COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA

2 R 4, 42-44

 

1 Datos biográficos del profeta: Eliseo es el continuador de la misión profética de Elías. El ciclo de su actividad comienza con el traspaso de poderes: al recoger el manto de su maestro, recibe la "alternativa", queda investido de su poder (2, 13 ss). Dividiendo las aguas (2, 15), el nuevo Josué (Eliseo) sucede al nuevo Moisés (Elías): cfr. Jos. 3, 7; 4, 14. La muerte del nuevo profeta se describe en 13, 20.

-El recuerdo de la misión de Eliseo se conservó en la escuela de profetas que recalcó su "poder milagrero". con el paralelismo entre los milagros de Elías y Eliseo, la escuela de profetas quiere demostrarnos que el discípulo continúa la obra del maestro.

Relación del texto con Jn. 6: 
-"... El criado se los sirvió, comieron y sobró..." (v. 44). La semejanza de este texto con el Evangelio de hoy, la multiplicación de los panes, es evidente. Es muy posible que este relato del ciclo de Eliseo haya servido de modelo literario para la composición de la perícopa evangélica. Su recta comprensión nos ayudará a entender mejor este relato evangélico.

Texto:
- Su composición raya con el esquematismo: ofrenda a Eliseo (v. 42a); diálogo entre el profeta y su criado:mandato-objeción-nueva orden (vs. 42b-43); ejecución del mandato y resultado final (v.44). El relato no puede ser más esquemático y conciso. Nada de florituras ni colorismos como se dan en el cap. 5 acerca de la curación de Naamán. Por este texto nada sabemos de la vida de Eliseo ni de lo que aquél hace con la ofrenda.

-Y dentro de esta gran concisión, un estribillo se repite: "así dice el Señor", "como había dicho el Señor" (vs. 43 ss). Todo esto tiene su importancia; el autor de este relato no nos quiere presentar a un Eliseo político o milagrero, sino que pretende hacernos comprender cómo a través de este hombre el poder de Dios se derrama en medio de la comunidad. Al narrador le interesa la palabra de Dios que actúa a través de su mensajero mucho más que el pan material (así, el predicador, al comentar tanto este texto como el del Evangelio, no debe hacer una presentación colorista o milagrera. Esta postura equivaldría a no entender el relato).

-Un hombre se acerca a Eliseo y le hace un don de panes y de grano recién recogido que debía ser ofrecido a Dios antes de ser destinado como alimento (Lv. 23, 14ss); pero aquí, sin embargo, no se ofrece a Dios. En esta época de carestía y hambre (4, 38), la gente que sigue a Eliseo no tiene qué comer, pero buscan con ansia al Señor. Y a través del profeta, la palabra divina hace que la insuficiencia se transforme en superabundancia.

-Dios cuida de su pueblo a través del profeta y no del político Eliseo. Es curioso que la gente, después de la multiplicación de los panes, quiera hacer rey a Jesús, pero éste se opone. El pan, la palabra que Dios da, es algo más profundo y duradero que cualquier programa político. Aquí solo los hambrientos son los beneficiarios del milagro; el pan, la palabra de Dios, sólo la reciben los que la buscan, los que la ansían. Para los demás no existe el milagro.

* Reflexiones: 
-Hoy el pueblo también tiene hambre, mucha hambre. Muchos, es verdad, de pan material; pero otros muchos de otro pan muy diverso. Nuestra época es etapa de búsqueda insaciable: movimientos espirituales, orientales, filosófico- mágicos, nuevas orientaciones religiosas...

-¿Y quién o qué podrá calmar esta hambre? ¿Qué es lo que les ofrecemos? Nuestras iglesias están vacías; el pan de la palabra que les ofrecemos les resbala porque no calma su hambre ni su sed. Se sienten insatisfechos ante los nuevos movimientos... ¿Quién o qué podrá calmar esta hambre? No se trata de echar la culpa a nadie, pero sí de reflexionar. Lo más fácil es echar la culpa al pueblo hambriento, pero la gran paradoja es que ellos tienen mucha hambre y ansían el nuevo pan.

-Cristo es el nuevo pan que se ofrece a los hombres (Jn. 6). Su auténtico mensaje, y no nuestras opiniones, será capaz de calmar el hambre de estos hermanos que anhelan el milagro de la superabundancia.

A. GIL MODREGO
DABAR 1985, 39


 

2.

Los textos que van de 4, 1 a 8, 15 del segundo libro de los Reyes pertenecen al "ciclo de Eliseo" (que continúa en 9, 1-13 y en 13, 14-25). Cuentan, de manera un tanto épica, una serie de milagros realizados por el profeta Eliseo en favor de "los hijos de los profetas" (cfr. 1 Re 20, 35), o en favor de notables israelitas (la Sunamita, 4, 8s), o de extranjeros (Naamán el sirio), o del pueblo entero víctima de la guerra (6, 7-8; 20) o del hambre (como en este relato). Personaje temible (CF 2, 23-25) y taumaturgo popular a la vez. Eliseo es asociado a las hermandades (los "hijos de los profetas") que combaten en tiempo de la monarquía por la pureza de la fe yahvista contra el baalismo ambiente. Probablemente en el seno de estas hermandades fueron conservados, aunque sin rigor cronológico, los recuerdos de gestas maravillosas que veían en Eliseo uno semejante al gran profeta Elías e incluso a Moisés.

