REFLEXIONES

1. I/MISION

El texto de Mt nos sitúa delante de la misión de la Iglesia. Por un lado habrá que explicar en qué consiste (es interesante evitar confusiones), y por otro, animar a los fieles a sentirse agentes de la obra evangelizadora. Se deberían leer dos documentos conciliares: "Ad gentes" (sobre las misiones) y "Apostolicam actuositatem" (sobre el apostolado de los laicos).

El concepto de misión está unido al ser de la Iglesia. Esta es, en frase ya consagrada (pero no hay que decirla en la homilía), el sacramento universal de la salvación. ¿Que qué quiere decir esto? Que es un signo eficaz de gracia para el mundo. Sólo esta breve definición -llamémosla así- nos presenta una Iglesia proyectada hacia los hombres (y no replegada sobre sí misma) continuadora de la presencia salvífica de JC. La Iglesia no está dotada de unas prerrogativas que la hacen firme en ella misma (como para subsistir a pesar de todo), sino que tiene unas promesas de asistencia divina hasta el fin de los tiempos a fin de que la salvación pueda llegar a todos los hombres de la historia.

La exposición no se ha de complicar demasiado. Se puede hablar de la compasión de Cristo por las ovejas que no tienen pastor, y del hecho de que hay mucho a recoger en el sembrado del mundo.

También se puede exponer la urgencia de un trabajo evangelizador en un planeta lleno de odios, injusticia, pobreza, neurosis y complejos. Nuestro mundo carece de algo que le dé fortaleza. Sólo la puede otorgar el Evangelio.

La labor está encomendada a toda la Iglesia. Todos los que la forman tienen un "rol" en la misión. Todos somos Iglesia. Lo queramos o no, la gente nos identifica como personas que pertenecen a la Iglesia, y así nos juzgan.

Y es por el hecho de ser creyente y celebrarlo, por lo que se queda situado en el interior de la misión eclesial.

Automáticamente ser seguidor de Cristo nos constituye en misioneros. ¿Cómo se hace esto? Concreciones: hacer caso de la llamada de Dios, sentirse responsable del designio divino, ser misericordioso y diligente, luchar contra el mal, animar a los demás, vivir desprendido... En definitiva (y esto no es abstracto) los fieles viviendo en la gratuidad, se entregan totalmente con alegría y valentía.

Hay que hablar seriamente de la misión, procurando que esta palabra no quede sin resonancia. Cada grupo cristiano debería autocriticar su sentido misionero y buscar medios adecuados que ayuden el sentido apostólico en sus diversos grados de compromiso. Si sólo ofrecemos críticas, pero ninguna realidad, será vano predicar sobre la misión eclesial. Es evidente que hay pistas en el nivel personal, pero se habría de decir algo del apostolado organizado y -¿por qué no?- de los ministerios eclesiásticos.

La invitación final puede hacer referencia a la plegaria por la extensión del Reino, para que sintamos la llamada al apostolado y por las vocaciones específicas. La Eucaristía, expresión de la visibilidad de la Iglesia, impulsa a la misión.

J. GUITERAS
MISA DOMINICAL 1975/12


2. /SAL/072/073 MAL/PROBLEMA.

-LA SUERTE DE LOS OPRESORES. Una pregunta que se hace frecuentemente el cristiano es cómo es posible que los perversos, los opresores, parecen tener mucha suerte y bienandanza, al paso que los justos y los humildes sufren, como si no tuviesen la protección del Señor. En el texto primero de hoy los egipcios son los opresores, los perversos, los enemigos del pueblo de Israel. En el caso que narra el pasaje que nos ocupa los opresores son vencidos por la ayuda especial de Dios en favor de los israelitas. Pero, ¿sucede siempre así? O mejor aún, ¿qué significado tiene este hecho? La ayuda de Dios, ¿es siempre tan clara, tan positiva en favor del fugitivo, del esclavo, del oprimido? La experiencia de la vida nos dice que no siempre es tan fácil verlo. Nada mejor que el salmo 73 para convencernos de que aquí hay un problema, ese que se expresa con la pregunta que al principio formulábamos y que frecuentemente se hace el cristiano, el que sufre bien sea la opresión o cualquier clase de dolor. El cristiano, se dice, con el salmo: "... envidiaba a los perversos, viendo prosperar a los malvados".

