33 HOMILÍAS PARA EL DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO
28-33

 

28. INSTITUTO DEL VERBO ENCARNADO

Comentarios generales

Sobre la Primera Lectura (Isaías 45, 1. 4-6)

El Profeta nos presenta a Ciro, llamado por Dios a realizar un plan de salvación:

- Es propio de los Profetas darnos la historia humana en clave teológica. La Historia Universal verá en Ciro uno de los célebres y orgullosos conquistadores. El Profeta ve en Ciro el instrumento que Dios se escoge. Ciro no honra, ni siquiera conoce a Yahvé (4), pero Yahvé le elige, le toma de la mano (1), le hace su Ungido = Cristo.

- Dios, por tanto, va a suscitar en el mundo pagano a la vista de Israel un tipo y esbozo del Mesias-Salvador. 'Ungido' o 'Cristo' era título Mesiánico. El Profeta se lo concede a Ciro. Es que por Ciro Israel recobrará la libertad. Tan luego el insigne guerrero hubo conquistado Babilonia firmó el decreto de libertad y repatriación de los judíos allí en cautiverio y esclavitud. Con esto prefigura al que nos dará la definitiva y plena libertad y salvación: Cristo-Jesús.

- Otra finalidad encierra la elección de Ciro. Debe preparar el triunfo de Yahvé. Día vendrá en que el Dios único y verdadero de Israel debe ser conocido y adorado por todos los hombres. Ciro, al tiempo que hace posible la resurrección de Israel, contribuye como el que más a que se extienda por todo el mundo la gloria del Dios único: 'A causa de Israel mi siervo te he llamado por tu nombre; Yo soy Yahvé; fuera de Mi ningún Dios existe. Yo te he ceñido, sin que tú me conozcas, para que se sepa, desde el sol levante hasta el poniente, que todo es nada fuera de Mi' (4-6). Ciro no es consciente de la obra providencial para la que Dios le ha elegido. Dios quiere que sea él quien acabe con el poder opresor de Israel: el Imperio babilónico. Que sea él quien otorgue libertad a Israel a fin de que el pueblo elegido pueda sobrevivir y ser el testigo y mensajero de Dios en el mundo.

Sobre la Segunda Lectura (1 Tes 1, 1-5)

Probablemente esta Carta a los Tesalonicenses es la más antigua entre las que conocemos de Pablo. Y posiblemente el escrito más antiguo del N. T. La escribe en Atenas o Corinto el año 50:

- El saludo a la Comunidad cristiana de Tesalónica armoniza Antiguo y Nuevo Testamento, mundo judío y mundo griego. La Comunidad es una Asamblea, una Iglesia unida en Dios Padre y en Cristo Jesús. Y Pablo la saluda con augurios de Gracia y Paz. Gracia (jaris) era el saludo helénico. Paz (shalom) era el saludo semita. Pablo une los dos augurios de: Gracia y Paz dándoles ya la plenitud teológica cristiana. Es Grada y Paz que derivan de Dios Padre y de Jesús Cristo y Señor.

- Por vez primera hallamos la tríada de las virtudes teologales (3). Pablo felicita a los Tesalonicenses por su fe actuante, su esperanza firme, su caridad desvelada. Felicitación que en otro momento de la Carta se toma invitación: 'Nosotros vivamos revestidos con la coraza de la fe y de la caridad; y en la cabeza el yelmo: La esperanza de la salvación' (5, 8). Estas virtudes teologales constituyen las armas ofensivas y defensivas del cristiano. Nos es permitido entrever el dinamismo y vitalidad de aquellas primeras células cristianas. Dinamismo que quizá hoy nos falta. No hace mucho nos avisaba el Papa: 'Hay que pasar: de un cristianismo pasivo y rutinario a un cristianismo activo y consciente; de un cristianismo tímido e inhábil a otro valiente y militante; de un cristianismo desunido a otro comunitario y asociado' (4-137-1971). Falta en muchos cristianos el fuerte latido de las virtudes teologales.

- Pablo infundía en sus cristianos este dinamismo porque él predicaba el Evangelio no sólo con palabras, sino también con Espíritu Santo (5). ' ¿Tendrá un cristianismo, privado de una profunda vida de oración la inspiración profética que le es necesaria para imponer entre los miles de voces que se oyen en el mundo la suya que salva?' (Paulo VI: 20-VII-1966). Necesitamos, pues, mensajeros de Cristo que puedan decir como Pablo: 'No os anunciamos el Evangelio sólo con palabras, sino también con Espíritu Santo y con plena eficacia' (5). Palabra y Espíritu, Evangelio y Eucaristía, forman el binomio indisociable así del creyente como del mensajero de la fe.

Sobre el Evangelio (Mt 22, 15-21)

Los Herodianos, de acuerdo en esto con los Fariseos, tienden un lazo a Jesús:

- Los Herodianos eran partidarios de la Dinastía de Herodes y, por tanto, de la política de Roma. Y son ellos los designados para denunciar a la autoridad romana la respuesta hostil al César que prevén va a pronunciar Jesús. Antes adulan a Jesús. Al declararle libre de servilismo (16) indican bien claro la respuesta que esperan de El.

- Jesús está muy por encima de toda política; les redarguye en razón de la moneda que ellos mismos le presentan (11). Aquella moneda es el símbolo de una autoridad que ellos prácticamente acatan. El cumplir los deberes de sumisión con aquella autoridad civil en nada se opone a que cumplan los deberes que les ligan a la autoridad suprema de Dios (21).

- El Concilio para orientarnos en situaciones difíciles nos dice: 'La Iglesia, que por razón de su misión y de su competencia no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está atada a sistema político alguno, es a la vez signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana' (G. S. 76). El Evangelio, por tanto, no crea ni rebeldes ni esclavos. El Evangelio predica y exige el máximo respeto a todo derecho: al derecho de la autoridad y a los derechos inalienables e inviolables de la persona humana.

- Es evidente la mala intención con que es presentado a Jesús este problema. Encerraba a la vez carga religiosa y carga política. ¿Debía Israel, pueblo teocrático y libre, ser tributario de una nación pagana y opresora? En efecto, todos los súbditos de Roma pagaban anualmente su: 'Tributum capitis': su contribución capital, amén de un sin fin de tributos indirectos y aduaneros.

Si Jesús se declara por la ilicitud del tributo, será inmediatamente denunciado a Roma; y condenado a muerte. Es precisamente lo que buscan los manipuladores de la pregunta.

Lo más bochornoso es que entre los testigos y embrolladores están los Fariseos. Enemigos del régimen opresor, no tienen inconveniente en llenarse las manos de 'denarios' y monedas romanas.

Jesús a tan liosos interrogadores les responde contestando no a lo que preguntan sino a lo que debían haber preguntado. Y de ahí el acento que pone Jesús en el segundo miembro de su respuesta: 'Dad a Dios lo que a Dios pertenece.'

Y todo precedido del apóstrofe: ' ¡Hipócritas!', con que los califica y desenmascara.

tomado de José Ma. Solé Roma (O.M.F .),"Ministros de la Palabra" , ciclo "A", Herder, Barcelona 1979.


SAN GREGORIO MAGNO

De un modo se ha de amonestar a los sencillos y de otro a los dobles

Se ha de alabar a los sencillos porque cuidan de no decir jamás falsedades; pero hay que aconsejarles que aprendan a ocultar alguna vez la verdad, porque, así como siempre daña el decir cosas falsas, también a veces perjudica a algunos el oír la verdad. Por eso el Señor, moderando con el silencio su lenguaje, dice a sus discípulos (lo. 16,12): Aún tengo oirás muchas cosas que deciros, mas por ahora no podéis comprenderlas.

Por tanto, se debe aconsejar a los sencillos que, así como siempre evitan provechosamente la falsedad, así también profieran siempre útilmente la verdad. Hay que aconsejarles que junten con la virtud de la sencillez la prudencia, de manera que mantengan la seguridad de la sencillez sin perder la circunspección de la prudencia; que por eso dice el Doctor de las Gentes (Rom. 16, 19): Deseo que seáis sabios en orden al bien y sencillos como niños en cuanto al mal. Porque, ciertamente, en el corazón de los elegidos la astucia de la serpiente debe agudizar a la simplicidad de la paloma, y la simplicidad de la paloma debe moderar la astucia de la serpiente, esto es, que ni llevados de la prudencia den en la astucia, ni por la sencillez se hagan perezosos en el deseo de saber.

Pero los dobles, por el contrario, deben ser amonestados para que conozcan cuan grave sea el trabajo de la doblez que culpablemente practican, ya que, temiendo ser sorprendidos, buscan siempre argumentos falaces y siempre están inquietos con temerosas sospechas. No hay cosa que defienda mejor que la veracidad, ni hay cosa que se diga más fácilmente que la verdad; porque, cuando uno quiere defender su falsedad, el corazón se fatiga con rudo trabajo, que por eso está escrito (Ps. 139,10): Toda la malignidad de sus labios vendrá a descargar sobre ellos mismos, pues la malignidad que ahora satisface, luego descarga su peso, porque oprime después con duro castigo al alma de la que ahora brota con suave inquietud Por esto se dice, según. Jeremías (9,5): Tienen avezada su lengua a la mentira, se afanaron en hacer mal; como si claramente dijera. Los que sin esfuerzo alguno pudieron ser amigos de la verdad se esfuerzan por pecar, y, rehusando el vivir con verdad, se cargan de trabajos para morir. Porque muchas veces, sorprendidos en la culpa, huyendo de ser conocidos cuales son, se esconden bajo el velo de 1a falsía y se esfuerzan por disimular el mal que hacen, y aun lo que ya claramente se ve, de tal modo que a veces hasta el que pretende corregir sus culpas, engañado por las nieblas de la falsedad expuesta, casi llega a creer que no es verdad lo que de ellos tenía cierto. De ahí que acertadamente, bajo la figura de la Judea, dice por el profeta al alma que peca y que se excusa (Is. 34,15) Allí tendrá su cueva el erizo. Por el nombre del erizo se significa ciertamente la doblez del alma falaz y que astutamente se defiende; porque, en efecto, al erizo, al ser sorprendido, todavía se le ven la cabeza y los pies y el cuerpo; pero al punto de ser cogido hace una bola y guarda dentro los pies, esconde la cabeza, y así como antes se veía todo él, así ahora desaparece todo él. Lo mismo son cabalmente las almas falaces cuando se ven sorprendidas en sus excesos. Y se ve la cabeza del erizo porque, al principio de acercarse el pecador a la culpa, se le ve; se ven los pies del erizo porque la maldad se conoce por las huellas que deja cuando se comete; y no obstante, cuando aduce de pronto las disculpas, el alma falaz guarda dentro los pies, porque esconde todas las huellas de su maldad; esconde la cabeza, porque demuestra a maravilla que ni siquiera ha intentado mal alguno; y queda hecho una bola en las manos de quien le tiene, porque el que trata de corregirle, olvidando de pronto todo lo que ya sabía, tiene al pecador encerrado en su conciencia, y con haberle visto todo al sorprenderle, engañado con la tergiversación de la Falaz defensa, también le desconoce todo. Tiene, pues, el erizo su cueva en los réprobos, porque la doblez del alma falaz, replegándose en su interior, se esconde en las tinieblas de la defensa.

