COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 14, 25-33

Ver MIÉRCOLES DE LA 31ª SEMANA

 

1. CAMINO/DISCIPULO/Lc

Una vez más aparece explícita la perspectiva del camino. Un camino que Lc concibe como reproducción del de Jesús, que es quien va delante marcándolo. Hacer este camino es ser discípulo de Jesús. Tres veces se repite la expresión, formando parte de una estructura de frase condicional. Nos hallamos efectivamente ante un texto en el que Lc recoge tres condiciones para ser discípulo de Jesús.

En la formulación de las mismas nos encontramos de nuevo con el lenguaje desconcertante y agresivo, hiriente incluso, de Jesús.

Son formulaciones de choque, necesarias en una cultura cuyo vehículo prácticamente exclusivo de enseñanza era la palabra hablada. ¿Qué mejor forma de facilitar la memorización que la frase contundente e hiriente? "El que no odia a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, a su propia vida, no puede ser discípulo mío". La traducción litúrgica ha tenido miedo y en vez de odiar ha traducido posponer. No cabe duda que una frase como ésta tenía garantizada la memorización por lo monstruoso de su formulación. Pero una formulación así no era un fin sino un medio didáctico para conseguir un fin, que no es otro que el de dar vueltas y vueltas a la frase hasta dar con su sentido. Y este sentido no es el de una renuncia voluntaria a los vínculos afectivos de la familia, como ha escrito un comentarista reciente. Lo que Jesús pide al discípulo no es romper con la familia lo que le pide es una disponibilidad total y absoluta. Jesús enuncia incisivamente el principio de la disponibilidad, dejando para sus oyentes la especificación concreta de las consecuencias.

"El que no lleva su propia cruz no puede ser discípulo mío". Como formulación no se trata de ninguna metáfora. La crucifixión era la pena de muerte en la Palestina dominada por Roma. Jesús habla del riesgo de su camino e invita al discípulo a correr ese riesgo. "El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío". El adiós a los bienes, a todos los bienes. ¡Ya lo creo que una frase así se le queda grabada a cualquiera! La formulación es de nuevo realista e hiriente. ¿Qué pasaría si el dinero dejara de ser el móvil de la actuación humana? Pues esto es ni más ni menos lo que Jesús pide con esta frase. Una vez más nos hallamos ante un enunciado incisivo, que deja a los oyentes la especificación concreta de las consecuencias.

En estas condiciones no cabe duda que ser discípulo de Jesús no es un camino fácil. Nos lo recuerda Lc cuando introduce en el texto la parábola de un particular que quiere construir una fortificación para proteger sus tierras y la parábola de un rey que va a emprender una guerra. La fortificación a construir es cara; la guerra a emprender, desigual (un ejército de diez mil contra uno que dobla sus efectivos). Es decir, en ambos casos se trata de empresas difíciles y problemáticas y que, por ello mismo, no se pueden afrontar a la ligera. Ser discípulo de Jesús es también una empresa difícil, que tampoco se puede afrontar a la ligera.

COMENTARIO. Bajo la forma de condiciones del caminar cristiano lo que en realidad sigue ofreciéndonos Lc son nuevos rasgos de ese caminar. Estos nuevos rasgos son tres: absoluta disponibilidad, riesgo de muerte, el dinero no es ya la razón de ser y de actuar. H/3-TENDENCIAS: La sola enumeración deja entrever su dificultad. Como ya veíamos el domingo pasado, esta dificultad no es de orden extrínseco sino intrínseco. Los rasgos de hoy apuntan hacia tendencias muy arraigadas en la sicología de la persona. El mínimo esfuerzo y el repliegue en uno mismo, el instinto de vivir, la seguridad del dinero: tres tendencias que parecen muy naturales.

De esto se concluye que el ser cristiano no se ventila en el orden de la moralidad sino en el de las estructuras personales.