Hasta tal punto esta situación es real que en nuestro interior, al menos, "por poco damos un mal paso" y llegamos a la desconfianza, al resentimiento contra Dios y nos parecemos a la mujer de Job, que se ríe de la fidelidad ante la desgracia.

Real, muy real es esta coyuntura en que al ver la suerte inmediata de los perversos casi sentimos el no serlo. Y hasta los envidiamos. Problema que de una manera o de otra todos hemos sentido en algún momento. Meditamos para entender lo que nos parece ininteligible. El salmo, en este momento, dice: "Meditaba yo para entenderlo, pero me resultaba muy difícil: hasta que entré en el misterio de Dios, y comprendí el destino de ellos: los malvados.

Entrar en el misterio de Dios es ver las cosas en su auténtica realidad. El destino del malvado no es que, al fin, sale derrotado y humillado. Muchas veces ni siquiera sucede esto. El misterio de Dios nos revela otra cosa más profunda: aun en el caso de su triunfo visible, el perverso, el malvado, el opresor es el más desgraciado de los hombres. Triunfa en la apariencia -apariencia que es dolorosa, dura y que produce dolores reales-, pero ese triunfo es su condenación, es la destrucción de su persona, es su condenación. Y no sólo para "el otro mundo". En éste, su triunfo es una derrota, es su autodestrucción. Pero para entender esto hay que entrar en el misterio de Dios. Sólo una reflexión personal en la fe puede enriquecer lo que nos sugiere el salmo. Debemos leerlo varias veces y meditar en serio.

Entonces entenderemos lo que significa el "ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios".

-"HACED VOSOTROS LO MISMO". Entrar en ese misterio de Dios que cambia la perspectiva y la conducta con los malvados, es imitar a Cristo y hacer lo que El hizo. Siendo nosotros pecadores muere en nuestro favor. Y lo hace para salvar al pecador de su pecado, no para aplastar al pecador.

Este es el sentido asombrosamente encarnado y concreto del amor de Cristo por los hombres.

En la causa de Cristo no entra la revancha ni "el poner las cosas en su sitio", sino lo que preside su misión es salvar. Salvar del pecado. El cristiano que quiera serlo ha de seguir el camino de salvar al opresor de que sea opresor, al malvado de su malicia y al mendaz de su mentira. Esta es la no-violencia que sólo la fe cristiana puede dar, porque está presidida por un amor de locura obsesionada con la salvación.

Es verdad que para esto hace falta mucha experiencia, mucho amor y mucha fe "...para no dar un mal paso". Todos podemos dar un mal paso, bien oprimiendo bien odiando al opresor. Si caemos en ello estamos sin pastor, estamos sin horizonte verdadero, vamos fuera de camino y nos autodestruimos, aunque aparentemente triunfemos.

La tentación es muy fuerte y sólo la fuerza de Cristo nos pone en la órbita de Dios. El cristiano no puede conformarse (que es destruirse) con vencer al opresor y suprimirlo, sino que ha de buscar que el opresor se convierta. Sabemos que esto es difícil, que va contra nuestra sensibilidad. Pero es que también la cruz de Jesús iba contra su propia sensibilidad.

Si entramos en este misterio de Dios la paz que alcancemos será la que El nos da y la que el mundo no puede dar.

CARLOS CASTRO


3.

EL TIEMPO "NORMAL"

Hoy reemprendemos los domingos del tiempo ordinario. Es decir, reemprendemos lo que es normal: celebrar el domingo por el mero hecho de ser domingo. Precisamente por eso lo debemos preparar bien. No podemos caer en una actitud de dejadez, pensando que lo que se debe preparar bien son los tiempos "fuertes". El fin de curso, con una cierta dispersión de la comunidad, podría alimentar, aún más, esta posible actitud negativa.

Es el momento de destacar, con sencillez, la importancia de todo lo que es cotidiano en la vida de las personas, de las familias, del pueblo o del barrio donde habitamos... Y, así, destacar la cotidianidad de la fe, es decir, la vida cristiana. Y es un buen momento para poner de manifiesto, a través de la liturgia, la gratuidad de la fe que vivimos. Por ejemplo, destacando la gratuidad de la Palabra de Dios que se nos da, del sacramento que recibirnos... y de la misma comunidad, de los hermanos y hermanas en la fe, que los tenemos siempre.