Oigan los falaces lo que está escrito (Prov. 10,9): Quien anda con sencillez anda seguro. Es, pues, prenda de gran seguridad el obrar con sencillez. Oigan lo que dice el Sabio (Sap. 1,5): El Espíritu Santo, que enseña la sabiduría, huye de ficciones. Oigan lo que otra vez atestigua la Escritura (Prov. 3,32); El Señor sólo conversa con los sencillos. La conversación de Dios consiste en revelar secretos a las almas humanas, ilustrándolas con su presencia. Se dice, pues, que conversa con los sencillos, porque con la luz de su visita descubre misterios celestiales a los entendimientos de aquellos a quienes no ofusca sombra alguna de doblez.

Es, por tanto, un mal particular el de los falaces, porque, a la vez que engañan a otros con su perversa y torcida acción, se glorían como de ser más prudentes que los demás, y como no tienen en cuenta lo riguroso del juicio, los desgraciados se llenan de regocijo de sus propios daños.

Mas oigan, como lanza sobre ellos el dardo de la indignación divina el profeta Sofonías cuando dice (1,14): Cerca está el día del Señor grande y terrible, día de ira aquél, día de tribulación y congoja, día de calamidad y miseria, día de tinieblas y de oscuridad, de nublados y de tempestades, día del terrible sonido de la trompeta contra las ciudades fuertes y contra los altos ángulos.

Y ¿qué se entiende por las ciudades fuertes sino las almas suspicaces y cercadas siempre de falaz defensa, las cuales, cuando se reprende su culpa, no dejan que las lleguen los dardos de la verdad? Y ¿qué se entiende por los altos ángulos sino la doblez del alma mendaz, porque en los ángulos la pared es siempre doble? Y ¿qué se entiende por los ángulos de la pared sino los corazones mendaces, los cuales, al huir de la sencillez de la verdad, en cierto modo se repliegan dentro de sí por la perversidad de la doblez, y lo que es peor aún, allá en sus conciencias se engríen del mismo pecado de la doblez, haciendo gala de prudentes? Pero cercano está el día del Señor, día lleno de venganza y de ira contra las ciudades fuertes y contra los altos ángulos, porque la ira del juicio final acaba con los corazones humanos cerrados con defensas contra la verdad y deslía a los envueltos en dobleces. Entonces, pues, caen Las ciudades fuertes, porque Dios condena a las almas suspicaces; entonces se desploman los altos ángulos, porque los corazones que se ufanan de la prudencia de la mentira caen a tierra por fallo de la justicia.

(Tomado de “Obras” B.A.C. Madrid 1958, Pág. 164 y ss.)


LEONARDO CASTELLANI

Dios y el Cesar. (1961)

Todos hemos oído alguna vez esta máxima de Cristo: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"; que en el texto griego es: "Devolved al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". La moneda que Cristo pidió a sus tentadores era del César, tenía la cabeza de Tiberio César Augusto.

La pregunta que le hacen es inhonesta: tanto los Fariseos como los Herodianos habían hecho su conciencia de que había que pagar el tributo al César. Ahora lo que deseaban de Cristo era una respuesta "antirromana" y por eso lo adulan al comienzo diciéndole que Él es un hombre independiente y corajudo, que no tiene temor de decir la verdad, aunque sea en contra del Poder. Pero sabían que el año 7 (más o menos cuando nació Jesús) un patriota Galileo, Ben Judá, había sido muerto porque se sublevó contra el tributo. Después, al acusarlo ante Pilato, tuvieron que inventar calumniosamente que Cristo "había enseñado no pagar el tributo". Cristo se guardó de decir eso. Lo que hizo fue no pronunciarse ni por los nacionalistas judíos ni por los imperialistas romanos. Dice el Evangelio que ellos se asombraron de la respuesta. Con razón, porque ella establecía un nuevo principio en el mundo.

Desde esa respuesta acá existe en el mundo una división de las dos esferas de influencia y gobierno: la espiritual, que corresponde a la Iglesia, la temporal, que corresponde al Estado. En teoría, esa división de las dos esferas es sumamente simple; en su aplicación a la práctica es dificultosa. Y así en toda la historia de la Iglesia existe un tironeo, que a veces es francamente tiroteo, entre esos dos poderes: el espiritual y el temporal. Y me atreveré a decir que cuando no existe tironeo es mala seña; casi siempre significa que uno de los dos poderes ha subyugado o arrastrado al otro.

¿Por qué será difícil? Si el hombre fuese un cuerpo y un alma separados (como dijo Platón o le hacen decir a Platón) unidos solamente en un punto del cerebro, la glándula pineal (como dijo ciertamente Descartes) entonces no habría problemas: el cuerpo para el Estado; el alma para la Iglesia. Pero el hombre es una sola substancia orgánica viviente, formada por dos substancias incompletas íntimamente unidas; y todo lo del hombre es carne y espíritu a la vez. Y así resulta que hay una cantidad de cuestiones cruzadas o mixtas, en que tienen que ver tanto el Estado como la Iglesia; por ejemplo, el nombramiento de Obispos —y el nombramiento de Emperador en tiempo de Bonifacio VIII; las cuestiones matrimoniales y la educación pública.

En la Edad Media este tironeo se llamó "el conflicto de las Investiduras" o bien "la lucha del Sacerdocio y el Imperio", que fue una lucha de unos seis siglos entre los Papas y los Emperadores del Sacro Imperio Romano-germánico; con un partido a favor del Papa en Italia llamado güelfo y otro a favor del Emperador llamado gibelino; al cual dicen perteneció el Dante:

"el feroz gibelino, nieto de Cacciaguida torvo por los furores de su injusto destierro va por el Reino Oscuro para mirar sin yerro a la luz de la otra, las cosas desta Vida...".

En realidad no fue ni uno ni otro; el Dante quería a la vez la libertad de Italia y la existencia de un Imperio Europeo que asegurase la paz e impidiese las guerras feudales y nacionales. Ese ideal, que fue el de Carlomagno, de Inocencio el Grande, de Santa Catalina de Siena, de Carlos V, y todos los grandes europeos, pereció con Napoleón Bonaparte; y hoy día se ha encarnado miserablemente en la NATO. El poeta dijo en el siglo XVI:

"Una Ley, un Imperio y una Espada" o sea, la Ley cristiana, el Imperio Romano-germánico y la Espada de la Caballería para sujetar a los bárbaros; digamos, a los comunistas de aquel tiempo. Pero cuando eso se escribía, los Papas ya habían sido subyugados, y ningún gran hombre pudo construir ese ensueño, ni siquiera el genio militar y violento del pequeño teniente Corso vuelto Emperador de los Franceses, Bonaparte.

Se puede decir que con el atropello de Anagni de Bonifacio VIII por Felipe el Hermoso, se vuelven las tornas y los Papas son derrotados siempre, a pesar de un tremendo esfuerzo, que fue injusto e imprudente, del Papa Juan XXII (que fue un Papa Francés, uno de los siete Papas de Avignon) por hacer abdicar al Emperador Ludovico de Baviera. Hasta entonces los Papas casi siempre habían salido con la suya, y constituían una especie de poder regulador o válvula de seguridad en Europa; pues tenían que aprobar la elección del Emperador, que hacían los Príncipes alemanes, para que pudiese ser Rey de Roma, y ser coronado por el Papa en la Ciudad Eterna. La pelea por las Investiduras consistía en esto, dicho brutalmente pero verazmente: que los Emperadores alemanes querían nombrar los Obispos y querían manejar los bienes eclesiásticos; y el Papa, como era justo, quería nombrarlos Él; o mejor dicho, no los nombraba directamente, sino que eran nombrados por los principales sacerdotes (o sea el Cabildo) y junto con el pueblo, y con la aprobación del Rey: una manera de nombrar Obispos bastante mejor que la existente ahora.

Esto es historia; para que vean la vida deste principio de Cristo: "Dad al César lo del César"; y lo difícil que es en la práctica. El sucesor de Bonifacio VIII (el cual fue un verdadero mártir deste principio), o sea Clemente V, que era francés, y fue el que llevó el Papado de Roma a Avignon, cedió casi del todo a las voluntades de Felipe el Hermoso y los nobles franceses, como casi todos los Papas de Avignon. Fue uno de los Papas más nefastos que han existido; y eso que era bueno, recto y limosnero; pero era DÉBIL. El Dante tranquilamente lo pone en el Infierno. ¿Se puede ir al Infierno por ser débil? ¿Y cómo no?

Hoy día el poder estatal se ha hecho tan fuerte y centralizador que los Papas no tienen chance ninguna para luchar; así que no luchan. La principal invasión del Estado en la región de lo que es de Dios, es decir, los derechos de los Padres de familia, los derechos de los niños y los derechos de la Iglesia, es lo que llaman el "Monopolio Estatal de la Enseñanza''. Los que tienen derecho a educar a los niños y jóvenes son los padres de familia, la Iglesia y el Estado, en este orden. Lo que debe hacer el Estado no es enseñar, pues nadie lo ha hecho mamá, ni nodriza ni filósofo: es simplemente procurar que se enseñe bien. Concretamente lo que debe hacer el Estado son tres cosas: lº, quitar la patria potestad a los malos padres que maleducaren a sus hijos y a cualquier mala escuela; 2º, estimular y fomentar la buena educación en el país, con subsidios y con vigilancia; y 3º, suplir cuando falla la iniciativa privada. En suma, debe hacer su oficio, el cual es la política y no es la pedagogía.

El que inventó este Monopolio actual, que es una calamidad, fue Napoleón Bonaparte; no con fines antirreligiosos sino políticos; porque no podía estabilizarse su trono —usurpado por cierto— sin una generación de bonapartistas —o tres generaciones, como él mismo dijo. Pero el instrumento injusto y contra natura que él creó, lo tomó después la Tercera República Francesa, y lo convirtió en un instrumento de irreligión. Y de la Tercera República lo copiaron las naciones latinas. Y aquí andamos.

Y lo que te rondaré todavía; porque los socialistas de todo el mundo tienen como punto principalísimo de sus planes "la instrucción compulsiva e irreligiosa", como dice Wells. Así creen que van a traer al mundo el Paraíso Terrenal —o la Torre de Babel.

¿Para qué digo estas cosas, para desanimarlos a Uds.? Nada podemos hacer Uds. ni yo en esto, o muy poco; anoser salvar la propia responsabilidad y salvar nuestras almas; que si muchos se pusieran a hacer eso, mucho cambiaría la situación; sobre todo, que Dios puede mucho más que nosotros. Pero por de pronto, siempre es una cosa que sirve saber LAS COSAS COMO SON.

"Nuestro Dios es el Dios-de-las-cosas-como-son. Nuestro Dios es el Dios que ES", dijo un poeta.

"A Francisco de Asís nuestro Rey Cristo con dulce lengua dice,..".

De Francisco de Asís era Rey Cristo —de la República Argentina no estoy seguro.

(Tomado de “Domingueras Predicas” Ed. Jauja, 1997, Pag. 279 y ss.)


