REFLEXIONES


1. V/ORACION  SCDO-COMUN:

"SI SIRVES AL VERBO DE DIOS ESTAS EN EL SANTUARIO" (ORÍGENES). 

El cristianismo está lleno de palabras hermosas; pero las palabras no lo son todo; a veces ni siquiera son lo más importante. En el cristianismo lo más importante son los hechos, los hechos de vida, las demostraciones prácticas de que creemos en un Dios Padre y amor, los testimonios vivos de que confiamos tanto en Dios que no tenemos miedo a nada ni a nadie, la fraternidad vivida día a día, junto a cada hombre y su necesidad concreta, su dolor personal, su necesidad específica.

Así, ante Dios, ni cuenta el estar repitiendo todo el día "Señor, Señor" (/Mt/07/21), sino cumplir su voluntad, una voluntad que no es difícil de conocer, pues su Palabra es clara y constante en repetirnos que quiere derecho y justicia, que quiere amor y fraternidad, que quiere paz y unidad entre los hombres, que quiere que vivamos con dignidad y que alcancemos un día, junto a Él, la plenitud de la vida.

"Tú que sigues a Cristo y lo imitas, tú que vives en la Palabra de Dios..., no es un lugar donde hay que buscar el santuario, sino en los actos, en la vida, en las costumbres... Si son según Dios, poco importa que estés en casa o en la calle, poco importa incluso que te encuentres en el teatro; si sirves al Verbo de Dios, estás en el Santuario, no te quepa duda alguna" (ORIGENES)

L. GRACIETA
DABAR 1987/48


2. ALIENACION/RELIGION RELIGION SOSPECHOSA

¿ES SOSPECHOSA LA RELIGIÓN? Paul Ricouer ha llamado a Freud, Marx y Nietzsche, los tres maestros de la sospecha. Entre las cosas que estos tres profetas del tiempo moderno han encontrado sospechosas en la historia y el hombre está, sin duda, la religión. ¿Sospechosa de qué? Para Freud, sospechosa de ser un sueño, una ilusión y hasta una neurosis. Para Marx, sospechosa de ser alienación, opio y aliada de la explotación. Y para Nietzsche, sospechosa de ir contra las fuerzas auténticas y genuinas de la vida, de esta vida, que es la única que hay, prometiendo a los hombres un cielo y otra vida que no existe.

Estos autores han tenido y tienen mucha influencia en el pensamiento moderno y es, por lo tanto, lógico que sus seguidores piensen que la religión se ha hecho sospechosa. También hay quien piensa que la religión y, sobre todo, las iglesias, son sospechosas de buscar el poder, de ir contra el pueblo, de callarse y no decir la verdad con frecuencia, de intentar domesticar al hombre en nombre de Dios.

Existe por ahí un tipo de hombre religioso ciertamente sospechoso. Prudente, cauto, sumiso, domesticado, miedoso, egoísta. De buenas palabras y modales, pero de pocos hechos. Como el segundo tipo de la parábola. Ciertamente, la religiosidad de muchas personas es sospechosa. Sospechosa de usar buenas palabras, pero de no pasar a las obras. Sospechosa de encubrir la pereza y el conformismo con la obediencia y la sumisión. Sospechosa de callarse la verdad y de no fomentar la personalidad y creatividad del hombre. Sospechosa de usar paños calientes cuando lo que hace falta es el bisturí y la operación quirúrgica.

Sospechosa de estar en el fondo con los que mandan y al sol que más calienta. Sospechosa de confundir el Reino de Dios con la diplomacia y la política. En una palabra, sospechosa de haberse convertido en el hijo segundo de la parábola. Estos tipos domesticados y sumisos encajan bien y hasta hacen carrera fácilmente en las instituciones religiosas.

En cambio, el hijo primero de la parábola tiene más dificultades. Se le considera un mal hablado, un rebelde, alguien que mete cizaña en la buena marcha del común, porque no dice sí a todo y desde el primer momento, sin rechistar. Su actitud crítica es molesta para los que mandan. Prefieren la de su hermano, aunque no haga nada, a quien con frecuencia ponen como ejemplo.

