COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Sb 7, 7-11

 

1.SABIO/Sb:

-Contexto.

Partiendo de una tradición bíblica acerca de la sabiduría del rey Salomón, el autor, que vive en la culta Alejandría del s. 1 a. de Xto., hace sus propias reflexiones teológicas para exponer, en lenguaje moderno, la esencia de la fe veterotestamentaria.

Los caps. 7-9 de este libro forman una unidad concéntrica cuyo núcleo central es el elogio de la sabiduría de 7, 22b-8. 1. En el Antiguo Oriente se tenía por sabio al que, observando con detención las diversas manifestaciones de la vida, los fenómenos de la naturaleza, era capaz de ver sus conexiones, su orden. Esta actitud presuponía la fe en un mundo ordenado por Dios; así la sabiduría adquiere caracteres religiosos. Se le presenta como primogénita de la creación y, como tal, fruto de la palabra del Señor (Sir. 1, 4.9; 24, 5. 12.14); es la ayudante del Señor en el acto de Crear. A veces se dice que es algo inaccesible (Job 28), pero en otros muchos relatos el hombre la puede adquirir (Prov. 3, 13 ss.), la sabiduría nunca es un puro conocer teórico, sino que siempre está ordenada hacia una praxis vital.

-Texto.

Sab. 7, 1-14 evoca el sueño de Gabaón (1 Rey 3, 4-15), en el que Salomón pidió y obtuvo lo que había pedido al Señor (sabiduría) y lo que no había pedido (fama y riqueza). Y el hombre que poseyó la sabiduría en grado sumo se dirige a todos los mortales para hacerles ver que también ellos la pueden obtener (7, 1-6). Nadie la posee al nacer, ni es privilegio de ningún rey, es puro don divino; así como Dios infunde su aliento (=espíritu) y da vida al hombre (creación), así también infundiendo su espíritu de sabiduría da una nueva vida (v. 7). Desposarse con la sabiduría hará del joven Salomón un gran rey (8, 9-16). La sabiduría es necesaria para llevar una vida de acuerdo con los deseos del Señor, y para obtenerla será necesaria la súplica (8, 17-21).

A su lado, el poder y la riqueza (bienes-tipo del antiguo oriente) son barro y arena; incluso es superior a la salud y a la belleza. Todo ello se debe a que su esplendor no tiene ocaso (cfr. 6,12; 7, 29 s.), o lo que es lo mismo: es inmortal. El que la alcanza ha obtenido el mayor bien ya que da la inmortalidad y engendra, a la vez, el resto de los bienes humanos. Pero para obtenerla será necesario amarla, abrirse a ella, buscarla y pedirla.

-Reflexión.

Muchas veces nos esforzamos en la vida por conseguir lo que no tiene importancia: poder, riqueza, salud... y menospreciamos lo más importante: ese don que viene de Dios y realiza nuestra unión con El. ¿Por qué nos decidimos? Jesús lo dice bien claro: "buscad el reino de Dios y lo demás se os dará por añadidura".

A. GIL MODREGO
DABAR 1988, 51


2.

Este pasaje forma parte de un himno a la sabiduría. Se supone que es Salomón quien lo canta. Pero Salomón no es el autor de este libro ni del himno en cuestión. El libro de la Sabiduría fue escrito probablemente en tiempos de Ptolomeo (146-117 a C.) en la ciudad de Alejandría. No obstante la influencia innegable de la cultura helenista, el autor predica una sabiduría que viene de Dios y que conduce a los hombres a Dios. Si la sabiduría oriental es un humanismo, la sabiduría de Israel se presenta como un "humanismo religioso". La atribución de este libro a Salomón es una ficción literaria, perfectamente explicable si tenemos en cuenta que Salomón es el prototipo de los sabios de Israel.

Salomón no fue un niño prodigio ni un sabio de nacimiento. El himno a la sabiduría comienza aludiendo al nacimiento de Salomón, para que veamos que es como todos los hombres nacido de mujer y destinado a la muerte (vv. 1-6). La sabiduría no es una herencia biológica, sino don de Dios para los que la piden. Salomón la pidió (cfr. c. 9, donde se encuentra la oración de Salomón) y Dios se la concedió.

Para pedir la sabiduría es menester apreciarla por encima de todas las cosas y desearla ardientemente. Salomón la prefirió al poder, a las riquezas (cfr. Pro 3, 14s; 8, 19; 16, 16; Job 28, 15-19), a la salud, a la belleza y al bienestar. Y si éstos son justamente los valores de nuestra sociedad, no es de extrañar que haya tan pocos sabios en nuestros días. Nos referimos, claro está, a los sabios que no han perdido el gusto por los auténticos valores y buscan la verdad que viene de Dios para salvar a los hombres.

