COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Ez 17, 22-24

1.

Contexto: La enigmática parábola del "arrimarse al sol que más calienta".

-La lectura de la parábola (vs. 3-10) y de su interpretación (vs. 11-21) es necesaria para la intelección de los versículos de esta perícopa litúrgica. Dos enormes águilas "...de gigantescas alas.... y de espeso plumaje..." (vs. 3.7a) emprenden un gigantesco vuelo en la historia de la humanidad. Son los grandes imperios de Babilonia (v. 12) y de Egipto (vs. 15) que intentan extender su dominio a otros territorios. Israel, situado en la ruta de los dos imperios, no puede ni le dejan ser neutral.

-Babilonia, águila de gran envergadura, emprende su vuelo, arranca el pimpollo cimero de Israel (=el rey Joaquín, vs. 3-4. 12) y lo planta en "una ciudad de traficantes" (Babilonia: allí son desterrados el rey y los príncipes de Israel). Y no descuida la retaguardia: escoge "simiente de la tierra" que pueda convertirse en vid frondosa cuyas raíces arraiguen con firmeza en suelo babilonio (=último rey de Jerusalén, Sedecías, colocado en el trono con la promesa de que siempre fuera fiel a la descomunal águila: vs. 12-14).

-Y vino después otra águila gigante (=Egipto: v. 7), y la vid orientó sus sarmientos hacia el nuevo señor (vs. 7s. 15).

-Escapará con vida el que hizo esto? (vs. 9. 10. 15b). De sabios es saber cambiar, pero no es tan sabio arrimarse siempre al sol que más calienta. Esta actitud de Sedecías ocasionó la ruina total del reino de Judá. El pueblo va a ser castigado por no hacer caso a Ezequiel (primera etapa de su misión), que denunció reiteradamente esta rebeldía. Texto: Reinterpretación de la parábola: futuro del tierno pimpollo del cedro.

-En la segunda etapa de su ministerio, el mismo Ezequiel reinterpreta el texto anterior en los vs. 22-25. El pueblo desterrado ha perdido su esperanza; entre los miembros de la comunidad cunde el desaliento. Ezequiel debe gritar: El Señor no os ha abandonado, sino que os va a colmar de bendiciones a través de un nuevo rey salido de la estirpe de David. Y Dios no sólo habla, sino que también actúa (v. 25).

-Así, el Señor, como el águila gigante del v. 3, coge también un esqueje del cogollo del cedro y lo planta en suelo adecuado (v. 22), pero su plantel no está condenado al fracaso como el de Babilonia, ya que nunca abandonará el suelo de Israel (II Sam, 7). El esqueje (=¿alusión a un futuro rey?, cfr. Is.11, 1ss; Jr, 23, 5). Plantado en el monte Sión (=morada perpetua de Dios; cfr. Salm 68, 16 ss), se convierte en un gran árbol frondoso capaz de cobijar bajo sus ramas a todas las aves del universo. El pequeño reino de Israel, que había perdido todo, incluso su esperanza, se convierte, con este esqueje, en lugar de refugio y salvación para todas las naciones del mundo. Esto no lo consigue el pueblo con sus fuerzas, sino Dios. El es el Señor del tiempo y de la historia y hace lo que quiere aunque los humanos nos empeñemos en hacer lo contrario: "... verán que yo humillo al árbol elevado y elevo al árbol humilde.." (v. 24).

Reflexiones: -La lectura de la parábola y su primera interpretación nos interpela con estas preguntas: ¿hacia qué terrenos extiende la vid sus sarmientos? No olvidemos que la vid es un jefe político que conduce al pueblo al desastre. Soñó una vez el pueblo que sus líderes orientaban sus raíces y sus anhelos hacia el bien de la comunidad; la vid crecía, se hacía frondosa y bajo sus ramas cobijaba a todos los miembros sin distinción de partidos, y gozaban de una paz duradera y de un bienestar económico estable todos los hombres. Y, al despertar, la gran desilusión: los líderes extendían sus raíces hacia el bien exclusivo del partido, chupándose la savia con ilusión del pueblo. Y éste se desentendió y se autodesterró con su indiferencia.

