COMENTARIO A LA PRIMERA LECTURA
Si 27, 05-08

 

1. MENTIRA/SINCERIDAD

Introducción.-El interior humano, como sede de todos nuestros pensamientos, sentimientos, actitudes..., es algo hondo y profundo: "...su mente y su corazón no tienen fondo" (Sal/064/07), "la altura del cielo, la hondura del suelo y el corazón de los reyes son insondables" (Prov. 25,3). Y este interior no sólo es profundo, sino también enconado: nada más profundo y enconado que el corazón: ¿quién lo entenderá?" (/Jr/17/09).

-Y aunque el interior o corazón humano sea el castillo o feudo privado de cada hombre, Dios lo penetra y conoce: "Infierno y Abismo están patentes a Dios, ¡cuánto más el corazón humano!" (/Pr/15/11). Infierno y Abismo se refieren al mundo subterráneo, totalmente desconocido para el hombre, y sin embargo Dios lo conoce.

Más aún, la interioridad humana puede manifestarse, consciente o inconscientemente, al exterior: a través de un gesto, de una palabra, del sonrojo de la cara... El hombre hábil puede sonsacar esa interioridad.

Texto.-Estos versículos, si exceptuamos la ambigüedad del primero, son muy fáciles de entender. La prueba del fuego pertenece a la cultura artesana, del alfarero, mientras que las otras dos pruebas, la del fruto y la de la criba, son propias del mundo agrícola. El árbol que da buen fruto se conserva, mientras que es cortado el que da malos frutos (este tema puede tener su aplicación moral, cfr. Mt/07/16-20). Más difícil para la nueva generación es la prueba de la criba. Tras la trilla de la mies, ésta se aventaba para separar el grano de la paja y tamo, pero tras esta operación todavía podían quedar pajas pesadas, piedras o espigas más o menos enteras (=granzas). Por eso era necesaria la operación de cribar o "cerner" para separar el grano de las impurezas.

-De la misma manera es necesario probar al hombre para ver lo que se cuece en su interior; en la prueba, el ser humano manifiesta su corazón. En el texto se habla de una prueba muy específica: el razonar y su expresión externa a través de la palabra. Si el ser humano no razona, no es hombre, sino bruto animal. La reflexión hará posible el separar o cribar el desecho, el desperdicio humano.

-No basta con reflexionar; es necesario que la reflexión se traduzca en palabra sincera, veraz. Son muchos los textos bíblicos que nos previenen contra los hombres mentirosos: "Aunque suavice la voz, no lo creas, que lleva dentro siete abominaciones" (/Pr/26/25), "barniz que recubre la loza son los labios que adulan con mala idea" (/Pr/26/23).

Reflexiones.-Por el "razonar" se distingue el hombre del animal.

Afirmación clara, pero, por lo visto, de difícil aplicación.

Compramos armamentos en vez de producir alimentos, mimamos a los animales y despreciamos a los seres humanos: ¿es esto razonar? ¿Podemos hablar de razón o cordura cuando son más importantes para nosotros las siglas de un partido político o de una iglesia que la persona o personas concretas?, ¿podemos hablar de cordura...? Si esto es razonar, en nada nos distinguimos de los brutos.

-Y si la reflexión en nuestro mundo es difícil, todavía lo es más la sinceridad. ¡Políticos, eclesiásticos, docentes..., ¿os interesa la verdad o el poder y el lucro? ¿Habláis sinceramente o mientras hacéis promesas estáis tramando violencias o injusticias? A la larga, vuestra sinceridad o falta de la misma os juzgará.

(A. GIL MODREGO
DABAR 1989, 30


2.

Un notable de Jerusalén escribe este libro con la sola intención de poner sus conocimientos de la Escritura al servicio de su pueblo. Se trata de un hombre que ha viajado mucho, que conoce el corazón del hombre. Sabe ver y admirar a Dios que se encuentra en "todas las cosas". Este hombre, equilibrado, era el que necesitaba Israel para ayudarle a presentar un buen estado de salud, como pueblo, ante el advenimiento de la cultura griega. De ahí que su tarea consista en brindar al pueblo un buen manual que le facilite la vivencia de la sabiduría y el temor de Dios; y, así, que le ayude a profundizar en su fe en el Señor, maestro del mundo y de la historia.

