COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Is 56. 1.6-7

 

1. 

Con esta última sección del libro de Isaías, comúnmente llamado Tritoisaías o tercer Isaías, iniciada en el cap. 56 y con la que concluye la obra, nos encontramos ante unas perspectivas distintas desde todos los puntos de vista. Históricamente incluye muchos años.

La mayoría de los poemas de este libro son posteriores en un siglo al destierro. En él define el profeta las condiciones de admisión de los paganos en el culto del templo. (...). De repente nos encontramos con una serie de exigencias divinas que van desde la práctica del derecho y la justicia -aquí identificable con el cumplimiento de la voluntad de Dios hasta en los más mínimos detalles- hasta la rigurosa observancia del descanso sabático. Cierto que en la legislación deuteronómica la guarda del sábado era un signo externo, como la circuncisión, de fidelidad a Yahvé. Lo decadente ahora es que se insiste más en él como medio de justificación que en la confianza en Yahvé. Es que en la medida en que la fe disminuye se intenta paliar con obras externas la ausencia de interioridad. Jesús criticará duramente esta postura o concepción de lo religioso encarnada en el fariseísmo y cuyas expresiones son tan antiguas como actuales.

Sin embargo, fieles a la doctrina de su maestro, el Segundo Isaías, seguirán proclamando la universalidad de la salvación aplicada a los casos concretos. Tales son los eunucos, árboles secos, que recibirán un nombre o dignidad personal en la casa de Dios superior al que pudieran haber alcanzado con numerosa prole.

La Ley los excluía del culto comunitario. Pero ya había dicho el maestro que los caminos de Yahvé eran opuestos a los de los hombres. También ellos tendrían su puesto de honor. Los extranjeros, criticados por Ez de encontrarse entre los que servían al templo, son ahora igualmente justificados. Podrán servir a Yahvé en el templo. Condición única es guardar el sábado y formar parte de la Alianza adhiriéndose firmemente a ella. A cambio podrán ofrecer sacrificios y holocaustos. El universalismo no puede ser mayor.

La razón que se da de este universalismo cúltico y consiguientemente salvífico es "porque mi casa será llamada casa de oración". La frase se quedará estereotipada en la tradición judeocristiana. Todavía hoy se encuentra escrita en el frontispicio de muchas sinagogas. ¡Qué pena que nosotros la hayamos cambiado por "casa del pueblo" jugando con términos equívocos y ajenos a la tradición bíblica! Jesús recordará este pasaje cuando expulse a los cambistas, a los que allí se encontraban no para orar. Ir a la casa de Dios, a la casa de oración o compenetración divino-humana, arquitectónicamente visible como signo de interioridad, de fe y de unidad, es unirnos cada día más vivencialmente al Xto total, que es la Iglesia en sus miembros más necesitados.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág 668 ss.


2.

-Nuevas coordenadas históricas: El pueblo judío ha vuelto ya del destierro de Babilonia (a. 538, A. de Xto) y se pregunta por las nuevas leyes, por el nuevo orden... con el que debe regirse la comunidad israelita. ¿Están aún en vigor las leyes antiguas o han quedado ya derogadas? Según la legislación cúltica de Dt. 23, 2-9, ni los eunucos, ni los extranjeros podían pertenecer como miembros a la asamblea del Señor. De ahí nace la amarga queja de unos y de otros tal como nos narra el v. 3: el extranjero dice "el Señor me ha excluido de su pueblo", y el eunuco comenta ".. soy un árbol seco" que no puede dar frutos (=hijos) a la comunidad.

Un profeta desconocido nos despejará estas incógnitas en los vs. 4.6. -Texto: Empieza el relato con una exhortación genérica a practicar el derecho y la justicia. Pero ¿en qué consiste esta práctica? Jeremías nos dará la respuesta: liberar al oprimido, no explotar a los marginados... (Jr 22, 3). No caigamos en juridicismos y legalismos; practicar el derecho consiste en no hacer mal a nadie (v2.: aspecto negativo) y en amar a todo ser humano (aspecto positivo del mandato). Es la exigencia fundamental de la Nueva Alianza.

Y ¿por qué insiste tanto nuestro texto con el precepto de guardar el sábado? Casi es más pecado que los antiguos predicadores con sus anatemas contra los que no iban a misa. En este texto el guardar el sábado no se refiere a una "práctica" ritualista y externa (como ocurría en tiempos de Jesús) sino una "actitud".

