COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA

2 Co 8, 7-9.13-15 

1. Este pasaje concluía, probablemente, la carta enviada a los corintios después de suavizar sus dificultades. En efecto, el capítulo 9 constituye un billete independiente, y los caps. 10-13 reproducen, sin duda, la esencia de una carta anterior enviada en plena crisis. Como de costumbre, el apóstol termina su carta con unas recomendaciones prácticas entre las que figura la colecta que él lleva a cabo entre las iglesias de la gentilidad, a favor de los cristianos de Jerusalén.

Esta colecta ha sido decidida, según parece, por los corintios mismos (v. 10; cf., sin embargo, Act 11, 29), y aceptada por la comunidad de Jerusalén (Gál 2, 10) como expresión de la unidad entre los cristianos griegos y los cristianos judíos. El interés de este pasaje reside en los argumentos que San Pablo aduce para convencer a sus lectores para que tomen parte en ella.

El primer argumento es la imitación de Jesucristo (v. 29). Para San Pablo, la moral cristiana no hace más que reproducir las obras y gestos de Jesús; nos acogemos mutuamente porque Cristo nos ha acogido (Rom 15, 5-7); maridos y esposas, patrones y esclavos, se aman como Cristo ama a la Iglesia (Ef 5, etc.) Pero no se trata solamente de imitar un modelo ideal; el cristiano, que a su vez se ha convertido en modelo de salvación, prolonga la encarnación del Señor en su actitud concreta; convertido en signo eficiente de salvación, el cristiano difunde sus beneficios a toda la Humanidad. El valor de la colecta está, pues, en la perspectiva teologal y salvífica en que es abordado.

El segundo argumento se saca de la preocupación por la igualdad entre griegos y judíos (vv. 13-14). Pablo no piensa aquí en una igualdad económica, obtenida por una nivelación de las diferencias sociales, sino en un intercambio en el plano de la fe: los cristianos de Jerusalén no han reservado para sí los privilegios de que gozaban, sino que han admitido también a los paganos a compartir esos privilegios, llenando el vacío de las naciones en el campo de la fe con su abundancia y su "superfluo".

Es necesario que, a cambio, los paganos colmen con sus bienes superfluos a los cristianos pobres de Jerusalén y realicen así una unión y una igualdad entre griegos y judíos ignoradas hasta entonces.

CR/SOLIDARIO

La participación del cristiano en los movimientos contemporáneos de solidaridad humana reviste, por tanto, una significación nueva. El discípulo de Cristo es solidario de sus hermanos, de igual modo que todos los hombres, pero, en esta solidaridad, su actitud prolonga la de Cristo, el Salvador, y la riqueza que se comparte con los demás se convierte en el signo auténtico de la salvación divina, que se manifiesta a través de la salvación humana. En una época en que las instituciones internacionales y profanas pueden hacer más cosas y mejores que las instituciones caritativas de la Iglesia y en la que estas últimas pierden el monopolio que han ejercido durante mucho tiempo, es importante profundizar el sentido cristiano de la limosna, gesto por el que el cristiano prosigue sin cesar la obra redentora de su Señor y con ocasión del cual la humanidad eleva sin cesar hasta Dios la acción de gracias por los dones recibidos.

El predicador llamado a recoger las colectas de dinero en las comunidades cristianas se contenta, a veces, con unos argumentos tan rastreros o con unos procedimientos tan comerciales (loterías, fiestas de beneficencia, etc.), que borran los motivos teologales y hacen que los donantes acaben dando dinero con la esperanza de sacar de ello algún beneficio. Propuesta en estos términos, la colecta tiene escasas oportunidades de ser signo de salvación. No basta que los cristianos den dinero; es necesario, además, que sitúen su gesto en una perspectiva salvífica y eclesial.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA V
MAROVA MADRID 1969. Pág. 110


 

2. En opinión de algunos exégetas esta lectura forma parte de un billete aparte incorporado a este escrito, lo mismo que otras secciones de esta carta, formando al final lo que hoy conocemos como Segunda Carta a los Corintios. Pero ello no es demasiado importante en cuanto a la interpretación del contenido. Sirve para ponerla mejor en su contexto. La teología y pensamiento paulinos tienen los pies en la tierra.

Había tomado como una tarea de su vida la ayuda, aun material, a la comunidad de Jerusalén, que se encontraba en difícil situación económica. En este billete se dirige a los corintios para pedirles colaboración en esta empresa. Por tanto, es tema práctico y, como puede verse, bastante y eternamente actual; lo económico.

