COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA

Josué 24, 1-2a. 15-17. 18b

 

1. 

La asamblea de Siquén tiene una gran importancia religiosa. En Siquén, el Señor, que se manifestó en el Sinaí, es acogido como el Dios de todas las tribus. Todas aceptan su ley. Crece la conciencia del pueblo de Dios.

El pasaje tiene la forma habitual de los tratados de alianza: recuerdo de los beneficios concedidos; fidelidad que se exige y se promete; rito que sella el mutuo compromiso. Dios mantiene su promesa: tierra y libertad. El pueblo se compromete a obedecer y servir sólo a este Dios.

Testigo de la alianza es el pueblo, su conciencia. Y testigo es una gran piedra, estela sagrada, en la que se ha hecho la inscripción original. Como en ella quedan grabadas palabras, así deben quedar en nuestro corazón. No sólo para que las leamos y recordemos, sino para que las pongamos en práctica. Que el tiempo no las desgaste ni desfigure sus rasgos, sino que la fe las arraigue y el amor las mantenga vivas por las obras.

EUCARISTÍA 1991, 39


 

2. ÍDOLOS/ISRAEL

* Contexto histórico.

-Es muy verosímil que un grupo de gente perteneciente a las tribus de Manasés y de Efraín (=casa de José), y capitaneada por Josué, fuera la que vivió la gran experiencia del Sinaí en la ruta de Egipto a la tierra prometida. Ellos serían los que se comprometieron a servir fielmente al Señor.

-A su llegada a Palestina estos clanes se encontraron con otros, también semitas, que habían ido ocupando poco a poco aquel territorio. Josué 24 es el recuerdo del pacto o alianza que Josué y los suyos establecieron con los otros clanes, comprometiéndose éstos últimos a abandonar a sus dioses y servir sólo al Dios del Sinaí.

-Este pacto contribuyó al nacimiento de la anfictionía israelita: unión religiosa de las tribus, pero conservando cada una su autonomía política.

* Perspectiva teológica del texto. 

-Josué, anciano, se ha despedido ya de los suyos (cap. 23) porque va a emprender el camino de todo mortal. Un redactor final del libro que lleva su nombre añadió a la obra, en época posterior al destierrro, una serie de capítulos, entre los que se encuentra el 24, que dan una interpretación teológica de la ocupación de la tierra.

-Jos. 24 interpreta los momentos más importantes de la historia del pueblo elegido siguiendo el modelo literario de alianza de los pueblos orientales (cf. 8, 30-35, así como los textos de la alianza sinaítica en Ex. 19-20, 24, y de la renovación de la alianza por Moisés en Moab: Dt. 29-30). Conviene leer el capítulo entero, prescindiendo de los recortes que hace la perícopa litúrgica.

Se abre el relato con un prólogo en el que Josué manda al pueblo congregarse para una celebración litúrgica (v. 1). El Señor que se reveló en el Sinaí va a convertirse, en Siquem, en el Dios de todas las tribus: de las que nunca salieron de Palestina y de las que emigraron a Egipto, tanto de las que volvieron a las órdenes de Josué como por su cuenta. Así el santuario de Siquem adquirió una gran importancia en la vida del pueblo (cfr. Gn 12, 6ss.; 33, 18 ss). Tras la presentación del gran soberano, Dios (v. 2a), se recuerdan las más importantes gestas históricas realizadas por el Señor en el pasado (vs. 2b-13). Mirando con detención a la historia se descubre la mano divina: todas las grandes obras narradas en el Génesis y en el Éxodo son puro don divino, no esfuerzo humano (v. 13; cfr; Dt. 6, 10 ss.). Y ante tanto beneficio divino la adecuada respuesta humana debe ser el servicio al Señor: el "pues bien" del v. 14 introduce el mandato-respuesta del servicio. En el diálogo entre Josué y el pueblo (vs. 15-24) éste se compromete libremente a servir de forma exclusiva al Señor (vs. 21, 14). Termina este relato con la puesta por escrito del documento y con la invocación de los testigos.

-Toda la historia del pueblo ha sido puro don divino, por eso de gente agradecida es el saber corresponder con el servicio a Dios y no a las otras divinidades (el término "servir" suena 14 veces en el relato). No se trata de un servicio impuesto (=nueva esclavitud) sino de una libre, sincera y madura elección. Servir al Señor es tarea muy ardua ya que no quiere ser uno más sino el único, y Josué insiste machaconamente en esta dificultad. El pueblo, también de forma reiterativa, expresa su libre elección (vs. 16, 21, 24).

* Reflexiones.

