COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Is 25, 6-10a

1.

Este pasaje pertenece al llamado "apocalipsis de Isaías" (capítulos 24-27 de su libro). El profeta anónimo, discípulo del gran Isaías y que vive ya después del destierro de Babilonia, describe en este apocalipsis (o "revelación") el juicio de Dios.

Los acontecimientos inmediatos de la historia le sirven como signos que señalan lo que aún ha de venir cuando todo se revele y desaparezca el velo que ahora cubre todas las naciones. Nuestra lectura recoge, bajo el símbolo de un banquete, el aspecto positivo de este juicio de Dios. Se trata del banquete que Dios ha preparado para todos los pueblos (cf. Mt 8. 11; 22. 2-14; Ap 19. 9), del banquete de la entronización de Yahvé (cf 1 S 11. 15; 1 R 1. 25s.). Pues ha de reinar sobre todos los pueblos (24. 23), poniendo fin a nuestros nacionalismos estúpidos.

El "monte" es el Sión, porque Dios ha querido que la salvación del mundo venga de los judíos. La manifestación de Dios, su epifanía, quitará el velo que cubre todas las naciones; esto es, acabará con el error que impide a los pueblos ver con claridad (cf. 29. 10; 2 Co 3. 15s.).

Y el conocimiento de Dios, mejor, el reconocimiento y aceptación de Dios, acabará con el pecado y con sus terribles consecuencias: el dolor y la muerte.

En ese día Yahvé pondrá fin al oprobio que padece su pueblo elegido y se acabará la mofa de sus enemigos. Este pueblo que aún espera contra toda esperanza, en la diáspora -"¿Dónde está vuestro Dios?", le preguntan con sorna los incrédulos-, reunido en presencia de Dios y ante todos los pueblos, encontrará al fin una satisfacción para su esperanza y la contestación a las burlas de sus enemigos. Dirá entonces y responderá con gozo: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara". Y comenzará una fiesta sin ocaso.

EUCARISTÍA 1987/48


2. REINO DE DIOS/ALEGRÍA. EL BANQUETE ES MAS QUE UNA BUENA COMIDA. ES SABER QUE TODOS LOS MALES DESAPARECEN. DESAPARECE EL DRAMA DE UNA HISTORIA DESQUICIADA Y EL DRAMA DE TODA LÁGRIMA EN TODO OJO HUMANO: ALEGRIA/VE 

La primera lectura complementa hoy relevantemente el tema central del evangelio. La promesa de vida de Dios se dirige a todos y promete una plenitud que es gozo, liberación de todo mal, ternura. El banquete es más que una buena comida: es saber que todos los males desaparecen, desaparece el drama de una historia desquiciada y el drama de toda lágrima en todo ojo humano. Un texto para repasar y meditar frase por frase.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1990/18


3. EN TODO RELATO ESCATOLÓGICO LAS AFIRMACIONES SON MAS PRODUCTO DE LA FE QUE DEL CONOCIMIENTO. AMENAZAS. EL QUE SE COMPLACE EN ATORMENTAR A LOS SERES HUMANOS CON EL MIEDO AL CASTIGO ES UN POBRE Y TRISTE HOMBRE QUE NI ES FELIZ NI SOPORTA QUE LOS OTROS LO SEAN.

* Contexto.-La lectura de este domingo forma parte de una unidad literaria del libro de Isaías, denominada "Escatología" (cap. 24-27). Estos capítulos son muy posteriores al profeta, y fueron insertados en esta obra en una época posterior al destierro.

Al leer el texto no debemos nunca de perder de vista el hecho de que nos encontramos con un relato escatológico en el que las afirmaciones son más producto de la fe que del conocimiento. El autor sueña con un futuro, que cree real, en el que el Soberano Juez de la historia inaugurará su verdadero reinado en cielos y tierra, en todo el universo. ¿Cuándo tendrá lugar? El escritor sólo sabe que se trata de un futuro.

* Texto.-Para entender esta perícopa vamos a leer también Is 24. 21-23, trozo muy unido a nuestro relato.

1) 24. 21-23 y 25. 6-8: En un tiempo futuro, afirma el poeta, el Soberano hará un juicio sobre todo el Cosmos, tanto sobre las huestes celestes como sobre los reyes de la tierra. Las huestes o ejércitos celestes son las estrellas, consideradas por los orientales como seres divinos. Más tarde, en la literatura apocalíptica, estas huestes se identificarán con los coros de ángeles (en el libro de Enoch se habla, indistintamente, del castigo de las estrellas o de los ángeles).