 Dr. Isidro Gomá y Tomás 

Licitud del tributo exigido a los judíos por el Cesar: Mt. 22, 15-22

Explicación . — Las tres últimas parábolas, dichas contra los fariseos ante el pueblo, habían concitado en el ánimo de aquellos hombres soberbios una tempestad de odios contra Jesús. No queriendo prevaleciera la autoridad moral del Maestro sobre ellos, convienen en proponerle una cuestión capciosa, en materia gravísima, de orden constitucional y político: si es lícito pagar el tributo que los emperadores romanos habían impuesto al pueblo judío. Un tributo es una señal de sumisión y vasallaje, que el pueblo de Dios, a lo menos en principio y fundándose en la naturaleza de su constitución teocrática y en las mismas promesas de Dios, no quiso rendir jamás a ningún otro pueblo sino por la pura fuerza, a los egipcios, asirios y caldeos. Pero ellos se glorían de no haber servido jamas a nadie (loh. 8, 33), y Yahvé les había prohibido constituir rey a quien no fuera de su pueblo (Deut. 17, 15). Por ello era viva la cuestión de la licitud del tributo que el César exigía; pocos años antes originó ello una sedición, la de Judas el Galileo (Act. 5, 37), que los romanos ahogaron en sangre. Cualquiera que sea la respuesta de Jesús, les dará ocasión de perderle, creen ellos: si niega, le entregarán a los magistrados romanos como enemigo del imperio; si afirma, reconocerá la soberanía del enemigo, e incurrirá en las iras del pueblo.

El caso de conciencia (15-17) . — Entonces, recibida la dura lección que les diera, los fariseos se fueron de la presencia de Jesús, y consultaron entre sí cómo le cogerían en alguna palabra: se concertaron en la pregunta para poder sorprenderlo en la respuesta, y para entregarlo a la jurisdicción y potestad del Presidente. No se presentaron ellos directamente al Señor, para evitar sus recelos; le envían, para proponerle la cuestión, unos discípulos, probablemente jóvenes de las escuelas rabínicas, que se presentarán a Jesús con grandes protestas de respeto: Y acechándole, buscando la ocasión más oportuno, le envían sus discípulos con algunos herodianos espías que se fingiesen justos, y le preguntasen.-

Eran los herodianos partidarios de la política- de Herodes, probablemente contrarios a los romanos desde el punto de vista nacional, pero dispuestos a adularles si han de favorecer su partido; súbdito de Herodes como era Jesús, galileo, la presencia de estos hombres aumenta el peligro de la respuesta que dé a la cuestión que va a proponérsele.

Comienzan los discípulos de los fariseos por un exordio lleno de adulación, puesto en su boca, diciendo: Maestro, sabemos que eres veraz, sincero, que hablas y enseñas rectamente y que enseñas el camino de Dios con verdad, das a los hombres las normas verdaderas para que ajusten su vida a la voluntad de Dios, y no te importa de nadie, no te dejas mover por autoridad ni razón de otro, sino que eres independiente en tu criterio: Porque no 'miras a la calidad de las personas, no tiendes el poder, la dignidad, la fortuna, sino que das tu parecer según la intrínseca justicia de las cosas: por todo ello no debes temer ni al César, y debes dar con toda lealtad tu juicio.

La adulación es tendenciosa, y se dirige a arrancar a Jesús una declaración contraria al tributo del César: Y le preguntan, abordando de lleno la cuestión: Dinos, pues: ¿qué te parece? ¿Nos es lícito pagar tributo al César, o no lo daremos? Todos los emperadores romanos se llamaron Césares, desde el primero, Cayo César. El censo es el tributo que se pagaba por cabezas, o por la riqueza que se poseía. La maldad de los fariseos está aquí en querer perder a Jesús por aquello mismo que ellos profesaban y que creían la mayor gloria de su pueblo: la independencia.

La respuesta (18-22) . — La insidia era demasiado manifiesta y villana para que Jesús, que no hacía acepción de personas, no la pusiese de relieve: lo primero que hace es descubrir ante el pueblo sus intenciones perversas: Mas Jesús, conociendo la malicia de ellos, por divina intuición, que le consentía leer en los pensamientos de sus adversarios, dijo : ¿por qué me tentáis, hipócritas? Es hipócrita quien, siendo una cosa, simula otra; el apostrofe era duro, pero era verdad; y esta relevaba a Jesús de toda ulterior respuesta. Pero, para demostrar que no tenía necesidad de declinar la respuesta y que su pensamiento estaba sobre el mezquino espíritu de sus adversarios, añadió: Mostradme la moneda del tributo la que se utilizaba para pagar el impuesto imperial: Y ellos le presentaron un denario, equivalente a 0,87 pesetas.

Es interesantísimo el momento: la sabiduría de Jesús va a confundir la maldad de sus adversarios: Y Jesús les dijo; ¿De quién es esta imagen e inscripción?: la efigie grabada en el anverso de la pieza, probablemente la de Tiberio, entonces reinante, y la leyenda grabada alrededor del busto de] emperador. Dicenle: del César: ellos mismos se forjan con la respuesta el lazo, porque desde el momento en que circulaba para las transacciones la moneda imperial, se reconocían súbditos del emperador. Entonces les dijo, sacando una naturalísima consecuencia, admitida por los mismos rabinos, que enseñaban que la circulación de una moneda en un país indicaba el príncipe que en el país dominaba: Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Sapientísima respuesta que ha pasado a ser en todos los pueblos un adagio en que maravillosamente se concretan los deberes y derechos de los hombres en las relaciones con Dios y con las potestades de la tierra. Estas tienen derecho a exigir justos tributos; los súbditos tienen el deber de pagarlos; ello debe ser sin mengua de los derechos de Dios y de la religión; cuando hay colisión, primero es Dios que los poderes de la tierra, que no pueden exigir nada contra la piedad y los preceptos del Señor.

Dos efectos produjo en aquellos hombres insidiosos la respuesta de Jesús:- primero, la admiración, que no pudieron disimular: Y al oírle, se maravillaron de su respuesta, y enmudecieron; luego, la confusión: Y no pudieron reprender sus palabras delante del pueblo, y dejándole, corridos, se retiraron: habían sido cogidos en el lazo que ellos mismos prepararon.

Lecciones morales .

A) v. 15. — Entonces los fariseos se fueron, y consultaron entre sí... — Como el agua corriente que se represa por un lado busca su natural salida por otro, así l malicia de los judíos, contenida en un punto se desborda por otro dice el Crisóstomo. Vencidos y humillados en las anteriores parábolas, apelan ahora á una cuestión difícil que formulan de acuerdo con otros adversarios de Jesús, los herodianos. Pero, victorioso en un terreno, lo es asimismo Jesús en el que sus mismos adversarios escogen. ¿Cómo no debía la Verdad esencial triunfar, así en la exposición doctrinal como en la solución de las dificultades? Es esto un símbolo y un presagio de lo que ha sucedido en el decurso de la historia: la verdad de Jesús ha triunfado, en sus dos formas de combate, del pensamiento humano: en cuanto lo ha conquistado con los prestigios de la verdad misma; y en cuanto ha deshecho todo reparo, todo error, toda insidia de la inteligencia del hombre, en todos los siglos y en todos los planos en que se ha entablado la disputa.

B) v. 16. — Maestro, sabemos que eres veraz... — La primera forma de engañar que los hipócritas tienen, dice el Crisóstomo, es que alaban a quienes quieren perder. Llámenle maestro, para que, honrado y alabado con tal nombre, les abra con sencillez los secretos de su corazón, como queriendo tenerlos por discípulos. Evitemos la hipocresía aduladora. Es la gran desgracia de los grandes hombres, o de aquellos que ocupan puestos elevados y de responsabilidad. Reptan ante ellos villanos seres, que si no quieren perderles directamente, les acarrearán el descrédito, llevándolos a desaciertos, a injusticias, a aceptación de personas, al ridículo, al fracaso. La hipocresía de los aduladores ha malogrado las esperanzas mejor fundadas en las cualidades personales de los superiores.

c) v. 17. — ¿ Nos es lícito pagar tributo al César...? — Implica esta pregunta un caso doble de moral, "en el orden ciudadano y en el religioso. El Cesar es un intruso en el régimen del pueblo teocrático: por este lado no le debemos el tributo. Por otra parte, Dios es celoso de su soberanía sobre nosotros, y quiere que no tengamos más rey que a él: y por aquí, pagando el censo podemos ofender a Dios. Patriotismo y religión ¿están aquí en pugna, obligándonos a acciones contrarias, o bien concurren ambos sentimientos a exigirnos un mismo acto? No puede negarse que en la vida de los pueblos se plantean á las convencías conflictos análogos: sin duda puede el poder civil abusar en el orden doctrinal o de los hechos, de su posición e invadir el campo del poder espiritual. Aprendamos en estos casos graves a acudir, corno los discípulos de los fariseos, no con espíritu insidioso, a los maestros que puedan enseñarnos el camino de la verdad, con la sinceridad de quien no teme a los hombres y no ama sino la verdad.

D) v. 21. — Dad al César lo que es del César... —» Cuando oigas estas palabras, dice el Crisóstomo, sepas que ellas sólo se refieren a lo que no es en perjuicio de la piedad y del servicio de Dios: que si así no fuera, no es tributo del Cesar, sino del diablo. Paguemos, añade San Hilario, a Dios lo que de Dios es: el cuerpo, el alma, la voluntad; somos la moneda, de Dios, que llevamos grabada su efigie, y a Dios nos debemos. Pero el oro, que lleva la efigie del César, démoslo al César, en la justa medida que él lo reclame. Al César las riquezas; pero a Dios la conciencia, que es la máxima de las riquezas.

E) v. 22. — Y oí oírle, se maravillaron... y fajándole, se retiraron. — La gradación natural de pensamiento es: le oyeron, se maravillaron, creyeron. Pero no es ésta la lógica de los maliciosos y obstinados, sino: se maravillaron, y le dejaron. Es que para creer se necesita docilidad de entendimiento y de voluntad; con el corazón se cree, dice el Apóstol (Rom. 10, 10), y es inútil toda la luz de pensamiento sí la voluntad no se pliega a la gracia de Dios: la historia es elocuente en este mundo. O bien puede notarse el contraste entre "se maravillaron" y "se retiraron". Porque son muchos los que se maravillan ante la luz de nuestros dogmas y las glorias de nuestra Iglesia, pero no dejan que este estado mental influya para nada en la ordenación de su vida.

(Tomado de “El Evangelio Explicado” Vol. IV, Ed Casulleras 1949, Barcelona, Pág. 51 y ss)


JUAN PABLO II

Audiencia general

Miércoles 15 de diciembre de 1993

… En virtud de esta participación de su sacerdocio Cristo da a todos sus miembros, incluidos los seglares (cf. Lumen gentium, 34), la facultad de ofrecer en su vida aquel culto que él mismo llamaba «adorar al Padre en espíritu y en verdad» (Jn 4, 23). Con el ejercicio de ese culto, el fiel, animado por el Espíritu Santo, participa en el sacrificio del Verbo encarnado y en su misión de sumo sacerdote y de Redentor universal.

Según el Concilio, en esta trascendente realidad sacerdotal del misterio de Cristo los seglares están llamados a ofrecer toda su vida como sacrificio espiritual, cooperando así con toda la Iglesia en la consagración del mundo realizada continuamente por el Redentor. Es la gran misión de los laicos: «Pues todas sus obras, sus oraciones e iniciativas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el descanso de alma y de cuerpo si son hechos en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida, si se sobrellevan pacientemente, se convierten en sacrificios espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo, que en la celebración de la eucaristía se ofrecen piadosísimamente al Padre junto con la oblación del cuerpo del Señor. De este modo también los laicos, como adoradores qué en todo lugar actúan santamente, consagran el mundo mismo a Dios» (Lumen gentium, 34; cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 901).

