REFLEXIONES
 

1.

LA ORACIÓN COLECTA

Al ponerme a preparar estas "orientaciones" me he leído, además de las lecturas, las oraciones propias de este domingo (colecta, ofrendas, poscomunión), como siempre hago.

He pensado que valía la pena subrayar lo que "en teoría" tendría que ser siempre muy tenido en cuenta: la oración colecta. Digo "en teoría", porque tendría que dar el tono de la liturgia del día, recogiendo lo que la asamblea viene a celebrar y preparando para lo principal que haremos: escuchar la Palabra (inmediatamente) y recibir la gracia de la Eucaristía. En la práctica, por diversas razones, muchas veces dejamos la oración colecta de lado, no quiero decir que no la recemos sino haciéndolo mecánicamente, como si no hubiera más remedio. Algunas razones que la propia práctica y la de mi entorno me hacen adivinar: el lenguaje que tienen, muchas veces tan diferente del que la gente utiliza cuando ora, que las hace incomprensibles; el hecho -y eso afecta a los domingos del tiempo ordinario- de que no se correspondan directamente con la temática de la Palabra de Dios que escucharemos a continuación; la práctica (buena y recomendable cuando está preparada y bien medida) de introducir la celebración recogiendo la vida y preparando a la asamblea a escuchar, rezar y celebrar (y eso, nos puede parecer, ya suple lo que tendría que ser el objetivo de la oración colecta).

La colecta de hoy pide que la gracia de Dios "nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien". Es un texto, en esta ocasión, corto y concreto, que sitúa bien lo que es la celebración dominical de la Eucaristía, a la que llegamos con el peso de la vida semanal (con los éxitos y fracasos "en el obrar el bien") para recibir la gracia de Dios (en la Palabra y en la Eucaristía) que nos ayudará ("nos preceda y acompañe") en la semana que empieza. Conviene, pues, que sea rezada con voz fuerte y clara, de manera que se entienda y sea, realmente, una plegaria de la Iglesia (la invitación "oremos" y la pausa subsiguiente nos ayudan a ello).

LA PALABRA DE HOY

- "La Palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón" . Esta afirmación del autor de la carta a los Hebreos es una buena síntesis del papel de la Palabra en la vida del cristiano y, por tanto, en la vida de la comunidad (en la liturgia). A nosotros, como también a la comunidad a la que iba dirigida la carta, la Palabra debe estimularnos a tener una existencia cristiana según Jesús nos propone. Es lo que debe despertarnos cuando nos amodorremos. Siempre la tenemos a nuestro alcance (en la lectura pública de la Iglesia, en la Biblia que podamos tener en casa, en reuniones de estudio bíblico o de catequesis o de revisión de vida que se puedan organizar en la propia comunidad) y debemos aprovecharlo.

- El evangelio nos presenta el caso del joven rico. Un caso y una llamada; "Anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres". Llamada a vivir totalmente en manos de Dios, sin fiarse de nada más (mensaje, también, de la 1. Iectura); llamada a seguir a Jesús, convirtiendo la propia vida a la manera de su camino.

Esta llamada es para todo el mundo. Normalmente es vivida como difícil. Jesús nos hace dar cuenta de dónde viene la posibilidad real, la única, de seguir esta llamada: "No hay nadie bueno más que Dios"; "Dios lo puede todo". No es, pues, una llamada a los más "buenos", ya que sólo él es bueno; ni hay que responder a ella sólo con voluntarismo, ya que debemos disponernos a que sea él el que "nos preceda y acompañe" en este propósito.

Pero hay que responder. Y eso sí depende de cada uno. Cada uno debe decidirse por seguir a Jesús o seguir otros caminos. Y la opción ha de ser clara, definida, ya que querer tener un pie en cada camino no conduce a ninguna parte o, mejor dicho, lleva a la infelicidad: "Él frunció el ceño y se marchó pesaroso".