-El dilema de la elección entre el servicio a Dios o a los ídolos es una constante en la historia de Israel. El pueblo elige libremente a Dios, pero toda su historia está salpicada de tristes recuerdos: es más fácil seguir a los ídolos porque son mucho menos exigentes que el Dios de Israel.

-También el pueblo de la Nueva Alianza se enfrenta, muchas veces, con alternativas, y es necesario escoger. Los nuevos dioses son muy atractivos: poder, dinero, amor... ¿Qué solemos escoger? Los brotes de entusiasmo están muy bien, pero son insuficientes. Por eso nuestra historia también está plagada de tristes recuerdos.

-Y que nadie se crea intachable. Es muy fácil creerse bueno y anatematizar y excomulgar a los demás, pero el que esté libre... que tire la primera piedra. La actitud del intolerante es la más pobre, la más insoportable, la más llena de defecciones, la más farisaica... y la menos bíblica. Todos somos humanos y fallamos, por eso los autores bíblicos nos recuerdan que la Alianza se renueva muchas veces. El hombre bíblico siempre es comprensivo, nunca dogmático.

A. GIL MODREGO
DABAR 1991, 42


 

3.

Siquén era ya famoso por su santuario, cuyos orígenes se remontan a los tiempos de los patriarcas de Israel (cfr. Gn 12, 6; 33, 18, 20; 35, 2-4). Josué reúne en este lugar las doce tribus del pueblo en asamblea general. Se trata de un asunto de capital importancia: asentado ya en tierras de Canaán, este pueblo ha de decidir ahora si quiere servir a Yavhé o prefiere someterse a los dioses falsos del territorio en el que ha de vivir en adelante. La alianza del Sinaí debe ser aceptada por todas las tribus y renovada por las nuevas generaciones. En cierto sentido, se trata de una asamblea constituyente del pueblo de Dios. La alianza es una relación con Dios que está siempre naciendo en la respuesta de cada una de las generaciones y de cada uno de los miembros del pueblo de Israel.

En este mismo lugar, en Siquén, Jesús revelará a la Samaritana, cuál es el verdadero culto, el que se da a Dios en espíritu y en verdad (Jn 4).

El asentamiento de los pueblos primitivos en lugares fijos dio lugar al florecimiento de la cultura agraria y a la aparición de cultos territoriales. Los habitantes construían su ciudad a partir del templo o "casa de dios" y ordenaban religiosamente el espacio y la convivencia que en éste se desarrollaba. Cada pueblo o nación y cada territorio tenía sus dioses, y la religión, que había dado origen a la cultura, actuaba con sus ritos y sus mitos consolidando el orden que ella misma había establecido. De acuerdo con esta concepción religiosa, los antepasados de Israel sirvieron a los dioses caldeos hasta que Abrahán dejó su tierra y su parentela para seguir la llamada del Dios vivo que no se ata a ningún lugar y abre caminos para la historia de la salvación universal. Pero, cuando los descendientes de Abrahan, los hebreos, se asentaron a las orillas del Nilo, aceptaron el culto a los dioses territoriales y terminaron sirviendo a los egipcios como esclavos. Por eso la salida de Egipto, el éxodo, fue una liberación tanto de la idolatría como de la esclavitud de los israelitas. Durante la larga marcha a través del desierto Yavé se muestra a su pueblo como Señor de la historia, como Aquel que camina, delante de Israel. Por fin llegan los israelitas al país de los amorreos y se disponen a tomar tierra. Su identidad como pueblo y su libertad futura depende ahora de que sigan fieles a Yavé y no se sometan a los dioses de los amorreos. Es la hora de la gran decisión, y para ello convoca Josué la gran asamblea.

D/FUTURO.El pueblo responde ratificando la alianza del Sinaí: Yavé, el que lo sacó de la esclavitud de Egipto, será su Dios. Elegir a Yavé es también elegir un modo de existencia desarraigada, orientada hacia el futuro, en el que se cumplirán las promesas. Elegir a Yavé es elegir al Dios vivo, al Dios que libera siempre de un mal pasado, a condición de vivir abiertos a los sorprendente gracia de un futuro mejor. Yavé, el Dios siempre mayor, es el futuro y la verdadera Tierra Prometida hacia la que siempre se está en camino.

Los profetas alzarán su voz para mantener la pureza de la fe en Yavé contra toda idolatría, pero también contra toda desviación del culto que pretenda domesticar a Yave y encerrarlo entre cuatro paredes (en el templo) y convertir la religión en elemento estabilizador de un orden concreto y de una determinada cultura.