Interesantes son las motivaciones aportadas por Pablo para este punto. Pablo apela a lo más hondo de la fe: el hecho del vaciamiento de Cristo y empobrecimiento en su vida humana. Sin entrar en afirmaciones metafísicas u ontológicas, es claro que Jesús no vive en la tierra como Hijo glorioso. En este sentido es pobre. Aunque también pudiera interpretarse en otros. El v. 9 es una formulación adecuada de la "kénosis".

De un modo semejante, dado que las acciones de Jesús, además de ejemplo, son dirigidas esencialmente a otros, los cristianos han de imitar esa generosidad y comunicar unos a otros los que pueden, a la manera que el Señor nos ha comunicado y se ha comunicado con nosotros. Nos da lo suyo y acepta lo nuestro. El cristiano no podrá comunicar tanto, pero en su nivel, los bienes que posee son un símbolo, bien real, del amor. Es obvio que la fe no se puede quedar en mera interioridad. Igual que el amor de Dios se ha manifestado visiblemente y bien a su costa.

Habría mucho que aprender de este modo de ejecutar tareas a veces no muy cómodas, pero pertenecientes al amor cristiano. Y a hacerlas por los motivos adecuados, procurando que no se mezclen otros.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1988, 36


 

3. En el concilio de Jerusalén Pablo había empeñado su palabra prometiendo realizar una colecta en beneficio de las comunidades cristianas palestinenses que estaban pasando un mal momento (Gal 2, 10; Rom 15, 25-31). En lo que respecta a Corinto, Pablo había dado unas disposiciones para que la colecta se realizara de la mejor manera posible (1 Cor 16, 1-4). Sin embargo, en esta ciudad, después de un buen comienzo, había decaído el entusiasmo y disminuido considerablemente la generosidad debido a los disturbios provocados por el grupo de los judaizantes. Por eso escribe ahora, en esta segunda carta, tratando de conseguir una mayor participación de la colecta. Recuerda a los corintios que su comunidad se ha destacado en todo y que sería un absurdo que no sobresaliera igualmente por su generosidad. Para estimularles les comunica que otras comunidades de Macedonia, entre las que se cuenta la de Filipo (Fil 4, 10-19), han contribuido incluso por encima de sus posibilidades (8, 1-5). Apela también al cariño especial que siempre han demostrado por su persona.

Pero la última razón y el verdadero motivo no puede ser otro que el ejemplo del amor de Cristo. El cual, siendo rico, se hizo pobre para que todos nos enriqueciéramos con su pobreza. También los corintios han sido objeto del amor de Cristo y han recibido, por el ministerio de Pablo, la verdadera riqueza (Ef 3,8).

El amor cristiano nivela las diferencias y busca la igualdad como expresión de la común fraternidad en el Señor. Ya en el A. T. se dieron normas para evitar las excesivas diferencias económicas (Dt 15; Lv 25, 13-17) y se enseñó el principio de la igualdad y del reparto equitativo conforme a las necesidades (Ex 16, 16-21).

Las comunidades cristianas primitivas trataron de poner en práctica este principio (Hech 2, 45-46; 4, 32, 34-35). La colecta de Pablo en favor de los cristianos palestinenses se comprende mejor si tenemos en cuenta la situación histórica.

Pensemos en las tensiones entre los viejos cristianos judaizantes y los cristianos nuevos procedentes de la gentilidad. Pablo lleva adelante con su colecta una misión ecuménica. Quiere que el amor esté a salvo y por encima de toda polémica entre los cristianos.

EUCARISTÍA 1985, 30


 

4. La segunda carta a los corintios nos habla hoy de un tema nuevo: la colecta por la Iglesia de Jerusalén, que se hallaba en situación de estrechez. Pablo se dedicaba en esta época a recoger dinero para aquella comunidad, y ahora escribe a los de Corinto para decirles que pronto vendrán unos enviados suyos a recoger su aportación: en el texto de hoy les exhorta a ser generosos.

Posee Pablo un estilo de exhortación en el que une cualquier detalle -grande o pequeño- de la vida cristiana con las raíces más profundas de esta misma vida. También aquí, en el caso de la colecta, pone como modelo de toda la encarnación-redención de JC, en un esquema parecido al del himno de Fil 2, 5-11; en la carta a los filipenses, sin embargo JC era presentado como modelo de humildad y rebajamiento, mientras que aquí lo es de generosidad.

Este breve y denso versículo, en efecto, presenta a JC dejando la riqueza de su condición divina, como acto de generosidad, para hacerse pobre como los hombres (solidario, diríamos ahora) y así hacer posible que los hombres se enriquezcan, que reciban los frutos de su rebajamiento.