LA HOMILÍA

Podría tener dos puntos, según la doble temática de la palabra de hoy:

- una exhortación a conocer más la Palabra de Dios, para que se pueda aprovechar, profundizar. Y dar pistas concretas de cómo esto se puede hacer y cómo puede ayudar en ello la comunidad, los sacerdotes, los catequistas...

- una actualización del caso del joven rico, poniendo a consideración de la comunidad algunos hechos que muestren que se pueden dejar cosas para seguir Jesús. Y una exhortación clara, como hace Jesús, a dejar los ídolos, especialmente el dinero (en los lugares en que eso sea una realidad flagrante).

En este punto, también convendrá hacer una aplicación comunitaria: los caminos de la comunidad, ¿son claros y definidos por lo que respecta al seguimiento de Jesús? ¿o estamos más pendientes del dinero que de la evangelización (quizá sin quererlo)? Una reflexión así en la homilía puede dar pie a que la gente piense en ello y se recojan conclusiones en un posterior consejo pastoral, o en la reuniones de los grupos... Pero eso, claro está, depende de la estructuración de cada parroquia, de cada comunidad. Y también, depende de la configuración de las asambleas eucarísticas. De todas maneras, si no es en la homilía sí que esta reflexión se puede hacer entre las personas que conducen la comunidad.

JOSEP M. ROMAGUERA
MISA DOMINICAL 1994, 13


2. RD/SEGUIMIENTO  SV/CAMINOS:

Hay dos caminos, relacionados pero diferentes, muy diferentes. En primer lugar está el camino que sigue el que vive preocupado por su salvación.

Preocupación lógica en cualquiera que tenga una mínima sensibilidad religiosa: ¿cómo agradar a Dios, cómo conseguir vivir en su presencia tras la muerte, cómo evitar un castigo eterno? Prácticamente este interés es común a todas las religiones y todas proponen métodos a seguir para alcanzar el premio o evitar el castigo eterno. La magia, en cuanto intento de manipulación de lo divino por medios más o menos secretos y reservados a las castas sacerdotales, tiene una gran cabida en este ámbito. Más aún: la mayoría de las actividades religiosas del hombre, por no decir que todas, tienen como finalidad alcanzar el beneplácito divino en esta vida y, a la larga, en la otra. Si se evita el mal es para evitar el castigo; si se practica el bien es para recibir un premio. Al final, por este camino, se puede llegar a la soberbia religiosa en cuanto que el que más y mejor cumpla puede sentirse superior a los demás y por encima de ellos e incluso puede llegar a sentir que la divinidad debe estar agradecida a tan buen cumplidor y "obligada" a premiarle.

ETICA/MORAL: Desde esta perspectiva, las exigencias que se le plantean al hombre son de tipo ético y, por tanto, afectan y obligan a todo ser humano; la ética es, como tantas veces hemos dicho desde estas páginas, patrimonio de la conciencia y por eso obliga a todos los hombres. Muchos cristianos, sin embargo, todavía no se han enterado de esto, y presumen de ser buenos creyentes porque no roban ni matan, como si el no cristiano pudiese robar y matar tranquilamente; en primera instancia no es la fe la que nos prohíbe, entre otras cosas, robar y matar, sino la propia conciencia.

En segundo lugar está el camino que sigue el que quiere ser discípulo de Jesús; es el camino del Reino de Dios. Un camino que también tiene exigencias éticas, lógicamente; pero la ética, la moral, no es lo específico del Reino; ni siquiera es lo primero, porque el comportamiento éticamente correcto se da por supuesto en el discípulo, aunque éste no se queda ahí porque sabe que, de hacerlo, sería una buena persona, pero no sería un creyente, no sería un discípulo, no sería un cristiano.