Y pondremos de relieve que, porque vivimos de toda esta gracia de Dios, nosotros nos reunimos domingo tras domingo para realizar la gran acción de gracias.

Debemos preparar bien lo que es de siempre. Los ornamentos de color verde, la presencia discreta de flores... y todo lo que es principal: la Palabra de Dios, las ofrendas, la oración universal, la homilía. .. Dando a todo un aire de sencillez y normalidad. Dado que no hay cosas extraordinarias a preparar, podemos cuidar especialmente, por ejemplo, la acogida de las personas. Podemos dedicar una reunión del equipo de liturgia a este tema: ¿qué hace más acogedora nuestra iglesia y nuestras celebraciones? ¿qué actitudes se esperan de nosotros, los responsables del conjunto de la celebración?...

LAS LECTURAS DE HOY

Este domingo nos encontramos, en el evangelio, con la vocación y la misión de los doce. Jesús mira a la multitud de una manera muy especial, haciéndose cargo de su realidad. Se compadece de ellos. Y da respuesta a la situación con la oración en común, con la elección de los doce y su misión al pueblo. Gratuitamente.

El libro del Éxodo, en la primera lectura, nos prepara para escuchar el evangelio con el recuerdo de la alianza que el Señor establece con el pueblo: el Señor escoge al pueblo como posesión suya y actúa en su favor. Lo reconocemos con el salmo: "Somos su pueblo y ovejas de su rebaño".

Finalmente, la segunda lectura, de san Pablo a los romanos, recuerda el núcleo de nuestra fe: fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Jesucristo... también seremos salvados gracia a su vida.

PENSANDO EN LA HOMILÍA

En primer lugar, en el evangelio encontramos una pista para la preparación de cualquier homilía por parte de los pastores de la comunidad: debemos mirar a la gente como Jesús mira a la multitud, haciéndose cargo de su situación y compadeciéndose, es decir, metiéndose en su piel. En este sentido va bien que las homilías se puedan preparar a partir de un diálogo en grupo, con personas que forman parte de la asamblea a quien se dirigirá la homilía.

Y esto, que es una pista para preparar la homilía, también lo puede ser para un punto del contenido de hoy: ayudar a tener la mirada de Jesús sobre la realidad y sobre las personas. Jesús se hace cargo de las situaciones, mira a las personas con amor, se mete en su piel, y da la respuesta que puede dar a aquella situación. La homilía puede ayudar a realizar una mirada de este estilo a algunos de los hechos más destacados que se hayan vivido estos dias a nivel de comunidad, de pueblo o de barrio, de noticiarios. .. Y, con ánimo positivo y constructivo, se puede ayudar a corregir miradas y comentarios simplistas que se hayan hecho sobre determinados hechos o situaciones: Jesús nos enseña a mirarlo todo de otra manera y a decir otras cosas.

Este posible punto tendrá que ir acompañado, sin duda, de otro: la respuesta que damos a esta realidad que hemos mirado. Respuesta en el sentido no de comentario sino de acción: Jesús ora, escoge, da... Nosotros: ¿oramos a partir de la realidad?, la oración, ¿nos lleva a tomar decisiones (en equipo)? ¿pasamos a la acción según las posibilidades?... Otro campo de contenido: la gratuidad. A propósito de la actitud con la que Jesús envía a los doce: "dadlo gratis". Y de la actitud del Señor al hacer la alianza (primera lectura). Y situados en el núcleo de la fe que nos recuerda san Pablo: hemos sido reconciliados y salvados por el amor que Dios nos tiene, gracias a Jesucristo. Nuestra fe es don de Dios. En este mismo campo de contenido podemos destacar el hecho mismo de la cotidianidad de la fe y de nuestras celebraciones, a propósito de la reanudación del tiempo ordinario. Y, aún, a partir de la elección y misión de los doce, darnos cuenta del sentido del ministerio apostólico, que es dado por Jesucristo a la comunidad. Es don del Señor. Como la Iglesia misma.