MDTS/SER-CR: Estamos demasiado habituados a pensar que ser cristiano es cumplir los mandamientos, cuando este cumplimiento es en realidad tarea común del cristiano y del que no lo es. Ser cristiano presupone, por supuesto, ese cumplimiento; pero no se agota en él ni mucho menos se especifica por él. Ser cristiano es una forma diferente de ser persona, una forma que se ventila en el profundo e invisible ámbito de las estructuras sicológicas, tales como la necesidad de repliegue, el instinto de vivir y la seguridad.

A. BENITO
DABAR 1989, 45


2.

Después de escuchar la parábola de los invitados al banquete, los oyentes de Jesús podían llegar a creer que la entrada en el Reino de Dios era cosa de chiquillos y que todo consistía en aceptar la invitación que se hace a todo el mundo. Sin embargo, la cosa no es tan simple y tiene sus dificultades.

Por eso Mateo precisa el sentido de la parábola hablándonos seguidamente del vestido apropiado que hay que llevar al banquete de bodas (22. 11-14), y Lucas recoge una serie de palabras de Jesús sobre las exigencias que hace a cuantos quieran ser discípulos y entrar en el Reino de Dios.

Cuanto se presenta como un obstáculo en el seguimiento de Cristo debe ser eliminado sin contemplaciones. No importa que se trate de los vínculos más legítimos o de los más grandes bienes. Todo debe sacrificarse con tal de seguir a Cristo hasta la muerte, incluso la propia vida.

La intelección de ambas parábolas depende del v. 33, que es el último de nuestra lectura. Sólo así puede evitarse su aparente ambigüedad. Pues pudiera parecer que Jesús aconseja que se abandone la voluntad de entrar en su discipulado cuando, después de pensarlo a fondo, uno se siente incapaz de cumplir todo cuanto esto exige. Pero en realidad Jesús quiere decir solo, y nada menos, que para ser su discípulo hace falta una actitud de total desprendimiento y que esto no debe olvidarlo nadie. A veces esta actitud deberá traducirse en renuncias efectivas, pero en cualquier caso el discípulo de Jesús deberá estar a punto de dejarlo todo por la causa del Evangelio. Por otra parte queda bien claro que lo único necesario para todos los hombres es entrar en el Reino de los Cielos, y que esto no es posible a cuantos resisten la llamada de Jesús.


3. J/ABSOLUTO.

Hay en los versículos de este evangelio una fórmula que aparece dos veces: ése "no puede ser discípulo mío" (vv. 27 y 33). Esta doble conclusión, este refrán podemos decir, dirige la interpretación del texto. Se nos invita a una meditación sobre las condiciones requeridas a cualquiera que desee ser discípulo de Jesús.

¿Cuáles son estas condiciones? En una primera lectura vemos ya una característica. Las condiciones exigidas a la candidatura del discípulo recaen sobre la relación de éste con las diversas y numerosas, muy numerosas realidades, que llenan su vida. Se trata del padre, de la madre, de la esposa, de los hijos, de los hermanos, de las hermanas, de la propia vida y, finalmente, de todos los bienes. La panoplia es abundante; nos preguntaríamos si en la vida del hombre existe algo que quede fuera de la relación establecida entre Jesús y el que se hace su discípulo.

Esa relación compromete toda la vida, todo cuanto llena la existencia humana. Es un punto importante que hay que subrayar.

Nada debe escapar al influjo que Jesús ejerce sobre la vida de su discípulo y que éste último va a aceptar libremente.

La adhesión a Jesús lleva, pues, a un comportamiento nuevo de cara a todas las cosas. (...).

Doctrina difícil de entender y que hay que introducir lealmente en la vida. Se entiende que el autor de la primera lectura hable de la dificultad de conocer el designio de Dios, la llamada de Dios dirigida a cada uno. Este conocimiento no puede venir más que de Dios mismo, que comunica su Sabiduría y su Espíritu.