SV/ESCLAVITUDES: Con frecuencia afirmamos que Jesús libera y salva al hombre de todas sus esclavitudes; entonces ¿qué nos impide afirmar que Jesús también nos libera de la esclavitud de la preocupación y la angustia por la salvación? Nada, y podemos afirmarlo con toda verdad. Sin embargo esa es una liberación que todavía son muy pocos los cristianos que la han descubierto y la sienten en su vida.

RL/CRISTIANISMO: Y es que para muchos el cristianismo no es más que una religión entre otras (eso sí; ésta es la verdadera, afirman; el problema es que eso mismo dicen todos los fieles de todas las religiones) cuando, en realidad, el cristianismo supera toda religiosidad y pone al hombre en otra órbita, en otro ámbito, en otra onda de intereses y preocupaciones.

Ciertamente, quien tenga por todo problema el de su salvación no tiene más que ser fiel a su propia conciencia. La famosa afirmación de que "fuera de la Iglesia no hay salvación" ha quedado desmentida y superada, a pesar de las pataletas de los lefebvrianos. El cristianismo es otra cosa: es un estilo de vida, un talante, una manera de ver los acontecimientos y las personas, una forma de ser y actuar. Haber reducido Reino de Dios a "la otra vida" no es suficiente para identificar los dos caminos de los que aquí estamos hablando; el malentendido creado por ese reducionismo se puede resolver, aunque no se puede negar que está arraigado en lo más profundo de la conciencia religiosa del ser humano.

El caso es que tenemos que elegir el camino que queremos seguir. Son dos modalidades completamente diferentes. Allí donde acaba la mera religiosidad empieza el cristianismo; allí donde la salvación es el problema dominante, el cristianismo tiene poco que hacer; seguir a Jesús va mucho más allá.

Mientras que la meta de las diferentes religiones es la salvación del hombre, la meta del cristiano es el Reino de Dios; y en el Reino, la salvación es un "por supuesto", "por descontado".

Libres, por tanto, de la preocupación por si nos salvaremos o no, dediquemos todas nuestras fuerzas, nuestras energías, nuestro tiempo, nuestro corazón y nuestra vida a trabajar por el Reino de Dios. A eso es a lo que nos llama Jesús.

LUIS GRACIETA
DABAR 1988, 51


3.

Seguimos leyendo evangelios que nos hablan -radicalmente- de lo que significa seguir a JC. En la presentación que hace Mc, enmarcando estas llamadas al seguimiento en el camino de JC hacia Jerusalén (hacia la Pascua). Si el pasado domingo se nos hablaba de la relación entre hombre y mujer en la unión de amor, hoy hallamos otro tema no menos importante, no menos presente en nuestra vida: el dinero.

-SEGUIR A JC ES ALGO MÁS QUE VIVIR HONESTAMENTE.

Quizá la primera enseñanza del evangelio que leemos hoy sea ésta: para seguir a JC no basta cumplir los mandamientos -vivir honestamente- sino que es preciso liberarse de todo aquello que sea un obstáculo para sumergirse en el radical camino que propone JC. Es lo que significará la Pascua -muerte y resurrección- hacia la que se encamina el Mesías del Reino (Reino de vida, de plenitud): darse del todo, hasta el extremo, y así conseguir por gracia de Dios la plenitud de realización, de vida, de estimación.

Me pregunto si, habitualmente, los que comentamos la Palabra de Dios no la reducimos a una simple exhortación a la honestidad, al cumplimiento de los mandamientos, a una etérea exhortación a vivir en el amor. Es positivo un esfuerzo de adaptación del Evangelio a la vida normal de los cristianos, pero quizá sea negativo el vaciar de exigencia, de radicalidad, el camino de seguimiento de Jc. Evidentemente, no se puede convertir en ley -menos aún presentarlo como algo reservado a unos "elegidos"-, pero deberíamos conseguir, aunque sea difícil, anunciar con vigor comunicativo esta invitación de JC a liberarse de todo aquello que es obstáculo para sumergirse en un seguimiento más fiel, más exigente, más abierto a insospechadas posibilidades. La Buena Noticia no puede reducirse a un vivir honestamente; es una posibilidad de vivir "en la tierra como en el cielo", es decir, en progresiva comunión con el Padre ya ahora, que se concreta en un ir más allá del simple "cumplir" o del simple "no pecar". Y, para ello, la primera condición es ser libres.