JOSEP M. ROMAGUERA
MISA DOMINICAL 1999/08/41-42


4. MONICIóN DE ENTRADA

Después de las tres grandes solemnidades que sellan al Tiempo Pascual, volvemos de nuevo al tiempo ordinario. Por llamarse ordinario parece carecer de importancia y no nos damos cuenta de que la mayor parte de nuestra vida la pasamos en lo ordinario y nuestra tarea consiste en vivirlo de tal forma que se convierta en extraordinario. En este camino se nos invita hoy a tomar conciencia de pertenecer a un pueblo liberado, que escucha la voz del Señor. Es verdad que Dios no impone nada, pero quiere que le pertenezcamos desde la libertad, que vayamos descubriendo nuestra propia vocación "sacerdotal", perteneciendo a una "nación santa", pues a Dios no le basta con que en su pueblo haya santos, quiere un pueblo "santo". Con este espíritu vamos a recibir al sacerdote, dejando que la Eucaristía de hoy nos interrogue sobre el sentido de nuestra existencia.

MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS

En la primera lectura vemos cómo la mano de Dios está siempre detrás de nuestros acontecimientos decisivos, por eso tenemos que caer en la cuenta de que todo lo que somos y tenemos se lo debemos a Él. ¡Cuántas dificultades hemos superado en nuestra vida! Casi nos parece imposible haber llegado hasta aquí; pues todo esto que crees haber realizado con tu esfuerzo, es todo gracia de Dios, y todo lo que tienes, es puro regalo de su amor.

La segunda lectura nos invita a tomar conciencia de que Cristo murió por nosotros siendo pecadores. Ahí está la grandeza de su amor, no murió por causa de nuestros pecados sino a pesar de ellos. Su sacrificio fue una ofrenda generosa y gratuita. Su amor se alzó por encima de nuestros rechazos.

El evangelio nos muestra la compasión que el Señor tiene por cada uno de nosotros. A Jesús no le interesa la gente en masa sino cada hombre en particular. Él conoce tu cara, tu nombre, tu historia. Él quiere entablar una relación contigo. Tú existes para Él con tus problemas, tus dificultades, tus exigencias, tus esperanzas. El único requisito para trabajar en su mies es el desinterés, la gratuidad; huir de los éxitos, los aplausos, los honores, los privilegios. Escuchemos las lecturas que nos invitan a sembrar con paciencia en tantos surcos abiertos que esperan tu compasión y la de Cristo.

ORACIÓN DE LOS FIELES

Señor, Tú eres el dueño de la mies y de los trabajadores, Tú eres el que reparte las tareas y das fuerza para llevarlas a cabo. Traemos ante ti nuestras peticiones porque confiamos en tu poder y tu misericordia.

R.- DANOS TU FUERZA Y TU LUZ

1.- La mies es mucha pero los trabajadores pocos. Por todos los que trabajan al servicio de la Iglesia: el Papa, los Obispos, los Sacerdotes, dales fortaleza para realizar la dura tarea de la evangelización.

OREMOS

2.- Dad gratis lo que habéis recibido gratis. Para que no nos cansemos de vivir en la gratuidad, como signo de comunión entre hermanos siendo signo del amor de Dios en medio del mundo.

OREMOS.

3.- Proclamad que el Reino de Dios está cerca. Para que nuestra predilección sea ayudar a los necesitados, a los que se encuentran solos, abatidos, cansados, insatisfechos, llevándoles nuestra comprensión y nuestro amor

OREMOS

4.- Jesús se compadeció de la gente abandonada. Por tantos abandonados, perseguidos, maltratados a causa de la guerra, para que cesen ya los conflictos y se dé paso al diálogo y a la paz verdadera

OREMOS

5.- Por Jesucristo hemos obtenido la reconciliación. Por tantos matrimonios rotos, tantas familias que no se entienden, tanto dolor, para que el Señor nos ayude a dialogar, a perdonar, a amar.

OREMOS

6.- Sabed que el Señor es Dios y nosotros su pueblo. Por todas las personas que viven dedicadas a la oración y a la alabanza, para que estimulen en la fe y el amor a todos los cristianos

OREMOS

7.- Servid al Señor con alegría. Por todos los que estamos aquí reunidos, para que vivamos en la alegría, la fidelidad, la entrega, y respondamos con generosidad a su llamada.

OREMOS

Acoge Señor nuestras peticiones, pon en nuestro corazón el amor y la fortaleza para llevarlas a cabo, ayudanos a no quejarnos nunca de tus planes y haz que llevemos a todos la esperanza y la paz

Por Nuestro Señor Jesucristo... Amen