El juicio divino es un examen de separación: investigada la culpa se le elimina. Los agentes de la misma, ya sean humanos o divinos, son encerrados en la mazmorra a la espera del castigo.

Nuestro texto no habla para nada de la destrucción del sol y de la luna, como afirman otros relatos apocalípticos sino que sólo se constata el hecho de que las dos "grandes" luminarias "se avergüenzan", expresión similar a nuestro "salir los colores": un desorden interno aflora al exterior en un "ponerse rojo como un tomate".

Sobre este fondo de juicio resalta el hecho de "la soberanía divina sobre Sión" (24. 23b), idea muy repetida en la teología de los círculos de Jerusalén. Es el inicio del reinado del Señor.

Y este acontecimiento se celebra con un espléndido "banquete" al que están invitados todos los pueblos (25. 6-8a) sin excluir a los judíos (v. 8b). El banquete es imagen de la liberación gozosa de la era mesiánica (cf.lectura del NT). El Señor es un generoso anfitrión que nos ofrece los mejores manjares y los más exquisitos licores, y los ofrece a todo el mundo sin excluir a nadie.

Y para colmo de la dicha, este gran anfitrión nos hace "un regalo inapreciable": aniquilar de forma definitiva la muerte y, con ella, su cortejo de sufrimientos y de lágrimas. 2) vs. 9-10a: Es un canto de agradecimiento entonado por todos aquellos que han experimentado en sus carnes la liberación del Señor. Con gozo inmenso la comunidad exclama: el Señor está en medio de nosotros y notamos su mano. A pesar de todas las dificultades de este valle de lágrimas, Dios es el áncora de nuestra vida.

* Reflexiones.-Aunque el escritor del AT no menciona a ningún Mesías, ya que Dios en persona es el Soberano, esta profecía veterotestamentaria nos lleva a una era mesiánica en una lectura más profunda y conjunta de toda la Biblia. Con el cumplimiento de la profecía en Jesús de Nazaret, la perspectiva cambia. Él es el Mesías que instaura el Reino del Padre, y resucitando de la muerte triunfa sobre ella y sobre sus consecuencias: el dolor y llanto. A cuantos responden a su invitación a formar parte de su reino les hace participar de alguna manera, y en alguna medida aunque no definitiva, en su triunfo sobre la muerte. El autor no dice cuál es el origen, la causa de nuestro dolor y de nuestras lágrimas. Es nuestra finitud la culpable de los mismos. Y la imagen de un Soberano enjugando las lágrimas de los seres finitos es conmovedora. Él es el ser solidario con el hombre con amor total hacia cada uno de los miembros de la humanidad. Él es el gran consolador que no sólo anuncia la extirpación futura del dolor y de la muerte sino que se entretiene con el quehacer diario de consolar en el momento presente. Así debe ser la actitud de la Iglesia, de todo cristiano: anunciar el final glorioso de esta limitación humana, pero mientras esto acaece no desentenderse de las lágrimas de nuestro mundo. Son demasiado copiosas, y los gritos muy desgarradores. ¡No cerremos los ojos ni taponemos nuestros oídos! El banquete eucarístico es signo del banquete escatológico. El Señor es un generoso anfitrión que nos ofrece todo lo mejor, sin excluir a nadie. El Papa, los obispos, la Iglesia deben ser generosos con todos y en todo, sin tratar de excluir a nadie, sin querer ofertar sólo café y prohibiendo los otros licores. Y la razón es muy sencilla: ninguno de ellos es el anfitrión y deben respetar la voluntad del amo. ¡No caigamos en teologías baratas de "alter Xtus"! El amo sólo es uno.

Al instaurar su reinado, el Señor consuela a los que están tristes ofreciéndoles un banquete, signo del gozo y de la alegría. Dios quiere mostrar su soberanía haciendo a los hombres felices, el banquete y la destrucción de la muerte son sus imágenes más plásticas. Si Jesús sufre es para que nosotros vivamos alegres. Este debe ser el mensaje del hombre evangélico.

El que se complace en atormentar a los seres humanos con el miedo al castigo es un pobre y triste hombre que ni es feliz ni soporta que los otros lo sean.