-EL DINERO COMO OBSTÁCULO. SGTO/RIQUEZA

Es curioso observar la diferencia entre nuestra habitual presentación de obstáculos para ser fieles a JC y la que presenta el Evangelio. ¿Cuántas veces hablamos del dinero como de un obstáculo para seguir a JC? Y, sin embargo, me parece que un análisis objetivo del Evangelio lo presenta como la gran dificultad. No basta un "romanticismo" de la pobreza; es preciso decir con claridad que, según JC, "qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino".

Con todo debe evitarse el reducir este peligro -este gran obstáculo- de la riqueza a algo que afecta sólo a los multimillonarios (escasos, supongo, en la mayoría de nuestras celebraciones). Jc no habla sólo para ellos: habla para todos (así lo entienden los apóstoles que no eran ciertamente ricos). Porque el dinero -"el poner la confianza en el dinero", el querer tener cada vez más, el dejarse aprisionar por la espiral del consumo -afecta a muchos que estamos lejos de ser millonarios. Pero esclaviza también. "Tocar el tema del dinero es tocar fuego". No sería lícito escamotear su complejidad (no sea que el oyente "pobre" -o normal- se sienta atacado en su legítimo esfuerzo por ganarse la vida, por mejorar). Tampoco sería lícito reducir el problema a la cuestión personal, olvidando que básicamente es un problema de mala organización social y económica, que divide a la sociedad en clases con intereses opuestos, una sociedad en la que el "dios" es el dinero. Pero tampoco podemos olvidar que cada uno de nosotros -sea cual sea su situación- es un candidato a dejarse esclavizar por el dinero. Y ello debe decirse (quizá reconociendo, dicho sea entre paréntesis, que la Iglesia no ha dado un gran testimonio de libertad respecto al dinero. Que la Iglesia no ha denunciado con suficiente credibilidad una sociedad construida -y esclava- sobre el poder del dinero).

-RIQUEZA=TRISTEZA.

Quizá un aspecto que podría subrayarse pedagógicamente es la oposición entre el modo de ver del Evangelio y el de la sociedad actual (o quizá del "mundo" de ayer y de hoy). El Evangelio ve en la riqueza la causa de la tristeza del hombre que no se atreve a liberarse para seguir el camino de vida ("se marchó pesaroso, porque era muy rico"). La sociedad occidental -capitalista- en la que vivimos presenta, en cambio, la riqueza como fuente de felicidad. Aunque una mirada objetiva permite descubrir que es un engaño (pero un engaño en el que todos fácilmente caemos). La felicidad, la alegría, se halla -según el Evangelio- no en el tener sino en el ser. Y para ser es indispensable la libertad.

J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1979, 19


4. TENER/SER:

"Así pues, el tener más, lo mismo para los pueblos que para las personas, no es el fin último. Todo crecimiento es ambivalente. Necesario para permitir que el hombre sea más hombre, lo encierra como en una prisión, desde el momento que se convierte en el bien supremo, que impide mirar más allá. Entonces los corazones se endurecen y los espíritus se cierran, los hombres ya no se unen por amistad, sino por interés, que pronto les hace oponerse unos a otros y desunirse. La búsqueda exclusiva del poseer se convierte en un obstáculo para el crecimiento del ser y se opone a su verdadera grandeza; para las naciones, como para las personas, la avaricia es la forma más evidente de un subdesarrollo moral."

JUAN-XXIII.
"Populorum Progressio", número 19


5.

LA PROPUESTA RADICAL DE JESÚS

El evangelio de hoy es de aquellos que hay que leérselos bien, línea por línea y sentimiento por sentimiento, y no considerar que "ya sabemos de qué va".

