijo del Hombre. Vale la pena advertir que Nietsche respeta y admira hasta cierto punto la jerarquía de la Iglesia católica precisamente por lo que ve en ella de voluntad de dominio y no de espíritu de servicio. Para este filósofo alemán, hijo de un pastor protestante, el hombre verdadero, el que ha de venir, no es el pastor que se pone delante de sus ovejas tan sólo para morir por todas ellas, sino el pastor que vive de su rebaño y explota a sus ovejas.