COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA

Dt 11, 18. 26-28

 

1. 

Los mandamientos, normalmente mal interpretados, deben alcanzar la totalidad de la persona humana: su interioridad, como es el corazón (para los hebreos la sede de la razón) y el "espíritu" (o fuerza vital); y su exterioridad (o actividad), como son los ojos (o frente) y las manos.

La Bendición de Dios al hombre, que para Israel supone la fecundidad y plenitud de vida, será la prueba decisiva de que el hombre ha acogido los mandamientos de Dios; más aún, será el signo manifiesto de su Poder salvador y absoluto. La Maldición divina, en cambio, se convierte en autodestrucción humana por buscar la idolatría de otros dioses, es decir, es el servicio a otros dioses que no pueden salvar (ver el v.28: "...no conocéis"=no tenéis experiencia de liberación). Los mandamientos, pues, no son normas rígidas y pesadas, sino el plan y las propuestas divinas para con el hombre, que arrancan de la experiencia humana, sencilla pero radical de que Dios es el único y solo Señor.

DABAR 1978/34


2.

Este pasaje se sitúa dentro del conjunto 4, 45-11, 32 que es el segundo de los discursos de Moisés, según el Dt. En este c. 11 se viene a tratar de la promesa de la tierra como motivo para el cumplimiento de la alianza. La donación de la ley está íntimamente relacionada con la promesa de la tierra (cf 4, 1.5. 14. 21. 25. 38. 40). Por eso mismo, el cumplimiento de las palabras de Dios, de lo esencial de la ley, será requisito imprescindible para poseer la herencia que Dios promete.

Posteriormente, la interpretación de este texto dio por resultado el uso de las filacterias (pequeñas bolsas que contenían el texto sagrado) para el brazo izquierdo y la frente. Contenían cuatro pasajes esenciales de la ley (entre ellos este de Dt 11, 18) y una parte del shemá (Dt 6, 4-9). En tiempo de Jesús, esta costumbre estaba todavía muy en uso. Jesús criticará la ostentación y el exceso que conducía a alargar las filacterias (cf. Mt 23, 5). De todos modos, el texto es una exhortación a ir penetrando hondamente en el misterio de la palabra, guía de la vida del que cree.

En la formulación de la alianza, la bendición y la maldición son sanciones definitivas y se han de tomar absolutamente en serio; tienen un contenido más real que en nuestras culturas occidentales. Las partes contratantes o los vasallos (en los tratados de vasallaje) las recitaban sometiéndose a ellas.

Numerosas veces se hablará de estas bendiciones y maldiciones (cf. 7, 12-15; 27-11-28, 46), ya que en ellas están concentrados todos los deseos de trascendencia del creyente israelita.

Se insiste fuertemente en el carácter existencial de la celebración de la alianza. Hay que tomar una decisión concreta y definitiva. Celebrar la alianza sin consecuencias en la vida es algo desprovisto de valor (cf. 3a lectura). Esta presentación bajo la forma de "dos caminos" de actuación pertenece al fondo del AT y de la tradición del bajo judaísmo (cf. Didajé 1, 1; 1 QS 4; Mt 7, 13-14).

La serie homilética comenzada en el c. 5 con las "diez palabras" termina aquí con estas maldiciones y bendiciones, según el clásico esquema de alianza. Desviarse de "los preceptos" es como ser un pagano, como adorar a dioses extraño. Hacer de la fe una teoría vacía es vivir como un pagano.

EUCARISTÍA 1978/26


3.

De suyo esta expresión ("mis palabras") puede referirse a los mandamientos de la Ley grabados en las dos tablas de Moisés. Sin embargo, su sentido es evidentemente más concreto si tenemos en cuenta que aquí se repite, casi literalmente, un texto anterior (6, 6-9) que en su lugar va precedido de estas palabras: "Escucha, Israel: Yavé es nuestro Dios, sólo Yavé. Amarás a Yavé tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza." Por lo tanto, parece claro que también ahora son estas las palabras aludidas.

Llama poderosamente la atención la fuerza con que se trata de inculcar en todo el pueblo el mandamiento supremo de fidelidad al único Dios, a Yavé. Las palabras en las que se formula este mandamiento deben ser recordadas constantemente, deben ser interiorizadas y asimiladas con la mente y el corazón. Se observa cierta tendencia al intelectualismo, que dará lugar al estudio de la Ley como una práctica religiosa. Por otra parte, el lenguaje simbólico del autor será interpretado más tarde en sentido literal, y se introducirá el uso de las filacterias.

De la observancia o no de este mandamiento supremo depende que descienda sobre Israel la bendición o la maldición divina. Por eso es necesario tenerlo muy presente, delante de los ojos (sobre la frente) y al comenzar cualquier obra ("atadlas a la muñeca"); pero cualquier técnica para acordarse de él no basta si no se cumple después.

Cuando el politeísmo pagano, al correr de los tiempos, dejó de ser un peligro inminente, la exclusión absoluta del culto a los otros dioses, a los ídolos, se interpretaría como la exclusión de aquellos bienes terrenos que tienden a convertirse en señores sobre el hombre y a suplantar al mismo Dios en nuestras vidas.

Entonces el mandamiento se formula de otra manera: "Amarás a Dios sobre todas las cosas".

EUCARISTÍA 1975/34


4. FE/OBRAS.

Dos bellas metáforas usa Moisés hoy en la primera lectura: "meteos mis palabras (que son de Dios) en el corazón y el alma, atadlas a la muñeca como un signo y ponedlas de señal en vuestra frente". Esto son metáforas pero de un gran significado. Quieren decir que la Palabra de Dios ha de ser injertada en el entresijo de nuestra vida. Tiene que pasar de ser una VERDAD fuera de nosotros para convertirse en una ACCIÓN esposada a nuestra muñeca, a nuestra mano. Aquí tenemos el fundamento de la Ortodoxia y la Ortopraxis.

·CASTRO-CARLOS