El contexto del pasaje es una situación de hambre (4, 38). El pueblo está sufriendo en carne viva las consecuencias de un hambre prolongada. El pan de primicias es el pan hecho con la harina nueva de la cosecha reciente (Lev 23, 17). Era una costumbre el llevar a los hombres de Dios, como signo de sacrificio y consagración a Dios, los primeros frutos del campo.

Además, en la legislación sacerdotal, las primicias son uno de los ingresos del clero (cf Lev 23, 20). Sin embargo, el relato va a adquirir un vuelo nuevo; lo que en principio estaba destinado para el goce de uno solo, por obra de Dios en manos de su profeta, se va a convertir en salud para muchos.

El paralelismo de este relato con los evangélicos de la multiplicación de los panes (cf. evangelio) es verdaderamente llamativo, como lo haremos notar. Digamos ahora que contiene casi todos los elementos del milagro: necesidad, dificultad, oposición aumentando la dificultad, recurso a la Palabra de Dios, comprobación y ratificación del milagro. Aunque la realidad y la fantasía se confunden, el mensaje queda manifiesto: Dios no abandona del todo a su pueblo como lo prueban las vidas de aquellos que han hecho una opción clara por el evangelio y quieren mantenerse en la fidelidad.

"Se los sirvió a la gente". Estos son los verdaderos destinatarios del milagro. El milagro no lo es tanto porque exalta la figura del hombre de Dios, sino porque se hace en favor de los que quieren creer en Dios y necesitan un cauce de expresión de fe. Así es como el prodigio, lo maravilloso y portentoso, queda convertido en milagro, en signo de salvación (cf. evangelio). El prodigio provoca admiración, pero el milagro empuja a la adhesión, a la postura de fe.

EUCARISTÍA 1985, 35


 

3.FE/MILAGROS

Los tres milagros recogidos en esta lectura son los buenos frutos de la palabra del profeta: una comida envenenada se vuelve comestible, unos cuantos panes y grano nuevo alimentan a un centenar de hombres, con un trozo de rama tirado al agua recobran el hierro de un hacha prestada.

Constatamos que la gente de nuestros días tiene una prevención hacia todo anecdotario maravilloso, y no debe de ser sin motivo. Si fuéramos detrás de esta clase de narraciones sensacionales como la gente va detrás de todo aquello que tiene una apariencia de poderes ocultos o detrás de los espectáculos de prestidigitación, vaciaríamos de su sentido la palabra de Dios. Jesús podría decirnos como a la gente que había comido los panes que multiplicó: me buscáis, no por aquello que significan las señales que habéis visto, sino porque habéis comido. Y podríamos añadir: porque habéis pasado un rato distraído. Más allá de la ingenuidad de estas narraciones, los ojos de la fe ven cómo Dios interviene en la historia de su pueblo en socorro de sus auténticas necesidades. La obra de Dios, decía Jesús, es creer en aquel que ha enviado, el único que puede dar la vida eterna. Por eso cuando Jesús, imitando hasta en algunos detalles este milagro de Eliseo, hizo repartir cinco panes de cebada entre cinco mil hombres e hizo recoger las sobras, venía a decir que él realizaba de verdad aquello que ya significaba el milagro de Eliseo: el Padre nos da en Jesús el único pan que puede dar la vida al mundo.

No hace mucho un pastor americano, después de leer al final del Evangelio de Marcos las palabras en que Jesús dice que quienes crean cogerán serpientes con las manos y si beben algún veneno no les hará daño, recomendaba a la gente coger con las manos una cobra viva diciéndoles que, si nosotros no lo hacemos, es porque no tenemos suficiente fe.

Algunas personas que le creyeron murieron y él mismo murió también. ¿Es que tener fe quiere decir entender así las palabras de la Escritura? Jesús que un día multiplicó los panes como Eliseo, se había negado antes a escuchar al diablo que le proponía decir que las piedras se volvieran panes.

G. CAMPS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 708 s.


4.

El capítulo 4 del segundo libro de los Reyes está dedicado a algunos milagros de Eliseo. Este profeta es presentado como discípulo de Elías y su sucesor como responsable de una comunidad profética junto al Jordán. Elías había sido el gran propulsor de la religión yahvista frente al sincretismo religioso del reino de Samaria y a la gran influencia baálica de entonces. Sólo Yahvé es Dios y no los baales; quien realmente sacia al pueblo con vino, trigo y aceite es Yahvé, el único capaz de saciar el hambre de los suyos.

La desproporción entre los veinte panes y los cien hombres quedará más remarcada en el evangelio: Mateo hablará de cinco panes y dos peces para cinco mil hombres.

La tradición evangélica sobre la multiplicación de los panes por parte de Jesús se formará calcando el molde del relato de Elíseo: basta con compararlo con Mt 14,13-21.

El Dios Salvador de Israel se complace en manifestar su fuerza liberadora de las situaciones límite en que se halla el pueblo: ya sea la esclavitud de Egipto, o la esterilidad de sus mujeres, o la opresión de los enemigos, o la enfermedad, o el hambre o la necesidad como en nuestro caso.

El salmo responsorial (144) es una alabanza a la grandeza y la bondad de Dios en favor de sus fieles y de toda la creación. Los versículos seleccionados se centran en la providencia de Dios que sacia el hambre de sus criaturas. La liturgia judía rezaba este salmo diariamente al inicio de la tarde.

JORDI LATORRE
MISA DOMINICAL 2000, 10,9