El culto espiritual implica una participación de los seglares en la celebración eucarística, centro de toda la economía de las relaciones entre los hombres y Dios en la Iglesia. En este sentido, también «los fieles laicos participan en el oficio sacerdotal, por el que Jesús se ha ofrecido a sí mismo en la cruz y se ofrece continuamente en la celebración eucarística por la salvación de la humanidad para gloria del Padre» (Christifideles laici, 14). En la celebración eucarística los laicos participan activamente mediante la oblación de sí mismos en unión con Cristo sacerdote y hostia; y su ofrenda tiene un valor eclesial en virtud del carácter bautismal que los hace aptos para dar a Dios, con Cristo y en la Iglesia, el culto oficial de la religión cristiana (cf. santo Tomás, Summa Theologiae, III, a. 63, a. 3). La participación sacramental en el banquete eucarístico estimula y perfecciona su oblación, infundiendo en ellos la gracia sacramental, que les ayudará a vivir y obrar según las exigencias de la ofrenda realizada con Cristo y con la Iglesia.

Aquí conviene reafirmar la importancia de la participación en la celebración dominical de la eucaristía, prescrita por la Iglesia. Para todos es el acto más elevado de culto en el ejercicio del sacerdocio universal como la oblación sacramental de la misa lo es en el ejercicio del sacerdocio ministerial para los sacerdotes. La participación en el banquete eucarístico es para todos una condición de unión vital con Cristo, como él mismo dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros» (Jn 6, 53). El Catecismo de la Iglesia católica recuerda a todos los fieles el significado de la participación dominical en la eucaristía (cf. nn. 2.181 - 2.182). Aquí quiero concluir con las conocidas palabras de la primera carta de Pedro, que describen la figura de los seglares, participes del misterio eucarístico-eclesial: «También vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo» (1 P 2, 5).


Ejemplos Predicables

 

El más grande honor de mi vida.

Cuando hace pocos años, en todas las escuelas de Francia fueron quitados todos los crucifijos por orden del Gobierno masónico, el alcalde de Savigny se rebeló contra esta disposición, siendo esto causa de que el Presidente Fallieres le depusiera de su cargo. El honrado alcalde publicó entonces la siguiente declaración: «La destitución de que he sido objeto es para mí el honor más grande de mi vida. Yo pondré en un marco el decreto, y ese diploma de honor enseñará a mis hijos que hay que obedecer a la propia conciencia antes que a las órdenes liberticidas de los ateos.» El que sufre persecución por Dios, motivo tiene para alegrarse, pues Cristo ha dicho: «Dichosos vosotros cuando los hombres os avergonzaren y persiguieren y os dirigieren toda clase de calumnias por mi causa. Alegraos y regocijaos, pues vuestra recompensa será grande en el cielo.» (Mat., V, 12.)

El ejemplo del despojado de sus vestiduras por el enemigo.

En los primeros tiempos del Cristianismo, un rey pagano mandó comparecer a su presencia a un santo Obispo y le dio orden de ofrecer sacrificios a los falsos dioses. Como el Obispo se negara a ello, amenazóle el rey de muerte, pero el Obispo contestó libre de todo temor: Dime lo que tú mismo harías si te ocurriese el siguiente caso: Uno de tus servidores cae prisionero de tus enemigos y es forzado por ellos a hacerte traición, pero él persevera fiel a ti, y los enemigos, encolerizados por ello, le despojan completamente y le abandonan. Si este siervo se llegase a ti desnudo y te contase todo esto, ¿no es cierto que le darías un nuevo vestido? Eso mismo acontece ahora conmigo. Por permanecer fiel a mi verdadero Dios, quieres despojarme del cuerpo, que es el vestido de mí alma, pero mi Señor y mi Dios me devolverá ese vestido terreno que por él habré perdido.» Así lo prometió Cristo: «El que perdiere la vida por mí, la recobrará.» (Mat., X, 39.)

(Dr. Francisco Spirago “Catecismo en Ejemplos”, Ed. Políglota Barcelona 1941, Pág. 84 y ss)


CATECISMO

Deberes de los ciudadanos

2238 “Los que están sometidos a la autoridad deben mirar a sus superiores como representantes de Dios que los ha instituido ministros de sus dones (cf Rm 13, 1-2): ‘Sed sumisos, a causa del Señor, a toda institución humana... Obrad como hombres libres, y no como quienes hacen de la libertad un pretexto para la maldad, sino como siervos de Dios' (1 P 2, 13.16.). Su colaboración leal entraña el derecho, a veces el deber, de ejercer una justa crítica de lo que les parece perjudicial para la dignidad de las personas o el bien de la comunidad.

2239 Deber de los ciudadanos es cooperar con la autoridad civil al bien de la sociedad en espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad. El amor y el servicio de la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad. La sumisión a las autoridades legítimas y el servicio del bien común exigen de los ciudadanos que cumplan con su responsabilidad en la vida de la comunidad política.

2240 La sumisión a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de los impuestos, el ejercicio del derecho al voto, la defensa del país:

Dad a cada cual lo que se le debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor (Rm 13, 7).

Los cristianos residen en su propia patria, pero como extranjeros domiciliados. Cumplen todos sus deberes de ciudadanos y soportan todas sus cargas como extranjeros... Obedecen a las leyes establecidas, y su manera de vivir está por encima de las leyes... Tan noble es el puesto que Dios les ha asignado, que no les está permitido desertar (Epístola a Diogneto, 5, 5.10; 6, 10).

El apóstol nos exhorta a ofrecer oraciones y acciones de gracias por los reyes y por todos los que ejercen la autoridad, ‘para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad' (1 Tm 2, 2).

2241 Las naciones más prósperas tienen el deber de acoger, en cuanto sea posible, al extranjero que busca la seguridad y los medios de vida que no puede encontrar en su país de origen. Las autoridades deben velar para que se respete el derecho natural que coloca al huésped bajo la protección de quienes lo reciben.

Las autoridades civiles, atendiendo al bien común de aquellos que tienen a su cargo, pueden subordinar el ejercicio del derecho de inmigración a diversas condiciones jurídicas, especialmente en lo que concierne a los deberes de los emigrantes respecto al país de adopción. El inmigrante está obligado a respetar con gratitud el patrimonio material y espiritual del país que lo acoge, a obedecer sus leyes y contribuir a sus cargas.

2242 El ciudadano tiene obligación en conciencia de no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando estos preceptos son contrarios a las exigencias del orden moral, a los derechos fundamentales de las personas o a las enseñanzas del Evangelio. El rechazo de la obediencia a las autoridades civiles, cuando sus exigencias son contrarias a las de la recta conciencia, tiene su justificación en la distinción entre el servicio de Dios y el servicio de la comunidad política. ‘Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios' (Mt 22, 21). ‘Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres' (Hch 5, 29):

Cuando la autoridad pública, excediéndose en sus competencias, oprime a los ciudadanos, éstos no deben rechazar las exigencias objetivas del bien común; pero les es lícito defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de esta autoridad, guardando los límites que señala la ley natural y evangélica. (GS 74, 5).

2243 La resistencia a la opresión de quienes gobiernan no podrá recurrir legítimamente a las armas sino cuando se reúnan las condiciones siguientes: 1) en caso de violaciones ciertas, graves y prolongadas de los derechos fundamentales; 2) después de haber agotado todos los otros recursos; 3) sin provocar desórdenes peores; 4) que haya esperanza fundada de éxito; 5) si es imposible prever razonablemente soluciones mejores.


29. EL CORAZON DEL REY ESTA EN LAS MANOS DE DIOS  

1. "Yo soy el Señor y no hay otro" Isaías 45,1. Dios habla a Ciro II, rey de Persia Ciro adora al Dios Ahura Mazda, por lo tanto, idólatra. Pero Dios lo  ha elegido y llamado para que sea el instrumento humano por el que se van a cumplir sus designios salvíficos sobre su pueblo, Israel. Dios le ayuda para que derribe el imperio de Babilonia. Sin él saberlo, Ciro va a liberar del yugo de Babilonia a su pueblo Israel, a quien le dice por Isaías: "No temas, pues yo te he redimido, te he llamado por tu nombre y eres mío” (Is 43,1). También es el Señor el que “lleva de la mano a Ciro" para liberar a su pueblo (Is 42,6). “Doblegaré ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los reyes", es decir, los desarmaré. Pero Dios quiere que Ciro le reconozca como autor principal de sus conquistas, pues El le ha escogido por amor de Israel, al que quiere repatriar, y su gloria no la cede a nadie. Por eso le desagrada que trabajemos tratando de encaramarnos en nuestro propio pedestal y nos deja solos y nuestras empresas se derrumban. “Así dice el Señor a su ungido, Ciro, a quien tomé de la diestra..., el Dios de Israel que te llamó por tu nombre” (Is 45,3). Vemos aquí la providencia de Dios actuando: "El corazón del rey es una acequia en manos de Dios: la dirige a donde quiere" (Prov 21,1). Dios va dirigiendo los pasos de Ciro, sin que él tenga conciencia de que está siendo instrumento de liberación en manos de Dios: "Aunque tú no me conocías" (Ib 4).

2. Deberíamos tener una perspicacia más profunda para descubrir la acción de Dios, incluso en los sucesos más insignificantes de la historia de nuestras vidas y de la vida de los pueblos. "Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados" (Mt 10,30). Ciro ignoraba que sus conquistas las obraba el Señor, Dios desconocido para él. Si Dios le protege es "para que todos reconozcan que no hay más Dios que el Señor" (Ib 5).

3. Los fariseos y los herodianos le tienden una trampa a Jesús. Pretendían que Jesús se comprometiera en alguna declaración para denunciarlo ante Pilato, gobernador romano, representante del César. Para ello lo preparan todo con alevosía. No irán a encararse con Jesús ellos, pues conocían su clarividencia y temen que les desenmascare, y enviarán a sus discípulos, estudiantes no graduados aún con el título de Rabbí. Así parecerá todo más inocente, y junto con ellos a los herodianos, enemigos entre sí, también enemigos de Jesús, por su popularidad originada desde que Herodes había degollado a Juan Bautista, y más partidarios del derecho romano que del judío. El objeto de la trampa será la debatida cuestión de los impuestos, siempre discutida y odiada. El tributo al César. Ved la relación del Evangelio de Mateo 22,15, con Isaías: el César, emperador romano, y Ciro, rey de Persia. Dice San Pablo a los Romanos: "Sométase todo individuo a las autoridades constituidas; no existe autoridad sin que lo disponga Dios y, por tanto, las actuales han sido establecidas por él". En consecuencia, "el insumiso a la autoridad se opone a la disposición de Dios" (Rom 13,1). “Vivid sujetos a toda autoridad humana por amor al Señor; sea al emperador como soberano, sea a los gobernadores como delegados suyos” (1 Pe 2,13). "Por mí reinan los reyes y los príncipes dan leyes justas, por mí gobiernan los gobernantes" (Prov 8,15).

4. La "Gaudium et Spes" ha establecido: "La comunidad política y la autoridad pública se fundan en la naturaleza humana y, por lo mismo, pertenecen al orden previsto por Dios" (GS 74). Jesús quiere que se conceda a los gobernantes lo que les pertenece.