Ojalá los cristianos de hoy estén atentos a esa Sabiduría, a este Espíritu, a fin de vivir en verdad la llamada de Jesús a amarle más que a todo, a seguirle llevando la propia cruz, a renunciar a todos los bienes; en una palabra, a llevar a cabo las opciones decisivas que hacen de cada uno sal para el mundo.

LOUIS MONLOUBOU
LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE LUCAS
EDIT. SAL TERRAE SANTANDER 1982.Pág. 244


4.

-UNAS PALABRAS DURAS.

El Evangelio de hoy suena duro al oído y al corazón; suena duro porque es duro. Dos ejemplos claros: "el que no odia (sic el original) a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, a su propia vida, no puede ser discípulo mío" (Lc. 14, 26); "el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío" (Lc 14,33). No son afirmaciones fáciles de asimilar; y lo más grave del asunto es que no se trata de un pasaje aislado, sino de una constante a lo largo de todo el evangelio de Lucas: seguir a Jesús implica radicalidad. Jesús es un Señor incompatible con otros señoríos.

Así que estas palabras no acaban de gustarnos (bien lo demostramos en la práctica nuestra de cada día), y por eso les buscamos la vuelta, como sea y a cualquier precio: -Para unos la cuestión se resuelve diciendo que se trata de expresiones simbólicas; es verdad que el estilo oriental es muy gráfico, chocante, para facilitar la memorización de las enseñanzas, hiriente incluso, como es el caso que nos ocupa; es cierto que no podemos tomar al pie de la letra determinadas expresiones (v. gr.: "el que no odia a su padre y a su madre..."), pero tampoco podemos retorcerlas hasta el extremo de hacer irreconocible el sentido que esas expresiones encierran, el sentido, fuerte y duro, de unas frases que, en última instancia, no son fruto del capricho o de la casualidad sino que son totalmente intencionadas y buscadas.

DABAR 1989, 45


5.

Texto. En el primer versículo Lucas retoma el hilo conductor de la parte central de su obra: el camino hacia Jerusalén. Lo hacen juntos Jesús y gran cantidad de gente, y Lucas considera que ha llegado el momento de detenerse para reflexionar sobre el hecho mismo de estar en camino. Si alguno viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Esta traducción refleja un cierto pudor o un cierto reparo. El texto griego no habla de posponer, sino de odiar. Realmente la frase suena muy fuerte: Si alguno viene conmigo y no odia a...

Pero, crudeza de forma aparte, el fondo es claro: ser discípulo mío se repite tres veces (vs. 26,27y 33); es como un estribillo.

Encuadradas por él hay dos pequeñas parábolas explicativas (vs. 28-32). Antes de construir un edificio, uno se sienta primero a calcular; antes de emprender una guerra, un rey se sienta primero a deliberar. El edificio a construir es muy caro (una torre-palacio); la guerra a emprender es muy desigual (un ejército de diez mil contra otro que dobla esos efectivos). Es decir, en ambos casos se trata de empresas muy difíciles y problemáticas y, por ello mismo, hay que afrontarlas con seriedad y no a la ligera. Así es como hay que afrontar la difícil empresa de ser discípulo de Jesús.

Comentario. Las dos parábolas nos hacen tomar conciencia de que ser discípulo de Jesús es una empresa muy difícil y los vs. 26,27 y 33 nos informan de esa dificultad. Pero, de nuevo la información emplea un lenguaje agresivo y paradójico. Con lo cual nuestra perplejidad ante el texto de hoy es total y absoluta.

Empecemos por el lenguaje. Es duro e hiriente hasta tal punto que lo dulcificamos. ¿Es posible que Jesús nos hable de odiar a los seres más queridos e incluso a nosotros mismos cuando en Lc/06/27 nos ha pedido amar a nuestros enemigos y hacer el bien a los que nos odien? Y, sin embargo, la frase de hoy hay que mantenerla tal y como suena, en toda su crudeza. Será la única manera de que suframos un shock tan fuerte que nos lleve a perder el conocimiento. Cuando después despertemos y empecemos a resituarnos, lo haremos desde una disponibilidad hasta entonces insospechada por nosotros. Habremos empezado a descubrir que este odiar significa estar disponibles a todo y a todos. La información de Jesús habla después de la cruz: es la pena de muerte impuesta por los romanos. Por último, el adiós a los bienes, a todos los bienes. Un nuevo golpe del divino boxeador.