Nos encontramos ante un conjunto encadenado de escenas que muestran, en definitiva, hacia dónde apunta la propuesta radical de Jesús, la propuesta que él hace a sus seguidores, a cada uno de nosotros. Una propuesta que se transmite no como una teoría, sino como una llamada concreta hecha a través de una relación personal intensa: una relación personal con el rico, con los discípulos, con Pedro y el grupo de apóstoles. Una propuesta que muestra muy claramente dónde radica el obstáculo principal para seguirla: el dinero, la propiedad, las pertenencias (y todo lo que da seguridad: la vida familiar, añadirá Jesús en su respuesta a Pedro).

El evangelio de hoy presenta como un doble nivel de personas, entre los que quieren actuar según la voluntad de Dios. El primer nivel corresponderá a los que se queden en el cumplimiento de los mandamientos: este cumplimiento es ya algo muy valioso, de manera que quien los sigue es merecedor de que Jesús "se le quede mirando con cariño", como al hombre aquel.

Pero hay un segundo nivel, una propuesta nueva que Jesús hace a los que quieren ser seguidores suyos: sus seguidores no se limitan a cumplir los mandamientos: sus seguidores, los cristianos, son aquellos que han descubierto de tal manera la fuerza, el tesoro inmenso que es el Reino de Dios, que son capaces de vender todo lo que tienen, darlo a los pobres, y seguir a Jesús. Dios es capaz de hacer que incluso los ricos lo descubran y se apunten a su propuesta.

Esta es la propuesta de Jesús, éstos son los cristianos. Y de hecho, cuando después de la resurrección empieza la comunidad cristiana, se ve muy claramente que todos aquellos que se reúnen en nombre de Jesús van mucho más allá del cumplimiento de los mandamientos: ¡para cumplir los mandamientos no haría falta hacerse cristiano! Aquella gente, narran los Hechos de los Apóstoles, tienen muy claro que representan un nuevo estilo de ser en el mundo. Y por eso piensan y sienten lo mismo, lo poseen todo en común, y nadie llama suyo propio nada de lo que tiene. Son conscientes de ser, en el mundo, la imagen del Reino de Dios, el modelo del estilo de hombre y de relación entre los hombres que Dios quiere.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1991, 14


6.

La palabra de Dios es viva y eficaz. Es más penetrante que una espada de doble filo. Hoy nos ha dejado fuera de combate. Al igual que los apóstoles, también nosotros hemos quedado tan sorprendidos que nos hemos dicho: "Entonces, ¿quién puede salvarse?"

Porque dejarlo todo, vender lo que tenemos y darlo a los pobres, es ya demasiado. Está contra lo que hace todo el mundo y contra lo que nosotros también hacemos. Para ganar una peseta más, somos capaces -o nos creemos obligados- a hacer horas extras, iniciar una huelga, regatear en el mercado, buscar en el supermercado lo que está de oferta, quizá ahorrarnos unos impuestos, o pagar lo menos posible a los que nos han hecho un servicio...

Situar en primer lugar el seguimiento de Jesús y el anuncio del evangelio, preferir la sabiduría que procede de Dios a las piedras más preciosas, es algo que no nace espontáneamente de nuestro interior.

De niños, nacemos en estado salvaje. Nuestro comportamiento parece tan instintivo que no se distingue del de los animales. Progresivamente la educación puede ayudarnos a adquirir unos hábitos que nos capaciten para dominar nuestros instintos. Pero el egoísmo, el afán de posesión, la búsqueda del placer, la previsión de las contingencias del futuro, son instintos que no se pierden en la edad adulta. Más bien aumentan al llegar la vejez. Pero si la naturaleza no lo da, lo puede dar la experiencia y, sobre todo, lo puede dar la fe.

A. TAULÉ
MISA DOMINICAL 1988, 19