5. Pero la verdadera cuestión era que los interlocutores de Jesús querían evadirse de los deberes que tenían con Dios, no aceptando a su Hijo, que se los estaba predicando. Y para zafarse de la cuestión, echaban balones fuera, trasladando el problema al terreno político, siempre tan vidrioso, para poder acusar a Jesús de ser enemigo del César. "¡Hipócritas!". Jesús les quita la careta. Pretenden manifestar que buscan a Dios, cuando están rechazando a su enviado, al que no reconocen porque les ciega la soberbia y la envidia. Me diréis que ellos obraban con buena fe porque ignoraban que Jesús fuera Hijo de Dios, ¿pero no les había dado pruebas de sobra con sus milagros, que se resistían a aceptar y negaban? Su ignorancia era culpable y obstinada. Los discípulos de Jesús estaban tensos, porque la cuestión era muy comprometida. Si dice que no es lícito pagar el tributo al César, se pone en contra del poder constituido legítimamente, es un mal ciudadano. Si responde que es lícito, no es fiel a la fe de Israel, que tiene como soberano a Dios, y es un mal israelita. Pero respiran tranquilos cuando oyen que Jesús les responde: ¿Cuya es la imagen del denario? Del César. Jesús responde: "Dad al César lo que es del César".

6. Alrededor de la imagen del emperador Tiberio figuraba la inscripción: ”El emperador Tiberio, hijo del divino Augusto, digno de adoración”. Ellos le han preguntado por el impuesto al César, pero Jesús da lección y testimonio de Dios. “A Dios lo que es de Dios”. No se ha salido por la tangente, sino que ha planteado a fondo la cuestión, y ha establecido el principio básico: porque “Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay Dios” Isaías 45,1. A los cristianos de Roma los martirizaban porque no ofrecían incienso ante el altar del dios falso transitorio. Pagaban los impuestos y obedecían las leyes del Estado, pero se resistían a dar culto al Emperador.

7. Hasta la mitad de nuestro siglo no ha llegado la renuncia de divinidad del emperador del Japón. Tuvo que reconocer que es un hombre mortal como todos, lo que llevó a la vocación de San Francisco de Borja: El féretro de la emperatriz permaneció abierto hasta las últimas despedidas. Nobles y plebeyos, ricos y pobres, todos querían contemplar por última vez las facciones jóvenes de su amada soberana. También el duque Francisco de Borja se acercó al féretro. Pero retrocedió instintivamente. ¿Era su reina la que estaba allí en el ataúd? Pero... ¿tan desfigurada por la muerte? ¿Casi irreconocible? ¿No era antes la más hermosa de las mujeres de España? ¿No fue la esposa del emperador más poderoso del mundo, en cuyo dominio no se ponía el sol? ¿No era esa mujer ante la cual todos se inclinaban con respeto para pedir su mano e implorar su favor? ¿Y ahora? ¡Completamente transformada por las manos frías e implacables de la muerte! Los disfraces de embalsamamiento no habían impedido el avance irreversible de las leyes de la descomposición. Francisco quedó profundamente impresionado. Dejó el recinto murmurando: ¡Vanidad de vanidades!. ¡Voy a servir a un Señor que no se me pueda morir!.

8. Aceptad la verdad, "Porque el Señor es grande, y muy digno de alabanza, humillaos ante El, decid a los pueblos: "el Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente" El Salmo 95, cuyas son estas frescas expresiones de alabanza y gratitud, no sólo la reconoce sino que la canta e invita a Israel y al universo entero a recordar las gestas del Señor a favor de su pueblo y de todos los pueblos en una visión universalista, que evidencia el dominio del Señor sobre todas las gentes, como destaca la lectura de Isaías en la elección de Ciro, pagano, para liberar a su pueblo de la cautividad de Babilonia. La aclamación al Señor será siempre siembra de nuevas bendiciones sobre los que le aclaman y sobre todo el universo. San Ignacio en sus Ejercicios escribe: “El hombre es criado para alabar, hacer reverencia a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma”. El César tiene autoridad delegada de Dios. Cuando se aparta de ella cesa la obligación de obedecerle: Cuando el César legisle contra la ley natural, ley de Dios, hay que oponerse. La legislación del César no cohonesta la desobediencia a Dios. Pongamos por caso, el aborto permitido por la legislación del Estado, nunca dejará de ser un crimen y por tanto, quebrantará el mandamiento “No matarás”. Cuando se gobierna contra la ley de Dios y su justicia, los cristianos deben hablar, votar y oponerse para que no se gobierne como si Dios no existiera. Y en cuanto a las administración de los recursos de los tributos, de los “denarios” hay que exigir al gobierno justicia y honradez, y que la demuestre, porque no administran recursos propios, sino el sudor de los ciudadanos que, cuando tributan, lo hacen para contribuir al bien común, no al derecho de disparar con pólvora del Rey, ni del despilfarro, corrupción y chanchullos..

9. Demos nosotros gloria a Dios, cumplamos su voluntad, reconciliémonos con El, confesando nuestros pecados, participemos en la Eucaristía con generosidad, practiquemos el amor fraterno, y cumplamos nuestros deberes como ciudadanos de esta tierra, aunque extranjeros (Heb 11,13), sin acomodarnos a sus criterios, para no ser, como los fariseos, hipócritas y malintencionados. Nuestros deberes, aun los más insignificantes, que nunca lo son, si los vivifica el amor.

10. Que "la actividad de nuestra fe, el esfuerzo de nuestro amor, y el aguante de nuestra esperanza", sean tan ardientes como los de los fieles, recordados hoy por San Pablo Tesalonicenses 1,1.

11. Y que en la proclamación del evangelio entre nosotros, "no haya sólo palabras, sino fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda", para continuar ofreciendo la víctima sagrada y participando de su vida y resurrección por la comunión.

Y la "oración al Dueño de la mies que envíe operarios a su mies" (Mt 9,38), para que el Evangelio sea predicado a todas las criaturas, y de todas las naciones se forme y desarrolle un solo pueblo, una sola familia consagrada a su nombre.

JESÚS MARTÍ BALLESTER


30. Fray Nelson Domingo 16 de Octubre de 2005
Temas de las lecturas: No hay otro Dios mas que Yahveh * Dios nos ha elegido * A Dios lo que es de Dios.


1. Poderes de la tierra, poderes del cielo
1.1 ¿Se las arregla Dios para gobernar, siendo así que hay tantos que gobiernan a su antojo en esta tierra? En esa pregunta podríamos buscar el punto central de las lecturas de este domingo.

1.2 La primera lectura muestra cómo las decisiones, a primera vista caprichosas, de los reyes caldeos o persas, en últimas sirven al plan de Dios. Un rey caldeo, Nabucodonosor, deportó a los judíos; ahora un rey persa, Ciro, los devuelve a su tierra. Las dos cosas pueden ser vistas como accidentes de la política internacional, o como episodios de decisiones de la gente que tiene poder. O pueden ser leídas desde un ángulo teológico: la deportación tiene el sabor de un castigo, y el retorno es la victoria de la fidelidad de Dios y el comienzo de una nueva etapa, más humilde, para el pueblo.

1.3 Una frase que uno no esperaría encontrar en la Biblia, si podemos usar esa expresión, es aquello que Dios dice a Ciro: "Te hago poderoso, aunque tú no me conoces, para que todos sepan, de oriente a occidente, que no hay otro Dios fuera de mí." Es un modo singular de proclamar la soberanía de Dios en momentos en que el pueblo está en manos de un rey que, según los registros históricos, nunca manifestó ningún interés por la religión de unos pocos judíos. Puede parecer que es pura ilusión o contentillo mental de los judíos, pero, para segunda sorpresa nuestra, la Historia mostraría que de ese puñado brotó un mensaje de vida que llega hasta nosotros mismos.

2. El Tributo al César
2.1 El evangelio de hoy trae otro tema, sobre el cual, por cierto, ha corrido abundante tinta. Cristo es confrontado con una pregunta capciosa entre todas: ¿hay que pagar impuesto al emperador romano? Estar a favor era aprobar la ocupación extranjera; estar en contra era declararse en rebeldía contra los romanos y poder ser denunciado como amotinador. La respuesta de Jesús fue inesperada para ellos y ha servido de inspiración a muchos. En su brevedad, esta respuesta deja abiertas varias interpretaciones, todas interesantes.

2.2 Una, la más inmediata: "Hay cosas que son propias del orden temporal (lo del César) y cosas del orden espiritual (lo de Dios); hay que atender a ambos órdenes." Esto implica: las responsabilidades civiles no deben suplantar ni impedir, ni pueden ser suplantadas o impedidas por las responsabilidades que conlleva la fe. Un poco más allá, y arribamos a la teoría de los Dos Reinos de Martín Lutero, o a la separación estricta entre Iglesia y Estado.

2.3 Otra, semejante: "no está mal pagar los impuestos a quien tiene la autoridad como gobernante, pero eso no excluye aportar para el templo y el culto."

2.4 Y una última, más sutil: "Devuelvan al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios." El uso del verbo, muy fuerte, "devolver," es perfectamente lícito partiendo del verbo griego "apodídomi." En este caso, el sentido sería: "Ustedes que reciben de los romanos (tantas cosas) paguen primero por lo que reciben o no lo reciban; y con tantas cosas que de Dios reciben, den en proporción a lo que Dios les da."


31.

Muchas veces este Evangelio se explica para hablar de las relaciones entre Dios y el mundo, Dios y la sociedad. Esta interpretación surge en la Edad Media que fue cuando se empezó a interpretar así.

En la época de Jesús, Palestina estaba ocupada por los romanos, y en esta ocasión los líderes judíos quieren meter a Jesús en un aprieto.

Los judíos pagaban impuestos a Roma ¿Qué opinaba el Señor sobre esto? En aquella época los judíos pagaban a los romanos tres impuestos:

1. El impuesto de la tierra que lo pagaban los labradores al gobierno, y que era un décimo del grano y un quinto del vino y del aceite que produjeran. Se pagaba parcialmente en especie y parcialmente en el dinero equivalente.

2. El impuesto sobre la renta que era el uno por ciento de los ingresos de cada persona.

3. El impuesto de capitación, lo tenían que pagar todos los varones de 14 a 65 años y todas las mujeres de 12 hasta los 65 años. Su importe era un denario (algo así como 0,09€ - 0,09 centavos de dólar americano). El salario medio de la época estaba en unos o,o6 €/o,o6$

Para los judíos pagar estos impuestos era un insulto a Dios. Su sociedad tenía una organización teocrática donde Dios era su único y exclusivo rey. Los más fanáticos entre los judíos decían que cualquier impuesto que se pagara a un rey extranjero era ilegal por necesidad.

 

o ¿Cómo debe ser la vida de un cristiano como ciudadano?

o ¿Qué otros impuestos no dinerarios nos exige la sociedad actual?

Lo que se está tratando en este Evangelio no es la mera obligación de pagar o no pagar impuestos al invasor. Su contenido es mucho más profundo. Es el reconocimiento de quién tiene poder sobre ti y tu vida.