Desde luego que Jesús no piensa como muchos hombres de institución. Y si de algo parece sospechoso Jesús, es de apoyar al rebelde y de estar en guardia de los que detentan el poder y se quedan en las buenas palabras. No, Jesús no es sospechoso, ni tampoco lo puede ser una fe auténticamente cristiana.

Y si no tenemos inconveniente en admitir que cierta religiosidad en nuestros días se ha vuelto sospechosa, mal que conviene arrancar de raíz, también hay que decir que los modernos maestros de la sospecha han ido más allá de la cuenta, hasta la negación y el ataque, lo cual les hace a ellos mismos sospechosos.

DABAR 1978/53


3. VERDAD/HACERLA ORTOPRAXIS:

En el evangelio se nos habla siempre de un "hacer", aun cuando menos lo esperamos. "El que hace la verdad viene a la luz".

Confesémoslo. Hubiera sido más cómodo: el que contempla la verdad, o bien el que guarda la verdad, o incluso el que defiende la verdad. Pero se dice: "el que hace la verdad..." Solamente los obreros de la verdad, y no los especialistas del "si", llegan a la luz.

La verdad no es nuestra. No nos pertenece. Viene del Padre. Pero tenemos la posibilidad de hacer que sea nuestra: traduciéndola en nuestra conducta práctica, en la realidad del mundo en que vivimos. El "hacer" establece una relación estrecha, una especie de parentesco, entre nosotros y la verdad.

Si nos presentamos en la casa del Padre solamente "armados" de la verdad, se nos cerrarán las puertas y es inútil que nos hagamos ilusiones.

"Señor, he guardado la verdad". Si ser cristianos se redujese a esa tarea, Dios podría haber previsto las cosas de una manera mejor: una caja fuerte bien blindada hubiera sido más segura.

Hemos de presentarnos en la casa del Padre no con la verdad bajo el brazo, sino con la verdad traducida en los hechos. Entonces es cuando Dios nos reconocerá sus hijos. (...) ¡Cuántas veces hemos faltado los cristianos a la cita de la historia! ¡Cuántos retrasos ha impuesto nuestra pereza a la marcha del evangelio! ¡Cuántos lazos! Afortunadamente el Padre tiene a su disposición otros hijos. Unos hijos que quizá no digan que sí, pero al final hacen lo que deben hacer, a diferencia de nosotros, que estamos siempre dispuestos a decir sí, pero que luego hacemos lo que nos viene en gana.

G. Bernanos ha observado que los cristianos poseen un mensaje de liberación. Pero que, en la historia, han sido frecuentemente los otros los que han liberado a los hombres. El mismo discurso podría hacerse también de la justicia, de la libertad y de la paz. Nuestros "adversarios" son muchas veces la documentación viviente de nuestras traiciones en perjuicio de la verdad, de nuestra negativa a "hacer"

ALESSANDRO PRONZATO
EVANGELIOS MOLESTOS
Ed. Sígueme, Salamanca 1969


4.

-QUIEN ES Y QUIEN NO ES DEL REINO

La parábola de hoy es quizá la más clara, elemental, sencilla, evidente, de todas las que Jesús explica en el evangelio.

Decíamos el domingo pasado que esta serie de parábolas se referían al paso del antiguo al nuevo pueblo de Dios. Hoy, después de la parábola, Jesús explicita su significado: el pueblo de Israel, el pueblo escogido, a pesar de haberse comprometido en la alianza con Dios, a la hora de la verdad ha sido infiel; en cambio, los que aparecían como alejados de la alianza con Dios son los únicos que se han sentido tocados por la llamada del Reino y han respondido.

De esta manera, Israel, y especialmente sus responsables (los "sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo", a los que va dirigida la parábola), han quedado al margen del Reino, mientras que los que oficialmente estaban apartados de él, han entrado a formar parte.