En nuestro pasaje dice que lo que hay en el hombre se revela por sus palabras y por sus hechos. No el juzgar precipitadamente, sino el examen atento y objetivo es el deber de la justicia y el don de la sabiduría. Tal examen es necesario, sobre todo, cuando está por decidir si a una persona queremos concederle en nuestra vida y para nuestra vida influencia y preponderancia. No hay que esforzarse mucho para ver la relación existente entre esta lectura y el evangelio de este domingo.

EUCARISTÍA 1989, 25


3. PALABRA/CORAZON:

Ben Sira da a la palabra la misma importancia que Mt. 7, 16; 15, 18, o que Sant 3.

* * * *

La palabra desvela, en efecto, el fondo del corazón y lo traiciona en el mismo momento en que pretende esconderlo (vv. 4-6). Lo propio del sabio es poder dominar sus palabras para no darse a conocer más que con entera conciencia y para dejar hablar al interlocutor tiempo bastante para juzgar su corazón (v. 7).

Este pasaje no es más que un breve eco de una doctrina a la que Ben Sira da una gran importancia. Conoce todos los pecados de la lengua: las discusiones que provoca (Eclo. 8, 1-19; 28, 8-12), las promesas demasiado rápidas (Eclo. 23, 7-15), las mentiras y los chismes (Eclo. 20, 24-26; 19, 4-12) y, sobre todo, la falsía (Eclo. 5, 14-6, 1; 28, 13-16).

* * * *

La palabra pertenece, pues, al ser más intimo del hombre; revela su fuerza y su vitalidad, su espíritu y sus proyectos. Que la palabra corra sin penetrar en el fondo de la persona no es solamente un pecado, sino una dicotomía profunda y desequilibrada. Pero la cultura moderna, sometida a la publicidad o a la propaganda, enajena la palabra, la desata de toda raíz humana y la hace el elemento de un juego incontrolado, hasta el punto de que el lenguaje pierde su valor racional, no une ya entre ellas a las personas, sino que agrupa en una enorme torre de Babel a aquellos que creen emplear el mismo vocabulario y hablar el mismo idioma. No es únicamente el corazón de un hombre al que revela la palabra, sino el mismo corazón de toda la civilización en desorden.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA II
MAROVA MADRID 1969.Pág. 316 s


4. COR/DISCERNIMIENTO:

¿Cómo conocer a los hombres? ¿Qué pensar, por ejemplo, de la moralidad de los hombres de negocios, externamente honrados y honestos? La lectura señala tres criterios: el de la criba, el del horno y el del fruto.

De la misma manera que la criba separa el trigo de la cascarilla y la suciedad que lo acompaña, así la bondad o la maldad de los hombres se reflejan en sus reflexiones y en sus palabras. De la misma manera que las deficiencias de las piezas de alfarería se manifiestan a la hora de ser cocidas en el horno, así las pasiones de los hombres se revelan en el calor de la discusión.

En fin, lo mismo que los árboles se conocen por sus frutos, así los pensamientos y los corazones de los hombres se traslucen en sus palabras y en sus obras. En resumen, para pronunciarse sobre el modo de ser de un hombre, es necesario conocer antes su modo de pensar, hablar y obrar.

En todo caso, la sabiduría recomienda extremada prudencia a la hora de juzgar a los demás. El interior del hombre es un santuario que sólo Dios y él conocen. Todo hombre se merece nuestro respeto. No obstante, sus manifestaciones externas y sus obras caen bajo el juicio de los hombres, pero conviene que este juicio no sea precipitado.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 580 s.


5.

El libro del Eclesiástico, conocido también con el nombre de Sirácida, fue compuesto en hebreo por Jesús, hijo de Sirá (cf. 50,27), en Jerusalén hacia el año 200 a.C., y traducido al griego por el nieto del autor en Egipto hacia el año 120-130 (cf. prólogo). Es la obra de un hombre que reflexiona a partir de la Escritura y de la historia de Israel, y elabora un conjunto de enseñanzas para mantener y valorar la fe y la tradición del pueblo, amenazadas por la fuerza creciente de la cultura helénica. Estas enseñanzas son la "sabiduría" verdadera, que tiene como depositario a Israel, el pueblo de Dios.

Este conjunto de enseñanzas son muy variadas. Lo que hoy leemos como preparación del evangelio de este domingo es un breve poema que invita a no equivocarse a la hora de valorar las personas. Cuando se agita la criba se ve lo que había bueno o malo; cuando el alfarero pone su obra en el horno se ve si estaba bien hecha; cuando un árbol da fruto se ve qué tipo de árbol es. De la misma manera, cuando el hombre se manifiesta exteriormente se ve qué llevaba en su interior.

MISA DOMINICAL 1995, 3