Con los medios de comunicación es muy fácil endiosar personas, situaciones y acontecimientos de la vida. Quién no ha visto masas fanatizadas por el líder político, por el futbolista o cantante de turno. A cada uno de ellos hay que pagarles un impuesto no dinerario pero sí de vasallaje. Es el impuesto de la admiración cuando no hay nada que admirar; el impuesto de identificación cuando existe muy poco en lo que identificarse con nuestro personaje... De esta manera se va creando un sistema de pago, de intereses y de esclavitudes que sólo cuando las personas se dan cuenta es cuando se pueden liberar de ellas. Ante estas esclavitudes es Jesús quien nos advierte que el ser humano está llamado a ir más allá de las cosas, de los impuestos sean del tipo que sean, de los liderazgos temporales pues nada de esto llena ni sacia nuestra vida.

Jesús nos propone otra respuesta desconcertante: el ser humano debe reconocer a Dios como único Señor, pues es en el ser humano donde Dios ha dejado su imagen (Gn 1,27). Para el ser humano sólo Dios debe ser su Señor.

***

¿Qué otros señores tienes en tu vida?

¿Cómo podemos liberarnos de tales ataduras?

¿Qué hacer para que Dios sea realmente el Señor de nuestra vida? ¿Los cristianos debemos obedecer a todas las leyes?

¿Qué postura debe tener el cristiano frente al poder y la autoridad civil?

Mario Santana Bueno


32.1.- Preámbulo


DAD AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR
Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS

¿Qué quiere decir esta afirmación?

- ¿Separación total de la sociedad civil de Dios?
- ¿ Separación de LAICO y CLÉRIGO?
- ¿Separación de Estado e Iglesia?
- ¿Separación de SAGRADO Y PROFANO?etc.

¿Esta interpretación de una separación PROFANO-SAGRADO, o IGLE-SIA-ESTADO etc. es cierta o es una claudicación de las religiones por el abuso que han hecho en muchas ocasiones del poder y ahora no se atreven a decir y confesar una verdad que levantaría ampollas en el ambiente que se ha ido formando por pensadores, políticos, filósofos etc. para aplastar ese abuso de poder de las religiones?

DAD AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR
Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS

¿Qué quiere decir en realidad de verdad?
¿No sería mejor hablar claro, confesando la verdad que encierra la frase y aceptando para tiempos mejores se establezca el equilibrio racional y religioso de Dios y el Hombre, del Hombre y Dios?

Porque sabiendo caminamos en medio de errores, cometeremos menos injusticias, como: Norte-Sur, genocidios terapéuticos, equilibrio de fuerzas, ley del talión, escalada de la violencia, etc. etc.

Empezamos a revolver papeles en el cubo de la basura para ver lo que encontramos de verdad, sabiendo de antemano yo no poseo la verdad, tú, tampoco; yo solo intento aproximarme a la verdad... aunque a veces, no sé si me alejo...

Repito:
“DAD AL CESAR LO QUE ES DEL CESAR
Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS”

* ¿Es una formulación para expresar la separación e independencia
de lo SAGRADO y de lo PROFANO;
de dios y el César;
del CLÉRIGO y el LAICO;
de lo DIVINO y lo HUMANO? Etc.

2.- Introducción

Creo es muy difícil encontrar en la ciencia antropológica de culturas primitivas, que se hable y se afirme de una separación entre lo profano y lo sagrado, entre César y dios, entre Clérigo y Laico etc.
No hay una separación, sino una integración, porque ambos elementos, PROFANO Y SAGRADO, son parte de una misma realidad, que es la SOCIEDAD en la que se encuentran y están integrados. Lo natural en el ser humano, parece ser la unión y no la separación de lo PROFANO y LO SAGRADO.

* Parece ser entonces un absurdo que sintiendo el ser humano una dependencia total y absoluta con respecto a un PRINCIPIO y ORIGEN trascendente, ahora lo aparte de modo total en su vida en sociedad, separando lo SAGRADO de lo PROFANO.

A nadie le han pedido permiso para venir a esta vida humana terrestre y a nadie nos van a pedir permiso tampoco para dejar esta vida terrestre y humana. Acabamos de convencernos de que esta vida que vivimos no es nuestra. Entonces ¿de quién es? Y ¿quiénes somos nosotros?
Mi vida, pues, no es mía y hago la experiencia de mi contingencia, que me desvela y descubre lo que realmente soy y siendo lo que soy, soy yo mismo y no una máscara, un engaño, una mentira cuando quiero vivir lo que yo no soy, tan solo soy una fantasía.

Para comprender mejor esos asertos, que quieren ser apodícticos. Aclaremos esos dos términos.

Sagrado viene de sacrare, dedicado (sacer) a un dios. Sagrado estaría relacionado, pues, con lo divino.
Pero lo entenderéis mejor si, teniendo en cuenta que el ser humano tiene dos grandes poderes o facultades: el entendimiento (conocer) y la voluntad (poder).
LO SAGRADO sería todo aquello que yo no puedo conocer o no puedo dominar o las dos cosas a la vez.

En la historia de la humanidad se ha tenido por sagrado, sobre todo, los fenómenos de la naturaleza: el trueno, el terremoto, la inundación, el rayo que se le consideraba como la ira o castigo de dios.

Cuando este ser humano llega a conocer que eso es un fenómeno atmosférico y a entender su explicación física e incluso lo llega domesticar con el pararrayos, por ejemplo, lo pone fuera del área de lo sagrado.

El área de lo sagrado se va purificado a medida que avanza el conocimiento científico, que nos va llevando a lo sagrado químicamente puro, que es dios.

PROFANO, viene de pro (ante o fuera de) y fanum (templo).
Profano es todo aquello que está ante el templo, luego fuera del templo.

CLERIGO Y LAICO no se oponen, sino que son estados de vida DIFERENTES. No son contrarios dentro de una misma sociedad, un mismo grupo, asamblea o ECCLESIA.

El ámbito de trabajo en esa Sociedad para el CLERIGO es el fanum, el templo, el mundo de lo Sagrado, para lo que ha recibido una ORDEN o mandato
El ámbito de trabajo en esa Sociedad común, para el LAICO es lo PROFANO, lo que está fuera del fanum, o del templo, fuera de lo SAGRADO
Dentro de la Iglesia o ASAMBLEA hay, pues, CLÉRIGOS y LAICOS

El CLERO, (al cual pertenece el CLÉRIGO) viene de klerós, que significa suerte o herencia.
EL CLERO está constituido por la clase SACERDOTAL.
SACERDOTE (sakro = sagrado. Y dhot = hacer).
SACERDOTE = quien hace lo sagrado.

Al CLERO le ha tocado en suerte o herencia recibir el mandato, la ORDEN u ordenes sagradas, que le constituyen SACERDOTE, para realizar las funciones sagradas, en la sociedad en la que vive y es parte de la misma, participando entonces de una JERARQUIA u origen sagrado en su misión, que le revisten de un poder sagrado.
Eso quiere significar JERARQUÍA: ierós= sagrado. Y arjó= origen o dominio.
JERARQUÍA es, pues, el gobierno de origen sagrado.

En la ANTIGUA ALIANZA se nos narra que, cuando el Pueblo judío llegó a la Tierra Prometida, se repartieron los territorios a las doce tribus del Pueblo, pero a la tribu de Leví no le asignaron ningún territorio, porque les había tocado en suerte la herencia del Señor. Eran los CLÉRIGOS del pueblo judío, porque tenían la suerte de recibir el mandato, la orden de Yahvé de ser sus SACERDOTES, realizando las funciones sagradas para todas las tribus del PUEBLO.

LAICO o LEGO: de laos = pueblo.
LAICO, que pertenece al pueblo, a la IGLESIA, como el CLÉRIGO, que también pertenece al pueblo o asamblea o IGLESIA. Solo que el LEGO o LAICO no pertenece a la JERARQUÍA, porque no ha recibido el mandato, LA ORDEN, como la han recibido los CLÉRIGOS para realizar las funciones sagradas en el PUEBLO y con el PUEBLO.

Naturalmente, si tienen que recibir, SER LLAMADOS por DIOS, que les ORDENA ( a través de aquellos que él LLAMÓ Y LES DIJO: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”), nadie puede arrogarse este TRABAJO SAGRADO. Los que así lo hacen y no son pocos, que no son LLAMADOS (vocare), que no tienen VOCACIÓN, son unos intrusos: “El que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es un LADRÓN y SALTEARDOR” (Juan 10, 1)

LAICISMO.
Nos quedaría aclarar entonces el concepto de LAICISMO, que es una tergiversación de la palabra LAICO.
El concepto tradicional, en todas las culturas de LAICO, no excluye la religión de su vida ni de la vida del Estado. No se opone en manera alguna al CLÉRIGO o CLERO, sino que son funciones diferentes dentro de un mismo pueblo, asamblea o IGLESIA a la que pertenecen.

El LAICISMO es una actitud con visos de un cierto fanatismo, de exclusión de la Religión de la vida y del Estado. Es pues, una contradicción y una degradación del concepto de LAICO, al dividir y separar esas dos dimensiones del ser humano: LO PROFANO( sin funciones en el área y lo que significa TEMPLO –fanum- , de lo SAGRADO, que es la dependencia y religación, que siente este ser humano, de un origen y principio que son la razón de ser de su propia vida, pues sin ello no se entiende, no sabe quién es y para qué está aquí.

El CLERICALISMO. Como el LAICISMO es una degradación, corrupción, fanatismo de lo LAICO, el CLERICALISMO es también una degradación, corrupción y fanatismo del CLERIGO, nocivo y un veneno para la sociedad, para la IGLESIA, para la función de los sagrado, para el mismo individuo que lo destruye, porque no es lo que es: “¡Ay de vosotros ecribas y fariseos...!”

Acabaré esta primera parte con un texto del que fue Cardenal Joseph Ratzinger en su libro La Sal de la Tierra.
Le preguntan sobre el poder sagrado:

¿Por qué la Iglesia de hoy sigue actuando con métodos autoritarios y sigue organizada con estructuras «totalitarias? Muchos piensan que también en la Iglesia se podrían otros modelos más democráticos. En una sociedad democrática no se pueden reclamar los derechos humanos y luego dejarlos fuera de la propia casa. No se puede hablar continuamente de fraternidad universal y, al mismo tiempo, actuar fundamentalmente acusando y con el dedo índice en alto.

Y él responde:

Primero debo aclarar qué se entiende con la palabra jerarquía. La traducción exacta de este concepto no es probablemente poder sagrado, sino origen sagrado.
La paIabra “arché” puede significar efectivamente las dos cosas, origen y dominio, pero aquí su verdadero significado es el de «origen sagrado”. Por tanto transmite la fuerza del origen, y esta fuerza es santa, y, en cierto modo, nuevo origen de cada generación de la Iglesia. Esta fuerza no perdura por la mera continuidad de generaciones, sino procede de esa fuente, que siempre se hace presente de nuevo y por medio de los sacramentos. Esto ofrece una visión diferente, por la que la categoría que corresponde al sacerdocio no es la del poder. Al sacerdocio le corresponde, por el contrario, ser instrumento y reactualización de un origen a cuya disposición se pone. Entender el sacerdocio, el episcopado, el papado esencialmente como poder es tergiversarlo y desfigurarlo.