Esta línea profética llegará a su plenitud en Jesucristo. La fe cristiana, heredada de la fe de Abrahán y de los profetas, no es el cemento de la sociedad establecida, sino el fermento y el revulsivo que nos hace caminar hacia la sociedad futura y el verdadero reino de Dios

EUCARISTÍA 1976, 48


 

4. /Jos/24/01-07:/Jos/24/13-28

Solemne conclusión del libro de Josué, que no sólo representa el término de la obra de la conquista de la tierra prometida, sino también de la gran obra literaria que empieza en el Éxodo y es teologizada en la doctrina del Deuteronomio. La asamblea de Siquén representa el coronamiento teológico de todo este movimiento, que tiene por finalidad demostrar, por una parte, el cumplimiento de las promesas hechas a Abrahán referentes a la tierra y la posteridad dentro del marco de la alianza, y por otra la respuesta del pueblo, hecha de fe y fidelidad.

Reunidas todas las tribus en Siquén, en el centro de Palestina, lugar donde ya habían residido Abrahán y Jacob, todo el pueblo de Israel hace solemne profesión de fe. Josué empieza recordando todas las acciones de Dios en favor del pueblo. Después exhorta a los hijos de Israel a servir a Yahvé, su Dios, con integridad, apartándose de los ídolos y renunciando a cualquier resto de infidelidad que pudiesen conservar. El pueblo responde unánimemente reconociendo las obras de Yahvé.

Josué replica acentuando que servir a Yahvé no es cosa fácil porque es un Dios justo y celoso, que no perdonará sus transgresiones. No quiere presentar la religión como cosa cómoda, como una fachada o simple título, y mucho menos como una inhibición ante las propias responsabilidades o como una parcela a nuestro servicio. La religión es algo profundo, que implica la vida entera en una fidelidad y correspondencia total de servicio y orientación hacia Dios y su voluntad.

FE/DECISION:Esta página es una de las más claras y fundamentales para la fe bíblica. Nos muestra lo que significa tener fe o, mejor dicho a qué nos obliga la fe verdadera, y cómo servir a Dios supone un acto continuo de generosidad y amor, de confianza en él; y nos recuerda su intervención en la historia del pueblo hebreo como testimonio y prueba de su actuación en nuestros días. Es la doctrina de la alianza del Sinaí, manifestada aquí y rubricada por la aclamación de todo un pueblo que es plenamente consciente de lo que supone un compromiso religioso.

Dentro de la doctrina cristiana, la lección de este texto de Josué tiene plena vigencia y nos demuestra que nuestra fe y nuestro cristianismo son algo serio y comprometido, que implica toda la vida y toda la persona en un sentido responsable de fidelidad y seguimiento del evangelio, que es la «nueva alianza» sellada por Cristo. Nada que implique hipocresía, apariencia, comodidad o camino obligado, sino que se trata de algo que, consciente y alegremente, tiene que realizar el hombre cristiano en su opción por Dios, por Cristo, a sabiendas de que muchas veces puede suponer eso dificultad, oposición e impopularidad. Sólo dentro de esta opción podrá el cristiano lograr su plenitud y dar un sentido lleno y auténtico a su vida.

J. M. VERNET
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981Pág. 644 s.


 

5. Nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!

El capítulo 24 del libro de Josué es conocido como "la asamblea de Siquem". Es la conclusión de todo el libro. A lo largo de sus páginas, el autor, de la escuela deuteronómica, nos ha ido presentando la entrada y la conquista de Canaán por parte del pueblo hebreo después del Éxodo.

Históricamente sabemos que la hegemonía de Canaán la obtuvieron los israelitas después de siglos de luchas entre las diversas etnias; pero el autor del libro de Josué lo sintetiza todo, desde su visión de fe, en unas pocas incursiones bélicas para resaltar su intención: la tierra es un regalo de Dios para su pueblo. El verdadero "conquistador" ha sido Dios.

Así que el pueblo ya estaba establecido, la situación transitoria del Éxodo ha acabado y nace una nueva situación social y religiosa. El pueblo se convierte en terrateniente y sedentario y seguro de sí mismo, con el riesgo de creer que las riquezas son fruto de su mano y de su esfuerzo. El bienestar lleva al olvido de Dios, ¿será éste el destino de Israel? El capítulo 24 nos presenta a todas la tribus reunidas en Siquem y Josué, después de recordar al pueblo la historia de salvación, desde Abraham hasta el momento presente (que nuestro texto se salta), interpela a sus oyentes: "Escoged hoy a quién queréis servir".

El pueblo opta por el Señor. La historia mostrará después un camino de infidelidades constantes. También nosotros, en nuestra historia particular de salvación, somos interpelados por la misma pregunta de Josué. ¿Estará también nuestro camino plagado de infidelidades?

JORDI LATORRE
MISA DOMINICAL 2000, 11, 13