Estas palabras, leídas años después de Jesús, cuando Mateo escribía su evangelio, sin duda sonarían como aplicadas no sólo a los "publicanos y prostitutas", sino a toda clase de gente que estaba al margen de la Ley y del pueblo escogido: los paganos, los incultos, los pecadores... Estos son los que responden a la llamada a formar el nuevo pueblo. Ya se entrevé cuál es el criterio de pertenencia al Reino de Jesús: pertenece a él el que quiere seguir el estilo de vida que él mismo propone. Todo lo demás, si no hay este estilo, son historias.

-UNA LLAMADA UNIVERSAL, UNA LLAMADA LIBERADORA

El evangelio de hoy nos hace pensar en lo que comporta la llamada de Jesús, su Buena Noticia. Y es Buena Noticia, gran noticia, precisamente por las dos características que quedan aquí reflejadas: porque es universal y porque es liberadora.

Es universal porque no pide a la gente otra cosa más que tener ganas de ser persona. Todo hombre y toda mujer que tenga ganas de ser persona, si escucha el Evangelio hallará que su mensaje va dirigido a él. Porque en el Evangelio no hay nada más que los caminos de la plenitud de la vida humana. Ni hay nada más, ni se pide a la gente que haga nada más que seguir estos caminos (y puestos a no pedir, ni tan sólo se pide que digan que les parece bien: sólo se les pide que lo vivan).

Y es liberadora porque arranca de la plenitud humana y de la relación con Dios aquello que pueda esclavizar a la persona o pueda, simplemente, constituirle obstáculo o complicarle inútilmente la vida. Eso no quiere decir que el seguimiento del Evangelio sea fácil: es exigente, pero eso que exige es lo que da la vida. Y por eso, los que más pueden experimentar que el Evangelio es una gran noticia son los que viven algún tipo de precariedad, la gente sencilla, los que no están instalados. A éstos, si pueden llegar a escucharlo, el Evangelio les llega a ser una gran ilusión. Como a los publicanos y prostitutas del texto de hoy.

-UNA LLAMADA A LOS CRISTIANOS, A LA IGLESIA

Nosotros, ahora, podríamos ser como el pueblo de Israel del tiempo de Jesús. Podríamos ser de los que decimos que vamos a la viña y no van, mientras que otra gente que quizá incluso miramos con malos ojos van antes que nosotros. Nos podría ocurrir que valorásemos tanto nuestro cristianismo oficial y tan poco nuestra manera de vivir cristiana, que Dios nos rechazara y, ante nuestras protestas, nos dijera lo que decía por medio de Ezequiel en la primera lectura: "¿Es injusto mi proceder?; ¿o no es vuestro proceder el que es injusto?".

Porque Dios es mucho más humano que nosotros. Valora la manera de vivir, las actitudes de cada día, el espíritu de servicio, el desprendimiento y la austeridad, el trabajo por la justicia, el perdón, la confianza en él... y no le importan tanto nuestras profesiones de fe o nuestras mismas celebraciones eucarísticas, si no son consecuencia de la manera de vivir y camino hacia la manera de vivir. Si no valoramos lo mismo que él, nuestra manera de comprender las cosas es la que anda desencaminada. Ahí tenemos una gran llamada al examen personal y comunitario.

EL CRITERIO DE JESÚS

Vale la pena que prestemos atención a la segunda lectura de hoy, y darnos cuenta de lo que Pablo quiere transmitirnos, y relacionarla con el evangelio.

El himno a Jesucristo de la carta a los Filipenses normalmente es conocido como eso: un himno magnífico, de gran relevancia teológica. Pero no se conoce tanto que Pablo lo coloca en su carta para mostrar que la entrega/exaltación de Jesús es modelo de estilo de vida, de unas actitudes muy básicas y cotidianas: el misterio pascual de Jesús es el criterio para la totalidad de la vida cristiana, desde las situaciones más extraordinarias, hasta la cotidianidad más gris. Es aquella "manera de ser" de que hablábamos hace dos domingos. Ser del Reino, trabajar en la viña, es vivir tal como Jesús ha vivido, esta "manera de ser" que ha culminado en la entrega en la cruz pero que se realiza cada día, en cada actitud. Si la Eucaristía es hacer presente el misterio pascual, debe llevarnos a hacer vida propia esta "manera de ser".

JOSEP LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1993/12