-También podemos aplicar el texto a un jefe religioso. Ezequiel no los trató mejor. ¿Hacia qué fuego arriman sus ascuas nuestros jefes religiosos? Una vez soñó la cristiandad que sus vides orientaban sus raíces hacia un cristianismo más auténtico y cercano al Jesús del Evangelio: hasta creyó en la renovación del Vaticano II. Y, al despertar, la gran desilusión: sus líderes orientaban sus raíces hacia otro bancal, hacia el poder de turno.

¿Tendrán éxito con esta nueva orientación? La cristiandad comprometida se aparta de esas vides con desilusión.

-Y los ojos de la humanidad, de la cristiandad, están tristes, sin esperanza. Sus bonitas ilusiones se han quedado en eso: pura y sola ilusión. Y el pueblo, al menos una parte de él, vacila, se lamenta y se queja. La reinterpretación del texto hecha por Ezequiel nos recuerda que no es hora de lloriquear, no de quedarse en el recuerdo de lo que pudo ser y no fue.

Es tiempo de reflexionar en nuestra historia. Las vides que orientan sus raíces hacia el poder de turno, hacia la carrera política o eclesiástica, hacia el tener sometidos a los demás..., ya no nos sirven porque Dios está haciendo brotar un esqueje nuevo. Quizá sea un pimpollo tan pequeño que ni siquiera lo veamos, pero Dios protege este esqueje débil y tierno. No volvamos la vista a las vides que ya están cayendo carcomidas ante la indiferencia de los hombres que aún sueñan. Vivamos siempre la esperanza de lo nuevo.

Este es el auténtico mensaje evangélico.

A. GIL MODREGO
DABAR 1988/34



2.

-Introducción al libro de Ezequiel: Ez/LIBRO:

El estilo y la actitud de Ezequiel (="Dios es fuerte") revelan su origen sacerdotal. En efecto, su padre era el sacerdote Buzí (Ez 1, 3). Fue deportado a Babilonia el año 597, concretamente a la judería del Tel-Abib, junto al canal del Eufrates, llamado Kebar (1, 3; 3, 15). Fue aquí donde tuvo su primera visión, el año 592. Estaba casado y su mujer murió inmediatamente antes de la destrucción de Jerusalén (enero del 586). Durante más de veinte años predicó a los deportados, interpretando el juicio de Dios que había recaído contra su pueblo, luchando contra las falsas ilusiones propaladas por falsos profetas que sublevaban al pueblo prometiendo una pronta liberación y consolándolo con una salvación futura. Su última profecía está fechada en abril del año 570 (29, 17;). Ezequiel fue constituido por Dios en "vigía" de la casa de Israel (3, 17; 33, 7) y se sintió responsable de la salvación de cada uno de sus paisanos (3, 16-21; 33, 1-20). Los "ancianos" que estaban al frente de la comunidad de exiliados o "Gola" acudían a él para pedirle consejo; pero no siempre recibían el consejo que ellos esperaban (8, 1; 12, 1; 20, 1).

Su libro es una compilación hecha por él mismo de todas sus intervenciones proféticas durante más de veinte años. No obstante, se nota aquí y allá la intervención de un redactor posterior que a veces añade material propio para rellenar los huecos del original.

NOTAS: Los exiliados en Babilonia, especialmente después de la destrucción de Jerusalén, perdieron toda esperanza y padecían mucho recordando junto a los canales de una ciudad extraña la solemnidad de las fiestas que en otro tiempo celebraban en el templo de Jerusalén. Tenían que soportar las burlas de un pueblo extranjero que les había vencido y deportado y que interpretaba su victoria como una victoria de sus dioses sobre Yahvé.