Por el Evangelio sabemos que los discípulos discutieron por una cuestión de rango, la tentación de dominio propia de la juventud estuvo presente desde el primer momento, y lo sigue estando. No se puede negar que en todas las épocas esté presente esa misma tentación, también en la nuestra. Pero también, y a la vez, está aquel gesto del Señor que lavó los pies a sus discípulos para prepararles a compartir la mesa con Él, con el mismo Dios. Con ese ademán nos está diciendo: «esto es sacerdocio, si no os agrada, no sois sacerdotes. O como también dijo a la madre de los Zebedeos «la condición es beber mi propio cáliz», que es lo mismo que decir: hay que sufrir con Cristo. Éste sería, por tanto, el primer punto.
El origen que da sentido a la jerarquía no es, en ningún caso, el de crear un sistema de dominio, sino el de mantener siempre presente algo que no procede del individuo. Nadie puede por sí mismo perdonar los pecados, nadie puede por sí mismo comunicar el Espíritu Santo, nadie puede por sí mismo transformar el pan en la presencia de Cristo. Para eso hay que realizar un servicio en el cual la Iglesia no puede autorregularse, sino que vive siempre de acuerdo con su origen primero.



• En el nº 3 intentaré explicar cómo hay que entender esa frase de
“DAD AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS”, que podemos leer en este texto del evangelio de San Mateo (22, 15-21)
El tributo debido al César.
(11 Mc 12 13-17.11 Lc 20 20-26).
Los fariseos tienden una trampa a Jesús. La respuesta que dé le pondrá frente a los romanos o frente al pueblo, hostil al impuesto. Jesús salva la trampa serenamente, elevando la discusión y señalando la distancia entre el plano en que Él se mueve y el plano de los soberanos de la tierra
"Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. Y Ie envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle:
«Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. ''Dinos, pues, qué te parece. ¿Es lícito pagar el tributo al César o no?»
Mas Jesús conociendo su malicia. dijo:
“Hipócritas, ¿por qué me tentáis?
Mostradme la moneda del tributo”.
Ellos le presentaron un denario. Y les dice:
¿De quién es esta imagen y la inscripción?
Dícenle:
«Del César”
Entonces les dice:
“PUES LO DEL CÉSAR DEVOLVÉDSELO AL CÉSAR.
Y LO DE DIOS A DIOS”
Al oír esto, quedaron maravillados, y dejándole se fueron.

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3º.- I / TEMA


“DAD AL CESAR LO QUE ES DEL CESAR
Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS”

Esta frase que podemos leer en el Evangelio de San Mateo 22, 21b, se interpreta frecuentemente como una confirmación de la idea de la separación del poder laico del religioso en la sociedad humana. Que a las Iglesias se las aísle y en la sociedad humana, se las excluya de toda intervención en la sociedad civil y de modo especial, a la Iglesia Católica, que ha sido la que más ha dominado y hasta gobernado en la sociedad laica, sobre todo en Europa.

“Al César, lo que es del César”. A la sociedad laica, le compete todo, absolutamente todo lo de la sociedad civil y laica, que es todo cuanto no es estrictamente religioso.
“Y a Dios, lo que es de Dios” Y a la autoridad religiosa, le compete solo lo que está relacionado con el sector y el mundo de la Religión, donde se encuentra a Dios. Que la religión no salga de las sacristías.

No caben enfrentamientos entre lo laico y lo religioso, entre el César y Dios, porque el sector y mundo de la Religión corresponde a lo privado y a la conciencia individual. En lo público, ni la Religión ni Dios entran, porque no es su lugar o espacio.

Su lugar y espacio no es el terrestre y material, donde vive este “hombre de carne y hueso”. Su lugar es lo trascendente e íntimo, inverificable, no lo público y de todos, sino, repito, lo íntimo e individual, cada uno tiene y hace sus experiencias subjetivas.
España, por otra parte, dicen muchos políticos, es un país con una constitución laica.
En el verano del 2002, el candidato del partido Socialista, a las elecciones presidenciales del 2004, Sr. Zapatero, afirmaba en un periódico español, que: el PP. quiere imponer su moral y su religión y añadía, textualmente: "esta antigualla no se lleva ya en ningún sitio del mundo... Vivimos en un país laico y cada vez seremos mas laicos".
Supongo que eso lo dijo en el momento de “un calentón”, que lo tiene cualquiera y más en el mundo de la pobre política española de antes y de ahora. Porque él, como todo buen español, sabe mucho de la Constitución española de 1978 y además es un hombre universitario, aunque creo que no muy brillante, pero vale, universitario es.
Y así, en el artículo 16 trata de la Libertadtad ideoIógica y religiosa y dice:
1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades (si el Estado garantiza la libertad religiosa y de culto no puede ser laico, porque el Estado laico, por principio no garantiza la libertad de ninguna religión, pues no las reconoce. Eso es un Estado laico. Lo contrario es un Estado aconfesional) sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. (lo que supone que el Estado es aconfesional, no tiene una religión oficial)
Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española (porque no es un Estado laico, sino aconfesional, garantiza y tienen en cuenta las creencias religiosas, las respeta y coopera con ellas) y por ello respeta y mantendrá las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás cofesiones.
(La cooperación la mantiene por igual con todas las confesiones religiosas, pero no puede dejar de singularizar y nombrar, dada la historia y la sociedad española y su cultura y por consiguiente la de la mayoría de los españoles, que se confiesan cristianos en más de un 90%, a la Iglesia Católica): Con esta resolución no gana ni la derecha, ni la izquierda, sino que es una resolución inteligente con la que gana España.

Con esta Constitución es imposible jurídicamente (y socialmente tampoco y esto es mucho más importante en el momento actual de la historia de España) declarar y obrar como un Estado laico

El Articulo 27 es lógico con estos principios jurídicos, de un Estado aconfesional y abunda en la misma idea, al declarar en el
N º 3.- Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.

La filosofía política del Partido Socialista sobre todo, quiere probar y confirmar la laicidad y secularidad de la vida civil, incluso con la autoridad de la doctrina social que dimana del Evangelio. Según ellos y algunos más, mal informados, dicen que hasta Jesucristo admite y confirma esta idea política: “Al César, lo que es del César”. Ninguna autoridad religiosa puede inmiscuirse en lo que es del “César” o sociedad civil y política.

Verdad es, que en el Partido Socialista se oyen últimamente, voces internas de opinión, de querer desprenderse de todo ese lastre histórico, porque muchos se dan cuentan y sospechan que el anticlericalismo, el ateismo a su manera y la laicidad, prácticamente se están convirtiendo hoy en piezas fósiles de museo, que de vez en cuando, algunos intentan reavivarlas, por una cierta nostalgia inveterada, y las arrojan, como lo que son: fósiles, piedras, pero no ideas.
Esas corrientes internas de opinión cambian de postura en su relación con la Religión y Dios, porque hoy día científicos de primera línea han dejado de ser ateos o agnósticos, al llevarles la misma ciencia, y no la filosofía, ni la teología, al límite del pensamiento humano y siente la necesidad de ir “más allá”. Estos científicos se encuentran con “una realidad” de la que no dudan, pero que no son capaces de captar mediante la lógica y el pensamiento analítico-matemático. Así, "en una ocasión Max Planck, autor de la “teoría quántica”, confesó: “Me he vuelto religioso, porque pensé hasta el final y luego ya no pude seguir pensando. Todos terminamos demasiado pronto de pensar...". Es decir, me propuse pensar científicamente hasta el final, hasta el límite del campo de la ciencia actual y llegué enseguida a esa barrera o límite de la ciencia misma y al querer seguir pensando, al no poder hacerlo científicamente, porque había llegado a su límite, empecé ha pensar en lenguaje religioso y me he vuelto religioso. Y Werner Heisemberg, que descubre la teoría de la "incertidumbre" o algo así, llegó a decir: "El primer sorbo de la copa de las ciencias vuelve ateo, pero en el fondo de la copa Dios está esperando". No cabe duda, esto es fantástico para todo ser humano. Es un avance
Menos mal y parece ser, que si los “Padres de la Patria”, que dieron a luz la Constitución Española de 1978, sí se “olvidaron” o “convinieron” en que el nombre de Dios quedase fuera del texto de la Constitución “pro bono pacis”, al encontrarse todavía algunos constituyentes con el lastre de un pasado arcaico e inmaduros en su pensamiento progresista, al menos concibieron una Constitución aconfesional (art. 16 / 03) y no laica (art. 16 / 01) por el bien de España

* * * * *

Lo curioso es que la frase del Evangelio: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, explicada en su contexto y no fuera de él, enseña y afirma algo completamente distinto a la interpretación que se hace de “separación de la Iglesia y el Estado”, Profano y Sagrado etc.. Os llevaréis una sorpresa al ir leyendo esta elemental explicación, que no quiere llegar a la categoría de exégesis, sino de una simple catequesis, aunque esta palabra esté hoy día, un poco devaluada.

4º.- II / Tema

El pueblo judío, escogido y predilecto de Dios, para educar, como maestro y pedagogo, y conducir a la Humanidad con su historia y con su ejemplo de vida, ha quedado excluido de del mismo Reino de Dios. Claro que no se trata del pueblo judío como raza, como etnia, sino se trata de los que tienen esas actitudes soberbias y autosuficientes y que rechazan a Dios uno, único y Señor, y buscan la “salvación” en el “César”, en el dinero, en “el becerro de oro”; buscan la salvación en el poder y en el placer inmediato. Y en esa categoría de personas, podemos estar incluidos cualquiera de nosotros, tú y yo, aunque no seamos de la raza judía, ni del pueblo de Israel.

Podemos quedar excluidos del Reino de Dios por no creer en el Dios que nos salva, al no comprometernos con su voluntad, al rechazarle, como los viñadores, a quien el Propietario les arrendó su viña, y no solamente no le quisieron dar los frutos que le correspondían, sino que al final, mataron a su Hijo, el heredero para quedarse con su herencia.
Las gentes misma del lugar dictaron sentencia contra esos criminales: “El dueño de la viña hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a su tiempo” (Mateo 21, 41)

Podemos también ser rechazados y quedar excluidos del Reino de Dios, al no aceptar su invitación a la gran fiesta de las Bodas de su Hijo. “los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano, a los mensajeros, y los maltrataron hasta matarlos.
El rey, que los había invitado, montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad” (Mateo 22, 5-7)

Estas gentes no aceptaron la invitación porque tenían y adoraban otros dioses: los negocios, la ambición, el placer desordenado o el poder desmedido. Este tipo de personas, que forman “un pueblo”, judío o no judío, buscan por todos los medios suprimir a los mensajeros y al Dios que salva, al Dios Señor, porque no admiten más Señor, que a ellos mismos.

Al escuchar estas parábolas y darse por aludidos, los fariseos se retiraron y celebraron consejo para ver el modo de sorprenderlo y acusarlo para lograr su condena a muerte. Se unieron, incluso, a sus enemigos, los herodianos, para tentarle con adulación y fingimiento.

“Maestro, sabemos que eres sincero y que con verdad enseñas el camino de Dios, sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, tu parecer: ¿ES LÍCITO PAGAR LOS IMPUESTOS AL CÉSAR O NO?” (Mateo 22, 16-17)

La pregunta es por una parte capciosa, es una verdadera trampa. Y por otra es un reconocimiento idolátrico del César al pagarle el tributo. Por eso Jesús comienza su respuesta desenmascarándolos. ¿Por qué me tentáis, hipócritas?” Descalifica la pregunta, porque lo importante no es saber si es lícito o no, pagar el tributo al César. Eso es distraer la atención de lo esencial de la verdadera cuestión.