¡A ver cómo despertamos después de encajarlo! Y del lenguaje al contenido. Vemos que éste no es de corte moral.

Para ser sus discípulos, Jesús no nos pide que cumplamos los mandamientos, que seamos buenos. Nos pide que seamos absolutamente disponibles, que contemos con la posibilidad de la agresión y de la muerte decretada, que no tengamos la obsesión del dinero. Lo específico del hecho cristiano no es la moral.

Esta es un hecho humano. Ser discípulo (CR/CREATURA-NUEVA de Jesús no es ser bueno (todos los hombres tienen que serlo, diría Jesús), sino ser diferente. Desde esta perspectiva de actitud diferente es desde donde hay que enfocar la dificultad de ser cristiano.

Empleo indistintamente las expresiones ser discípulo y ser cristiano. Comentando este texto en el año 1622 escribía Maldonado: "¿Es necesaria tanta reflexión para hacerse cristiano? ¿Ha podido Cristo desanimar de esta empresa a quienes no se ven capaces de tanto sacrificio? Se ha respondido distinguiendo entre los discípulos propiamente dichos, llamados a lo más, y los simples fieles. Pero no hay en el texto huellas de una tal distinción". Creo, en efecto, que el texto de hoy no distingue entre discípulos y simples fieles. Discípulo de Jesús se es o no se es, pero no hay grados o estados de perfección en el hecho de serlo. Distinciones de este tipo sólo sirven para desvirtuar el hecho cristiano, además de introducir valoraciones injustas entre cristianos de primera y de segunda.

A. BENITO
DABAR 1986, 46


6.

Jesús piensa en los que, después de entusiasmarse por él y dejar sus ambiciones para dedicarse a la obra del evangelio, volverían atrás, buscando una vida más "normal" y más segura, según las normas del hombre común. Jesús necesita discípulos que se comprometan de una vez, y cree que el hombre puede jugarse la vida de una vez por él. Las comparaciones que Jesús propone quieren evidenciar que hacerse discípulo de Cristo es una cosa seria: mejor no empezar, si no se está dispuesto a ir hasta el final. ¿Por qué esta comparación con el rey que va a la guerra? Porque el que se libera para servir en la labor del evangelio es, en realidad, un rey, al que Dios concederá unas satisfacciones profundas que nadie podría proporcionarle (cf. Mc 10, 30). Pero también debe saber que la lucha es contra el "dueño de este mundo", el demonio, el cual intentará pararlo con mil pruebas y trampas inesperadas. De no haberse entregado totalmente, el discípulo llegaría con toda certeza a una quiebra, y sería mucho peor que no haber empezado.

A algunos Jesús les pide alejarse de los suyos y de los problemas familiares. A todos les muestra que nunca serán libres para responder a las llamadas de Dios, si se niegan a pensar en forma totalmente nueva los lazos familiares, el uso de su tiempo y lo que sacrifican a la convivencia con los de su ambiente.

EUCARISTÍA 1989, 42


7. CZ/LLEVAR

Este "llevar la cruz" parece hacer referencia a un momento muy concreto de la vida del condenado: el momento en que el condenado a muerte abandona la sala del tribunal para salir a la calle con la cruz ante la multitud hostil que lo abuchea. Lo más terrible no es la ejecución al final del camino, sino el hondo sentimiento de haber sido expulsado de la comunidad, de hallarse sin defensa y de ser objeto del desprecio general. De donde se deduciría que seguir a Jesús significa arriesgarse a llevar un tipo de vida que es tan difícil como el último camino del condenado a muerte.

Duras pueden parecer estas palabras, pero ahí están.

EUCARISTÍA 1986, 43