Todos estos sentimientos los hallamos recogidos en algunos salmos compuestos en el destierro. Ezequiel anuncia el restablecimiento de la dinastía de David. Yahvé mismo trasplantará un retoño y éste crecerá en el más alto monte de Israel, esto es, en Sión (alto por su dignidad, se entiende), hasta convertirse en un cedro frondoso en el que anidarán toda clase de aves. Este "ramo" o "retoño" (cf. Is 19, 1) trasplantado será descendiente de Joaquín, a quien Mateo llama Jeconías y lo nombra entre los antepasados de Jesús (Mt 1, 11). Se trata, pues, de una profecía mesiánica en la que se utiliza la imagen del "árbol cósmico" (cf. Dn 4, 7-9), alusión a un señorío universal a cuyo amparo acudirán todos los pueblos. Esta imagen la encontramos de nuevo en la parábola evangélica del grano de mostaza (Mt 13, 32).

El soberbio árbol del imperio de Babilonia será humillado por Yahvé, que ensalzará al humilde árbol de la casa de David, dándole una lozanía insospechada.

EUCARISTÍA 1988/29



3. Ez/17/03-15: Ez/17/19-22

A veces es imprescindible la historia de Israel para captar plenamente el sentido de un pasaje. Es el caso de hoy. Hacia el año 597 el rey de Babilonia, Nabucodonosor, se lleva a Joaquín (con los notables) cautivo a Babilonia, poniendo como rey vasallo suyo en Judá a Sedecías. Este, que era hermano de Joaquín juró fidelidad al rey de Babilonia, pero el año 588 rompe este juramento de fidelidad y pide auxilio al faraón Ofra. Nabucodonosor reacciona rápidamente y somete por la fuerza a Judá conquistando Jerusalén el año 586.

Teniendo presente este cuadro; podemos comprender el sentido de la lectura de hoy: en la primera parte se nos relatan estos acontecimientos con un lenguaje figurado, pudiendo identificar la primera águila como Nabucodonosor, el Líbano como Jerusalén, el cogollo del cedro como la casa de David y el principal de sus renuevos como Joaquín. La simiente del país es Sedecías y la segunda águila es el faraón. En la segunda parte tenemos la explicación real de los acontecimientos (hoy sólo leemos una parte), que terminan con la requisitoria contra Sedecías por haber roto el juramento y la promesa de restauración final por parte de Dios mismo (de esta promesa leemos sólo un versículo).

La falta de Sedecías es haber roto un juramento (quizá con la falsa excusa de que era con un rey pagano), pero era un juramento que tenía todo su valor, sobre todo al haberse hecho en nombre de Yahvé. En segundo lugar, Sedecías (e Israel) no aceptan la orientación de la historia que les da Dios. Confían más en los poderes humanos que en la voluntad divina. Los profetas, en nombre de Yahvé, detestan siempre la mala fe, la falta de honradez, de sinceridad. No actúan directamente en política por ella misma, sino que únicamente intentan pronunciar la palabra de Dios en el momento oportuno sin dejarse influir ni por la derecha ni por la izquierda, sin querer disimularla cuando no es agradable o no está de acuerdo con lo que quiere la mayoría del pueblo. Ahora bien, esta actitud tiene muchas consecuencias políticas o, al menos, incide de alguna forma en la política. Pero por encima de todo está la honradez en las relaciones con otras naciones. No hay ningún motivo que justifique el juego sucio, de golpes bajos, mediante engaños, y menos aún cuando todo eso tiene una cobertura religiosa, como en el caso de Sedecías. ¡Cuántas veces se desearía escudarse en Dios, en la religión, para hacer lo que a uno le conviene!

El último versículo nos invita a trascender un poco el orden puramente temporal y pasar más allá de la instancia concreta de poder, de dominio, de política, a una visión más universalista: un día el retoño mesiánico plantado por Dios Padre dará verdadero fruto para todo el mundo en la alta montaña del Calvario.

J. PEDROS
BI-DIA-DIA.Pág. 810 s.

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