REFLEXIONES

 

1.MONICIONES: ENTRADA.

Hermanos: Somos la viña del Señor y su plantel preferido. Él espera de nosotros una buena cosecha, para que corra la justicia como un río y los hombres puedan vivir en paz y en fraternidad.

Él espera una copa de buen vino. Y nosotros, en esta eucaristía, vamos a ofrecerle el mejor que tenemos, que es la sangre de su Hijo. Pero hace falta también que mezclemos nuestra sangre con la de Jesús. Sólo así alcanzaremos la paz y la salvación y nuestra fiesta será completa.

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DESPEDIDA.

Comulgar con el cuerpo y la sangre de Xto es comprometernos con su causa, que es la causa de la paz y de la justicia en el mundo.

Es entrar en comunión con él y en solidaridad con todos aquellos por los que él ha dado la vida. Nuestra misión en el mundo es una misión de paz y de fraternización.

EUCARISTÍA 1981/47


2. RD/COMPROMISO:  /Lc/10/29-37: NUESTRA TAREA ES LIMPIAR EL TERRITORIO DE SALTEADORES PARA IMPLANTAR LA JUSTICIA EN LA CASA DE LOS HOMBRES.

El Reino está en marcha no como estación-término en lontananza, sino como taller de brega en el camino de los hacendosos, y Cristo es el aval de esta marcha, un Cristo no huido, sino instalado para siempre en el corazón del hombre, en el corazón del mundo, en los entresijos de la materia. Dicen que "cada mañana los monjes del monte Athos, al levantarse, se arrodillan y aplican el oído al suelo para escuchar los latidos del corazón de Cristo".

Por iniciativa de Dios, el Reino no es exclusiva suya: "El mundo no estará listo para la resurrección mientras no haya alcanzado el grado suficiente de madurez, y en este proceso corresponde al hombre una gran tarea. Dios creó el mundo y los holandeses Holanda. Es un aviso a los cristianos: no basta comprender el mundo, hay que esforzarse por cambiarlo" (·Cabodevilla:EL CIELO EN PALABRAS TERRENAS, Paulinas, Madrid 1990). "La espera de una tierra nueva no debe amortiguar sino, al contrario, avivar la preocupación de perfeccionar la tierra" (Gaudium et Spes, 39).

El Reino de Dios no admite el parcheo de paños calientes porque goza de la categoría de aventura necesaria y seria: a veces nos limitamos a prestar los primeros auxilios al samaritano malherido y basta, cuando nuestra tarea es limpiar el territorio de salteadores para implantar la justicia en la casa de los hombres.

Hay que fundir, soldar, engarzar las esperanzas del más allá con las esperanzas del más acá, las esperanzas del cielo con las esperanzas de la tierra. El fruto esperado de viña y viñadores es el amor al prójimo, es decir, el derecho y la justicia.

CEBOLLA-B HERNANDO
DABAR 1990/49


4.

"Con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican" (colecta). Esta oración se mueve en el Misterio, que es la realidad de Dios, donde nosotros nos hallamos inmersos. Dios es más grande que nuestros méritos y deseos. Es más grande que nuestra conciencia y nuestras súplicas. Y aquí radica nuestra confianza: "en caso de que nos condene nuestra conciencia, Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo" (1Jn 3, 20). Al fin y al cabo, el cristiano no descansa en sí mismo (en sus méritos, deseos, súplicas, en el arrepentimiento que experimenta por las faltas que condena su conciencia...). El cristiano descansa en la bondad insondable del Padre que se nos ha manifestado en Jesús, el Señor. Y el mismo movimiento que lo lleva hacia el Padre no es obra suya: es el Espíritu del Padre y del Hijo quien lo causa: "El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; ...intercede por nosotros" (Rm 8,26; d. 16.)

JOSÉ M. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1987/18