Lo importante es no someterse al César, ni al dinero, ni a la política, ni al poder como si fueran dioses absolutos, a los que hay que rendir culto. Lo importante es que el hombre reconozca a Dios como único Señor. El César no es Señor y el dinero, tampoco. No debemos, pues, rendir culto, ni someternos al poder político, ni a la riqueza, que no son Señores.

La respuesta de Jesús no propugna una especie de reparto equitativo entre el poder político (el César) y Dios, sino que sitúa al hombre ante Dios como único Señor. La respuesta, pues, de Jesús desautoriza a los que preguntan, como si les dijera: “para no aceptar de veras el dominio del César hay que devolverle sus monedas, que son ídolos, cuando en ellas se pone el corazón. Y si te quedas con esas monedas, reconoces que el César, cuya imagen está en las mismas monedas, es tu dios. Eres, pues, un idólatra, tanto si lo pagas: el César es tu Dios, como si no lo pagas: las monedas con las que te quedas son tu dios.

Dale, en cambio, a Dios tu corazón, que Él es el único Señor. Señor del universo y Señor también de la política, Señor de la sociedad, Señor de la economía y de los negocios, Señor de todo. No hay, pues, dos campos, dos terrenos, dos sectores: uno, el de Dios y el otro el del César. Dios está en todo, es Señor de todo, da vida a todo. Por eso el cristiano tiene que llevar a Dios, como único Señor de la justicia, de la vida, de la verdad y del amor; debe llevarlo al campo sindical y político, al campo de la economía y de los negocios, al campo de la familia, de la sociedad, de la educación, del esparcimiento y del deporte. Dios es el único César. A Dios, lo que es de Dios: TODO, También el César.

Dios está, debe estar en toda nuestra vida, pues está en todo y no nos deja solos. Que la sociedad, cuando se seculariza, pensando y viviendo solo lo temporal y dejando de lado lo trascendente, haciéndose laica de manera absoluta, al excluir a Dios, se destruye así misma y se hace inmisericorde, porque rinde culto a los dioses falsos de la venganza, del odio, del rencor, del poder y a eso le llama justicia, fuerza disuasoria, autodefensa propia, daños colaterales. Sin querer, pasa por nuestra imaginación lo que está ocurriendo en estos siglos inmediatos de democracias laicas y seculares, que han desterrado a Dios y casi ni se le puede nombrar. En el caso de España, ni en la Constitución de 1978 aparece su nombre una sola vez, porque no le necesitamos. Más aún, estorba a muchos...

Así podemos matar por miles y miles a hombres de otra raza o etnia (¿cuántos millones de judíos? La cruz gamada había sustituido a la cruz de Dios crucificado, como signo del mayor perdón y del mayor amor). ¿Y los tres o cuatro millones de congoleños que se han masacrado en estos cuatro últimos años, sin ponerles una vela, ni una flor, ni una oración pública?.

Si no los matamos, los hacemos la vida imposible: kosovares, servios, albaneses, macedonios, indonesios de Timor, indios de Siri Lanka, rwandeses, tutsis y hutus, sudaneses y etíopes... No vale la pena seguir, que todos lo tenemos bien presente con tanta imagen de las televisiones de todo el mundo.. Lo sabemos de memoria. Y ya no hacemos caso y casi hemos perdido la capacidad de sobresalto, porque nos vamos acostumbrando a vivir de esta manera inconfortable, e inhumana como la cosa más natural.
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Al Dios único y Señor no se le puede echar de la sociedad, porque suyo es el mundo. La sociedad sin la Religión, la sociedad sin Dios es la muerte del hombre, es la degeneración y degradación del ser humano. Ved, si no, los miles de niños explotados con trabajos durísimos, forzados o con la infamia de la prostitución. ¡Pobres niños! Y se cuentan por miles y miles, por millones a los que no les dejamos ver ni si quiera la luz de un día, y lo consideramos como un “progreso” una “liberación de la mujer”, ¡Pobres mujeres!.

Toda esta barbarie, donde el hombre es dios, dueño absoluto de la vida y de la muerte, la consideramos como un avance en la reflexión jurídico-filosófica, al afirmar, que “no son personas, no son sujetos aptos de ningún derecho a la vida”. A Dios lo escondemos o intentamos olvidarlo, porque queramos o no, sabemos que solo Él es el dueño de la vida y no queremos oírle que nos diga: “¡No Matarás!”

5º Conclusión

La enseñanza de esta catequesis, que da la Iglesia a los cristianos y a cuantos quieran oírlo en el domingo 29 del tiempo ordinario, en el ciclo A, es un regalo grandísimo que Dios hace a la Humanidad y en particular a los cristianos, por nuestro compromiso público, para que seamos profetas de la alegría, de la paz y del amor, es decir, del verdadero humanismo.

“A Dios, lo que es de Dios”. TODO, César incluido. La sociedad no se puede dividir entre Dios y el César, al cincuenta por ciento, como si fueran dos dioses. La sociedad no puede existir sin el Dios único y Señor. La sociedad laica y secular es una aberración, es, pues, un mal camino, que estamos recorriendo, porque el camino se nos llena de dioses-ídolos, que son cadenas y esclavitudes, deshumanización y barbarie.

Esta es nuestra responsabilidad, la de todos, cristianos y no cristianos, solo que los cristianos nos hemos comprometido de modo formal, solemne y público, poner a Dios en el puesto nuclear, en el centro de la sociedad, empezando por nuestras propias vidas. ¿Es Dios el centro de tu corazón, es el centro de tu vida? Porque sabemos muy bien que la Humanidad sin Dios no es humana. Y esta tarea de centrar de nuevo la humanidad y la persona humana en Dios, hay que llevarla a la práctica sin exageraciones en todas las instancias de la vida social, política, económica y hasta religiosa, porque en la misma religión se han colado muchos dioses y muchos ídolos.

“A Dios, pues, lo que es de Dios”.
Todo, incluso el César.

Eduardo Martínez Abad, escolapio
Canalejas, 6
39004 Santander
Tlf. 942 21 25 50
E-mail: edumartabad@escolapios.es


33. 

Comentario a la liturgia dominical
Domingo XXIX Ciclo A Textos: Isaías 45, 1, 4-6; 1 Tes 1, 1-5; Mateo 22, 15-21

Por Antonio Rivero

BRASILIA, 15 de octubre de 2014 (Zenit.org) - P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).

Idea principal: Al César el tributo y a Dios el culto, que no al revés.

Resumen del mensaje: El evangelio no aparta a los cristianos de la política, sino que quiere que el cristiano participe con especial responsabilidad y testimonio de la construcción del bien común. Lo difícil para un cristiano es cómo fundamentar en el evangelio este compromiso, es decir, cómo unirlo al compromiso religioso para que no se perpetúe aquella nefasta separación entre fe y praxis, entre el tributo que debemos dar a Dios y el tributo que debemos dar a César. La Palabra de Dios nos ayuda hoy a este problema.

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, la Palabra de Jesús afirma que el Reino de Dios y el del César no se excluyen, como pensaban los judíos. Ahora bien, Jesús deja bien claro que el poder político y militar son radicalmente relativizados, mientras que el Reino de Dios es absoluto. La pregunta que le hicieron los fariseos y herodianos no era una pregunta, sino un cepo lobero: si Jesús dice que no paguen al César, se juega la cabeza; pero si dice que paguen, se juega el prestigio y, con él, su campaña electoral por el reinado de los cielos. La pregunta era una hipocresía, una tentación. Tentación de idolatría. La moneda del tributo era el denario, que llevaba la inscripción “Tiberius divus et pontifex máximus” (Tiberio, dios y sumo pontífice). Y el segundo mandamiento del decálogo decía: “No esculpirás imagen alguna, nada que se parezca a lo que hay arriba en el cielo…” (Ex 20, 4; Dt 4, 15-20). Por eso Jesús: al César lo suyo, que es la obediencia a la autoridad, y lo suyo a Dios, que es la adoración. Velas, una y sólo a Dios. Nos previene del fanatismo, absolutización y sacralización de la política.

En segundo lugar, ¿cómo se debe comportar entonces un cristiano, un discípulo de Cristo delante del reino del César, es decir, delante del Estado y del orden constituido? ¿Obediencia o libertad? Este es el dilema de siempre. El Nuevo Testamento resuelve este dilema: el discípulo de Cristo queda libre no sólo para resistir al Estado, sino también para obedecerle. El Estado no es un absoluto, un poder divino, como era antes de la venida de Cristo. Cristo modificó el concepto de poder y lo sustituye por el servicio. ¿Lo entienden hoy nuestros césares o gobernantes? El discípulo de Cristo puede aceptar el poder estatal en libertad, sin miedo de caer en Estado-latría, o sea en culto al estado o al emperador. Sólo dará su tributo al César cuando tiene conciencia de que será un compromiso justo para la transformación de la sociedad, cuando tiene conciencia de que su colaboración con las leyes, los votos y los impuestos será constructiva.

Finalmente, ¿cuándo es que un discípulo de Cristo debe decir “no” al poder estatal y resistirle? ¿Cuándo la libertad debe prevalecer sobre la obediencia? También el Nuevo Testamento responde: cuando está en juego la propia fe, es decir, cuando el Estado se desvía de los planos de Dios y se erige de nuevo como absoluto, como era antes de Cristo, y no permite más “dar a Dios lo que es de Dios”. No debemos dar nuestro voto a políticos vividores, insolventes, corrompidos y corruptores, golfos con dinero de nuestros impuestos, gobernantes prepotentes, totalitarios antidemócratas, que absolutizan al Estado. No demos nuestro voto a gobernantes que emiten o proponen leyes en contra del bien común, que atacan el matrimonio, a la familia, a la vida, a la libertad de enseñanza, a la propiedad privada, al hombre y a Dios. Esta situación se repite hoy, en algunos regímenes políticos, donde la Iglesia es forzada al silencio y el cristiano no puede –no debe- con toda su lealtad decir un “sí” incondicional a tal Estado. El cristiano se encuentra en un verdadero estado de persecución.

Para reflexionar: ¿Somos conscientes de que “dar a Dios lo que es de Dios” significa devolverle su absoluto poder legislativo, ejecutivo, judicial, que está por encima de todos los parlamentos, gobiernos, partidos y Estados del mundo? ¿Hemos devuelto a Dios el título de propiedad exclusiva de todos los bienes de la creación y nos contentamos con el título que tenemos, el de administradores de esos bienes, ejerciendo su función social: pan, trabajo, dinero, bienes…de Dios para todos? Pensemos en esta frase de san Agustín: “Deo, ait, reddendus est christianus amor, régibus humanus timor” (Lib I contra Epist Parm, c. 7: a Dios hay que darle el amor cristiano, a los reyes el temor humano).

Para rezar: Quiero rezar con Calderón de la Barca: “Al rey, la hacienda y la vida se ha de dar; pero el honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios. Señor, ayúdame a darte mi adoración, y al estado, mi respeto, mi oración y mi sumisión en todo aquello que respete tu santa Ley. Pero cuando el estado me pida cosas en contra de tu santa Ley, dame la fuerza para decir “no”, aunque eso signifique la proscripción, la defenestración y el martirio.

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org