La sabiduría fue para Salomón una luz sin ocaso, que brilla también en la noche y no abandona al caminante. Una luz que sirve no sólo para contemplar la naturaleza, sino, sobre todo, para saber vivir, esto es, para conocer la voluntad de Dios y ponerla en práctica. En esto consiste la verdadera sabiduría, no en saber muchas cosas, sino en conocer y practicar lo que es realmente necesario. V. 11: Estas palabras aluden a 1 Re 3, 7-13, donde se dice que Salomón prefirió la sabiduría para gobernar y, como premio, recibió también, riquezas sin cuento (cfr. Pro 3, 16; 8, 21).

En el N.T. aparece Jesucristo como sabiduría de Dios" (1 Cor 1, 24 y 30) en carne viva. Y para evitar toda posible confusión, esta "sabiduría de Dios" se mostró en Jesucristo completamente desnuda de poder y de riquezas, en medio de la debilidad de la cruz. Para los cristianos no hay sabiduría mayor, y sabio es el que sigue a Jesucristo. Pablo nos dice que, por su parte, no quiere saber nada excepto a Jesucristo, y éste crucificado (1 Cor 2, 2).

EUCARISTÍA 1982, 46


3.

Este libro, último del AT, escrito unos cincuenta años antes del nacimiento de Jesús, aproxima al lector al culmen de la historia de la salvación: ciertos pasajes son muy cercanos a Juan (Jn 1, 1.18 y Sab 8, 3; 9, 4) y a Pablo, que llamará a Cristo "sabiduría de Dios" (1 Cor 1, 24.30).

El contenido del libro, fiel a una doble circunstancia -la tradición judía y la cultura helenística imperante-, describe qué sea la sabiduría: nada menos que Dios mismo que se comunica a la criatura espiritual. Por la sabiduría, reflejo de Dios en su creación, todo adquiere coherencia, todas las cosas reciben cohesión en su subsistencia, pero -por ella- al hombre se le da Dios de manera íntima hasta que aquél devuelve una respuesta acogedora. Así llega el hombre a participar de la naturaleza divina, de la inmortalidad.

En los versículos presentes se evoca el sueño de Gabaón en el que Salomón pide y obtiene lo que ha pedido (sabiduría) y lo que no había pedido (fama y riquezas; cf. 1 Re 3, 4-15). Esto está narrado para todos, porque todos pueden obtenerla; pero, para obtenerla, hay que amarla, buscarla, abrirse a ella y pedirla.

EUCARISTÍA 1988, 48


4.

La Sabiduría en el A.T. no es una realidad abstracta fuera del tiempo y del espacio. En su sentido original es la escucha atenta y la comprensión exacta de la situación humana. Es el arte de aconsejar. Para atender el mensaje de hoy hay que conocer el contexto histórico en el que han hablado los sabios.

La sabiduría más antigua (Pr 10-31) es una colección de proverbios que contienen la sabiduría experimental. Los libros de Job y Eclesiastés son una reflexión crítica; Eclesiástico y Sabiduría tratan de incluir toda la realidad en el concepto de sabiduría. Esta idea pertenece al último estadio de la sabiduría veterotestamentaria.

El libro de la Sabiduría se escribe en Alejandría. No era fácil para los judíos permanecer fieles a la fe de los padres en el centro de la cultura. La cultura y la vida griega eran un desafío a la realidad religiosa y psicológica de Israel. El libro de la Sabiduría quiere reforzar la fe de los creyentes y la disponibilidad ante la ley en medio de la libertad helenista y el culto idolátrico.

El texto de hoy es una reinterpretación de la oración con la que Salomón quiere conseguir la sabiduría (1 R 3,5-9; 2 Cro 1,7-10). Sólo a través de la oración se tiene acceso a ella. La sabiduría es una realidad muy superior a la riqueza. Es la actitud interior que da la justa comprensión de la vida humana, aclara la relación con Dios e indica la conducta que hay que seguir. Este modo de ver y obrar es un don de Dios que se obtiene por medio de la oración y reflexión. Este mensaje puede parecer extraño e inaceptable para nuestra sociedad acostumbrada a poner en el poder, la riqueza y el bienestar todos sus intereses y aspiraciones.

P. FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1985, 19


5.

Como explicábamos más extensamente hace tres domingos (el domingo 25), el libro de la Sabiduría es la obra de un israelita que vive fuera de Palestina, en ambiente helénico, y quiere confortar en la fe a sus compatriotas, también dispersados en ambiente pagano. El autor quiere mostrar que la fidelidad al Dios de Israel vale más que cualquier otra cosa, más que todo lo que pueda deslumbrar y hacer tambalear en aquel mundo hostil.

El fragmento que leemos hoy forma parte de un largo discurso puesto en boca del rey Salomón, en el que éste explica que la búsqueda de la sabiduría vale más que todo, y trae toda clase de bienes. La sabiduría aquí, no obstante, no debe ser entendida como un valor únicamente intelectual, sino sobre todo existencial: la búsqueda de la sabiduría es en definitiva la búsqueda de Dios, una determinada manera de vivir tanto en relación con Dios como con los demás. Así, este texto es como una anticipación de las palabras que leeremos en el evangelio, sobre el seguimiento de Jesucristo por encima de todo.

JOSEP LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994, 13