Por eso, guardar el sábado es cumplir con las exigencias de la justicia (Am. 5, 7-24; Is 5, 7...), es perseverar en las exigencias fundamentales de la Alianza (vs. 2. 4. 6), es ... En el destierro, lejos de la patria y con el templo derruido, el sábado vino a ser el único signo distintivo de los que creían en el Dios de Israel.

En los vs. 6 ss. se deja sentir una dura crítica contra ciertas tendencias racistas de los miembros del pueblo de Israel. Y por eso, a los extranjeros (-no pertenecientes a la comunidad) se les promete una plena inserción en ella, pero no se trata de una inserción legalista y ritualista o cultural sino existencial. Lo importante es la actitud de estos extranjeros con la voluntad del Señor; si éstos practican la justicia, si protegen al desvalido, si... cumplen con lo que Dios nos exige, pertenecen de pleno derecho a la comunidad de Dios por mucho que la legislación del Deuteronomio diga lo contrario. La ley nunca puede ser norma suprema; a la comunidad divina no se pertenece por decreto, leyes..., o se deja de pertenecer por excomuniones, monitum..., sino por libre decisión en sumir las exigencias del Señor.

Termina el texto con esta afirmación: el Dios que liberó a Israel continúa hoy liberando, añadiendo nuevos pueblos a su comunidad (v. 8).

-Reflexiones: También para pertenecer a la comunidad de Jesús se requiere la libre adhesión de cada miembro a su persona, a sus exigencias evangélicas. Este debe ser el nuevo orden que Jesús instaura. Los ritos, ceremonias... pueden ser convenientes, útiles... pero nunca indispensables. El sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado.

Nunca podemos decretar, como hacían los judíos, quiénes pertenecen o no a la comunidad cristiana. La Iglesia podrá decir que un miembro cumple o no con los requisitos exigidos por ella, e incluso podrá expulsarlo de su seno; pero nunca podrá afirmar que ese miembro es o no cristiano. La adhesión a Jesús es una actitud existencial y no un servicio cultural. Lo importante es tomarse a Jesús en serio y tratar de imitarlo siguiendo sus caminos. ¡Jesús no excomulga a nadie que intente ser auténtico en su conducta!

A. MODREGO
DABAR 1990/42


3.

El texto del libro de Isaías comprendido entre los capítulos 56 y 66, ambos incluidos, constituye una composición de varias colecciones menores, atribuidas a un mismo autor, al que llaman los comentaristas Tritoisaías, esto es, tercer Isaías. Es claro que el texto corresponde en éstos a una situación nueva: Ha pasado el destierro en Babilonia y ha llegado, gracias al edicto de Ciro el persa, la repatriación de los judíos. Son los años primeros después del retorno, hacia el 530 antes de Cristo. La ciudad, con su templo y sus murallas, es todavía un montón de ruinas. Urge la restauración material y espiritual del pueblo, pero no va a ser fácil ni mucho menos. Por de pronto, los colonos asirios, que habían reemplazado a los israelitas en Samaría, se opondrán a la reconstrucción del templo (Esd 4). Ante estas dificultades, el pueblo se desanima y pierde la esperanza en una salvación tantas veces prometida y que no acaba de llegar. Es entonces cuando viene la palabra de Dios: "Guardad el derecho, practicad la justicia...".

El profeta a los impacientes les advierte que es preciso quitar antes de en medio de la comunidad todo cuanto impide la pronta llegada de la salvación de Dios y su victoria. Advierte que el pueblo debe cumplir el derecho y la justicia y se refiere al cumplimiento de las prescripciones estrictamente religiosas y a la supresión de todas las injusticias y desórdenes sociales. Lo uno sin lo otro no puede agradar a Dios.

Al parecer, el pueblo reaccionaba en contra de los extranjeros y no los admitía en el seno de la comunidad. Por eso el profeta anuncia la voluntad de Dios de reunir a todos los hombres en una misma salvación. No importa ya la carne o la sangre; lo único que se exige es guardar el derecho y la justicia, observar las prescripciones de la alianza.

La experiencia del destierro en Babilonia fue provechosa para Israel en múltiples aspectos. Uno de ellos fue la interiorización de la vida religiosa y el descubrimiento de la palabra de Dios en la liturgia sinagogal y familiar; el otro, el reconocimiento del universalismo de la salvación. La alegría de la salvación no es posible si no reúne en una misma fiesta a todos los pueblos.

EUCARISTÍA 1987/40