Y ya en otro nivel, el apóstol propone a los corintios el ideal de la igualdad entre los cristianos: si en cierto momento unos tienen más que los demás, deben dar de eso que tienen de más; y, cuando sea necesario, a la inversa. El ejemplo es lo que hizo Dios con el maná, según la cita de Ex 16, 18: Dios mismo aseguraba la igualdad dentro de su pueblo, y a ejemplo de Dios deben actuar ahora los corintios.

JOSE LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1979, 14


 

5. -Dar aquello que se ha recibido (2 Co 8, 7-15)

De hecho, Ia ocasión de esta carta es totalmente material. La Iglesia de Jerusalén se halla en graves dificultades económicas. En los versículos que preceden a este pasaje, así como en el v. 8, omitido en esta perícopa, Pablo pide a los cristianos de Corinto su participación en una colecta que se va a hacer. Y rodea esta petición con mil precauciones. Como sabemos, existieron numerosas turbulencias en la comunidad de Corinto, de las que Pablo se queja en diversas ocasiones. Para animarles, pasa por encima de la cuestión material y se sitúa en otro plano: el de las abundantes gracias que han recibido. Y las enumera: Ellos han recibido la fe, la Palabra y el conocimiento de Dios, el ardor y el amor que les han sido comunicados por el Apóstol.

Esto debe constituir para ellos motivo para mostrarse generosos y tener sentido de la caridad con respecto a la comunidad de Jerusalén .

Pablo recurre al ejemplo de Cristo. Se trata de un ejemplo espiritual que no tiene nada que ver con un problema pecuniario. Sin embargo, animará a los corintios a comprender cuál es su deber. Cristo se anonadó a sí mismo: él, que era rico, se hizo pobre por nosotros, para que nosotros nos hiciéramos ricos por su pobreza. Relacionando este ejemplo de orden espiritual con el problema que le preocupa, Pablo pasa a hablar de la generosidad material que deben mostrar los corintios. No se trata de que ellos pasen estrecheces, sino de realizar una igualdad fraterna. Dar aquello de lo que tienen en abundancia; lo cual les hará merecer ser correspondidos en otras circunstancias. Este intercambio fraternal de bienes materiales no es ajeno a la comunicación de bienes espirituales que las diversas comunidades deben también practicar. La solidaridad entre las comunidades debe referirse a los bienes espirituales que se comunican mutuamente. pero también a los bienes materiales.

La carta es muy actual. Puede hacer que aumente el tono de nuestra generosidad material. Significa la apertura total al otro, tanto espiritual como material, que constituye la verdadera pobreza, la cual no se limita a la donación de bienes materiales, sino que supone además la apertura espiritual a los demás, para hacerles compartir lo que hemos recibido. Este pasaje nos anima, pues, a revisar lo que significa para nosotros esa "igualdad" de que habla San Pablo y que la civilización contemporánea restringe con demasiada exclusividad a las condiciones sociales y materiales. Si el cristianismo puede colaborar en este esfuerzo de igualitarismo, sólo puede hacerlo aportando el correctivo indispensable de un intercambio de bienes espirituales. El cristiano sabe que, por el bautismo, ha sido insertado en una vida nueva que supone unos juicios de valor que no son los del mundo presente.

ADRIEN NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 6
TIEMPO ORDINARIO: DOMINGOS 9-21
SAL TERRAE SANTANDER 1979. Pág. 142


 

6. Vuestra abundancia remedia la falta que tienen los hermanos pobres.

Los capítulos 8 y 9 de la segunda carta a los Corintios están dedicados a exhortar a la generosidad en la colecta a favor de la comunidad de Jerusalén. Vale la pena leer los dos capítulos enteros para situarla tanto histórica como teológicamente, y leer también el anuncio que de ella se hace en 1Co 16,1-3. La ayuda a la comunidad de Jerusalén, que vivía en situación de estrechez, fue uno de los signos de comunión cristiana que las comunidades procedentes del paganismo realizaron con la Iglesia madre (cf. también Hechos 11,29-30 y Rm 15,26).

De los versículos que leemos hoy a propósito de este tema, destacan sobre todo dos aspectos. El primero, la facilidad con que Pablo refiere toda realidad que afecte a la vida de los creyentes (aunque sea algo tan poco "espiritual" como una colecta) a los fundamentos de la fe: la colecta imita el estilo de Jesucristo, que se vació a sí mismo; y es que, de hecho, cualquier cosa que el creyente haga tiene que ser una realización de este estilo. El segundo aspecto se refiere al criterio económico que debe regir la vida de los creyentes, y que (como todo lo que hace la comunidad cristiana) tiene que ser modelo para el mundo: la búsqueda de la igualdad.

JOSEP LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994, 9