COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Si 03, 19-21. 30-31

 

1. CREATURA/HUMILDAD

"Hazte pequeño en las grandezas humanas"(/Si/03/20): La humildad es la consecuencia sabia de aquel que sabe constatar las propias limitaciones, y lo ve mucho más claro aquel que se da cuenta de su situación ante Dios, como criatura a quien debe la vida, y como pecador a quien debe la paciencia y el perdón. Dios ha manifestado siempre una predilección por los pequeños: toda la historia de la salvación es una constatación de ello.

MISA DOMINICAL 1989, 17


2. SB/SENCILLEZ 

-Contexto: Las cualidades de "todo un caballero".

En 3. 17-4. 10, Ben Sira recomienda las cualidades o virtudes que todo "señor caballero y cabal" debe poseer para relacionarse con los demás: la sencillez o "saber estar" y la generosidad o caridad. De la primera cualidad nos habla en los vv. 17-24; lo contrario a la sencillez, humildad o "saber estar" es el engreimiento, la terquedad, la autosuficiencia, el cinismo (vv. 25-29). Sólo el sencillo puede ser el auténtico sabio: "es humilde el sabio y soberbio el que se tiene por sabio", dice el refrán.

Esta primera lectura guarda relación estrecha con el relato evangélico, especialmente con los vv. 8-11: humildad o sencillez: "cuanta más grandeza más llaneza".

Texto: "el saber estar". Al oír el término "humilde" lo primero que nos evoca es alguien apocado, encogido, muy modosito... Gran culpa de esta concepción la tienen los "formadores del espíritu", "los directores de conciencias".... Y en este sentido la humildad goza de un merecido repudio: virtud meramente pasiva, como diría el gran Ortega. Pero la concepción bíblica de la humildad o sencillez, que goza de un gran predicamento tanto en el judaísmo como en el cristianismo, es algo muy diverso: se contrapone al orgullo, al engreimiento, al cinismo. Pero no siempre este término ha tenido en la Biblia el mismo valor semántico, sino que ha evolucionado a lo largo de los siglos.

De un sentido primitivo, la humildad dice relación a una situación objetiva socioeconómica: los humildes son los seres pobres, afligidos, sufrientes, que tienen conciencia de su triste situación y reconocen su dependencia del Dios que los ha liberado. De ellos se preocupa el Señor oponiéndose a los poderosos (Ex 23. 6; Dt 15. 4/711).

Con el correr del tiempo se irá perdiendo esta connotación socioeconómica, y humildad indicará una actitud interna y un modo de comportarse con Dios y con los humanos. Así, según Ben Sira, humilde es el que sabe ponerse a la altura de los demás (v.17) -y esto es más importante que la generosidad-, es aceptarse como uno es, sin darse importancia alguna (VV.18/21), es ser dócil, abierto siempre a las enseñanzas ajenas. Sólo el humilde es un sabio; por el contrario el terco, el cínico se encierran en sí mismos, en su autoengreimiento (Si 13. 20; Pr 15. 33; 18. 12; Is 2. 6-22).

La humildad en el NT casi siempre tiene esta segunda acepción semántica, oponiéndose a arrogancia, a autosuficiencia (Mt 18. 4; 23. 12; Rm 12. 16; 2 Co 11. 7), a la violencia (Ga 6. 1; 1 Co 4. 21), sólo si estamos abiertos a admitir los valores de los demás (Flp 2. 3) se nos revelará la intimidad del Señor, los misterios del Reino: "Bendito seas, Padre, Señor del cielo y tierra, porque si has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos se las has revelado la gente sencilla" (Lc/10/21). Sólo si somos humildes podrá reinar la paz y la armonía en nuestro mundo; por eso el Señor nos dijo: "Aprended de mí, que soy manso y sencillo de corazón".

Reflexiones: Sabiduría multisecular del Refranero. REFRANES/HUMILDAD:  Engreimiento: "Cada uno venda lo que pregone, y a más no se entone", "Hace buena harina y no toques bocina", "Unos mean en caldera y no suenan, y otros en lana y atruenan", "Con lo que te has de honrar no lo traigas tras el hogar", "Si bien o mal baila mi Juan, otros lo dirán".

Sencillez y humildad: "Agáchate y entrarás", "Baja la mano y cogerás paja y grano", "Mejor es abajarse que descabezarse", "Vive en lo llano, habla a lo llano, y mira en cada prójimo un hermano", "Cotejarse con el menor, hace no ser peor", "Vale más lo sencillez y decoro que mucho oro".