A. GIL MODREGO
DABAR 1990/50


4. MU/DIA-NATAL."ANIQUILARA LA MUERTE PARA SIEMPRE".

"Aniquilará la muerte para siempre".- Esta es nuestra perspectiva. Más aún, el Señor ya la ha aniquilado: "muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida", "porque en la muerte de Cristo nuestra muerte ha sido vencida y en su resurrección hemos resucitado todos", cantamos en los prefacios de Pascua. Por eso el Ap habla de "segunda muerte": ésta es la muerte verdadera, pues la primera, para el creyente, no es muerte sino tránsito. Y los primeros cristianos celebraban el "dies natalis" de los mártires: el día de su muerte era el día de su nacimiento a la gloria. ¿Y quién sino el Señor puede enjugar las lágrimas de todos los hombres? Realmente, "aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara: celebremos y gocemos con su salvación".

J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1987/19


5. FE/VICTORIA-MU

-Para anunciar los tiempos mesiánicos, Dios anuncia que será el anfitrión de su propia mesa. No reservada exclusivamente al pueblo de Israel, cuya salvación se extenderá sobre todos los hombres y todos los pueblos.

-Dios celebra una victoria al invitarnos a esa festín gozoso. La victoria sobre la muerte. La muerte es la gran obsesión de la humanidad, el gran fracaso, el gran absurdo "y arrancará en este monte...".

Dios enjugará las lágrimas de los rostros de todos los hombres. Nos debe reconfortar la esperanza de ese día: nacerá un nuevo orden de cosas, una nueva escala de valores regirá las relaciones humanas y divinas, que ya no volverán a romperse.

-En el monte Sión donde estaba el templo de Jerusalén, morada de Dios.

-Aniquilará la muerte para siempre, y porque la mayoría no creen en la victoria de la vida sobre la muerte por eso viven solamente para sacarle el máximo jugo a la vida. Como creen que van a desaparecer para siempre viven solamente para verlo todo y gustarlo todo.


6. /Is/25/06-12: /Is/26/01-05:

La montaña de Sión es la habitación de Yahvé, en el futuro no sólo los judíos subirán para adorarlo, sino todos los pueblos. En este encuentro de todos los pueblos en Jerusalén desaparece la distinción entre judíos y gentiles (vv 6-7). La destrucción de la muerte, de la cual se habla en el v 8, reviste el mismo significado que en 11,9: «No harán daño ni estrago en todo mi Monte Santo, porque está lleno el país del conocimiento de Yahvé, como las aguas colman el mar». En el reino mesiánico desaparecerán la violencia y la sangre. En la segunda parte del texto, 26,1-6, hay una exhortación a la confianza: Dios concede la paz a los que se apoyan en él en lugar de apoyarse en otras «seguridades»: «Confiad siempre en Yahvé, pues Yahvé es la roca perpetua» (v 4).

La primera parte describe el papel de Sión después del juicio. Yahvé ofrece a las naciones paganas una fiesta suntuosa en el lugar donde se reconoce su realeza. El ágape mesiánico, que congrega en la misma mesa a Israel y a las naciones, se sirve en Sión: es en la ciudad santa donde los gentiles entran en comunión con Yahvé. Isaías, uniendo la tradición cultual de Jerusalén con la venida de los últimos tiempos, da al encuentro de las naciones con la ciudad de Yahvé una significación escatológica.

El substrato biológico común no es suficiente para expresar la unidad de la humanidad, que sobre todo es unidad personal expresión de la unidad de vocación y de destino de vida. Se trata de una unidad que no se da, sino que se ha de llevar a término. En la visión isaiana, esta tarea es la respuesta a una iniciativa de gracia por parte de Dios: la comunión querida por Dios entre todos los hombres es un don divino. Esta manera de constituirse la humanidad gracias a la mediación de un hombre, o de una colectividad concreta, se va haciendo cada vez más clara a lo largo del Antiguo Testamento hasta acabar en el Nuevo en la figura de Cristo. La idea de la mediación demuestra que los hombres dependen los unos de los otros. El hombre ha de encontrar al hombre, las naciones han de encontrarse entre ellas como hermanos y hermanas, como hijos de Dios. La unidad entre los hombres es una gracia; la plegaria es indispensable para honrar la naturaleza profunda de esta unidad.

F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 27