A. GIL MODREGO
DABAR 1989, 44


3.

En el pasaje 3, 19-4, 10, el autor hace una reflexión sobre dos cualidades o virtudes humanas que inciden con claridad en la vida religiosa: la humildad (3, 19-37) y la caridad (3, 30-4, 10). El mensaje es claro: la actitud del verdadero humilde es más apreciable que la de aquel que derrocha sus bienes con orgullo. La humildad es signo de una vida cristiana fuerte (cf. Rm 12, 16). Esta humildad bíblica comporta tres aspectos. En primer lugar, la humildad es una justa apreciación del valor y de la grandeza del hombre. Sólo el que es humilde puede ver como grandes a los demás. Además, la humildad en la fe introduce al creyente en lo más hondo del mensaje: en Dios mismo (v.21;cf. Mt 11,25). Finalmente, Dios recibe gloria por boca del humilde (versión griega de los LXX). Jesús ha mostrado un camino de este tipo cuando se ha propuesto como modelo de humildad evangélica (cf. Mt 11,29).

El autor reflexiona por antítesis sobre el orgullo para mostrar el valor de la verdadera humildad. El orgullo es el mal fundamental y se manifiesta por la obstinación del corazón (cf. Ex 7,14;8,28). En el mismo libro de los Proverbios, el cinismo es presentado a veces como una forma refinada de soberbia: una confirmación de la propia actitud despreciando los valores ajenos. Es incurable cuando se le ha dejado echar raíces y cuando se cierra al remedio. El que desprecia la vida de los demás, despreciará su propia vida y terminará despreciando al mismo Dios (cf. Sal 1,1).

El que es sabio desea una forma de ser capaz de discernir con exactitud y verdad lo que es él mismo y los demás (texto de los LXX: "un oído atento, eso es lo que el sabio desea"). "Tomarse por sabio" (Prov 3,7) es lo contrario a esta actitud de humildad fundamental. No es la humildad un falso esconder la cabeza debajo del ala, sino una justa apreciación de los demás y de sí mismo, así como una apertura hacia Dios porque nos sabemos limitados de verdad, hombres que necesitamos del Dios misericordioso.

EUCARISTÍA 1989, 41


4. /Si/03/17-31:/Si/04/01-10

Una cosa es lo que uno querría y otra lo que puede tener. Hay cosas «ocultas» que uno quisiera saber, pero no puede. Las palabras del Eclesiástico contienen hoy una exhortación a aprender a vivir ignorando las cosas «ocultas» (3,21-24). En efecto, hay cosas que al hombre "le vienen muy grandes" y, por tanto, no tiene por qué afanarse en comprenderlas.

Es señal de sensatez conocer las propias limitaciones. Por eso es humilde la sabiduría, porque sabe que la realidad es mucho más rica que su capacidad de abarcarla. El sabio se da cuenta de que ha recibido «más de lo que puede entender el espíritu humano» (23). El hombre, aunque lo olvide con frecuencia, es un desconocido para él mismo, ya que -a pesar de sus conocimientos- nunca sabe cuánto le queda por conocer. El sabio sabe muy bien cuán ignorante sería si hiciese de su conocimiento la medida de las cosas, cuando en realidad ni siquiera puede medirse a si mismo.

La cuestión más urgente del hombre, en cada momento, es qué ha de hacer. No es que el Eclesiástico desconfíe del saber y del pensamiento, de la ciencia. Lo que manifiesta es más bien que no comprende cómo hay hombres que se pierden en lucubraciones e imaginaciones vanas sobre cosas inalcanzables, mientras en su interior -contra la propia coherencia- son obstinados y orgullosos, amantes del peligro y pecadores. Y frente a esa obstinación injustificable, el texto leído pondera la ductilidad interior, el «corazón sensato» que, en lugar de encastillarse, sabe plegarse fácilmente a la persuasión y a la instrucción meditando los proverbios de los sabios. Por tanto, no es sabio el que sabe cosas o tiene muchos conocimientos, sino el que sabe vivir como conviene, siempre dispuesto a aprender, abierto y acogedor ante cualquiera que se le acerque. Así, es sabio el que hace limosna y ayuda a quien pasa necesidad o vive en la miseria; el que acoge las súplicas de los indigentes y escucha a los pobres, el que se esfuerza por liberar al oprimido y hace justicia con firmeza, no dando a nadie ocasión de maldecirlo. Por eso será «como hijo del Altísimo» (4,11), ya que Dios se comporta siempre así.

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 380 s.